Publicada
el 14 de septiembre de 2012
Tren “Especial” con destino incierto
La presente es para dar a conocer hechos insólitos,
lamentables e indignantes.
El gran esfuerzo que realiza el país por recuperar
la imagen y calidad de nuestros ferrocarriles, se ven ensombrecidas
por actitudes indolentes e irresponsables que al parecer no tienen
quien las ataje.
Con fecha 7 de septiembre del 2012, el tren
"Especial" no. 1. Habana-Santiago de Cuba, al llegar a Alto Cedro
sobre las 9:30 a.m. trayendo hora y media de atraso, la ferromoza
del coche no. 9018 nos informó que la máquina no. 52563 se había
quedado sin combustible y por lo tanto había que esperar otra
máquina desde Santiago de Cuba, para que nos remolcara a su destino,
la cual llegó cuatro horas después.
Menos de un mes antes, el 11 de agosto del 2012,
realicé un viaje en este tren "Especial" Habana-Santiago de Cuba y
al llegar al Combinado de Dos Caminos de San Luis, nos comunicaron
que la máquina se había quedado sin combustible y había que esperar
otra máquina para que fuera remolcada hasta Santiago de Cuba. No
obstante que se hizo la solicitud desde Cacocum hora y media antes,
esta locomotora llegó hora y media después.
Dentro del clamor e indignación general justificados
por estos hechos, pudimos conocer por muchos pasajeros que estas no
eran situaciones aisladas del tren "Especial" puesto que eran
testigos de casos similares ocurridos en Cacocum, Mella y otras
localidades de la zona oriental.
En Alto Cedro este tren no realiza paradas
habituales y su estación está situada fuera de la ciudad y después
de más de 20 horas de viaje agotador, los pasajeros de 12 coches,
incluidos mujeres, ancianos y niños, no contaron con ninguna oferta
para mitigar el hambre y la sed, ya que en la única toma de agua nos
advirtieron que no era potable.
Es de imaginar aquel cuadro deplorable, donde las
personas buscaban, afanosamente, un poco de agua que pagarían a
altos precios o algo para comer, que como es lógico quedó
insatisfecho.
¿Cómo pueden entenderse estas cosas?
I. Rodríguez León
Ofensivos e inexplicables algunos usos que se le dan
a la bandera nacional
He podido observar con alarma y vergüenza cómo, en
los últimos meses, se ha hecho práctica habitual el utilizar la
bandera nacional como prendas de vestir, jabas, etc., además de
enarbolarla no solo por particulares, sino en actos públicos y en
medios de difusión, con letreros y fotos impresos sobre ella.
Incluso cuando se recorren mercados dedicados
principalmente a los turistas, como la calle Obispo por ejemplo, se
pueden encontrar personas comercializando "banderas jabas" y otras
barbaridades en abundancia.
Es conocido que existe una base legal que regula el
empleo de los símbolos patrios y aunque en nuestro país en los
últimos tiempos no se hacen cumplir las leyes y disposiciones
existentes, resulta ofensivo e inexplicable, que queden impunes las
ofensas, intencionadas o no, a lo más sagrado de nuestra tradición.
Recuerdo un caso de hace años, en que una ofensa a
la bandera se tipificó como "delito contra la integridad y la
estabilidad de la nación".
Pregunto entonces: ¿es que cambió la legislación
sobre este asunto o es que el grado de indolencia de los que tienen
que hacer cumplir la ley llega a tal magnitud, que ni la bandera que
se ha cubierto de gloria y sangre en los campos de batalla y que nos
acompaña desde los tiempos de la Escalinata de la Universidad hasta
el triunfo de la Revolución de enero y en todos los momentos
sublimes y difíciles de estos 50 años, merece el esfuerzo de su
atención?
Precisamente en el Granma del 15 de abril del año
2011 aparece, dirigida a Cartas a la dirección, una misiva de E. del
Valle Martínez, en que este trata este mismo tema y la que ustedes
publican con el título "Uso indebido de los símbolos".
Entonces cabe hacerse otra interrogante, ¿quién o
quiénes pueden resolver este problema? ¿No se sienten aludidos u
obligados, a tomar las medidas para resolver esta vergonzosa
situación?
Quisiera decir algo más fuerte para defender nuestra
sagrada bandera y calificar a quienes la ofenden y a quienes lo
permiten, pero en observancia de las buenas costumbres me conformo
con imaginarme qué haría Maceo, o cómo los calificaría Martí.
W. Franco Alonso
Los vuelcos de camiones
Tal como los ancianos no se caen y se rompen la
cadera sino que se les rompe la cadera y se caen, los camiones con
personal que se vuelcan no pierden el control y se vuelcan, sino que
se vuelcan sin haber perdido el control. Y eso es porque muchos
camiones para cargar personal requieren de una forma especial de
manejar que muchos choferes nunca han llegado a aprender.
Un camión tiene diferencias con una "guagua"
(ómnibus). La "guagua" tiene el piso más bajo que la altura de las
ruedas, de ahí los incómodos asientos sobre ellas, y todo el
equipamiento está por debajo de ese piso para bajar al máximo el
punto de gravedad.
Cuando un camión se llena de personal, el punto de
gravedad —ya de por sí mucho más alto que en las guaguas—, se eleva
aún más, pero no solo eso, la carga que ahora lleva ese camión no es
una carga inerte que mantiene su forma y posición. Los seres humanos
se desplazan cuando hay una curva, y todos van hacia el exterior de
esta, ejerciendo una fuerza lateral (centrífuga) sobre las barras
laterales que —si la curva es lo suficientemente cerrada—, volcará
el camión. Si este no tuviera esas barras laterales todo el personal
iría a parar a la cuneta, pero si las tiene, esa fuerza lateral
sobre ellas sirve para volcar el camión.
Por eso hay un tema elemental que todos los choferes
de camiones que transporten pasajeros tienen que ser obligados a
observar o no deberían transportar pasaje: cuando un camión
transporte personal no se pueden coger las curvas a velocidad.
Mientras más pronunciada sea la curva, menor debe ser la velocidad.
De seguro aprender a observar esta sencilla regla
salvará muchas vidas y cientos de heridos y lisiados que resultan de
esos accidentes de tránsito.
J. R. Gómez
La exigencia contra el ruido
Tratar el tema del ruido provocado por el alto
volumen de la música, errores en la colocación de altura de bocinas
y horario, es un viejo asunto que tras grandes esfuerzos conjuntos
logramos que se legislaran, pero la exigencia de las autoridades
locales para su cumplimiento está muy lejos de concretarse. No hay
falta de conocimiento ni de capacidades. Hay un exceso de
capacidades, protección y compromisos que esconden acumulación de
intereses que se materializan en beneficios puntuales.
¿Cómo explicar que los llamados DJs dispongan de la
aplicación de la ley a su antojo e interpretación y, que ante
sostenidas quejas de la comunidad por años, las autoridades
competentes se desentiendan?
Resulta entonces que hay que aplicar una legislación
que por demás ya existe, que exija a las autoridades, que los DJs y
toda su manada de depredadores poderosos y protegidos que
reiteradamente incurren en estas conductas, se ajusten a la demanda
del pueblo, sin detrimento de las actividades, muy en especial para
la juventud que necesita y merece una acertada recreación que los
cultive y entretenga. Hay que adecuarlo a las personas, no al dinero
con fachada de cumplimiento de actividades.
Se trata a veces de locales vacíos de público, con
un alto ruido de música con la prepotencia de un poder ficticio...,
¿expectativa de ingresos personales, sociales y locales?,
¿demostración de poder?, ¿prepotencia? Muchas son las aristas del
daño a la comunidad y los ejemplos van en camino del irrespeto
verbal, gestual y conductual. Se complica.
La chabacanería y la escasa cultura hacen gala.
Sucede en discotecas, carros en la vía o parqueados en áreas de
cafeterías o restaurantes y para colmo en áreas de ferias del agro
con o sin compradores, con solo ron como mercancía.
Mi experiencia es en el municipio de Bauta,
provincia de Artemisa, necesita atención para este problema, aunque
desgraciadamente no es el único, pero que singularmente se
concatenan ante la indolencia de quienes son tardíos en acciones.
H. Jiménez Ozete
¿Revendedor o cuentapropista?
Tengo una preocupación, ¿qué es un cuentapropista?
Hace unos días tuve la necesidad de comprar un
barniz con color, caminé casi todas las tiendas de La Habana y no lo
había en ninguna. Me asombré cuando de forma curiosa le pregunté a
los cuentapropistas de los alrededores de Carlos III que si lo
tenían y me respondieron que sí, con un valor de ocho CUC, y así con
varios productos que no hay en las tiendas como son (interruptores,
tomacorrientes, herrajes de todo tipo, etc.), todos al doble de los
precios de las tiendas minoristas.
La pregunta de qué es un cuentapropista, la hago
porque no creo que esa sea la categoría aprobada de los revendedores
de los productos que hay en las tiendas.
Y. Erbella Ramírez
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