Publicada el 7 de septiembre de 2012

Hay que enderezar el árbol de la disciplina social

Todos los viernes leo con interés los comentarios, criterios, juicios y denuncias de lectores que aparecen publicados en esta sección de Cartas a la Dirección del periódico Granma, lo que considero un importante logro de nuestra prensa.

Muchos de estos escritos expresan la preocupación de la población por el incremento de las indisciplinas sociales de todo tipo en nuestro país, sin que se le acabe de poner definitivamente el cascabel al gato.

Cualquier persona tiene ejemplos concretos de algo que le ha perjudicado o perjudica a la cuadra donde vive, la comunidad, o la sociedad, de que se ha quejado de algún modo, pero que no se ha resuelto.

En lo personal, creo que una cuestión que tiene que ver con todo ello, es el concepto manejado por muchos de que esto es responsabilidad de todos, y puede ser verdad, siempre y cuando se precise el protagonista principal en el enfrentamiento a cada caso, pues como se dice que todos somos responsables, en la práctica nadie responde.

Hay situaciones en que se pretende que el CDR resuelva casos en los que evidentemente deben actuar las autoridades policiales, por la naturaleza del hecho o por su carácter reincidente; mientras en otros, se pide que la Policía participe, cuando no se ha hecho el trabajo preventivo, de convencimiento, que debe hacer una organización de masas como esta, con el o los individuos violadores del orden público y la tranquilidad ciudadana que debe prevalecer en una sociedad como la nuestra, empeñada en perfeccionarse a pesar de los designios contrarios de sus enemigos, y que tiene como objetivo supremo lograr la justicia para todos.

Pero no se trata solo de problemas en la comunidad. En la cotidianidad los inspectores tienen que actuar con más rigor y entrega; las administraciones siguen siendo tolerantes con violaciones; hay personas que muestran falta de combatividad ante lo mal hecho, cuando no son indiferentes; algunos padres no están al tanto de la conducta de sus hijos, sin comprender que lo que se acepta hoy como "cosas de muchachos", después pueden convertirse en delitos de adultos; los que no dan el ejemplo, como debieran, incumplen su papel, dejando la puerta abierta a las indisciplinas sociales.

Así, han seguido manifestándose hechos como, por ejemplo, hacer bulla a cualquier hora con música a alto volumen, tanto en viviendas en los barrios, como en automóviles parqueados en las calles, hecho criticado por la generalidad de la población, sin que pase nada. Y me pregunto, ¿quién de "todos" debe ponerle coto a este problema, si estos individuos no responden a las llamadas de atención de las personas mayores o del CDR de su cuadra?

¿Cuál de los que deben impedirá que se alteren los precios de las ofertas en las tiendas recaudadoras de divisas o que empleados avisen a sus amigos sobre las próximas ventas de mercancías deficitarias en el mercado?

¿Hasta cuándo andarán libremente por las calles individuos que se dedican a la reventa ilegal, a elevados precios, de productos y artículos, a pesar de las críticas y cuestionamientos de la población, ya que como se sabe, no existe autorización para la venta por cuenta propia de productos industriales?

¿Quién de "todos" velará porque los pasajeros no entren al ómnibus por la puerta trasera eludiendo el pago del pasaje o porque se respete, como está establecido, sin que haya que requerir a nadie, el asiento para enfermos y embarazadas?

Lectores consideran que cierto desorden en la comercialización de productos agrícolas comenzó cuando se autorizó a vender en "oferta y demanda" en los puntos de la Agricultura Urbana. ¿Trabajadores estatales vendiendo por su cuenta? Esto solo puede conducir a entronizar problemáticas.

Podríamos seguir enumerando hechos que hoy nos perjudican, pero no es mi propósito, ni es el objetivo de estas observaciones, que seguramente comparten no pocas personas; solo pretendo llamar la atención sobre fenómenos que lastran nuestra sociedad, pese a quejas y denuncias constantes de ciudadanos, y exponer mi criterio de que no creo que las actuales dificultades económicas del país, por sí solas, justifiquen las conductas incorrectas sino que, además, algo nos ha faltado por hacer.

A mi juicio estos no se resolverán, con todas las consecuencias nocivas que conllevan para el presente y el futuro, mientras no seamos capaces de asumir que cada quien haga lo que le corresponde, sin ambivalencia alguna: policías, inspectores, administradores, organizaciones políticas y de masas de las comunidades, la familia, la escuela y la sociedad.

R. E. Carela Ramos

Un intercambio provechoso a partir de una carta publicada

El viernes 10 de agosto este diario publicó mi carta "Para enrumbar la economía es necesario concatenar tres conceptos: eficiencia, eficacia y efectividad". Para mi satisfacción esa misma tarde se personó en mi casa el compañero Arnaldo Betancourt, quien actúa como coordinador de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de comercio agropecuario en el Consejo Popular del municipio de Playa, para explicarme detalladamente las ofertas que el día 3 de agosto (fecha que utilicé como referencia en mi carta) hubo en todos los mercados estatales del Consejo.

Al día siguiente, el propio compañero Arnaldo acompañado por Orlando Luis Pláceres, director de la UEB municipal se presentaron nuevamente en mi vivienda y sostuvimos un largo y provechoso intercambio, ya no solo sobre el tema del plátano vianda, sino de toda la comercialización, puntos de ventas en el municipio, almacenamiento, transportación y contratación de las producciones y sus puntos de vista de cómo perfeccionar el trabajo.

De estos intercambios me llevé una favorable impresión al poder conocer cómo controlan los niveles de existencia por surtido, las limitaciones y problemas objetivos y subjetivos existentes, de las contrataciones, del conocimiento de la demanda por punto de venta, además de la conciencia que tienen de la necesidad de que el problema alimentario se vea como una cadena que comienza en el surco y termina en la mesa del cubano.

Quedo muy satisfecho con la actitud de estos compañeros, quienes tomaron mi misiva como un elemento constructivo para perfeccionar su trabajo y que los dos intercambios no se hayan convertido en una justificación a ultranza (cosa bastante común hoy día) ante un señalamiento puntual, que personalmente utilicé como punto de partida para referirme a un problema mayor y de alcance nacional, donde la comercialización es solo un eslabón. Ojalá el resto de la gran cadena agroalimentaria tome las críticas de igual manera, que es la única que permite darle una solución efectiva a problemas cardinales de nuestra economía y sociedad.

T. Sáenz Coopat

Cuando de cambios se trata…

Leyendo el escrito de P.J. Reyes Acuña, "Los mecanismos no van a construir el socialismo", publicado el viernes 17 de agosto, me maravillo de cómo existen personas tan aferradas al pasado, que son capaces de tratar de pontificar conceptos, que durante más de medio siglo no han podido aportar nada concreto a la praxis de la edificación socialista y han servido solo para consolidar el centralismo estatal y el voluntarismo.

Eso que el autor peyorativamente llama legislaciones, procedimientos y normas y los generaliza con el término de "mecanismos", constituyen el cuerpo legal de una nación, comenzando por su Ley Primera (la Constitución), sin cuya constante actualización y estricta aplicación no puede funcionar ningún sistema, y su consuetudinaria violación, que ha sido la norma prevaleciente hasta el sol de hoy, tiene que ser cortada de raíz si pretendemos evitar el desmoronamiento de todos nuestros sueños de justicia social y de un mundo mejor.

Las leyes no solo ayudan a un orden y una coherencia a la hora de dirigir y edificar los destinos de un país, como pálidamente se manifiesta en la carta, sino que son el garante de cualquier proyecto político o económico que se intente acometer con seriedad. Ellas, con un profundo matiz clasista, defenderán los intereses de la clase en el poder, en nuestro caso el proletariado, impidiendo con su aplicación consecuente, cualquier desvío del rumbo programado. Además, deben proporcionar el marco legal para los inevitables cambios sociales que se derivarán de los ajustes económicos pertinentes.

Lo principal en este momento no es precisamente limitarse a la disquisición sobre los valores humanos que deben ser y no son, sino de cómo ganar la batalla de la eficiencia y la eficacia en la creación de bienes materiales y devolverle al trabajo su verdadera dimensión social como único medio de la creación de riquezas, promotor de bienestar y motor impulsor de toda obra social que se precie de ser justa. Si el ser humano no encuentra en el trabajo la satisfacción de sus necesidades crecientes (ley fundamental del socialismo), sucede lo que hoy constituye nuestro mayor freno al desarrollo económico y social, la falta de motivación y de pertenencia laborales con la aparición de la corrupción como fenómeno social.

Para ello es necesario que el Estado se desprenda de la impedimenta que para él representa la administración de medios de producción y servicios que no son fundamentales para el país y solo sirven de vehículo para el enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa del trabajo de otros muchos y para dilapidar los recursos de la nación.

Los esfuerzos del Estado deben concentrarse en los objetivos estratégicos para el desarrollo, la distribución de la riqueza según el principio socialista de a cada cual según su trabajo y en la creación de las condiciones para el desarrollo armónico del país con el esfuerzo de todos y la presencia de diferentes tipos de propiedad sobre los medios no fundamentales de producción y servicios para lo cual se impone la eliminación, en los plazos más breves posible de la doble moneda existente y las directrices impuestas "desde arriba".

La economía es regida por leyes objetivas y son ellas las que determinan la realidad social y no al revés. Ejemplos sobran en este medio siglo de construcción socialista en Cuba. Cada vez que hemos querido violentar la realidad económica, la praxis, criterio valorativo de la verdad según el marxismo, se ha encargado de demostrarnos nuestro error.

Está claro, como dice la carta, que la responsabilidad de utilizar bien los recursos está en manos de personas, pero también es obvio y está demostrado por la práctica, que la incorrecta utilización de los recursos debe tener una repercusión negativa directamente en los ejecutores y eso nunca ha sido así, porque las responsabilidades se diluyen en el amplio espectro del aparato burocrático y el paternalismo estatal carga con la compensación o el subsidio "por causas políticas mayores" y los irresponsables, incapaces, indolentes, infractores o violadores continúan en sus funciones o, desafiando la gravedad, se "caen hacia arriba".

El que dirija una empresa, una cooperativa o un negocio privado, debe saber que de sus acciones y decisiones, y no de las del nivel superior, depende el destino de su gestión y de sus trabajadores. De ahí la importancia de una buena preparación del personal dirigente y una mayor autonomía de las empresas que dirigen, para el logro, mediante una correcta política de estimulación salarial de sus trabajadores, de un desempeño óptimo, y al unísono, que estos últimos puedan exigir a sus jefes una gestión transparente y eficiente, pues en definitiva, unos dependerán de los otros para lograr el éxito empresarial y el bienestar colectivo.

Al Estado tocará la aplicación de una correcta política impositiva, que no desestimule la producción o los servicios y a la vez evite la excesiva acumulación de capitales, así como la correcta distribución de las riquezas de acuerdo con la cantidad y calidad del trabajo.

La tarea es de gigantes, las incomprensiones serán muchas y la reticencia de aquellos favorecidos por el orden de cosas existente actualmente será enorme, pero en ello está en juego algo tan vital como el futuro de Cuba como nación.

N. Páez del Amo

¿Habrá una epidemia de ceguera en Cuba?

La causa más frecuente de ceguera en el mundo es la enfermedad conocida como Glaucoma.

El medicamento más usado y efectivo para combatirla es el Timolol en colirio al 0,5 %, medicamento que está en falta frecuentemente. Esto da lugar a acaparamiento y también a negocios sucios, pues a veces es posible encontrarlo a mayor precio. Además, los frascos goteros que contienen el Timolol son de tan mala calidad, que al perforarlos sucede que en lugar de una gota, sale un chorro, por lo que el frasco de Timolol que debe durar casi un mes, dura a veces solo una semana. Por todo lo anterior es posible contestar afirmativamente a la pregunta inicial, que más bien pronto que tarde, tendremos esa epidemia en Cuba.

A. Hernández Cañero

Algo más sobre el salario y la productividad

Soy asiduo lector de esta sección. He podido constatar lo mucho que se ha escrito sobre el salario y la productividad y quiero dar mi modesta opinión.

Existen principios para establecer el salario. Estos son los siguientes:

1. Toda medida salarial debe estar precedida de un análisis de las posibilidades económicas del país.

2. Los resultados de toda medida salarial deben corresponderse con los objetivos que condujeron a su adopción.

3. El salario debe reflejar el gasto de trabajo. Tiene que recibir más salario el trabajador más calificado, el que realice las labores más complejas, más productivas, en condiciones más duras, tensas, dañinas, el de mayor responsabilidad y el que más alta calidad le exijan.

4. El salario tiene que vincular el interés material individual con el colectivo y el de toda la sociedad.

5. El incremento de la productividad tiene que ser superior al incremento del salario medio.

Del análisis de estos principios se deduce que primero hay que lograr incrementos de productividad y analizar la situación económica del país. Ahora bien, el salario hoy no refleja el gasto de trabajo y al ser tan bajo para la mayor parte de nuestros trabajadores, no vincula correctamente el interés individual con el colectivo y el de la sociedad. Volvemos aquí al punto de partida y a la historia del huevo y la gallina. ¿Qué hacer: incrementamos el salario o esperamos a que se logren incrementos significativos de productividad?

La realidad es que hoy no existe correspondencia ente el salario nominal (cantidad de dinero que el trabajador recibe) y el salario real (cantidad de bienes y servicios que se pueden recibir con el dinero que se percibe). La mayor parte de nuestros trabajadores pasan por este problema, el cual, lejos de estimular, desmotiva y en cierta medida da pie a que trabajadores deshonestos vivan de los recursos que el Estado y el Gobierno ponen en sus manos para trabajar.

Los objetivos para los que fue establecido el sistema salarial en Cuba tampoco se cumplen. Estos objetivos son los siguientes:

1. Fijar una adecuada proporción del fondo de consumo.

2. Estimular el aumento de la calificación.

3. Estabilizar la fuerza de trabajo.

4. Orientar la distribución ramal y territorial de la fuerza de trabajo.

5. Aumentar la productividad del trabajo.

6. Elevar el nivel de vida de los trabajadores.

Pienso, en sentido general, que los sistemas de pago establecidos en el país por la Resolución 9 del 2008, son adecuados para nuestras condiciones. Si no surten el efecto deseado es porque la escala salarial, o sea el salario escala, es muy bajo. Su techo es de 650 pesos. Además existe poca diferencia de salario entre los distintos grupos que la componen.

Soy del criterio de que si queremos logar incrementos de la productividad, es necesario primero incrementar el salario. Es mi opinión y la de otros compañeros con sobrada experiencia en el mundo de los recursos humanos. Quizás no existan las condiciones para un incremento en el 100 % del país, pero se puede empezar poco a poco por aquellos sectores con resultados notables y también por los más vulnerables y con déficit importante de personal calificado como son los órganos globales de la economía que tanta importancia tienen en la actualización del modelo económico cubano. No es otra cosa que ir cumpliendo gradualmente con los objetivos que debe cumplir el sistema salarial en el socialismo. Hasta por provincias se puede implementar esto.

Tomando las medidas necesarias para frenar la migración de la fuerza de trabajo, se pueden ir estimulando las más productivas. Entiendo que esto tiene un efecto dominó.

E. Cruz Garcia

Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos 881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177.
 

 

SubirSubir