A favor del control que genera eficacia, pero en desacuerdo
con la burocracia del control
La Dirección Provincial que económicamente dirijo
posee 24 unidades dispersas por todos los municipios de la ciudad de
La Habana. Estas unidades realizan captación de efectivo en ambas
monedas por los servicios jurídicos a las personas naturales y
reciben cheques por el pago de los servicios de asesoría a las
personas jurídicas.
Las unidades pueden depositar los ingresos en
efectivo en las sucursales más cercanas del Banco Metropolitano, sin
embargo, no les está permitido depositar los cheques emitidos por
las personas jurídicas; siempre que se le ha preguntado a un
funcionario del Banco, la respuesta ha sido la misma: "Existe una
indicación que lo prohíbe", "antes se hacía, pero una vez lo
prohibieron".
¿Por qué tiene que viajar un cheque por 2 000 pesos
desde el Cotorro o Alamar para ser depositado en la sucursal 264 de
Plaza de la Revolución donde están radicadas nuestras cuentas
bancarias? ¿Qué actividad de control tan específica tiene que
realizar
la sucursal 264 con el cheque que recibe que no
pueda ser ejecutada en otra sucursal del mismo Banco? ¿Todos los
miembros de esta familia no están interconectados al mismo sistema
informático, teniendo posibilidades idénticas para la búsqueda y
control sobre la existencia del emisor y receptor, su disponibilidad
financiera y las firmas autorizadas? ¿De qué se trata: es una
prohibición con muy buen basamento técnico, o minimizar sus riesgos
transfiriendo la tramitación y los costos de esta al cliente, o
querer trabajar menos? No lo entiendo.
Ante la imposibilidad de poder acceder al servicio
de tarjetas magnéticas, mensualmente debemos confeccionar 24 cheques
para el pago de salario en cada unidad, estos cheques son
certificados en nuestra sucursal después de un riguroso proceso de
control de personas autorizadas para el cobro del efectivo, montos,
firmas, etc., que diligente y eficazmente realizan las funcionarias
del operativo de la sucursal 264 y que como evidencia dejan dos
cuños y dos firmas. Por supuesto, antes de ser presentados al Banco
nosotros realizamos autocontrol sobre cada documento para minimizar
el riesgo de devolución, debo recordar que la certificación del
cheque se convierte en un gasto financiero para mi entidad.
Sin embargo, en reiteradas ocasiones, sucursales
bancarias no han aceptado el cheque exponiendo disímiles pretextos,
lo que ha obligado a nuestros directivos en las unidades a
trasladarse a otras sucursales, incluso más distantes dentro y fuera
de su municipio donde sí han sido aceptados como certeza de que "el
problema" era de criterios personales y no técnicos.
¿Si el funcionario bancario no tiene seguridad sobre
el documento que analiza, no debe auxiliarse de un superior para
conciliar criterios? ¿No le bastan a otra sucursal bancaria las
firmas y cuños emitidos por la sucursal 264 como legitimación de los
datos plasmados en el documento de pago? ¿Si alguna sucursal tiene
dudas, no debe esclarecerlas con la sucursal 264 antes de generarle
un problema a su cliente? ¿Cómo es posible que una actividad de
control exigida por el Banco, testificada por él y financiada por la
entidad quede supeditada a un criterio personal?
Las chequeras emitidas por el Banco tienen expresado
en su anverso las siglas de la moneda para el que se podrá utilizar
el instrumento de pago (CUP o CUC), lo que presupone que no haya que
dejar explícitamente dicho la moneda cuando describe en letras el
importe del pago.
La Resolución 101 del 2011 del Banco Central de Cuba
"Normas bancarias para los cobros y pagos" en su sección III,
artículo 8, señala: "Los titulares de las cuentas bancarias están
obligados a consignar al momento de la emisión del cheque, la fecha
de su creación, el nombre del beneficiario y el importe del pago en
números y letras". En ningún momento obliga a que en la descripción
se escriba el sustantivo peso o peso convertible. Aquí la tercera
dicotomía conceptual, hemos encontrado sucursales donde exigen estos
sustantivos e incluso en un lugar específico de la descripción, por
ejemplo, para unas es válido "cien pesos convertibles con 80/100", y
para otras solo aceptan si dice "cien con 80/100 pesos
convertibles". ¿Existe algún cuerpo legal que estandarice la forma
en que hay que escribir el importe en un cheque? Siempre he
mantenido que este es un país donde todo está regulado, pero una
cosa es lo que está establecido y otra los criterios personales que
se quieren establecer como norma. Levanto las manos a favor del
control que genera mejora continua y eficacia, pero estoy en
desacuerdo con la burocracia del control.
Independientemente a los impedimentos de personas y
los preciosismos burocráticos, el efecto mayor y más peligroso de lo
aquí planteado es que su alcance está relacionado directamente con
el pago de salario a los trabajadores y con la cancelación de
cuentas por cobrar y pagar, con el consiguiente efecto contable y
financiero para los involucrados.
La voluntad política de la Dirección del país
convoca a un cambio de mentalidad, a la flexibilidad de los
procedimientos y a la eficiencia en los procesos de las entidades.
Como expresión de esto, el marco conceptual del Sistema de Control
Interno permite que la entidad diseñe su sistema acorde con sus
características, pero se hace bien difícil armonizar ambos preceptos
si sucursales del Banco Metropolitano técnicamente diseñadas para
prestar un servicio a su cliente, ponen trabas al desarrollo de los
procesos de este y, aún más, le imponen sus requerimientos.
C. M. Santos Cid
Una respuesta triunfalista que no se debiera
permitir
No dudamos de los logros que ha tenido la Empresa de
Restaurantes de La Habana, ni que haya un grupo de trabajadores que
con un gran sentido de pertenencia, a pesar de las dificultades, han
permanecido en su puesto de trabajo y defienden con orgullo y moral
lo que realizan y otras cosas más, pero esa respuesta parece
triunfalista y esa, sinceramente, no era la que esperábamos, además,
no se entendió lo que quiso señalar el periodista.
Yo le preguntaría a su Director que no sé los años
que lleva dirigiendo esa empresa: ¿Cuántas veces al año él y su
consejo de dirección realizan "visitas de trabajo" a estos
restaurantes? ¿Quiénes pueden visitar estos restaurantes? Cuando un
trabajador decide ir a uno de estos "restaurantes de lujo", ¿sale
satisfecho?¼
Hago estas preguntas que pueden ser interminables
porque he visto que en todos nuestros restaurantes, para poner dos
ejemplos, como entrante se han perdido el pan y la mantequilla, y
para ingerir agua, una cosa que es normal en el cubano, tienes que
comprar un pomito de agua que cuesta 15 pesos, ¿se han analizado la
norma y el precio de los platos? De los servicios ni hablar, con sus
excepciones; los cajeros, por regla se equivocan a menudo, y el
impuesto al final de la cuenta que casi nadie entiende, en algunos
lugares es de 5 % y en otros de 10 % y muchos otros problemas.
Mi criterio es que se ha querido opacar la situación
que tiene no solo la gastronomía de estos "restaurantes de lujo",
sino de nuestra gastronomía en general.
¿Por qué se permiten estas respuestas?, parece esto
una batalla de respuestas. Estamos agradecidos por el trabajo
complejo que realiza esta sección, pero, por favor, no permitan
estas respuestas triunfalistas.
C. A. Hernández Moreno
Una ¿graduación? que no debe repetirse
Por estos días se escuchan y se ven por la
televisión las noticias de las graduaciones de las distintas
universidades del país; por suerte, nuestro hijo también culminó sus
estudios universitarios, pero qué frustración con su graduación.
Primero, la actividad fue en un lugar que, a pesar
de tener mucho contenido histórico y patriótico, no se presta para
una actividad de este tipo en horarios que en esta época del año el
sol veraniego castiga mucho. Fue en el Mausoleo de los Mártires de
Artemisa y la actividad comenzó a las 11:05 a.m., a pesar de que
habían citado para las 8:30 a.m.
Resultó entonces que los estudiantes de las
distintas facultades de Cultura Física de la provincia de Artemisa,
no aparecían entre los que debían graduarse. cuando los profesores
fueron a preguntar el porqué, la respuesta fue: ¡ah, no aparecen!, y
nada más. Creemos que esto es una discriminación con estos
graduados.
Posteriormente, llegó el rector de esta Facultad y
luego de conversar con los que estaban dirigiendo la actividad, los
incluyeron al final, pero muchos de los muchachos, indignados,
decidieron irse y no participar del acto de graduación; incluso, los
títulos de graduados fueron entregados en el medio del paseo de la
calle, debajo de un árbol y sin ningún tipo de ceremonia. Allí
también se graduó la estudiante de mejor promedio de toda la
Universidad Agraria Fructuoso Rodríguez, con su Título de Oro y no
la tenían en cuenta para el acto; también se graduó un atleta que
participó en los Juegos Parapanamericanos y tampoco se tuvo en
cuenta.
Nos preguntamos, ¿estos graduados de Cultura Física
no son importantes como los economistas, comunicadores sociales,
etc.?, ¿es que los resultados del deporte y de sus atletas,
entrenadores y profesores no se tienen en cuenta?
Ya esta graduación no tiene remedio, pero hechos
como estos no deben repetirse.
O. Martínez Rodríguez
El huevo o la gallina
Para incrementar los salarios es imprescindible
aumentar la productividad del trabajo, lo cual parece totalmente
lógico, pues de dónde saldrían los recursos para cubrir el
incremento, sino del aumento de la productividad.
Pero sucede que transcurre el tiempo y no se produce
el ansiado y necesario aumento de la productividad al nivel
suficiente. En tal situación pudieran estar influyendo factores,
tales como: los trabajadores no se sienten suficientemente
remunerados para realizar un esfuerzo mayor, poca exigencia y falta
de control por parte de los jefes administrativos, no se ha sido lo
suficientemente convincente para que los trabajadores comprendan la
importancia para ellos mismos y para el país de aumentar la
productividad, etc.
Podrán existir muchas otras razones para explicar el
no aumento de la productividad, pero lo que sí está demostrado es
que hasta ahora, por los medios empleados y no obstante los años
transcurridos, no se ha logrado.
Situación completamente diferente ocurre con los
precios de los productos y servicios que obligadamente la población
tiene que adquirir para resolver los problemas cotidianos del hogar.
Con excepción de los pocos productos que aún se
mantienen en la libreta, pero que solo cubren las necesidades de una
parte del mes, los demás aumentan de precio constantemente, unos
porque son de importación y mundialmente aumentan y otros porque son
aumentados artificialmente, al amparo de una licencia de trabajador
por cuenta propia o mediante el truco generalizado de que el taller
estatal no tiene la pieza necesaria y el bondadoso mecánico se
ofrece a resolver el "problema" con una que tiene guardada en su
casa.
Tales precios se alejan cada vez más del alcance de
la población media, cuya situación se va tornando extremadamente
tensa y llegará el momento en que resultará insoportable.
Parece que ha llegado el momento de pensar
seriamente en comenzar a preparar las condiciones para que se acabe
de instrumentar el pago por los resultados del trabajo, que puede
aplicarse en casi todas las actividades y contribuir al necesario
incremento de la productividad, bajo mayor control y exigencia
administrativa y la introducción de mecanismos económicos y de otro
tipo que contribuyan a estimular los rendimientos laborales. Pero
necesitamos aumentar los salarios.
De no hacerlo, pudiéramos acabar comiéndonos los
huevos y las gallinas.
E. Naranjo Torres
Desconocidos inscritos en mi casa
Resumo el problema en que me encuentro y mis
gestiones a todos los niveles.
Tengo inscritos en mi dirección en el Carné de
Identidad y Registro de Población (CIRP) de Plaza a dos hijos de una
sobrina, a los cuales no conozco y nunca han vivido en mi casa.
En el año 1997 mi madre, ya fallecida, autorizó a
que mi sobrina y sus dos hijos se anotaran en mi dirección, lo cual
era necesario, según me dijo, para un trámite que iban a realizar y
les era conveniente aparecer como residentes en ese municipio. Al
año siguiente mi madre le pidió a mi sobrina que se diera de baja
con sus hijos y se procedió a darles de baja del Registro de
Direcciones. Pero mi sobrina no se dio de baja del Carné de
Identidad, lo cual descubrí años después al ver su nombre en el
Censo Electoral de la cuadra.
Desde 1997 soy propietario de mi casa, por donación
de mi madre, fallecida en el 2002.
Mi sobrina siempre se negó a darse de baja en el
carné de identidad, hasta que en febrero del 2012 recibió un
apartamento de tres cuartos, donde ella vive con sus dos hijos. Para
mantener una apariencia de "legalidad" anotó en el carné de La
Habana del Este a sus hijos como "transitorios", dejándolos
"permanentes" en mi casa, donde nunca han vivido.
Debo aclarar que con anterioridad mi sobrina vivía
con sus hijos en un apartamento en el edificio donde tenía el
consultorio médico, y antes vivía con su madre.
Desde hace casi dos años vengo haciendo gestiones
para darles de baja de mi dirección, sin lograrlo.
Las gestiones realizadas son las siguientes;
1. Dirección Municipal de la Vivienda de Plaza. Al
solicitar el cese de convivencia, enviaron a una inspectora a mi
barrio, la cual se entrevistó con siete personas, que le confirmaron
que los hijos de mi sobrina nunca han vivido en mi casa, y
posteriormente fue a la casa de mi sobrina, donde les notificó mi
demanda, manifestándole que tenía diez días para reclamar, lo cual
nunca hicieron. Además comprobó las magníficas condiciones en que
vivían en su nuevo apartamento. Pero al no ser residentes legales ni
físicos en mi casa, la DMV no pudo declarar el cese de convivencia
(Resolución 1005/12), pero hace constar expresamente que ni
legalmente ni físicamente ocupan mi casa.
2 Carné de Identidad de Plaza. Entienden mi
situación y quisieran ayudarme, pero ellos no están autorizados a
dar de baja a nadie.
3. Carné de Identidad de La Habana del Este. Ante mi
reclamación, enviaron a un inspector a visitar a mi sobrina, y al
comprobar lo denunciado por mí, procedieron a imponerles dos multas,
pero expresaron que no podían proceder a darles de baja de mi
dirección ni llevarlos a tribunales por desacato.
4. Fiscalía Municipal de Plaza. Manifestaron su
pesar por mi situación, pero dicen que estoy en un limbo legal, ya
que la única manera de darles de baja es que alguien se lo ordene al
CIRP, mediante una resolución o instrucción, pero no tienen idea de
quién puede emitir ese documento. Este criterio es compartido por la
Fiscalía Provincial de La Habana. La Fiscalía General de la
República es la que recibió inicialmente mi queja, pasando el caso a
la provincia y esta a la del municipio de Plaza.
5. Oficina de Atención a la Población del Consejo de
Estado. Me orientaron dirigirme a un Bufete Colectivo. En consulta
con dos abogados de los Bufetes Colectivos de Plaza y Playa, estos
me dijeron que no era posible llevar este caso a los tribunales. Que
solo era necesario hacer la denuncia al CIRP para que resolvieran el
caso.
6. Oficina de Atención a la Población del MININT.
Analizaron mi demanda e hicieron consultas, pero manifestaron que no
pueden hacer nada. Que solo hay dos salidas: que esos ciudadanos de
manera voluntaria se den de alta donde en realidad viven, o que
acuda a los Tribunales.
La Ley General de la Vivienda, en sus artículos 64 y
65, dice que el propietario decide libremente quiénes conviven con
él, excepto las personas protegidas o desvalidas. Los hijos de mi
sobrina viven en excelentes condiciones, junto a su madre, con la
que siempre han vivido, por lo cual quedan excluidos de esa
protección, promulgada para evitar abusos o actos inhumanos.
¿Cómo es posible que el CIRP vea normal tener a unas
personas inscritas donde no viven ni nadie los conoce, y acepte que
estén "transitorios" donde en realidad viven permanentemente con su
madre con la cual están desde su nacimiento?¿Con una simple
investigación no es posible restablecer la legalidad?
A. Marín Rodríguez
Escaleras al cielo en el Hospital Oncológico
Desde hace más de dos años he tenido que asistir, de
manera regular, al Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología,
más conocido por Oncológico. Tengo la mejor opinión de ese hospital,
de sus médicos, cirujanos y personal en general.
Sin embargo, algo empaña y desluce la buena imagen
de ese hospital. El elevador que se encuentra por la entrada de la
calle F (frente al Ortopédico), se encuentra roto desde hace
aproximadamente mes y medio. Dicho elevador permite el acceso al
segundo y tercer pisos de consultas.
Podrán imaginarse cuántas personas recién operadas
tienen que acudir a esas consultas, cuántas en sillas de ruedas,
cuántas con bastones por problemas motores u otras dolencias que les
dificultan la subida de esas escaleras.
Nadie me lo ha contado, lo he visto con mis propios
ojos, personas que han llegado en sillas de ruedas y han tenido que
subir las escaleras a pie, con familiares apoyándolas a los lados.
En otras ocasiones, he visto a doctores bajar y atenderlos en la
planta baja, lo que es un motivo más para aplaudir y elogiar la
conducta de nuestros médicos.
Pero esta conducta no es razón para que no se
resuelva el problema. Lo más lógico y normal en un hospital, por las
características del personal que asiste, es que los elevadores
funcionen y evitar la amarga experiencia de subir escaleras, que
pueden resultar para los enfermos tan largas como subir al cielo.
Lo más probable es que tenga que resolver esta
situación una empresa que se dedique a estas labores, pero sea el
que sea, hay dos cuestiones importantes: los malos momentos por los
que tienen que pasar los enfermos que tienen que llegar a las
consultas y la imagen del hospital, porque al enfermo y sus
familiares no les interesan quién tiene que resolver el problema,
sino que esté resuelto, y mientras tanto, el conflicto recae sobre
el hospital.
No es mi intención juzgar, solo pretendo que esta
situación se resuelva de una vez. Y si la dificultad es la falta de
una pieza, no debe haber lugar con más prioridad que un hospital.
M. Santana Pérez
Sobre la colonia Bonabel Pétalos de Violeta y la respuesta de
Suchel
Escribo porque leí la carta publicada el 29 de junio
sobre el cambio de olor de la colonia Bonabel Pétalos de Violeta y a
mí me pasó lo mismo. Tengo dos pomos de esa colonia y no tienen el
mismo olor. Del que compré hace poco no me gusta su olor y el otro,
que recuerdo fue comprado en Santa Clara en agosto del 2010, tiene
un olor sabroso. No presenté ninguna queja, pero al leer la citada
carta veo que no me sucedió a mí sola. Yo lo compré sin olerlo,
porque como tenía otro pensé que era el mismo.
Además, leí la respuesta de Suchel Camacho publicada
el 13 de julio, donde las conclusiones son que la colonia comprada
por la persona que presentó la queja no tenía ningún problema, pero
yo tengo los dos frascos con la misma etiqueta y el olor de los dos
es totalmente diferente, además de que vivo en una provincia
diferente a la de la otra persona.
L. Cruz Nodal