Publicada
el 18 de mayo de 2012
Frenar la especulación que tanto daña
Los especuladores están en plena zafra. Quienes por
estos días han intentado comprar una corriente frazada de piso, tan
necesaria para la limpieza e higiene de un hogar, han tenido que
hacer de tripas corazón (me refiero a la generalidad de la población
que vive de un salario en pesos cubanos) y desembolsar 30 pesos a
uno de los múltiples especuladores que pululan en las afueras de los
establecimientos estatales (lugar estratégico seleccionado por
muchos de ellos).
Todo esto sucede debido a la carestía del artículo
en los establecimientos estatales, dirían algunos. La culpa la tiene
la administración que ha legalizado la bolsa negra, dirían otros.
Por cierto, en la zafra de las frazadas, está ya
conformada una cadena de vendedores que muchas veces tiene su origen
en el almacén, y otra en el establecimiento estatal encargado de
venderlo. Una cadena asociada siempre a la ruta del dinero.
Lo cierto es que el rechazo a la especulación sigue
en aumento, es un hecho incuestionable. Si se hace un sondeo
estadístico al consumidor cubano acerca de la aceptación que tienen
los dedicados a revender artículos de la cadena de establecimientos
que operan en divisas y en moneda nacional, las encuestas arrojarían
como resultado una opinión desfavorable y un rechazo generalizado a
esta práctica. Y no es para menos: los consumidores se sienten
víctimas de un proceso de especulación.
El especulador no produce nada, no agrega ningún
valor agregado al producto que vende. En nuestro país los
revendedores tratan de defender su actividad con explicaciones que
no se ajustan a las realidades que están viviendo los consumidores.
Los trabajadores por cuenta propia que se dedican a
la producción de calzado, objetos de artesanía y otros productos que
requieren de un oficio o talento especial, tienen la total
aprobación de los clientes, aunque la compra de sus producciones
requiera a veces de un ahorro paciente, pero lo fundamental es que
el comprador no se siente timado. Estas actividades sí operan bajo
los principios de competitividad y muchas veces generan un proceso
de elevación de eficiencia muy valioso para el país, además de
aumentar la calidad de los productos a la población. A diferencia de
los revedendores, cuya única competencia es por saber dónde se va a
sacar a la venta determinado producto para estar presentes en el
momento preciso para consumar el proceso de acaparamiento.
Es necesario aplicar las modificaciones necesarias
para frenar la especulación que tanto daña al consumidor cubano.
Atemperando un viejo refrán popular a nuestra realidad, pudiéramos
decir que el vivo está viviendo del bobo (que muchas veces no le
queda más remedio) y de la ley arbitraria. Las consecuencias de esta
actitud de dejar hacer pueden ser muchas: la peor es cuando provoca
un clima de desconfianza hacia los Lineamientos aprobados,
generalización de una mentalidad especuladora (mucha gente joven
está viendo en este tipo de especulación una actividad con la cual
puede hacer dinero fácil y con poco esfuerzo, algunos incluso piden
préstamos a sus familiares para facilitar la labor de acaparamiento,
antesala de la especulación) y sobre todo de poco amor al trabajo.
R. Hernández González
¿Dónde están los inspectores?
Me dirijo a ustedes porque no sé hasta dónde llega
la incongruencia de las personas. Todos los días voy para mi trabajo
y bajo por todo Belascoaín y tengo que coger casi todo el tiempo la
calle porque los balcones están vertiendo agua de limpieza quién
sabe de qué y los portales están llenos de vendedores u otra cosa.
No sé dónde están los inspectores que deberían velar porque estas
cosas no sucedan, tenía entendido que solamente se podían verter
residuos de limpieza para la calle los sábados y si es así, entonces
eso no se cumple porque todos los días se vierte agua por los
balcones por Belascoaín, desde Monte hasta San Lázaro y no pasa
nada. Yo pregunto: ¿Será que no hay quien ponga orden en estas cosas
o seguiremos dejando que la gente haga lo que le dé su real gana?¿No
hay quién vele por la seguridad ciudadana?
F. J. Vega Delgado
Los Lineamientos aprobados exigen soluciones
integrales
Esta ha sido una máxima planteada en reiteradas
ocasiones por nuestro Presidente, General de Ejército Raúl Castro
Ruz; no obstante, siguen presentándose situaciones que no cumplen lo
indicado y es el caso de los ya tratados en dos comunicaciones
anteriores: cambios de propietarios de teléfonos ante compraventa de
viviendas legalmente autorizadas y ejecutadas cumpliendo todo lo
exigido para esta operación y con servicios telefónicos legales y
sin deudas.
Estoy en proceso de venta de mi vivienda y de compra
de otra, por problemas de salud, garantizando cumplir los
procedimientos establecidos por el Decreto Ley No. 288; hasta el
presente he recibido de las instituciones a las que tengo que
acudir, fundamentalmente bancos, notarías, registros y ONAT, de
ambos municipios, un tratamiento respetuoso y profesional, sin
escatimar las orientaciones de los especialistas cuando las hemos
necesitado.
En mi casa actual tenemos el mismo número de
teléfono desde hace más de 30 años y para la que voy también este
servicio data de decenios, para nadie es un secreto lo que significa
contar con este servicio para una familia por lo que representa para
todas las comunicaciones interfamiliares y de todo tipo, más aún
cuando se incluyen problemas de salud, lo que significa que ponerlo
en riesgo crea un gran malestar tanto en los que recibimos el
servicio, como en todos los que reciben la información que para el
tipo de transacción que estamos realizando, la Empresa estatal que
nos ha garantizado este servicio no tiene otra solución que
castigarnos con su eliminación, ponernos en una lista de espera y
seguramente brindárselo a otro cliente que seguramente está también
necesitado, pero lo recibirá como premio a nuestra decisión de
realizar una operación legalmente establecida.
Sobre ETECSA hasta ahora siempre hemos recibido
información positiva y creo que la valoración general es que está
participando a lo largo de todo el país en el desarrollo de las
comunicaciones telefónicas para acercarnos cada vez más a lo que
nuestro pueblo necesita, en las regiones apartadas y montañosas esto
ha tenido particular reconocimiento.
Evidentemente el tema que tratamos está en
contradicción con esta valoración anterior, provocándonos las
siguientes interrogantes:
—¿No tiene ETECSA respuesta para los dos escritos
que sobre esta incongruencia han sido publicados?
—¿Más que respuesta, por qué ETECSA no se ha puesto
a tono con la nueva legislación e incluye esta modalidad en las
alternativas del traslado de los teléfonos, cuidando siempre las
violaciones o las soluciones ilegales que de eso se puedan derivar?
—¿Para lograr el contrato con el nuevo teléfono para
donde me traslado, tendré que divorciarme después de 45 años de
casado o estar obligado a permutar en vez de comprar y vender? Sin
hablar del fallecimiento.
—¿Asumirá ETECSA las alternativas de solución para
estos casos que ya son numerosos, como mismo lo ha hecho para la
solución de otros problemas ágil y satisfactoriamente?
—¿Tendrán obligatoriamente que convertirse en fuente
para la solución de nuevos casos los teléfonos de las compraventas
de inmuebles con teléfonos, independientemente de los años de
contratados los servicios y sin deudas de estos clientes y por lo
tanto una fuerte sanción familiar para estos, que hasta ahora no
tiene explicación?
P. Ruiz Medina
Dificultades con el crédito
Tengo la necesidad de reparar y ampliar mi vivienda,
donde habitamos cuatro personas adultas y cuenta con una sola
habitación con problemas constructivos, intensificados a partir del
ciclón Ike; ya tengo en mi poder los planos y licencia constructiva,
después de casi dos años de angustiantes gestiones, esta última
puede caducar al año si no he comenzado las labores, por lo que he
comenzado la solicitud de un crédito de diez mil pesos.
Me desempeño como secretario docente de la Filial
Universitaria Pedagógica de mi municipio —Banes—, hace diez años,
pero soy plantilla de la Universidad Pedagógica que radica en la
provincia; por tal motivo mi salario sale por una sucursal bancaria
de la referida provincia. Hasta la fecha he sido celoso cumplidor de
los deberes que en diferentes momentos he contraído con el Banco
Popular de Ahorro, es decir, no he constituido un problema y más que
eso me considero confiable con mis deberes bancarios.
Teniendo en cuenta la distancia, complejidad de
transporte, el hecho de que al menos necesito dos fiadores
solidarios, los que deben presentarse conmigo en dos ocasiones en la
referida sucursal para que se pueda emitir el crédito y el propio
hecho de las colas inmensas y los relativos pocos casos que con ese
objetivo se atienden en un banco, que por añadidura tiene que
atender a los residentes en la cabecera de provincia, le planteo la
preocupación a la Gerente del BPA de mi municipio para ver la
posibilidad de que ese trámite se realizara por el banco del
municipio de residencia y me plantea que no puede ayudarme porque su
banco asumiría los riesgos.
Al paso que van las cosas, creo que habré invertido
tiempo, dinero y esperanzas en vano, pues, por mucha voluntad
política y estatal por mejorar las condiciones de vida de los
cubanos, mientras existan trabas, desde mi punto de vista subjetivas
como estas, no avanzaremos en lo más mínimo y peor aún, se
resquebraja la voluntad del hombre ante la omnipotencia burocrática.
En tal sentido me pregunto:
1.¿Tendré que solicitar otro crédito para los gastos
adicionales de transporte y alimentación que necesito en los viajes
hasta la provincia para mí y mis fiadores solidarios?
2.¿Tendré que abandonar el derecho que me otorga el
Estado para solicitar el crédito y reparar mi vivienda?
3.¿No existe algún mecanismo legal al cual pueda
acogerme para que se realice el trámite del crédito por el BPA de mi
residencia?
F. Castillo Fonseca
¿Cuándo comenzaremos a actuar enérgicamente con los
indisciplinados?
Me dirijo a esa sección, que con tanto acierto se
publica en ese periódico, para tratar un problema que ya en otras
oportunidades se ha tratado y que preocupa profundamente a toda
persona honrada, honesta y civilizada como la mayoría de nuestro
pueblo, me refiero a la indisciplina social, pero no voy a referirme
a los que cometen las indisciplinas, me referiré a los que tienen
que actuar sobre los indisciplinados.
En nuestro país existen leyes que sancionan los
actos de indisciplina social, pero me pregunto: ¿Quién las tiene que
hacer cumplir? Cansados estamos de ver a personas arrojando papeles
y desperdicios en la calle, pisando el césped, arrancando flores de
los jardines, recostándose a las paredes apoyados en las suelas de
sus zapatos, recostados y casi acostados en el fuelle de los ómnibus
articulados, vociferando y cantando a pleno pulmón en horas de la
madrugada, carros con la música a todo volumen a cualquier hora
incluyendo la madrugada, o parqueados delante de la señal de no
parqueo y otras más.
¿A qué esperamos para actuar enérgicamente con los
indisciplinados y aplicar las leyes que existen? Espontáneamente la
gente no se hace disciplinada, los cubanos que residen en otros
países inmediatamente se disciplinan, pero no es porque adquieren
más cultura, es porque sienten la presión de la represión, la multa
por la indisciplina y en Cuba tenemos que reprimir al indisciplinado
o nunca dejaremos de ver las calles llenas de basura ni dejaremos de
escuchar los escándalos y las músicas estridentes a cualquier hora.
Tenemos necesidad de vivir en una ciudad agradable y
esto no puede quedar a la espontaneidad solo de sus habitantes.
L. García González
Poner precio por la calidad de la papa
El 26 de abril fue publicado en el periódico Granma,
un artículo titulado "Poner precio a la calidad de la papa", el cual
considero muy útil para el conocimiento de la población, no
solamente por conocer la voluntad política del Estado en cuanto al
cultivo de la papa y todo el esfuerzo que se hace por llevar este
tubérculo a la mesa de la población, sino por lo que representa para
los consumidores conocer las características que debe tener un
producto de primera y las etapas por las que transita durante su
comercialización, porque es una posibilidad de proteger sus
derechos.
Se supone que una vez publicado en el Granma se
adopten todas las medidas necesarias para garantizar las normas
establecidas y se ponga precio a la papa según su calidad, con apego
estricto a lo orientado.
Pero, por lo que he visto, no se han tomado esas
medidas y la venta de este producto no se ha atenido al espíritu de
la letra del artículo, es como si la empresa que vende tuviera oídos
sordos y ojos ciegos, al parecer no hay peor sordo que el que no
quiera oír ni ciego que el que no quiera ver.
Fui a comprar papas en el punto de venta de la calle
250 y 39 en San Agustín, La Lisa, La Habana. La papa expuesta para
la venta no daba la mejor impresión producto de la falta de calidad;
estaba mojada, embarrada de tierra colorada, de distintos tamaños,
con olor fétido, algunas dañadas por efectos mecánicos con diez o
más milímetros de profundidad. Al ver esto así pregunté por el
precio y la dependienta me contestó que a un peso. Le inquirí si
había leído el artículo del periódico Granma con relación al precio
de la calidad de la papa, ella manifestó que sí, pero que no podía
rebajar el precio, que eso era un problema de la administración. Por
supuesto, el administrador no se encontraba en esos momentos, el que
se encontraba era un almacenero que expresó que él vendía la papa de
acuerdo al precio estipulado en el vale que le habían dado por la
empresa, que ese era un problema de la empresa, que podía dirigirme
a 240 y 31, donde se encontraba la empresa y darle mis quejas al
compañero "Martín".
Así lo hice, pero el compañero "Martín" no se
encontraba, en su lugar me atendió otro compañero que me explicó que
quien podía darme respuesta era el administrador del punto de venta,
pues ese punto de venta tenía que clasificar las papas, según las
normas establecidas, cuando recibía el producto, seleccionándolas y
luego poner los precios según la calidad.
Yo le dije que al parecer eso no estaba orientado,
por cuanto el precio es el mismo para todo tipo de papas. Si la
empresa orientó lo que había que hacer, entonces no hay supervisión
por parte de la empresa para ver cómo se cumple lo orientado
respecto al precio de la calidad de la papa. Si seguimos sin exigir,
sin supervisar, sin controlar, ¿cuándo saldremos de nuestros
problemas?
J. Álvarez Allué
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