Publicada el 11 de mayo de 2012

Frenar la especulación que tanto daña

Los especuladores están en plena zafra. Quienes por estos días han intentado comprar una corriente frazada de piso, tan necesaria para la limpieza e higiene de un hogar, han tenido que hacer de tripas corazón (me refiero a la generalidad de la población que vive de un salario en pesos cubanos) y desembolsar 30 pesos a uno de los múltiples especuladores que pululan en las afueras de los establecimientos estatales (lugar estratégico seleccionado por muchos de ellos).

Todo esto sucede debido a la carestía del artículo en los establecimientos estatales, dirían algunos. La culpa la tiene la administración que ha legalizado la bolsa negra, dirían otros.

Por cierto, en la zafra de las frazadas, está ya conformada una cadena de vendedores que muchas veces tiene su origen en el almacén, y otra en el establecimiento estatal encargado de venderlo. Una cadena asociada siempre a la ruta del dinero.

Lo cierto es que el rechazo a la especulación sigue en aumento, es un hecho incuestionable. Si se hace un sondeo estadístico al consumidor cubano acerca de la aceptación que tienen los dedicados a revender artículos de la cadena de establecimientos que operan en divisas y en moneda nacional, las encuestas arrojarían como resultado una opinión desfavorable y un rechazo generalizado a esta práctica. Y no es para menos: los consumidores se sienten víctimas de un proceso de especulación.

El especulador no produce nada, no agrega ningún valor agregado al producto que vende. En nuestro país los revendedores tratan de defender su actividad con explicaciones que no se ajustan a las realidades que están viviendo los consumidores.

Los trabajadores por cuenta propia que se dedican a la producción de calzado, objetos de artesanía y otros productos que requieren de un oficio o talento especial, tienen la total aprobación de los clientes, aunque la compra de sus producciones requiera a veces de un ahorro paciente, pero lo fundamental es que el comprador no se siente timado. Estas actividades sí operan bajo los principios de competitividad y muchas veces generan un proceso de elevación de eficiencia muy valioso para el país, además de aumentar la calidad de los productos a la población. A diferencia de los revedendores, cuya única competencia es por saber dónde se va a sacar a la venta determinado producto para estar presentes en el momento preciso para consumar el proceso de acaparamiento.

Es necesario aplicar las modificaciones necesarias para frenar la especulación que tanto daña al consumidor cubano. Atemperando un viejo refrán popular a nuestra realidad, pudiéramos decir que el vivo está viviendo del bobo (que muchas veces no le queda más remedio) y de la ley arbitraria. Las consecuencias de esta actitud de dejar hacer pueden ser muchas: la peor es cuando provoca un clima de desconfianza hacia los Lineamientos aprobados, generalización de una mentalidad especuladora (mucha gente joven está viendo en este tipo de especulación una actividad con la cual puede hacer dinero fácil y con poco esfuerzo, algunos incluso piden préstamos a sus familiares para facilitar la labor de acaparamiento, antesala de la especulación) y sobre todo de poco amor al trabajo.

R. Hernández González

¿Dónde están los inspectores?

Me dirijo a ustedes porque no sé hasta dónde llega la incongruencia de las personas. Todos los días voy para mi trabajo y bajo por todo Belascoaín y tengo que coger casi todo el tiempo la calle porque los balcones están vertiendo agua de limpieza quién sabe de qué y los portales están llenos de vendedores u otra cosa. No sé dónde están los inspectores que deberían velar porque estas cosas no sucedan, tenía entendido que solamente se podían verter residuos de limpieza para la calle los sábados y si es así, entonces eso no se cumple porque todos los días se vierte agua por los balcones por Belascoaín, desde Monte hasta San Lázaro y no pasa nada. Yo pregunto: ¿Será que no hay quien ponga orden en estas cosas o seguiremos dejando que la gente haga lo que le dé su real gana?¿No hay quién vele por la seguridad ciudadana?

F. J. Vega Delgado

Los Lineamientos aprobados exigen soluciones integrales

Esta ha sido una máxima planteada en reiteradas ocasiones por nuestro Presidente, General de Ejército Raúl Castro Ruz; no obstante, siguen presentándose situaciones que no cumplen lo indicado y es el caso de los ya tratados en dos comunicaciones anteriores: cambios de propietarios de teléfonos ante compraventa de viviendas legalmente autorizadas y ejecutadas cumpliendo todo lo exigido para esta operación y con servicios telefónicos legales y sin deudas.

Estoy en proceso de venta de mi vivienda y de compra de otra, por problemas de salud, garantizando cumplir los procedimientos establecidos por el Decreto Ley No. 288; hasta el presente he recibido de las instituciones a las que tengo que acudir, fundamentalmente bancos, notarías, registros y ONAT, de ambos municipios, un tratamiento respetuoso y profesional, sin escatimar las orientaciones de los especialistas cuando las hemos necesitado.

En mi casa actual tenemos el mismo número de teléfono desde hace más de 30 años y para la que voy también este servicio data de decenios, para nadie es un secreto lo que significa contar con este servicio para una familia por lo que representa para todas las comunicaciones interfamiliares y de todo tipo, más aún cuando se incluyen problemas de salud, lo que significa que ponerlo en riesgo crea un gran malestar tanto en los que recibimos el servicio, como en todos los que reciben la información que para el tipo de transacción que estamos realizando, la Empresa estatal que nos ha garantizado este servicio no tiene otra solución que castigarnos con su eliminación, ponernos en una lista de espera y seguramente brindárselo a otro cliente que seguramente está también necesitado, pero lo recibirá como premio a nuestra decisión de realizar una operación legalmente establecida.

Sobre ETECSA hasta ahora siempre hemos recibido información positiva y creo que la valoración general es que está participando a lo largo de todo el país en el desarrollo de las comunicaciones telefónicas para acercarnos cada vez más a lo que nuestro pueblo necesita, en las regiones apartadas y montañosas esto ha tenido particular reconocimiento.

Evidentemente el tema que tratamos está en contradicción con esta valoración anterior, provocándonos las siguientes interrogantes:

—¿No tiene ETECSA respuesta para los dos escritos que sobre esta incongruencia han sido publicados?

—¿Más que respuesta, por qué ETECSA no se ha puesto a tono con la nueva legislación e incluye esta modalidad en las alternativas del traslado de los teléfonos, cuidando siempre las violaciones o las soluciones ilegales que de eso se puedan derivar?

—¿Para lograr el contrato con el nuevo teléfono para donde me traslado, tendré que divorciarme después de 45 años de casado o estar obligado a permutar en vez de comprar y vender? Sin hablar del fallecimiento.

—¿Asumirá ETECSA las alternativas de solución para estos casos que ya son numerosos, como mismo lo ha hecho para la solución de otros problemas ágil y satisfactoriamente?

—¿Tendrán obligatoriamente que convertirse en fuente para la solución de nuevos casos los teléfonos de las compraventas de inmuebles con teléfonos, independientemente de los años de contratados los servicios y sin deudas de estos clientes y por lo tanto una fuerte sanción familiar para estos, que hasta ahora no tiene explicación?

P. Ruiz Medina

Dificultades con el crédito

Tengo la necesidad de reparar y ampliar mi vivienda, donde habitamos cuatro personas adultas y cuenta con una sola habitación con problemas constructivos, intensificados a partir del ciclón Ike; ya tengo en mi poder los planos y licencia constructiva, después de casi dos años de angustiantes gestiones, esta última puede caducar al año si no he comenzado las labores, por lo que he comenzado la solicitud de un crédito de diez mil pesos.

Me desempeño como secretario docente de la Filial Universitaria Pedagógica de mi municipio —Banes—, hace diez años, pero soy plantilla de la Universidad Pedagógica que radica en la provincia; por tal motivo mi salario sale por una sucursal bancaria de la referida provincia. Hasta la fecha he sido celoso cumplidor de los deberes que en diferentes momentos he contraído con el Banco Popular de Ahorro, es decir, no he constituido un problema y más que eso me considero confiable con mis deberes bancarios.

Teniendo en cuenta la distancia, complejidad de transporte, el hecho de que al menos necesito dos fiadores solidarios, los que deben presentarse conmigo en dos ocasiones en la referida sucursal para que se pueda emitir el crédito y el propio hecho de las colas inmensas y los relativos pocos casos que con ese objetivo se atienden en un banco, que por añadidura tiene que atender a los residentes en la cabecera de provincia, le planteo la preocupación a la Gerente del BPA de mi municipio para ver la posibilidad de que ese trámite se realizara por el banco del municipio de residencia y me plantea que no puede ayudarme porque su banco asumiría los riesgos.

Al paso que van las cosas, creo que habré invertido tiempo, dinero y esperanzas en vano, pues, por mucha voluntad política y estatal por mejorar las condiciones de vida de los cubanos, mientras existan trabas, desde mi punto de vista subjetivas como estas, no avanzaremos en lo más mínimo y peor aún, se resquebraja la voluntad del hombre ante la omnipotencia burocrática. En tal sentido me pregunto:

1.¿Tendré que solicitar otro crédito para los gastos adicionales de transporte y alimentación que necesito en los viajes hasta la provincia para mí y mis fiadores solidarios?

2.¿Tendré que abandonar el derecho que me otorga el Estado para solicitar el crédito y reparar mi vivienda?

3.¿No existe algún mecanismo legal al cual pueda acogerme para que se realice el trámite del crédito por el BPA de mi residencia?

F. Castillo Fonseca

¿Cuándo comenzaremos a actuar enérgicamente con los indisciplinados?

Me dirijo a esa sección, que con tanto acierto se publica en ese periódico, para tratar un problema que ya en otras oportunidades se ha tratado y que preocupa profundamente a toda persona honrada, honesta y civilizada como la mayoría de nuestro pueblo, me refiero a la indisciplina social, pero no voy a referirme a los que cometen las indisciplinas, me referiré a los que tienen que actuar sobre los indisciplinados.

En nuestro país existen leyes que sancionan los actos de indisciplina social, pero me pregunto: ¿Quién las tiene que hacer cumplir? Cansados estamos de ver a personas arrojando papeles y desperdicios en la calle, pisando el césped, arrancando flores de los jardines, recostándose a las paredes apoyados en las suelas de sus zapatos, recostados y casi acostados en el fuelle de los ómnibus articulados, vociferando y cantando a pleno pulmón en horas de la madrugada, carros con la música a todo volumen a cualquier hora incluyendo la madrugada, o parqueados delante de la señal de no parqueo y otras más.

¿A qué esperamos para actuar enérgicamente con los indisciplinados y aplicar las leyes que existen? Espontáneamente la gente no se hace disciplinada, los cubanos que residen en otros países inmediatamente se disciplinan, pero no es porque adquieren más cultura, es porque sienten la presión de la represión, la multa por la indisciplina y en Cuba tenemos que reprimir al indisciplinado o nunca dejaremos de ver las calles llenas de basura ni dejaremos de escuchar los escándalos y las músicas estridentes a cualquier hora.

Tenemos necesidad de vivir en una ciudad agradable y esto no puede quedar a la espontaneidad solo de sus habitantes.

L. García González

Poner precio por la calidad de la papa

El 26 de abril fue publicado en el periódico Granma, un artículo titulado "Poner precio a la calidad de la papa", el cual considero muy útil para el conocimiento de la población, no solamente por conocer la voluntad política del Estado en cuanto al cultivo de la papa y todo el esfuerzo que se hace por llevar este tubérculo a la mesa de la población, sino por lo que representa para los consumidores conocer las características que debe tener un producto de primera y las etapas por las que transita durante su comercialización, porque es una posibilidad de proteger sus derechos.

Se supone que una vez publicado en el Granma se adopten todas las medidas necesarias para garantizar las normas establecidas y se ponga precio a la papa según su calidad, con apego estricto a lo orientado.

Pero, por lo que he visto, no se han tomado esas medidas y la venta de este producto no se ha atenido al espíritu de la letra del artículo, es como si la empresa que vende tuviera oídos sordos y ojos ciegos, al parecer no hay peor sordo que el que no quiera oír ni ciego que el que no quiera ver.

Fui a comprar papas en el punto de venta de la calle 250 y 39 en San Agustín, La Lisa, La Habana. La papa expuesta para la venta no daba la mejor impresión producto de la falta de calidad; estaba mojada, embarrada de tierra colorada, de distintos tamaños, con olor fétido, algunas dañadas por efectos mecánicos con diez o más milímetros de profundidad. Al ver esto así pregunté por el precio y la dependienta me contestó que a un peso. Le inquirí si había leído el artículo del periódico Granma con relación al precio de la calidad de la papa, ella manifestó que sí, pero que no podía rebajar el precio, que eso era un problema de la administración. Por supuesto, el administrador no se encontraba en esos momentos, el que se encontraba era un almacenero que expresó que él vendía la papa de acuerdo al precio estipulado en el vale que le habían dado por la empresa, que ese era un problema de la empresa, que podía dirigirme a 240 y 31, donde se encontraba la empresa y darle mis quejas al compañero "Martín".

Así lo hice, pero el compañero "Martín" no se encontraba, en su lugar me atendió otro compañero que me explicó que quien podía darme respuesta era el administrador del punto de venta, pues ese punto de venta tenía que clasificar las papas, según las normas establecidas, cuando recibía el producto, seleccionándolas y luego poner los precios según la calidad.

Yo le dije que al parecer eso no estaba orientado, por cuanto el precio es el mismo para todo tipo de papas. Si la empresa orientó lo que había que hacer, entonces no hay supervisión por parte de la empresa para ver cómo se cumple lo orientado respecto al precio de la calidad de la papa. Si seguimos sin exigir, sin supervisar, sin controlar, ¿cuándo saldremos de nuestros problemas?

J. Álvarez Allué

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