Publicada el 4 de mayo de 2012

Una queja

Quiero que se conozca un problema que descubrí el sábado pasado. Todos conocen la esquina de San Lázaro e Infanta, donde existió en su momento, antes de la Revolución, un establecimiento o tienda llamada Lámparas Quesada, que luego pasó a ser Lámparas Cubanas, después de algunos años cerrado se convirtió en Alma Máter, una librería de la Universidad de La Habana. Posteriormente, sin saber cómo, se cerró y por los cristales se podía ver el despojo de aquel lugar. Han pasado varios años y casualmente veo el sábado que lo estaban limpiando, me alegré y me dije, qué bueno que recuperarán la librería, al indagar me dijeron que no, había allí una persona a la que la habían autorizado a limpiar el lugar para hacer una "instalación" para la Bienal de La Habana que se celebrará en los próximos días. Con asombro vi que allí se encontraban apilados paquetes de libros, embalados pero estropeados y mojados, pude ver algunos títulos, de Psicología, de Comunicación Social, de Ingeniería, de Inglés, en fin, cuando le pregunté a la persona me dijo que quien la había autorizado le había dicho que si quería botara los libros; me quedé perpleja por la indolencia y la falta de sentido económico del asunto, pues esos libros no solo costaron dinero, y ya sabemos lo caros que son los libros, sino además que son literatura docente que les puede estar haciendo falta a las facultades. Pues bien, pasé de nuevo el domingo y todo el gran espacio se ve limpio, pero, no engañarse, pues ese lugar tiene un sótano, que es justamente donde estaban apilados la mayor cantidad de libros y que la entrada da para la calle Concordia, por el fondo del correo que allí queda.

Díganme si no es indignante.

N. Lainé Oquendo

En busca de lejía: hay que llegar a la raíz

Llevo muchos días buscando lejía, cloro de lejía en los mercados industriales que los venden. Tan es así que visité 12 de los 15 municipios de la capital y ni uno tenía. Llamé a la nueva empresa creada y no tenían conocimiento de que la misma entrara de Villa Clara, pero resulta que no se sabe dónde los llamados revendedores la están comprando en grandes cantidades y luego la venden aquí, en 42 y 19, en el mercado y sus alrededores a un precio de 25 pesos, ojo, de ocho pesos que la vende el Estado: le ganan 17 pesos. ¿Es justo que las personas que no reciben un alto salario no puedan ir al mercado estatal y comprar el producto?, ¿quién o quiénes están detrás de esto en perjuicio del pueblo trabajador? Creo que hay que buscar y llegar a la raíz.

M. Gómez Águila

¿Burócrata u oportunista?

En el empeño que tenemos la inmensa mayoría de los cubanos en actualizar nuestro socialismo, existe un obstáculo casi subliminal que frena el desarrollo eficaz de los intereses de la población, caracterizado por el clásico peloteo, la papelería y el blablablá de los oportunistas.

A veces por el bregar cotidiano, a veces hasta por simple subestimación, no nos detenemos a meditar con profundidad. ¿Por qué vericueto mental se mueve el pensamiento y la acción de un burócrata, los peligros que de su figura se derivan para el futuro del país y esa constante que su trabajo propone, el facilismo?

En ocasiones vemos llegar a "ciertos directivos" a entidades laborales con decisiones debajo del brazo, que atentan contra el mejor desempeño y eficiencia de los centros y sus trabajadores. Disposiciones que se toman a kilómetros de los puestos de trabajo, sin tener en cuenta las características propias de cada lugar, el conocimiento de sus protagonistas y el imprescindible debate.

El burócrata, que, sin ser absoluto, no es otra cosa que un oportunista provisto de disfraz, siente terror por el intercambio o análisis con los trabajadores, coquetea con la contrarrevolución al tratar de dividir, coartar, contribuyendo a crear un ambiente derrotista y de insatisfacción. Siente pánico también, como la contrarrevolución y los anhelos imperiales, por la rectificación de los errores; fobia por la actitud creativa y revolucionaria. Su atracción por la frivolidad es casi enfermiza.

El pensamiento de este personaje es ávidamente propenso a la corrupción; por supuesto, todo esto con buen aval histriónico que dejaría estupefacto al mismísimo Eurípides. Ante determinadas circunstancias sería capaz de abrazar cualquier vulgar ideal anexionista.

Considero que el burócrata se siente como un "magnífico cuadro de dirección", el trabajo constante y sacrificado para él es un problema, procura siempre que nada material o parafernálico le falte a su figura, desde el insignificante adorno en su oficina hasta la manera de conducirse ante un subordinado en una reunión, con la arrogancia casi siempre a flor de labios. El significado de la palabra empatía no se registra en su diccionario mental.

Si alguna vez nos preguntáramos cómo identificar en la actualidad a un burócrata bien solapado, tendríamos que remitirnos a las siguientes cualidades: él solamente se interesa por la apariencia. La esencia imprescindible y necesaria, no, esa no le interesa. Cuando tiene un problema en sus manos e intenta darle solución, lo que hace es crear varios problemas mucho más serios.

Las actitudes de estos personajes contribuyen a poner otro ladrillito al reforzamiento del bloqueo, por tal motivo se hace necesario estar alertas ante el accionar de estos sujetos, ante cualquier vestigio de impunidad que su "armazón de corcho" les pueda proporcionar. Por eso el debate al que ha llamado la máxima dirección del país y que se ha venido desarrollando es trascendental para el futuro patrio.

Parecen hechas para hoy aquellas palabras pronunciadas por el Comandante en Jefe, en plenaria de la CTC celebrada en la entonces provincia de La Habana los días 2 y 3 de septiembre de 1970, cuando sentenció: "La capacidad de pensar no es de una minoría dirigente. ¡Mentira! La capacidad de pensar está en todo el pueblo. No es necesario poseer un cargo. Está demostrado que una masa grande puede razonar. La sociedad socialista que no se apoya en las masas, fracasa. Que al demagogo se le combata con argumentos; que el revolucionario no ande con timidez. Incluso que el revolucionario se entrene en el arte de discutir y decir la verdad".

Hoy, a la altura de las circunstancias, los esfuerzos deben estar encaminados al combate, a desenmascarar a este tipo de parásito que tanto daño hace al desarrollo de nuestra sociedad. De seguro las generaciones futuras nos lo agradecerán.

V. G. Páez Hernández.

Sobre la contratación de productos agropecuarios

El compañero Raúl nos inculca evaluar los problemas con integralidad, pero estamos lejos todavía de hacerlo. La contratación de productos agropecuarios lo prueba. Cada año escuchamos que ahora sí se hará bien, pero nada. Muchos seminarios, pero se repiten los mismos problemas. Se hace con superficialidad, se contrata un volumen lejano del potencial y aun así no se cumple ni se toman medidas con los incumplidores. Los precios de los productos agrícolas se disparan después de entregarse más de un millón de hectáreas de tierras ociosas.

Los productores siembran lo que más dinero les reporta, y muchos ni quieren "paquetes tecnológicos" para no verse obligados a entregar su producción a acopio. Entonces los mercados agropecuarios estatales venden menos y a altos precios.

Les muestro una tabla sobre lo que ofertaba el principal mercado estatal de Villa Clara y el de oferta y demanda aledaño el domingo 22 de abril a las diez de la mañana: 

Producto Precio MAE Precio en MOD
Tomate 1,75 1,00
Calabaza 1,45 1,00
Pepino  1,45 1,00
Pimiento 4,95  2 jarros X 5 pesos
Cebolla 4,95  2 mazos X 5 pesos
Piña 1,75  4 X 10 pesos
Plátano Burro 0,95 2 manos X 5 pesos
Frijol No se vende 8 pesos

¿Tendría lógica mantener el mercado estatal si vende más caro, se pudren muchos productos al no tener salida y ocasiona pérdidas millonarias a acopio? El mercado denominado de oferta y demanda nació para vender los excedentes no contratados, pero, junto a los carretilleros y demás vendedores de alimentos por cuenta propia, hoy obtienen prioritariamente el mayor volumen de productos y de mejor calidad.

Digamos que en Villa Clara fue deficiente el acopio de la producción total en el 2011 y este año marcha por el estilo. Se le ha hecho un daño enorme a la política de contratación, al dejar fuera de ella importantes alimentos, hasta la yuca, y fijar los precios en oficinas. Cuando el productor saca cuentas, económicamente hablando, le conviene no contratar, comprar los insumos por la izquierda, o sea ilegalmente, y no verse comprometido a vender sus producciones a acopio. Después de contratar puede ser incluso demandado legalmente al incumplir, mientras el que no contrata se echa fresco y vende sus productos más caros a los intermediarios que pululan por los campos y pagan al contado.

La venta a precios libres de renglones como el maíz, frijol, arroz, carne de cerdo, así como de la leche y sus derivados en paladares constituye a mi juicio un garrotazo a la justa política establecida por el país para incentivar el acopio de aquellos productos que le evitan importaciones.

Es necesario lograr que el hecho de contratar resulte un beneficio reclamado por los productores, porque el Estado no tiene por qué ir de mendigo por los campos mientras los particulares venden a los precios que les venga en ganas. ¿Para qué tanto desgaste en reuniones para acopiar el frijol y garantizar diez onzas normadas al mes por consumidor? ¿No sería mejor topar su precio para todo tipo de vendedores? Si se puede vender carísima la mazorca de maíz tierno en cualquier esquina, ¿qué incentivo tiene el productor para hacer más gastos y venderlo seco que es lo que necesita el país?

El tope de precios de los alimentos principales incentivaría además el cumplimiento de uno de los Lineamientos aprobados por el Sexto Congreso del Partido sobre la concurrencia directa de los productores al mercado. Tener oferta en cada esquina es menos importante que asegurar el acceso a ella. Sobre estas cuestiones hay que meditar con profundidad y accionar, porque hay muchos "inventos" legalizados hoy que han traído, desde mi punto de vista, el desorden en la comercialización de productos agropecuarios.

J. Álvarez López

Situación que tienen los trabajadores por cuenta propia con los comprobantes de pago de las tiendas

Soy trabajador por cuenta propia y la ONAT exige que guarde los comprobantes de pago que me dan en las tiendas tanto en divisa (CUC), como en moneda nacional (CUP).

En la televisión explicaron que en las tiendas que venden en moneda nacional se debe poner el número del carnet de identidad, el nombre y la firma del dependiente y en la de divisa un comprobante que poseen las tiendas y lo llena el dependiente con original y dos copias.

Hay muchas tiendas en CUC en las que dicen que no tienen el comprobante que es aparte del que da la cajera y no puedes comprar el producto en esa tienda por no tener la justificación, entonces lo tienes que comprar más lejos de la casa.

En ocasiones, si el gasto es grande, el administrador le da al dependiente un original con dos copias para que lo llene, con la correspondiente protesta del dependiente por cómo lo hacen trabajar.

Compré un artículo en La Época y la dependienta me dijo que no le daban pluma para escribir tanto.

El viernes 23 de marzo compré dos colchones cameros de espuma, (Neptuno y Manrique) y la dependiente me dijo que no estaba establecido, entonces el segundo administrador me llenó el vale, puso su firma y el teléfono.

Pregunto: si está establecido, ¿por qué no lo hacen?, ¿por qué no tienen las dependientas los comprobantes en CUC? y ¿por qué en las tiendas de CUP no quieren llenar los comprobantes?

A. L. Iglesias Sanabria

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