¡Que no nos quite el sueño ni el subjuntivo ni el “sobre-ruido”
nocturno!
Del mal que voy a quejarme, diría más: del que voy a
protestar, es un mal que afecta a la población de esta ciudad.
¿Cuántas veces habrá pasado que un ciudadano como yo
se ha dirigido por este medio a la población cubana que vive en la
capital para hacer un llamado al orden, al respeto hacia al prójimo
y la disciplina social de forma general? Y ¿cuántas veces se habrá
quedado ese ciudadano aquejado sin respuesta? Lo cierto es que
tenemos un "sector nocturno" que no deja dormir a la mayor parte de
una población que tiene día a día que levantarse temprano, más que
eso, madrugar para ir a su trabajo como obligación social y
personal; sobra tener que explicar las razones. Pero, ¿a esa
población trabajadora le ha sido posible dormir en condiciones
normales durante toda la noche o gran parte de ella, al menos, sin
ser atacada por los "sobre-ruidos" nocturnos? Y quiero que se me
permita el término, teniendo en cuenta que vivimos con ruidos que no
podemos evitar, como el del transporte público, por citar solo uno.
Y es aquí donde entra el "sector nocturno" al que me
refería con anterioridad: los "bicitaxeros", personas que considero
muy trabajadoras y que tienen que hacer un gran esfuerzo físico en
el desempeño de su función laboral, amén del beneficio que recibe el
que puede hacer uso de ellos..., y pasa que me golpea otra pregunta:
¿por qué no descansan por la noche si no tienen trabajo en lugar de
tener una música a todo volumen para deleite de ellos y del público
que los rodea? ¿Por qué no se preguntan si todos queremos escuchar
esa música como ellos o queremos descansar? ¡Ah! Y en medio de toda
esta situación tengo una suerte increíble, y es el hecho de que mis
queridos "bicitaxeros" no son amantes del reggaetón...
No quisiera seguir cuestionando, pero siento un
terrible escozor en los dedos al contacto con el teclado de la
computadora: ¿cuántas esquinas más en La Habana padecen de este
mal?, ¿será incurable?, ¿la PNR no puede hacer nada ante esta
situación? Ojalá un día no muy lejano tengamos las respuestas, y no
se quede este uso del subjuntivo en el gran deseo de mis estudiantes
por aprender el español como lengua extranjera. Al fin y al cabo,
los estudiantes cubanos que estudian español como lengua materna
también tienen derecho a ver sus deseos cumplidos. ¿Y por qué no sus
profesores?
N. Pereda Hernández
¿Esta clínica estomatológica tiene problemas o es que yo tengo
mala suerte?
Hace varias semanas fui a la clínica dental cita en
calle 1ra. Santa Fe, municipio de Playa, La Habana, para hacerme una
limpieza y empaste.
En la primera ocasión, me plantearon que estaba el
autoclave roto, señalándoseme que debo volver otro día para sacar
turno, pues ese día no podían darme el turno por desconocerse cuándo
se reparará. Días después fui nuevamente, saqué turno y el día
señalado comparecí, pero no me atendieron planteándoseme que la
doctora estaba de vacaciones y había prorrogado las mismas y la otra
doctora que podría atenderme no fue a trabajar pues estaba con
gripe.
Obtuve otro turno para días posteriores,
compareciendo nuevamente pero no había papel para envolver el
instrumental, por tanto no estaban trabajando, señalándoseme que
volviera otro día para sacar turno nuevamente, pues como no se sabía
cuándo se resolvería el papel no podían darme el turno.
Fui otro día y saqué turno nuevamente, esta vez para
el 15 de febrero y al llegar me dicen que no están trabajando por
falta de agua, que debo ir otro día.
Ya hace algún tiempo, me había sucedido algo similar
en esa clínica, ocasión en la que realicé una queja al municipio de
Salud Pública de Playa.
Lamentablemente la otra variante para resolver estos
problemas y que no es secreto para nadie, es ir a otro lugar y como
se dice popularmente mover dinero para, por la izquierda, resolver
rápido y eficientemente, lo que, sin embargo, por derecho me
corresponde.
Pienso que situaciones como estas, con las que se
choca en la realidad de la vida cotidiana, empañan la buena imagen
que con tanta frecuencia se expone en los medios informativos sobre
la calidad de la atención médica. Concluyo haciendo referencia al
título de mi carta, ¿es que hay problemas o es que yo tengo mala
suerte?
G. M. Blanco Pérez
¿Cómo acabar con el reunionismo?
El exceso de reuniones evidentemente no se resuelve
con llamados a la conciencia. El mejor antídoto para vencer ese mal
es cambiar los sistemas de trabajo practicados durante años. Se
llega al extremo de convocar a una reunión para prepararse para
otra. La pequeña niña de una amistad que se desempeña como cuadro
mostró su inconformidad por el poco tiempo que puede dedicarle,
diciendo que su mamá "trabaja en una reunión".
He participado en algunos con análisis críticos y
productivos, pero los balances en estos meses iniciales como regla
aturden por su extensión y el lenguaje rutinario, al escuchar una
vez más lo que todos conocen, lo que ya ocurrió y no tiene remedio.
No falta el que exige disciplina desde el plenario, sin ser
disciplinado, o quien sermonea durante horas desde el podio como si
Internet solo existiese en la capital, porque la mentalidad
"colonizadora" también existe en algunos jefes. Saquemos cuentas y
comprobaremos cuánto tiempo estamos sin producir o prestar servicios
participando en reuniones intrascendentes, matutinos, vespertinos,
etc. Lo que sí está claro es que los Lineamientos aprobados por
nuestro Partido no se van a implementar en reuniones, sino en la
base, en las empresas y cooperativas, en los centros de trabajo,
haciendo cada cual lo que le toca. En su informe al Sexto Congreso
el compañero Raúl fustigó la "realización de reuniones innecesarias,
excesivamente extensas y con frecuencia dentro de la jornada
laboral, que debe ser sagrada".
La vida prueba con transparente crudeza, que los más
graves problemas y transgresiones de la ley no se descubren en
reuniones sino por órganos que lejos de un buró y sin confiar a
ciegas en informes, van al contacto directo con la base. Si
coincidimos en que lo que más urge es desarrollar la economía,
debemos partir de que en ninguna reunión crece el Producto Interno
Bruto, y no creo que exista un sector u organismo libre del pecado
del exceso de reuniones.
He visto jefes municipales de tareas estratégicas
tener que venir tres días consecutivos a la capital provincial, a
gran distancia y gastando combustible, y nadie los exonera por ello
de responder por los problemas que atañen a su cargo. Hay que
dejarlos trabajar, recorrer la base, chequear los programas
productivos, conocer por qué un taller dejó de producir, está pobre
el servicio gastronómico de una unidad o determinado productor no
entrega leche a pesar de tener 40 vacas. Nadie vendrá a las
reuniones a decir estos problemas, hay que descubrirlos a partir de
un eficiente sistema de trabajo. Al exceso de reuniones se une la
solicitud constante de informes por los organismos superiores, ahora
cada vez más parecidos al anterior con el corte y pega que
posibilita la computación.
Hay que borrar las malas costumbres entronizadas
durante años, y capacitar sobre cómo trabajar para tener resultados,
porque la verdad es que existen funcionarios que si le quitan del
plan de trabajo los informes y reuniones, no sabrían qué hacer.
Vuelvo sobre un tema tan recurrente tras llamar a un dirigente amigo
y conocer que estaba reunido mientras la Mesa Redonda trasmitía una
de las recientes e impresionantes comparecencias de Fidel. Y recordé
al Comandante Camilo Cienfuegos cuando dijo en 1959, el primer año
de la revolución, que cuando Fidel habla no hay otra cosa que hacer
más importante que escucharlo".
J. Álvarez López
Mucho de lo necesario se revende
Discrepo profundamente de lo planteado por O. R. Gil
Leal en "Consideraciones de un trabajador por cuenta propia". En mi
ciudad, Pinar del Rio, se hace imposible adquirir un despertador de
1 CUC, a ese precio al alcance de la mayoría, pues resultan
acaparados por personas que, "con estilo", los compran todos para
después revenderlos en lugares públicos. Por largo tiempo era
imposible adquirir tomacorrientes dobles, pues dichos revendedores
hacían lo mismo. La lista de artículos pudiera ser interminable y ha
incluido también las gomas de bicicleta.
No toda la culpa es de estos "servidores del
pueblo", imprescindibles según mi compatriota, pues nuestro comercio
puede y tiene que hacer mucho en función de abastecer aquellos giros
de rápida circulación mercantil que con frecuencia escasean,
mientras uno a veces ve artículos que se mueren de aburrimiento en
las vidrieras y no alcanza a saber qué son o para qué sirven.
Asimismo, no veo por qué la misma cola loca no se puede vender por
unidades en nuestras tiendas, no encuentro otra explicación que el
facilismo.
Por último, con respecto al margen de ganancia del
30 % al que se refiere, generalmente los precios al detalle de
dichos revendedores exceden en mucho más a esa cifra.
Aclaración importante: no tengo nada en contra del
cuentapropismo, siempre que esté bien encauzado.
A. Gomes Cantillo
Mendigos no, vagos y alcohólicos
Con mucha preocupación veo cómo en Santa Clara, al
igual que en muchos poblados y ciudades del país, han surgido y se
desarrollan a pasos agigantados, unos personajes, que con o sin
limitaciones físicas, buscan un "nuevo modo de vivir", desde luego
sin trabajar, a costa de la caridad pública, en muchos casos
acosando a los turistas y visitantes, nacionales y extranjeros, para
ello muchas veces emplean santos o muestran sus limitaciones.
Todo esto contrasta con el alto nivel que tiene la
asistencia social en nuestro país, y pone en duda ante los ojos de
los visitantes los logros que en este campo hemos alcanzado; en
muchos casos son personas alcohólicas que han perdido su familia,
sus bienes y su casa, producto de la adicción a esta droga.
En todos los casos las autoridades tanto policiales
como sanitarias y de salud deben enfrentar esta nueva forma de ganar
el dinero fácil, antes de que sea demasiado tarde.
En nuestro país hasta los impedidos físicos, tienen
sus derechos de ganarse su sustento de una forma digna y honrada, y
los que no pueden, reciben la ayuda del estado.
No debemos permitir que en nuestro país proliferen
la mendicidad y la indigencia.
R. Sarduy Díaz
Algo inaudito
No dejo de comprender los problemas que tenemos,
pero lo que no puedo entender fue lo que me sucedió el domingo 19 a
las 9:30 a.m. en el mercado de 17 y K, donde una compañera (que
además conozco pues trabajo cerca de ahí y a menudo voy y sé que
ella se dedica a vender todo tipo de cosas dentro del mercado), se
encontraba rodeada de jabas con papas y las estaba vendiendo a 2 CUC,
dentro del mercado. Sinceramente no puedo entender esto, ni lo
entenderé jamás.
M. B. Álvarez González
Por favor, apague esa colilla
El viernes 3 de febrero el periódico Granma
publicó una opinión bajo el título "Abusos", en la cual el autor se
refiere a algunos temas que en su opinión no están marchando bien;
uno de los aspectos que aborda es el tabaquismo pasivo. Sobre este
interesante tema me gustaría dialogar.
Primera pregunta: ¿por qué debo permitir que mi hijo
de tres años fume pasivamente en un parque infantil? Esto sucede con
frecuencia en la ciudad de Bayamo, provincia de Granma.
Segunda pregunta: ¿por qué tengo que aceptar que el
dependiente de un agromercado fume mientras me atiende a mí y a
otros clientes?
Tercera pregunta: ¿por qué tolerar que en una
instalación deportiva (estadio, sala polivalente) varios individuos
fumen plácidamente, aun cuando la mayoría prefiere no hacerlo y
respirar un aire limpio?
Cuarta pregunta: ¿por qué algunos agentes de
seguridad de la terminal de Astro (donde está el letrero y el dibujo
que prohíbe fumar), controlan que nadie fume dentro y otros agentes
lo permiten?
Quinta pregunta: ¿por qué debo ser yo quien le llame
la atención a un adulto que fuma dentro de un hospital infantil u
otra instalación de salud?
Sexta pregunta: ¿cuánto le cuesta al país un enfermo
de cáncer, cuánto malestar genera en una familia que uno de sus
miembros contraiga la enfermedad, cuántos estamos dispuestos a
vivirlo en carne propia porque otro nos lo imponga mientras
satisface su deleite?
Séptima pregunta: ¿un recién nacido cuyos padres,
abuelos u otro familiar con quien conviva fume, qué nivel de riesgos
tiene de contraer una enfermedad crónica no trasmisible, provocada
por el tabaquismo pasivo?
Octava pregunta: ¿por qué si se conocen los riesgos
que trae aparejado el tabaquismo pasivo, si se sabe que el cigarro
es una droga portera, si no es voluntad de muchos fumar; si se
tienen estadísticas de las muertes que el humo del cigarro provoca,
si prevenir es mejor que curar, si se lucha por una alimentación
sana de la población, si estamos convocando al deporte para todos,
si trabajamos para ganar en calidad de vida, entonces ¿por qué no
comenzar en este 2012 a aplicar una política de salud más
consecuente con el bienestar de los que no fumamos por voluntad
propia, por qué no regular ahora de manera efectiva el consumo de
cigarro y tener más lugares libres de humo?
Novena pregunta: ¿en manos de cuáles instituciones
está ponerle el "cascabel al gato" y cuál fecha llevará ese cascabel
que identificará ante los ojos de todos ese "lobo disfrazado de
cordero" que está dañando pulmones y vidas sin distinción de edades,
razas ni sexo?
Décima pregunta: ¿por qué si yo quiero dejar de ser
un fumador pasivo, tengo que continuar aceptando que me lancen una
mirada de desprecio, cuando con mi hijo de la mano en un lugar
público le pido a alguien: por favor, apague esa colilla?
K. López Guerra