Publicadas el 24 de febrero de 2012

¡Que no nos quite el sueño ni el subjuntivo ni el “sobre-ruido” nocturno!

Del mal que voy a quejarme, diría más: del que voy a protestar, es un mal que afecta a la población de esta ciudad.

¿Cuántas veces habrá pasado que un ciudadano como yo se ha dirigido por este medio a la población cubana que vive en la capital para hacer un llamado al orden, al respeto hacia al prójimo y la disciplina social de forma general? Y ¿cuántas veces se habrá quedado ese ciudadano aquejado sin respuesta? Lo cierto es que tenemos un "sector nocturno" que no deja dormir a la mayor parte de una población que tiene día a día que levantarse temprano, más que eso, madrugar para ir a su trabajo como obligación social y personal; sobra tener que explicar las razones. Pero, ¿a esa población trabajadora le ha sido posible dormir en condiciones normales durante toda la noche o gran parte de ella, al menos, sin ser atacada por los "sobre-ruidos" nocturnos? Y quiero que se me permita el término, teniendo en cuenta que vivimos con ruidos que no podemos evitar, como el del transporte público, por citar solo uno.

Y es aquí donde entra el "sector nocturno" al que me refería con anterioridad: los "bicitaxeros", personas que considero muy trabajadoras y que tienen que hacer un gran esfuerzo físico en el desempeño de su función laboral, amén del beneficio que recibe el que puede hacer uso de ellos..., y pasa que me golpea otra pregunta: ¿por qué no descansan por la noche si no tienen trabajo en lugar de tener una música a todo volumen para deleite de ellos y del público que los rodea? ¿Por qué no se preguntan si todos queremos escuchar esa música como ellos o queremos descansar? ¡Ah! Y en medio de toda esta situación tengo una suerte increíble, y es el hecho de que mis queridos "bicitaxeros" no son amantes del reggaetón...

No quisiera seguir cuestionando, pero siento un terrible escozor en los dedos al contacto con el teclado de la computadora: ¿cuántas esquinas más en La Habana padecen de este mal?, ¿será incurable?, ¿la PNR no puede hacer nada ante esta situación? Ojalá un día no muy lejano tengamos las respuestas, y no se quede este uso del subjuntivo en el gran deseo de mis estudiantes por aprender el español como lengua extranjera. Al fin y al cabo, los estudiantes cubanos que estudian español como lengua materna también tienen derecho a ver sus deseos cumplidos. ¿Y por qué no sus profesores?

N. Pereda Hernández

¿Esta clínica estomatológica tiene problemas o es que yo tengo mala suerte?

Hace varias semanas fui a la clínica dental cita en calle 1ra. Santa Fe, municipio de Playa, La Habana, para hacerme una limpieza y empaste.

En la primera ocasión, me plantearon que estaba el autoclave roto, señalándoseme que debo volver otro día para sacar turno, pues ese día no podían darme el turno por desconocerse cuándo se reparará. Días después fui nuevamente, saqué turno y el día señalado comparecí, pero no me atendieron planteándoseme que la doctora estaba de vacaciones y había prorrogado las mismas y la otra doctora que podría atenderme no fue a trabajar pues estaba con gripe.

Obtuve otro turno para días posteriores, compareciendo nuevamente pero no había papel para envolver el instrumental, por tanto no estaban trabajando, señalándoseme que volviera otro día para sacar turno nuevamente, pues como no se sabía cuándo se resolvería el papel no podían darme el turno.

Fui otro día y saqué turno nuevamente, esta vez para el 15 de febrero y al llegar me dicen que no están trabajando por falta de agua, que debo ir otro día.

Ya hace algún tiempo, me había sucedido algo similar en esa clínica, ocasión en la que realicé una queja al municipio de Salud Pública de Playa.

Lamentablemente la otra variante para resolver estos problemas y que no es secreto para nadie, es ir a otro lugar y como se dice popularmente mover dinero para, por la izquierda, resolver rápido y eficientemente, lo que, sin embargo, por derecho me corresponde.

Pienso que situaciones como estas, con las que se choca en la realidad de la vida cotidiana, empañan la buena imagen que con tanta frecuencia se expone en los medios informativos sobre la calidad de la atención médica. Concluyo haciendo referencia al título de mi carta, ¿es que hay problemas o es que yo tengo mala suerte?

G. M. Blanco Pérez

¿Cómo acabar con el reunionismo?

El exceso de reuniones evidentemente no se resuelve con llamados a la conciencia. El mejor antídoto para vencer ese mal es cambiar los sistemas de trabajo practicados durante años. Se llega al extremo de convocar a una reunión para prepararse para otra. La pequeña niña de una amistad que se desempeña como cuadro mostró su inconformidad por el poco tiempo que puede dedicarle, diciendo que su mamá "trabaja en una reunión".

He participado en algunos con análisis críticos y productivos, pero los balances en estos meses iniciales como regla aturden por su extensión y el lenguaje rutinario, al escuchar una vez más lo que todos conocen, lo que ya ocurrió y no tiene remedio. No falta el que exige disciplina desde el plenario, sin ser disciplinado, o quien sermonea durante horas desde el podio como si Internet solo existiese en la capital, porque la mentalidad "colonizadora" también existe en algunos jefes. Saquemos cuentas y comprobaremos cuánto tiempo estamos sin producir o prestar servicios participando en reuniones intrascendentes, matutinos, vespertinos, etc. Lo que sí está claro es que los Lineamientos aprobados por nuestro Partido no se van a implementar en reuniones, sino en la base, en las empresas y cooperativas, en los centros de trabajo, haciendo cada cual lo que le toca. En su informe al Sexto Congreso el compañero Raúl fustigó la "realización de reuniones innecesarias, excesivamente extensas y con frecuencia dentro de la jornada laboral, que debe ser sagrada".

La vida prueba con transparente crudeza, que los más graves problemas y transgresiones de la ley no se descubren en reuniones sino por órganos que lejos de un buró y sin confiar a ciegas en informes, van al contacto directo con la base. Si coincidimos en que lo que más urge es desarrollar la economía, debemos partir de que en ninguna reunión crece el Producto Interno Bruto, y no creo que exista un sector u organismo libre del pecado del exceso de reuniones.

He visto jefes municipales de tareas estratégicas tener que venir tres días consecutivos a la capital provincial, a gran distancia y gastando combustible, y nadie los exonera por ello de responder por los problemas que atañen a su cargo. Hay que dejarlos trabajar, recorrer la base, chequear los programas productivos, conocer por qué un taller dejó de producir, está pobre el servicio gastronómico de una unidad o determinado productor no entrega leche a pesar de tener 40 vacas. Nadie vendrá a las reuniones a decir estos problemas, hay que descubrirlos a partir de un eficiente sistema de trabajo. Al exceso de reuniones se une la solicitud constante de informes por los organismos superiores, ahora cada vez más parecidos al anterior con el corte y pega que posibilita la computación.

Hay que borrar las malas costumbres entronizadas durante años, y capacitar sobre cómo trabajar para tener resultados, porque la verdad es que existen funcionarios que si le quitan del plan de trabajo los informes y reuniones, no sabrían qué hacer. Vuelvo sobre un tema tan recurrente tras llamar a un dirigente amigo y conocer que estaba reunido mientras la Mesa Redonda trasmitía una de las recientes e impresionantes comparecencias de Fidel. Y recordé al Comandante Camilo Cienfuegos cuando dijo en 1959, el primer año de la revolución, que cuando Fidel habla no hay otra cosa que hacer más importante que escucharlo".

J. Álvarez López

Mucho de lo necesario se revende

Discrepo profundamente de lo planteado por O. R. Gil Leal en "Consideraciones de un trabajador por cuenta propia". En mi ciudad, Pinar del Rio, se hace imposible adquirir un despertador de 1 CUC, a ese precio al alcance de la mayoría, pues resultan acaparados por personas que, "con estilo", los compran todos para después revenderlos en lugares públicos. Por largo tiempo era imposible adquirir tomacorrientes dobles, pues dichos revendedores hacían lo mismo. La lista de artículos pudiera ser interminable y ha incluido también las gomas de bicicleta.

No toda la culpa es de estos "servidores del pueblo", imprescindibles según mi compatriota, pues nuestro comercio puede y tiene que hacer mucho en función de abastecer aquellos giros de rápida circulación mercantil que con frecuencia escasean, mientras uno a veces ve artículos que se mueren de aburrimiento en las vidrieras y no alcanza a saber qué son o para qué sirven. Asimismo, no veo por qué la misma cola loca no se puede vender por unidades en nuestras tiendas, no encuentro otra explicación que el facilismo.

Por último, con respecto al margen de ganancia del 30 % al que se refiere, generalmente los precios al detalle de dichos revendedores exceden en mucho más a esa cifra.

Aclaración importante: no tengo nada en contra del cuentapropismo, siempre que esté bien encauzado.

A. Gomes Cantillo

Mendigos no, vagos y alcohólicos

Con mucha preocupación veo cómo en Santa Clara, al igual que en muchos poblados y ciudades del país, han surgido y se desarrollan a pasos agigantados, unos personajes, que con o sin limitaciones físicas, buscan un "nuevo modo de vivir", desde luego sin trabajar, a costa de la caridad pública, en muchos casos acosando a los turistas y visitantes, nacionales y extranjeros, para ello muchas veces emplean santos o muestran sus limitaciones.

Todo esto contrasta con el alto nivel que tiene la asistencia social en nuestro país, y pone en duda ante los ojos de los visitantes los logros que en este campo hemos alcanzado; en muchos casos son personas alcohólicas que han perdido su familia, sus bienes y su casa, producto de la adicción a esta droga.

En todos los casos las autoridades tanto policiales como sanitarias y de salud deben enfrentar esta nueva forma de ganar el dinero fácil, antes de que sea demasiado tarde.

En nuestro país hasta los impedidos físicos, tienen sus derechos de ganarse su sustento de una forma digna y honrada, y los que no pueden, reciben la ayuda del estado.

No debemos permitir que en nuestro país proliferen la mendicidad y la indigencia.

R. Sarduy Díaz

Algo inaudito

No dejo de comprender los problemas que tenemos, pero lo que no puedo entender fue lo que me sucedió el domingo 19 a las 9:30 a.m. en el mercado de 17 y K, donde una compañera (que además conozco pues trabajo cerca de ahí y a menudo voy y sé que ella se dedica a vender todo tipo de cosas dentro del mercado), se encontraba rodeada de jabas con papas y las estaba vendiendo a 2 CUC, dentro del mercado. Sinceramente no puedo entender esto, ni lo entenderé jamás.

M. B. Álvarez González

Por favor, apague esa colilla

El viernes 3 de febrero el periódico Granma publicó una opinión bajo el título "Abusos", en la cual el autor se refiere a algunos temas que en su opinión no están marchando bien; uno de los aspectos que aborda es el tabaquismo pasivo. Sobre este interesante tema me gustaría dialogar.

Primera pregunta: ¿por qué debo permitir que mi hijo de tres años fume pasivamente en un parque infantil? Esto sucede con frecuencia en la ciudad de Bayamo, provincia de Granma.

Segunda pregunta: ¿por qué tengo que aceptar que el dependiente de un agromercado fume mientras me atiende a mí y a otros clientes?

Tercera pregunta: ¿por qué tolerar que en una instalación deportiva (estadio, sala polivalente) varios individuos fumen plácidamente, aun cuando la mayoría prefiere no hacerlo y respirar un aire limpio?

Cuarta pregunta: ¿por qué algunos agentes de seguridad de la terminal de Astro (donde está el letrero y el dibujo que prohíbe fumar), controlan que nadie fume dentro y otros agentes lo permiten?

Quinta pregunta: ¿por qué debo ser yo quien le llame la atención a un adulto que fuma dentro de un hospital infantil u otra instalación de salud?

Sexta pregunta: ¿cuánto le cuesta al país un enfermo de cáncer, cuánto malestar genera en una familia que uno de sus miembros contraiga la enfermedad, cuántos estamos dispuestos a vivirlo en carne propia porque otro nos lo imponga mientras satisface su deleite?

Séptima pregunta: ¿un recién nacido cuyos padres, abuelos u otro familiar con quien conviva fume, qué nivel de riesgos tiene de contraer una enfermedad crónica no trasmisible, provocada por el tabaquismo pasivo?

Octava pregunta: ¿por qué si se conocen los riesgos que trae aparejado el tabaquismo pasivo, si se sabe que el cigarro es una droga portera, si no es voluntad de muchos fumar; si se tienen estadísticas de las muertes que el humo del cigarro provoca, si prevenir es mejor que curar, si se lucha por una alimentación sana de la población, si estamos convocando al deporte para todos, si trabajamos para ganar en calidad de vida, entonces ¿por qué no comenzar en este 2012 a aplicar una política de salud más consecuente con el bienestar de los que no fumamos por voluntad propia, por qué no regular ahora de manera efectiva el consumo de cigarro y tener más lugares libres de humo?

Novena pregunta: ¿en manos de cuáles instituciones está ponerle el "cascabel al gato" y cuál fecha llevará ese cascabel que identificará ante los ojos de todos ese "lobo disfrazado de cordero" que está dañando pulmones y vidas sin distinción de edades, razas ni sexo?

Décima pregunta: ¿por qué si yo quiero dejar de ser un fumador pasivo, tengo que continuar aceptando que me lancen una mirada de desprecio, cuando con mi hijo de la mano en un lugar público le pido a alguien: por favor, apague esa colilla?

K. López Guerra

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