Se ha entregado mucha tierra, pero no bajan los precios de los
productos alimenticios
Mi opinión no es la única, por lo que me uno a los que de una
forma u otra tocan el tema. A finales del año tuvo lugar la Asamblea
Nacional del Poder Popular. En una de las sesiones se informó que se
habían entregado más de un millón 387 mil hectáreas de tierras
ociosas a más de 150 mil usufructuarios con el fin de cooperar con
la alimentación de nuestro pueblo, sustituir importaciones, crear
nuevas fuentes de empleo, reducir los subsidios, etcétera. Ahora
bien, todavía no ha llegado a impactar en el último eslabón de la
cadena que es la población, para que ella los pueda adquirir a
precios más asequibles, lo cual no es así en la actualidad.
Me preocupa que estos nuevos agricultores, a pesar de que el
Estado les suministra insumos, les rebaja los impuestos, no hayan
podido disminuir los precios de los productos que ofertan como si a
ellos no les perjudicara la tan mencionada oferta y demanda.
Aunque el Estado ha planteado no intervenir en este tipo de
relación, sí tiene sobradas razones para proteger a la población y
que la ganancia de este sector laboral no sea excesiva, ya que su
trabajo no puede ser para enriquecerse, sino para ayudar a la
Revolución en ese aspecto. Debe haber una regularización y/o un tope
de precios. Pienso que si son trabajadores revolucionarios lo
entenderán.
También en la Asamblea se dijo que se autorizaría a las UBPC y a
las cooperativas comerciar directamente sus productos con los
hoteles de turismo. Apoyo todo lo que sea para sustituir
importaciones, pero cuidado porque si los precios son ventajosos se
puede producir un desabastecimiento en los destinados a la población
por parte de ellos. También han expresado que los productos
sobrantes se llevarían a las placitas, pero ¿a qué precio?
Finalmente sugiero que periódicamente se dé a conocer la cantidad
de hectáreas entregadas, cantidad de usufructuarios, lo que
producen, lo que entregan y los precios de venta a la población,
para poder ver el movimiento de cada uno de estos parámetros.
R. L. San Román González
Bien vale la pena pagar impuestos sobre la vivienda
Cuba entera está cambiando para bien; cambio necesario, con
mesura y sin apuros, controlado y dirigido por el más alto nivel del
Estado, Gobierno y Partido. Por tanto, no hay que temer. Si algo no
aprueba el riguroso examen del tiempo de experimentación se corrige
y seguimos con otras experiencias que den mejores resultados. De lo
que se trata es de perfeccionar, hacer mejor, verdadero y atractivo
nuestro sistema social, sin renunciar ni un ápice al socialismo
martiano, marxista-leninista y fidelista.
Hace mucho tiempo que medito sobre una cuestión que considero
medular a tenor del perfeccionamiento de la sociedad en su conjunto:
los impuestos.
Existe un vacío en este sentido cuando hablamos de la vivienda.
En Cuba, que yo sepa, no se paga impuesto por esta ni nada que se
parezca; sin embargo, se construye sobre la tierra que es patrimonio
de la nación, no de uso privado. La cuestión es más comprensible
cuando se trata de edificios multifamiliares, los que tienen
espacios comunes, parqueos para vehículos automotores, instalaciones
y equipos que consumen energía eléctrica como son turbinas de agua,
ascensores, etcétera, parques y jardines que necesitan del cuidado
esmerado de trabajadores y técnicos de mantenimiento. Los gastos que
asume el Gobierno por mantenimiento a la vivienda son significativos
pero aún insuficientes. El patrimonio habitacional del país cada día
se deteriora más con el paso del tiempo inexorablemente. Y los
recursos financieros son limitados para este sector como para
cualquier otro en la coyuntura económica en que queremos
desarrollarnos.
Quisiera llamar la atención de los lectores y que reflexionen
sobre el Lineamiento 295, contenido en el Capítulo XI: Política para
las construcciones, viviendas y recursos hidráulicos.
Dicho Lineamiento entre otras cosas dice: ¼
"Normar los trabajos a ejecutar en los elementos comunes de los
edificios multifamiliares, que por su grado de especialización
técnica y complejidad no puedan ser asumidos individualmente por los
propietarios y en todos los casos, deberán ser sufragados por
estos."
Considero que está bien enfocado, aunque no veo claridad y sí
complejidad en la forma en que se sufragaría, por ejemplo, el
mantenimiento, arreglo y/o cambio de ascensores de un edificio de 18
plantas, o el arreglo o mantenimiento de la cisterna, la reanimación
del jardín o del parquecito infantil. ¿Cómo pagar ese trabajo entre
los inquilinos beneficiados? ¿No será una cuestión enredada?
Modestamente, creo que debemos mirar hacia adelante y revisar la
Ley de la Vivienda y establecer el pago de impuesto sobre el espacio
que esta ocupa. Y a mi manera de ver la cuestión tendríamos una
parte de la respuesta. Los recursos financieros que se obtengan por
esta vía ayudarían a paliar la situación del mantenimiento y
conservación del patrimonio habitacional de la nación.
¡Bien vale la pena enseñar a los cubanos a pagar impuestos sobre
el espacio que ocupa una vivienda o edificio multifamiliar, con ello
ganamos todos!
R. Cabrera Planas
Recién graduados de técnicos de nivel medio en Contabilidad en
busca de… trabajo
Por medio de la presente nosotros, un grupo de siete estudiantes
recién graduados del Politécnico de Economía "Mario Domínguez
Regalado", del municipio de Sagua la Grande, provincia Villa Clara,
acudimos a Granma para exponer, en síntesis, nuestra situación.
Hace dos meses nos graduamos de la especialidad de Contabilidad,
en dicho centro de estudio. El 3 de enero del año en curso, debíamos
incorporarnos a las entidades asignadas que de acuerdo al escalafón
escogimos para laborar durante el Servicio Social. Al llegar a
dichas entidades, sus funcionarios declararon su desconocimiento de
que hubiéramos sido asignados a estos centros; su trato al
explicarnos, en algunos casos, no fue el adecuado, tal es el caso de
la Fábrica de tabacos "Alfredo López", donde la compañera que nos
recibió, de forma inadecuada, además de manifestar su
desconocimiento, planteó que la empresa no tenía fondos para
garantizar el pago, y la divisa de su estimulación no podía
designársela a los egresados.
Igual limitación encontramos en la Oficina de Acueducto, Empresa
Eléctrica y en la empresa de Bujías "Neftalí Martínez". En esta
última la dirección del centro nos informó que ellos no podían
aceptar a nadie porque se encontraban en un proceso de
disponibilidad y que además no tenían fondo de salario para
pagarnos.
En busca de una explicación por parte de la dirección de la
empresa, allí se dirigen al Órgano de Trabajo a hablar con la
subdirectora de empleo y ella llegó a la determinación de que
debíamos continuar asistiendo a las entidades hasta que contactaran
con la Directora Municipal de Trabajo.
El jueves 5 de enero el Jefe de Recursos Humanos nos llamó para
plantearnos que nos fuéramos para la casa hasta nuevo aviso, por
órdenes de la Dirección Municipal de Trabajo. Al salir de la
empresa, en el Órgano de Trabajo coincidimos varios de nosotros, y
la subdirectora de empleo nos expresó lo mismo, que nos fuéramos
para la casa hasta tanto no se tuviera una respuesta.
Después de mucho "peloteo" y de escuchar en el Órgano de Trabajo
que el Consejo de la Administración Municipal y las entidades se
reunirían y que el próximo lunes, ella pensaba, "tenernos una
respuesta". La gestión continúa demorando. Todavía a mediados de mes
la respuesta estaba lejana.
Desorientada una de nuestras madres, se dirigió a la Dirección
Municipal de Educación, donde la subdirectora de enseñanza Media y
Media Superior planteó que ella no tenía que ver con el asunto, que
su trabajo, como en efecto, fue graduarnos, que esperáramos por el
Órgano de Trabajo. A finales de enero conocimos que definitivamente
existía la imposibilidad de solución, y que aún quedaban tres
directivos de estas empresas por contactar.
En búsqueda de una solución y de tratar de remediar el problema
por nuestra cuenta, que hasta el momento por parte de los directivos
municipales involucrados en dar una solución, que no la han dado,
decidimos, junto con nuestros padres, visitar algunas entidades para
que nos dejaran realizar nuestro Servicio Social, ejemplo de ellas
fueron Comercio y Gastronomía, Cooperativas de Producción
Agropecuaria, Electroquímica de Sagua, etcétera. Todas al escuchar
la palabra "pago" se horrorizaban, pues nos decían que el país les
estaba exigiendo que tenían que reducir sus gastos y sus plantillas
tal y como lo plantea el Lineamiento 169.
Estamos de acuerdo con que el país se encuentra en un proceso de
perfeccionamiento de su economía, pero, cabe que nos
preguntemos:¿hacia dónde nos dirigimos ahora?, ¿por qué nosotros,
jóvenes recién graduados, no recibimos, a corto plazo, una
orientación concreta y certera a nuestra solicitud, para satisfacer
algo tan noble y decoroso como es el deseo de contribuir, con el
esfuerzo laboral, no solo a nuestro sustento personal y familiar,
sino al desarrollo económico de nuestra nación, en momentos en que
la Revolución demanda de una juventud llena de conocimientos y
deseos de luchar por un futuro mejor? ¿Por qué nos impiden
satisfacer las exigencias de la RM9/2007, dictada por el Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, de cumplir con el Servicio Social, si
en definitiva esto se traba por un proceso dilatado e inconcluso
hasta hoy, pues los compañeros responsabilizados con la situación no
han tomado el suficiente interés sobre el caso?
Nuestro sano empeño debe permanecer en correspondencia con el
esfuerzo de tres años y medio de estudio con resultados, pues de los
siete que firmamos esta misiva, cinco ostentamos el alto honor de
haber obtenido Título de Oro; debe corresponderse también con el
deseo colectivo de estos jóvenes, dispuestos a recibir una rápida,
coherente, convincente y necesaria respuesta para, desde nuestros
puestos, continuar defendiendo con ansias y como nos enseñaron, las
hermosas conquistas de la Revolución cubana.
Y. Recino Ruiz, L. Barreto Estrada, E. Abreus Díaz, A. López
Marrero, K. Chávez Azpiri, D. Moya Santana y L. Gómez Sánchez
Consideraciones de un trabajador por cuenta propia
Está de moda el asunto del cuenta propia, y aunque es una
definición de un tipo de trabajo bastante generalizado y, sin lugar
a dudas in crescendo, bien vale que esté en minúscula y en
negrita. En minúscula para que esta diana siga siendo pequeña, y en
negrita para que siga siendo diana.
Mi experiencia como cuenta propia no es, para mí, nada singular.
Lo fue mi papá, que tuvo una bodega; mi abuelo, que tuvo una pequeña
finca; mi abuela, que era lavandera; mis tíos y primos, que fueron
obreros agrícolas; y lo fui yo, que de lo anterior fui lo último en
la finca de Lucio Fernández.
Hay muchas quejas absurdas contra los carretilleros, revendedores
y contra aquellos que eligen trabajar, antes que robar, malversar,
traficar con influencias o prostituirse. Ello me motivó a
"emborronar cuartillas". Ese enfoque de crítica, vitriolo, contra
los que trabajan contra viento y marea, no es justo.
Soy cuenta propia y, a decir verdad, no me he sentido nunca muy
maltratado. Solo me han quitado dos patentes, creo que he pagado
tres multas y me han hecho un par de señalamientos. Eso en más de
diez años en el giro no es mucho. No me siento acosado por los que
me atienden en mi giro laboral. Pero sí me doy cuenta de que soy un
marginal. Una diana.
Se venden productos de las "shopping". Hace tiempo Fidel dijo que
no le gustaban las "shopping". Ni el dólar tampoco. Generaba
diferencias sociales. Pero era necesario por razones que pesaban más
que los sentimientos. La razón debe ir antes que el sentimiento.
Todo el mundo no puede ir a una tienda recaudadora de divisas. En
general son tiendas, con estilo. Se debe ir con estilo. La cola
loca, pegamento popular, no se vende a granel en esas tiendas, sino
en paquetes. El cuenta propia la vende a granel. Las agujas de mano
y de máquina de coser también son por paquetes. Y la lista es larga.
Hay cooperantes cubanos en el exterior y un sinnúmero de coterráneos
que viven en otros países y mandan mercaderías a nuestro
archipiélago. Las que no usan o regalan, las comercializan, y ¿a
través de quién? De los cuenta propia. ¿Podrían las "shopping" o los
mercados estatales comercializarlo todo (desde un caramelo hasta una
aguja de coser a mano), y podrían todos los ciudadanos entrar a
diario en todos esos establecimientos? ¡Sería absurdo pensar que sí!
Entonces aparece (no el intermediario ni el revendedor) el agente de
venta. Este no trabaja gratis. Nadie trabaja en balde.
Hay una cadena, que conocen bien los economistas, en el comercio.
El que cosecha la naranja no puede venderla en el mercado. El
cosechero es el primer eslabón, le sigue el comprador y por último
el vendedor al detalle. Del productor al almacén, este tiene un
agente de ventas (o viajante) que es el que sirve de puente,
etcétera. Y esas son las leyes del comercio desde el tiempo en que
era un simple trueque. No se puede obviar esto. El hacerlo conlleva
al mal funcionamiento de la función.
Es conocido que el mercado no es piadoso. Muchas veces no es
decente. Y muchas veces es ladrón y criminal. Ahí aparece el
Gobierno; regula, controla, multa, pero sobre todo eso, su función
es cobrar impuestos. Y cuidar al consumidor. Las opiniones neófitas
no cuidan a nadie, exacerban el odio. Es el Gobierno. Y a este se le
alaba o se le critica. Según merezca.
El cuenta propia sabe que no debe vender productos industriales.
Lo sabe, pero él está al frente de su trabajo, en donde normalmente
hace un almuerzo frugal y le ocupa esta labor nunca menos de diez
horas. No es tan manso el cuenta propia que no venda por la
izquierda lo que por la derecha no puede vender. En mi caso, me
levanto a las 5:00 a.m. en función del trabajo, y regreso a mi casa
a las 7:00 p.m. Mi salario da para que mi familia se alimente
decorosamente. No da para vestir, ni para vacacionar, viajar, beber,
ni para fumar. Vivimos con austeridad.
Sé que hay excepciones. Hay personas que ganan mucho, que tienen
mucho.
Debe, sin embargo, protegerse al consumidor. Nunca la ganancia
que genere un producto debería ascender al 30 % del costo de
producción (se produzca de una forma o de otra). Nunca un producto
del agro debe costar en la puerta más del 30 % de su costo en el
mercado estatal. Deben también las multas ser acordes a lo que "se
supone" gana un cuenta propia. Donde hay multas de cientos y de más
de mil pesos, desde esas multas comienza el desorden. Para terminar,
son demasiados el papeleo, el burocratismo y lo sobredimensionado de
la plantilla que atiende nuestro giro para que esto funcione de
manera racional.
Termino con esto: son cuenta propia todos los extranjeros
empresarios que trabajan en mi país. Y a estos no le tiran ni un
hollejo.
O. R. Gil Leal
Contratos nacionales y acciones constructivas
En los últimos eventos del Partido y del Gobierno acontecidos en
nuestro país, mediante la prensa se ha hecho gran énfasis en la
importancia que tiene el contrato en la relación entre las entidades
estatales o no, para el mejor desempeño de las actividades y
teniendo en cuenta mi experiencia personal, he decidido expresar lo
siguiente en relación con las actividades constructivas y el
contrato.
Primero que todo, la construcción es una actividad muy dinámica,
compleja y de mucho costo, donde el principio más importante es que
la obra no se detenga, porque cada minuto que se detiene una obra es
dinero que se pierde por dos conceptos fundamentales; el costo de la
paralización de suministros invertidos y el costo por la no puesta
en marcha, con las pérdidas que esto produce.
Es también conocido por todos los involucrados en la
construcción, que la obra mejor preparada y con los mejores
profesionales en todas y cada una de sus especialidades, puede tener
hasta un 10 % de desviación de su presupuesto a favor o en contra,
ya que siempre la realidad de la ejecución supera lo que se previó y
es inevitable un porcentaje de imprevistos o cambios de soluciones
previstas, con el consiguiente aumento, disminución o sustitución de
los recursos planificados.
Aun en el mercado de libre comercio, suficientemente abastecido,
garantizar que los miles de renglones que intervienen en una acción
constructiva estén disponibles en el momento preciso para asegurar
el cumplimiento de un cronograma, no es una tarea fácil de cumplir,
esto se hace más difícil en Cuba con limitaciones de todo tipo, un
mercado desabastecido y sin interés de competir para ofertar. En
otros mercados una gran parte de los recursos, principalmente de
ferretería, se adquieren por libre compraventa.
El exceso de burocratismo y esquematismo en el proceso
contractual en sus actividades menos importantes, no puede ni debe
en nuestras condiciones, detener la ejecución de la obra, para no
ahorrar centavos y derrochar pesos.
Conocemos nuestras condiciones y que no se puede dar ningún tipo
de brecha para el desvío de recursos, pero esto que planteo, no está
reñido con el control de los mismos. El capitalista controla sus
recursos financieros y materiales con órganos bancarios y auditores,
que tienen personal conocedor de la actividad que aplica la técnica
constructiva, detectando así cualquier tipo de desviación.
Concuerdo ampliamente con el proceso de organización de las
inversiones que se desarrolla en el país, pero debemos estudiar la
manera de garantizar un equilibrio, para que no atrase el tiempo del
avance económico que deseamos y que depende, como siempre y en gran
medida, del nivel de puesta en marcha de las inversiones
constructivas aprobadas.
A. de la Barca Portilla
Sobre la mal llamada oferta y demanda en los servicios
Al leer la carta de Y. Portal González sobre la oferta y demanda
para el transporte de pasajeros, me he estimulado a exponer mi
opinión sobre dicho asunto. Al respecto, considero que no existe tal
oferta y demanda, ya que no existe posibilidad de negociar un precio
justo entre proveedor y receptor del servicio. Lo que existen son
precios de monopolio impuestos bajo la filosofía de "lo tomas o lo
dejas".
Soy del criterio que la mayoría de los transportistas son
personas consideradas que están sometidos a la tiranía de un pequeño
grupo de inescrupulosos que, en ocasiones bajo amenazas de
represalia, obligan a los primeros a no disminuir los precios. Hace
poco se cometió el idealismo de disminuir la tasa impositiva con la
esperanza de que bajaran las tarifas, lo que no sucedió.
Creo que no debe existir una única tasa impositiva por igual. Yo
propongo un sistema que debe obligar a diferenciar los precios y que
consiste en establecer una tasa impositiva mínima para aquellos que
cobren una tarifa mínima. Al que quiera cobrar el doble de dicha
tarifa se le establece una tasa impositiva triplicada (y no
duplicada), y así sucesivamente. Ello debe ir acompañado por la
obligación de colocar en el medio de transporte un rótulo bien
visible con el número del medio que se le puede asignar por los que
cobran la tasa y la tarifa que van a cobrar. Eso daría la
posibilidad de denunciar a aquellos que violen la tarifa que
declararon, con la posibilidad de imponerle una multa
correspondientemente. También se debe divulgar por la prensa escrita
y radial de la localidad el número telefónico habilitado para
realizar la denuncia.
Me parece que con dicho sistema se protege al consumidor y se le
da libertad al proveedor de escoger la tarifa que pretende cobrar.
Esto también puede regir para otros servicios, por ejemplo, para las
barberías y peluquerías.
M. García Ramos