Publicadas el 17 de febrero de 2012

Se ha entregado mucha tierra, pero no bajan los precios de los productos alimenticios

Mi opinión no es la única, por lo que me uno a los que de una forma u otra tocan el tema. A finales del año tuvo lugar la Asamblea Nacional del Poder Popular. En una de las sesiones se informó que se habían entregado más de un millón 387 mil hectáreas de tierras ociosas a más de 150 mil usufructuarios con el fin de cooperar con la alimentación de nuestro pueblo, sustituir importaciones, crear nuevas fuentes de empleo, reducir los subsidios, etcétera. Ahora bien, todavía no ha llegado a impactar en el último eslabón de la cadena que es la población, para que ella los pueda adquirir a precios más asequibles, lo cual no es así en la actualidad.

Me preocupa que estos nuevos agricultores, a pesar de que el Estado les suministra insumos, les rebaja los impuestos, no hayan podido disminuir los precios de los productos que ofertan como si a ellos no les perjudicara la tan mencionada oferta y demanda.

Aunque el Estado ha planteado no intervenir en este tipo de relación, sí tiene sobradas razones para proteger a la población y que la ganancia de este sector laboral no sea excesiva, ya que su trabajo no puede ser para enriquecerse, sino para ayudar a la Revolución en ese aspecto. Debe haber una regularización y/o un tope de precios. Pienso que si son trabajadores revolucionarios lo entenderán.

También en la Asamblea se dijo que se autorizaría a las UBPC y a las cooperativas comerciar directamente sus productos con los hoteles de turismo. Apoyo todo lo que sea para sustituir importaciones, pero cuidado porque si los precios son ventajosos se puede producir un desabastecimiento en los destinados a la población por parte de ellos. También han expresado que los productos sobrantes se llevarían a las placitas, pero ¿a qué precio?

Finalmente sugiero que periódicamente se dé a conocer la cantidad de hectáreas entregadas, cantidad de usufructuarios, lo que producen, lo que entregan y los precios de venta a la población, para poder ver el movimiento de cada uno de estos parámetros.

R. L. San Román González

Bien vale la pena pagar impuestos sobre la vivienda

Cuba entera está cambiando para bien; cambio necesario, con mesura y sin apuros, controlado y dirigido por el más alto nivel del Estado, Gobierno y Partido. Por tanto, no hay que temer. Si algo no aprueba el riguroso examen del tiempo de experimentación se corrige y seguimos con otras experiencias que den mejores resultados. De lo que se trata es de perfeccionar, hacer mejor, verdadero y atractivo nuestro sistema social, sin renunciar ni un ápice al socialismo martiano, marxista-leninista y fidelista.

Hace mucho tiempo que medito sobre una cuestión que considero medular a tenor del perfeccionamiento de la sociedad en su conjunto: los impuestos.

Existe un vacío en este sentido cuando hablamos de la vivienda. En Cuba, que yo sepa, no se paga impuesto por esta ni nada que se parezca; sin embargo, se construye sobre la tierra que es patrimonio de la nación, no de uso privado. La cuestión es más comprensible cuando se trata de edificios multifamiliares, los que tienen espacios comunes, parqueos para vehículos automotores, instalaciones y equipos que consumen energía eléctrica como son turbinas de agua, ascensores, etcétera, parques y jardines que necesitan del cuidado esmerado de trabajadores y técnicos de mantenimiento. Los gastos que asume el Gobierno por mantenimiento a la vivienda son significativos pero aún insuficientes. El patrimonio habitacional del país cada día se deteriora más con el paso del tiempo inexorablemente. Y los recursos financieros son limitados para este sector como para cualquier otro en la coyuntura económica en que queremos desarrollarnos.

Quisiera llamar la atención de los lectores y que reflexionen sobre el Lineamiento 295, contenido en el Capítulo XI: Política para las construcciones, viviendas y recursos hidráulicos.

Dicho Lineamiento entre otras cosas dice: ¼ "Normar los trabajos a ejecutar en los elementos comunes de los edificios multifamiliares, que por su grado de especialización técnica y complejidad no puedan ser asumidos individualmente por los propietarios y en todos los casos, deberán ser sufragados por estos."

Considero que está bien enfocado, aunque no veo claridad y sí complejidad en la forma en que se sufragaría, por ejemplo, el mantenimiento, arreglo y/o cambio de ascensores de un edificio de 18 plantas, o el arreglo o mantenimiento de la cisterna, la reanimación del jardín o del parquecito infantil. ¿Cómo pagar ese trabajo entre los inquilinos beneficiados? ¿No será una cuestión enredada?

Modestamente, creo que debemos mirar hacia adelante y revisar la Ley de la Vivienda y establecer el pago de impuesto sobre el espacio que esta ocupa. Y a mi manera de ver la cuestión tendríamos una parte de la respuesta. Los recursos financieros que se obtengan por esta vía ayudarían a paliar la situación del mantenimiento y conservación del patrimonio habitacional de la nación.

¡Bien vale la pena enseñar a los cubanos a pagar impuestos sobre el espacio que ocupa una vivienda o edificio multifamiliar, con ello ganamos todos!

R. Cabrera Planas

Recién graduados de técnicos de nivel medio en Contabilidad en busca de… trabajo

Por medio de la presente nosotros, un grupo de siete estudiantes recién graduados del Politécnico de Economía "Mario Domínguez Regalado", del municipio de Sagua la Grande, provincia Villa Clara, acudimos a Granma para exponer, en síntesis, nuestra situación.

Hace dos meses nos graduamos de la especialidad de Contabilidad, en dicho centro de estudio. El 3 de enero del año en curso, debíamos incorporarnos a las entidades asignadas que de acuerdo al escalafón escogimos para laborar durante el Servicio Social. Al llegar a dichas entidades, sus funcionarios declararon su desconocimiento de que hubiéramos sido asignados a estos centros; su trato al explicarnos, en algunos casos, no fue el adecuado, tal es el caso de la Fábrica de tabacos "Alfredo López", donde la compañera que nos recibió, de forma inadecuada, además de manifestar su desconocimiento, planteó que la empresa no tenía fondos para garantizar el pago, y la divisa de su estimulación no podía designársela a los egresados.

Igual limitación encontramos en la Oficina de Acueducto, Empresa Eléctrica y en la empresa de Bujías "Neftalí Martínez". En esta última la dirección del centro nos informó que ellos no podían aceptar a nadie porque se encontraban en un proceso de disponibilidad y que además no tenían fondo de salario para pagarnos.

En busca de una explicación por parte de la dirección de la empresa, allí se dirigen al Órgano de Trabajo a hablar con la subdirectora de empleo y ella llegó a la determinación de que debíamos continuar asistiendo a las entidades hasta que contactaran con la Directora Municipal de Trabajo.

El jueves 5 de enero el Jefe de Recursos Humanos nos llamó para plantearnos que nos fuéramos para la casa hasta nuevo aviso, por órdenes de la Dirección Municipal de Trabajo. Al salir de la empresa, en el Órgano de Trabajo coincidimos varios de nosotros, y la subdirectora de empleo nos expresó lo mismo, que nos fuéramos para la casa hasta tanto no se tuviera una respuesta.

Después de mucho "peloteo" y de escuchar en el Órgano de Trabajo que el Consejo de la Administración Municipal y las entidades se reunirían y que el próximo lunes, ella pensaba, "tenernos una respuesta". La gestión continúa demorando. Todavía a mediados de mes la respuesta estaba lejana.

Desorientada una de nuestras madres, se dirigió a la Dirección Municipal de Educación, donde la subdirectora de enseñanza Media y Media Superior planteó que ella no tenía que ver con el asunto, que su trabajo, como en efecto, fue graduarnos, que esperáramos por el Órgano de Trabajo. A finales de enero conocimos que definitivamente existía la imposibilidad de solución, y que aún quedaban tres directivos de estas empresas por contactar.

En búsqueda de una solución y de tratar de remediar el problema por nuestra cuenta, que hasta el momento por parte de los directivos municipales involucrados en dar una solución, que no la han dado, decidimos, junto con nuestros padres, visitar algunas entidades para que nos dejaran realizar nuestro Servicio Social, ejemplo de ellas fueron Comercio y Gastronomía, Cooperativas de Producción Agropecuaria, Electroquímica de Sagua, etcétera. Todas al escuchar la palabra "pago" se horrorizaban, pues nos decían que el país les estaba exigiendo que tenían que reducir sus gastos y sus plantillas tal y como lo plantea el Lineamiento 169.

Estamos de acuerdo con que el país se encuentra en un proceso de perfeccionamiento de su economía, pero, cabe que nos preguntemos:¿hacia dónde nos dirigimos ahora?, ¿por qué nosotros, jóvenes recién graduados, no recibimos, a corto plazo, una orientación concreta y certera a nuestra solicitud, para satisfacer algo tan noble y decoroso como es el deseo de contribuir, con el esfuerzo laboral, no solo a nuestro sustento personal y familiar, sino al desarrollo económico de nuestra nación, en momentos en que la Revolución demanda de una juventud llena de conocimientos y deseos de luchar por un futuro mejor? ¿Por qué nos impiden satisfacer las exigencias de la RM9/2007, dictada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, de cumplir con el Servicio Social, si en definitiva esto se traba por un proceso dilatado e inconcluso hasta hoy, pues los compañeros responsabilizados con la situación no han tomado el suficiente interés sobre el caso?

Nuestro sano empeño debe permanecer en correspondencia con el esfuerzo de tres años y medio de estudio con resultados, pues de los siete que firmamos esta misiva, cinco ostentamos el alto honor de haber obtenido Título de Oro; debe corresponderse también con el deseo colectivo de estos jóvenes, dispuestos a recibir una rápida, coherente, convincente y necesaria respuesta para, desde nuestros puestos, continuar defendiendo con ansias y como nos enseñaron, las hermosas conquistas de la Revolución cubana.

Y. Recino Ruiz, L. Barreto Estrada, E. Abreus Díaz, A. López Marrero, K. Chávez Azpiri, D. Moya Santana y L. Gómez Sánchez

Consideraciones de un trabajador por cuenta propia

Está de moda el asunto del cuenta propia, y aunque es una definición de un tipo de trabajo bastante generalizado y, sin lugar a dudas in crescendo, bien vale que esté en minúscula y en negrita. En minúscula para que esta diana siga siendo pequeña, y en negrita para que siga siendo diana.

Mi experiencia como cuenta propia no es, para mí, nada singular. Lo fue mi papá, que tuvo una bodega; mi abuelo, que tuvo una pequeña finca; mi abuela, que era lavandera; mis tíos y primos, que fueron obreros agrícolas; y lo fui yo, que de lo anterior fui lo último en la finca de Lucio Fernández.

Hay muchas quejas absurdas contra los carretilleros, revendedores y contra aquellos que eligen trabajar, antes que robar, malversar, traficar con influencias o prostituirse. Ello me motivó a "emborronar cuartillas". Ese enfoque de crítica, vitriolo, contra los que trabajan contra viento y marea, no es justo.

Soy cuenta propia y, a decir verdad, no me he sentido nunca muy maltratado. Solo me han quitado dos patentes, creo que he pagado tres multas y me han hecho un par de señalamientos. Eso en más de diez años en el giro no es mucho. No me siento acosado por los que me atienden en mi giro laboral. Pero sí me doy cuenta de que soy un marginal. Una diana.

Se venden productos de las "shopping". Hace tiempo Fidel dijo que no le gustaban las "shopping". Ni el dólar tampoco. Generaba diferencias sociales. Pero era necesario por razones que pesaban más que los sentimientos. La razón debe ir antes que el sentimiento. Todo el mundo no puede ir a una tienda recaudadora de divisas. En general son tiendas, con estilo. Se debe ir con estilo. La cola loca, pegamento popular, no se vende a granel en esas tiendas, sino en paquetes. El cuenta propia la vende a granel. Las agujas de mano y de máquina de coser también son por paquetes. Y la lista es larga. Hay cooperantes cubanos en el exterior y un sinnúmero de coterráneos que viven en otros países y mandan mercaderías a nuestro archipiélago. Las que no usan o regalan, las comercializan, y ¿a través de quién? De los cuenta propia. ¿Podrían las "shopping" o los mercados estatales comercializarlo todo (desde un caramelo hasta una aguja de coser a mano), y podrían todos los ciudadanos entrar a diario en todos esos establecimientos? ¡Sería absurdo pensar que sí! Entonces aparece (no el intermediario ni el revendedor) el agente de venta. Este no trabaja gratis. Nadie trabaja en balde.

Hay una cadena, que conocen bien los economistas, en el comercio. El que cosecha la naranja no puede venderla en el mercado. El cosechero es el primer eslabón, le sigue el comprador y por último el vendedor al detalle. Del productor al almacén, este tiene un agente de ventas (o viajante) que es el que sirve de puente, etcétera. Y esas son las leyes del comercio desde el tiempo en que era un simple trueque. No se puede obviar esto. El hacerlo conlleva al mal funcionamiento de la función.

Es conocido que el mercado no es piadoso. Muchas veces no es decente. Y muchas veces es ladrón y criminal. Ahí aparece el Gobierno; regula, controla, multa, pero sobre todo eso, su función es cobrar impuestos. Y cuidar al consumidor. Las opiniones neófitas no cuidan a nadie, exacerban el odio. Es el Gobierno. Y a este se le alaba o se le critica. Según merezca.

El cuenta propia sabe que no debe vender productos industriales. Lo sabe, pero él está al frente de su trabajo, en donde normalmente hace un almuerzo frugal y le ocupa esta labor nunca menos de diez horas. No es tan manso el cuenta propia que no venda por la izquierda lo que por la derecha no puede vender. En mi caso, me levanto a las 5:00 a.m. en función del trabajo, y regreso a mi casa a las 7:00 p.m. Mi salario da para que mi familia se alimente decorosamente. No da para vestir, ni para vacacionar, viajar, beber, ni para fumar. Vivimos con austeridad.

Sé que hay excepciones. Hay personas que ganan mucho, que tienen mucho.

Debe, sin embargo, protegerse al consumidor. Nunca la ganancia que genere un producto debería ascender al 30 % del costo de producción (se produzca de una forma o de otra). Nunca un producto del agro debe costar en la puerta más del 30 % de su costo en el mercado estatal. Deben también las multas ser acordes a lo que "se supone" gana un cuenta propia. Donde hay multas de cientos y de más de mil pesos, desde esas multas comienza el desorden. Para terminar, son demasiados el papeleo, el burocratismo y lo sobredimensionado de la plantilla que atiende nuestro giro para que esto funcione de manera racional.

Termino con esto: son cuenta propia todos los extranjeros empresarios que trabajan en mi país. Y a estos no le tiran ni un hollejo.

O. R. Gil Leal

Contratos nacionales y acciones constructivas

En los últimos eventos del Partido y del Gobierno acontecidos en nuestro país, mediante la prensa se ha hecho gran énfasis en la importancia que tiene el contrato en la relación entre las entidades estatales o no, para el mejor desempeño de las actividades y teniendo en cuenta mi experiencia personal, he decidido expresar lo siguiente en relación con las actividades constructivas y el contrato.

Primero que todo, la construcción es una actividad muy dinámica, compleja y de mucho costo, donde el principio más importante es que la obra no se detenga, porque cada minuto que se detiene una obra es dinero que se pierde por dos conceptos fundamentales; el costo de la paralización de suministros invertidos y el costo por la no puesta en marcha, con las pérdidas que esto produce.

Es también conocido por todos los involucrados en la construcción, que la obra mejor preparada y con los mejores profesionales en todas y cada una de sus especialidades, puede tener hasta un 10 % de desviación de su presupuesto a favor o en contra, ya que siempre la realidad de la ejecución supera lo que se previó y es inevitable un porcentaje de imprevistos o cambios de soluciones previstas, con el consiguiente aumento, disminución o sustitución de los recursos planificados.

Aun en el mercado de libre comercio, suficientemente abastecido, garantizar que los miles de renglones que intervienen en una acción constructiva estén disponibles en el momento preciso para asegurar el cumplimiento de un cronograma, no es una tarea fácil de cumplir, esto se hace más difícil en Cuba con limitaciones de todo tipo, un mercado desabastecido y sin interés de competir para ofertar. En otros mercados una gran parte de los recursos, principalmente de ferretería, se adquieren por libre compraventa.

El exceso de burocratismo y esquematismo en el proceso contractual en sus actividades menos importantes, no puede ni debe en nuestras condiciones, detener la ejecución de la obra, para no ahorrar centavos y derrochar pesos.

Conocemos nuestras condiciones y que no se puede dar ningún tipo de brecha para el desvío de recursos, pero esto que planteo, no está reñido con el control de los mismos. El capitalista controla sus recursos financieros y materiales con órganos bancarios y auditores, que tienen personal conocedor de la actividad que aplica la técnica constructiva, detectando así cualquier tipo de desviación.

Concuerdo ampliamente con el proceso de organización de las inversiones que se desarrolla en el país, pero debemos estudiar la manera de garantizar un equilibrio, para que no atrase el tiempo del avance económico que deseamos y que depende, como siempre y en gran medida, del nivel de puesta en marcha de las inversiones constructivas aprobadas.

A. de la Barca Portilla

Sobre la mal llamada oferta y demanda en los servicios

Al leer la carta de Y. Portal González sobre la oferta y demanda para el transporte de pasajeros, me he estimulado a exponer mi opinión sobre dicho asunto. Al respecto, considero que no existe tal oferta y demanda, ya que no existe posibilidad de negociar un precio justo entre proveedor y receptor del servicio. Lo que existen son precios de monopolio impuestos bajo la filosofía de "lo tomas o lo dejas".

Soy del criterio que la mayoría de los transportistas son personas consideradas que están sometidos a la tiranía de un pequeño grupo de inescrupulosos que, en ocasiones bajo amenazas de represalia, obligan a los primeros a no disminuir los precios. Hace poco se cometió el idealismo de disminuir la tasa impositiva con la esperanza de que bajaran las tarifas, lo que no sucedió.

Creo que no debe existir una única tasa impositiva por igual. Yo propongo un sistema que debe obligar a diferenciar los precios y que consiste en establecer una tasa impositiva mínima para aquellos que cobren una tarifa mínima. Al que quiera cobrar el doble de dicha tarifa se le establece una tasa impositiva triplicada (y no duplicada), y así sucesivamente. Ello debe ir acompañado por la obligación de colocar en el medio de transporte un rótulo bien visible con el número del medio que se le puede asignar por los que cobran la tasa y la tarifa que van a cobrar. Eso daría la posibilidad de denunciar a aquellos que violen la tarifa que declararon, con la posibilidad de imponerle una multa correspondientemente. También se debe divulgar por la prensa escrita y radial de la localidad el número telefónico habilitado para realizar la denuncia.

Me parece que con dicho sistema se protege al consumidor y se le da libertad al proveedor de escoger la tarifa que pretende cobrar. Esto también puede regir para otros servicios, por ejemplo, para las barberías y peluquerías.

M. García Ramos

 

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