Alguna alternativa se debe encontrar para los baños públicos en
la capital
Este es un tema que por su alta sensibilidad y alcance social
causa tanto malestar e irritación en la población de la capital y a
sus asiduos visitantes, a quienes no les resulta fácil encontrar un
lugar adecuado en la ciudad para evacuar sus necesidades
fisiológicas.
¿Quién alguna vez no ha atravesado por la amarga experiencia de
tener que ir a un baño y no encontrarlo?
A mi modo de ver, no es posible que un servicio de uso colectivo
de tanta utilidad para los pobladores de cualquier ciudad, cuya
prestación es muy importante, dado a su necesidad fisiológica e
higiénico-sanitaria, sea tan difícil de habilitar debidamente y se
dificulte tanto encontrarlo cuando más lo necesitamos.
Lamentablemente, la ausencia de este vital servicio mucho
contribuye al deterioro paulatino de la higiene ambiental. No son
pocos los que tienen que acudir a hacer sus necesidades en una
esquina, cercano a un poste, en una construcción abandonada o
simplemente detrás de una parada de ómnibus.
Todos sabemos que los pocos baños públicos que se encuentran
disponibles en la ciudad no guardan las mínimas condiciones
higiénico-sanitarias, por lo que no siempre resultan recomendables
para su uso, hay una fetidez insoportable, falta de agua para
lavarse las manos, generalmente están sucios los retretes, casi
nunca hay papel sanitario, en fin, esto hace que la situación se
torne más compleja e incómoda.
Sin ser exagerado, acceder a los baños de un restaurante o de un
hotel es una tarea bien complicada, pues no resultará nada fácil que
le permitan acceder.
Si hemos sido capaces de promover bienestar y satisfacer otras
necesidades colectivas, ¿cómo es posible que no encontremos una
solución para crear condiciones propicias con los baños públicos que
requiere la ciudad, que no son un lujo, sino algo necesario?, ¿por
qué no creamos condiciones alternativas y se montan sanitarios
portátiles en algunos lugares que son altamente transitados?
Claro está, los sanitarios portátiles no serían la solución, pero
algo debemos hacer ante esta deficiencia tan reclamada por nuestra
población.
J. Pozo Álvarez
Espacio de dos… por perfeccionar para que seamos más
En el periódico Granma del pasado viernes se publicó un artículo
que aborda algunos aspectos de una maternidad y paternidad
responsable. El artículo expone en una de sus partes: "el
Decreto-Ley 234 de la maternidad de la trabajadora (2003), con su
resolución complementaria número 22/2003 —que otorga iguales
derechos a los padres cubanos para obtener una licencia laboral y
quedarse al cuidado de los hijos durante el primer año de vida—,
encuentra aún prejuicios, estereotipos y resistencias en la sociedad
cubana, lo cual es resultado de la sedimentación de prácticas
socioculturales en su mayoría machista¼
apenas 96 padres se habían acogido al disfrute de la prestación
social en todo el país, para el cuidado de los hijos; cifras
insuficientes a juzgar por los ocho años que lleva vigente el
Decreto-Ley. Muchos de estos, además lo han hecho como consecuencia
de situaciones excepcionales (muerte o enfermedad de la madre)".
En mi opinión el Decreto-Ley ofrece posibles soluciones para
ambos progenitores; sin embargo pienso que faltan algunos aspectos
por tener en cuenta, e igual discrepo de elementos expuestos en el
artículo.
El Decreto-Ley protege a la madre trabajadora, si la madre
trabaja entonces el padre puede acogerse a la licencia de
paternidad. ¿Qué sucede entonces cuando la madre es estudiante y
desea continuar el curso de su carrera sin pedir un año de licencia?
En este caso, el padre, aunque sea trabajador no tiene derecho a
acogerse a dicha licencia. De alguna manera ahí la propia ley está
siguiendo viejos patrones heredados.
La lactancia materna se recomienda de manera exclusiva hasta los
seis meses y luego de manera complementaria hasta el primer año de
vida. Sin prejuicios de ningún tipo, en mi opinión, siempre que la
madre pueda dedicarse a dar de lactar en ese periodo, es la mejor
opción para ese hijo. Desde el punto de vista biológico aquí el
padre no puede suplir esa necesidad, por lo que pienso que desde la
práctica cotidiana la decisión de que sea fundamentalmente la madre
quien asuma ese hermoso periodo, pase por el prisma de dicho
criterio. El Decreto-Ley está pensado para ayudar, para ofrecer
posibilidades ante determinadas situaciones, pero no debemos
pretender que se convierta en algo mayoritario por lo que opten los
padres. No todos lo necesitan, no solo es un asunto de estereotipos.
Soy del criterio de que nuestra sociedad, aunque sigue siendo
machista, ha ido dejando atrás algunos prejuicios y cada día somos
más los que compartimos las tareas de la casa y atendemos a nuestros
hijos dentro y fuera del hogar, de igual manera ha habido una
evolución en el pensamiento femenino.
Interesante resulta conocer que existe una Resolución del
Ministro de Salud Pública, todavía vigente, dirigida al
acompañamiento de la mujer durante el parto, ya fuera por la pareja
u otro familiar, siempre y cuando hayan sido preparados con
anterioridad. En el Hospital Carlos Manuel de Céspedes, del
municipio de Bayamo, provincia de Granma, esto no se está aplicando,
aun cuando es de interés de muchos padres compartir ese irrepetible
y trascendental momento. Muy bueno sería que se pudiera hacer, ya
que se conoce que "la participación de la pareja en el parto
disminuye el índice de cesáreas y la cantidad de maniobras que hay
que hacer con instrumentación, pues se hace de manera más natural".
Yo añadiría que de esa manera se involucra aún más al progenitor
masculino en el proceso de crianza y educación de sus hijos
Relacionado con el mismo tema, pero no tratado en el artículo,
está el tema de los círculos infantiles. Si la madre no es
trabajadora no tiene derecho al círculo. ¿Dónde queda entonces el
aporte del padre a la sociedad como trabajador cubano? En ocasiones
la madre es ama de casa, pero otras estudian y necesitan del círculo
tanto como las que laboran. Un amigo me comentaba que él estaría de
acuerdo en pagar a una institución estatal (círculo infantil de
nuevo tipo —en su imaginario—), los 150 pesos que paga por que le
atienda su niña una cuidadora particular. Así sería más fácil
retribuirles un salario a las cuidadoras estatales y a la vez la
educación de su hija estaría desde edades tempranas en manos de
personas preparadas para instruir, además de ser un lugar más seguro
y con menos riesgos.
Estoy completamente de acuerdo con lo planteado en los dos
últimos párrafos del artículo: "redimensionar el rol paterno en
nuestra sociedad, de modo que el concepto de ayuda a la mujer
durante el proceso del embarazo sea sustituido por el de compartir
responsabilidades, más que necesidad, es obligación.
"Solo así, tanto la maternidad como la paternidad serán
comprendidas y vividas en toda su plenitud, en un espacio que lejos
de ser excluyente, pertenece a dos".
Me gustaría recibir información referente a estos aspectos y aún
más, encontrar soluciones viables, ágiles y mayoritarias que
contribuyan a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y
continuar tratando de revertir el envejecimiento poblacional de
nuestra Cuba de hoy.
K. López Guerra
Ahorrar uno de nuestros principales recursos
"Mientras más ideas seamos capaces de provocar en el análisis de
un problema, más cerca estaremos de su solución apropiada" expresó
el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos
de Estado y de Ministros en la clausura del Sexto Periodo Ordinario
de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del
Poder Popular el 18 de diciembre del 2010.
Respondiendo a ese llamado y con la oportunidad que nos da Granma
en esta sección, quiero referirme al tema de la recuperación de
materia prima, como un problema no resuelto, pues seguimos botando
en los vertederos toneladas de papel, cartón y otros materiales
recuperables que le hacen falta al país.
Desde enero de 1975, está vigente la Ley 1 288 que establece la
obligación de los organismos y demás dependencias del Estado de
recolectar los desechos de materia prima, productos y materiales
reutilizados que no son aprovechados por los mismos en el proceso de
producción o servicio y si bien es justo reconocer que desde hace
dos años el SIME y los Consejos de la Administración han
intensificado las inspecciones y la exigencia, proporcionando una
mayor recuperación, todavía se puede hacer mucho más en este campo.
Por lo que pienso que unido a lo que ya se viene haciendo,
tenemos que buscar otras fórmulas que motiven y movilicen en esta
tarea a la mayoría de la población y al respecto quiero hacer las
siguientes sugerencias:
Las empresas de Comercio reciben en sus bodegas y centros
gastronómicos miles de sacos donde vienen los alimentos: en nuestra
provincia —Sancti Spíritus—, el pasado año se le vendieron a la
Empresa de Materia Prima 531 512 envases textiles, los que fueron
recogidos por esta en cada establecimiento para después venderlos a
los productores que lo necesitan, muchas veces en la propia zona
donde se recogen.
¿Por qué no se facturan al Comercio Minorista los sacos que se le
entregan por la Mayorista como una mercancía más?, y que estas lo
vendan al precio establecido tal como hace en la actualidad la
Empresa de Materia Prima si el objetivo es el mismo, con la ventaja
de que se ahorraría combustible para irlos a buscar, coordinaciones
y reuniones además de que se cuidaría más el envase porque se
eliminaría un intermediario.
Otras de las grandes fuentes de recuperación son nuestros
hogares, que aunque se asume como una tarea de los CDR y de los
pioneros, muchas veces no se cumple porque la empresa encargada de
recogerla alega dificultades con el transporte para acopiarla en las
cuadras, a lo que se une que generalmente esta se entrega sin
clasificar, obligando a un trabajo adicional en los patios de
recepción.
Estoy seguro de que si la recogida de materia prima en los CDR,
tuviera el incentivo de lo que se recupere se pueda vender en las
tiendas existentes y esos ingresos pudieran utilizarse allí en las
cuadras para financiar las tradicionales fiestas del 28 de
septiembre, de la fundación de la FMC, del día del niño y otras
iniciativas, habría más motivación y compromiso para recuperar esos
recursos, que se clasificarían mejor porque la tienda lo exigiría
para pagarla.
Esta misma idea pudiera estimular la recogida en los centros de
trabajo de aquellos materiales no comprometidos con el plan sobre la
base de que las secciones sindicales puedan vender esa materia prima
y con sus ingresos sufragar las fiestas de fin de año con sus
trabajadores, cumpleaños colectivos y otras actividades, todo lo que
puede ser auditable con los comprobantes de ventas y de compras.
Estas sugerencias y otras que pudieran surgir servirán para
evitar el feo espectáculo de los llamados "buzos" buscando estos
materiales en contenedores en la vía pública o vertederos y sobre
todo para disminuir importaciones, preservar el medio ambiente y
ahorrar, que hoy por hoy es uno de nuestros principales recursos.
A. Arteaga Pérez
El consumidor en medio de fuego cruzado
Es innegable que se trabaja para mejorar la sociedad con la
participación activa de todos los ciudadanos con derroteros
definidos. En algunas esferas se observan avances. También emergen
los errores, las violaciones y la resistencia de los burócratas, que
aún nos quedan. En las condiciones actuales, el trabajo por cuenta
propia ha devenido una buena opción laboral y de bienestar para los
ciudadanos, con el propósito de facilitar la solución de problemas
domésticos y de servicios tan deprimidos en los últimos años con
tendencia a aumentar su variedad y alcance.
En la misma escena estamos los consumidores, pero poco se dice de
estos, nunca nos llaman clientes y sin quererlo, nos hemos ido
convirtiendo en sujetos pasivos y complacientes, escuchando de los
logros y buenos ejemplos en esta esfera cuando el consumidor, como
gladiador, lucha sostenidamente contra los malos tratos, las pésimas
ofertas y la falta de profesionalidad de trabajadores de muchos
establecimientos de la red gastronómica y otras empresas y entidades
de servicios. Ante estas realidades poco se ha logrado, las quejas
no son debidamente atendidas ni por los responsables directos,
administradores ni otros funcionarios. No hay un inspector, un
funcionario, alguien que te pregunte ¿cómo lo atendieron? ¿en qué
puedo servirle?... ¿qué hace falta para esto?
Los consumidores estamos entre el "ser y no ser", "lo tomas o lo
dejas" y de aquí se pueden asumir actitudes tolerantes o
beligerantes, en algunos casos se tornan en indignación y reclamo
ante esa sensación de desamparo e impunidad en que nos vemos casi a
diario y en muchos lugares. Estos problemas siguen pendientes y sin
perspectivas inmediatas porque no se ventilan abierta y públicamente¼
no se ha alcanzado la voluntad para su solución.
La aparición del trabajador por cuenta propia ahora, presupone
una nueva situación . Y nos suponemos ¡entre dos fuegos! ¿Cuáles son
sus obligaciones de cara al consumidor? ¿Cuáles son mis derechos?
No todo es color de rosa en materia de servicios de los
cuentapropistas, ¡sin hablar de precios! Considero que este tema no
es atendido correctamente, los consumidores somos todos, es este
pueblo heroico que merece mejorar su calidad de vida. Por el impacto
social que estos problemas representan, se requiere de la
participación de las autoridades en el logro de este objetivo con
acciones concretas y sistemáticas en los barrios, en los
establecimientos. Revisar y aplicar las medidas que acompañen al
consumidor y que lo representen seria y verdaderamente. Ver la
satisfacción al cliente como objetivo supremo de todos los servicios
e iniciativas comercializadoras. Los ciudadanos de este país debemos
sentirnos más respetados en este aspecto y que se tengan en cuenta
nuestros criterios e inquietudes al evaluar estos servicios y el
trabajo de sus empleados y funcionarios. Se requiere revisar los
instrumentos legales que existen para la protección al consumidor
honrando la célebre frase de: "La calidad es el respeto al pueblo"
para no sentirnos "en medio del fuego cruzado".
R. Roque González
El mercado subterráneo de servicios alrededor de los materiales
de construcción
Quisiera transmitir mi preocupación nuevamente sobre una arista
de la actividad de construcción por esfuerzos propios, que hasta el
momento no he encontrado en ningún reporte y mucho menos su posible
solución.
La cuestión es la carga y el transporte de los materiales. Pues
luego de adquirirlos (metros de áridos, decenas de bloques, bolsas
de cemento, etc.) ¿cómo se monta en el transporte la carga
comprada?¿Cómo hace el ciudadano medio, que vive de su salario, para
llegar con su carga hasta su vivienda o destino, que en gran parte
de los casos están a considerables distancias? Hoy esa actividad
está en manos de los especuladores y oportunistas que siempre
encuentran solución a costa de las necesidades del prójimo por unos
pesitos, que no estaban incluidos en el presupuesto de la
construcción. Desde mi punto de vista, no puede quedar a la suerte
del ciudadano, me parece que el Gobierno debe ofrecer la solución y
debe llegar hasta el final del cómo materializar una idea que
resuelve uno de los mayores problemas que padece la población
cubana.
Hoy sucede que en los rastros surgen personas "bondadosas" que
por unos "pesitos" te cargan los camiones con palitas del Estado
escapándose del trabajo (20 pesos por m3 de lo que sea),
o surgen ayudantes para esos menesteres (un peso por cada bloque a
cargar), o si sales con suerte tienes que convencer a varias
amistades para que ese día falten al trabajo y "te tiren un cabo".
En la transportación sucede que en ocasiones son camiones
particulares (estos no tienen problemas si pagan sus impuestos),
pero en otros casos son estatales, escapados de sus funciones para
"tirarnos ese cabo", "solo" por 200, 250, 300¼
pesos dependiendo de la carga y la distancia y a otro peso cada
bloque. Además de lo que tienes que pagar de la mano de obra, la
madera para encofrar, los materiales que no llegan al rastro y están
en las tiendas a altos precios.
En fin, se establece un mercado subterráneo de servicios
alrededor de la compra de materiales de la construcción, lo que trae
consigo la indisciplina en los centros de trabajo con equipos de
carga, desaprovechamiento de la jornada laboral, altos precios por
encima del de los materiales y dinero que no se repone al Estado,
sino que va a parar a manos de los oportunistas. Hoy no hay
alternativas, para construir el ciudadano tiene que incluir casi un
20 % o más del dinero en la inversión, que no tiene que ver, con el
costo de los materiales o la mano de obra.
Creo que si no le ponemos freno, no va a ser posible controlar y
desde mi forma de ver, la solución está en que sea el Estado el que
garantice esos servicios, siendo este el que fije los precios, para
que los particulares no abusen con los ciudadanos que como yo
vivimos solo del salario y que queremos construir.
D. Moré Oduardo