Publicadas el 23 de diciembre de 2011

Una opinión de un hecho que preocupa

No hay a instancia nacional quien no reconozca que el actual salario es insuficiente, y por otro lado con mucha razón se plantea la necesidad de elevar la productividad como vía principal para la solución de este dilema.

Soy del criterio, que con estos dos puntos hay un consenso elevado entre la población honesta y trabajadora, pero hay una realidad: nuestro salario real se ha ido deteriorando en los últimos 20 años.

Existen varios elementos que atentan contra esta caída del ingreso real (amén de la caída de nuestra eficiencia productiva): las tasas de ganancia o margen comercial de las entidades comercializadoras mayoristas y minoristas, en ambas monedas, parecen ser bastantes elevadas; el mercado mayorista aún no existe; la fórmula básica para estimular la producción agropecuaria es la elevación de precios al productor, medida justa, pero que a fin de cuentas contrae la demanda final, pues el comprador gana lo mismo; la existencia de precios cuestionablemente "no subsidiados" que en realidad se establecen directamente convirtiendo los precios de las entidades recaudadoras de divisas de CUC a CUP para evitar competencia entre uno y otro mercado (no me cabe en la cabeza que una lata de 250 mililitros de refresco tenga igual valor que media libra de arroz importado, con precio "no subsidiado"); prioridad por establecimiento de sistemas de pagos por resultados (a veces no muy reales por ser estos parciales) por escalas de salarios diferenciadas y estimulantes. Hay más elementos, pero considero que estos son suficientes, o los más evidentes.

Si por un lado, nuestro nivel de productividad, en sentido general, es tan bajo que no permite elevar el salario nominal (y que este se convierta en real), por otro, lo poco estimulante que resulta el actual salario tampoco promueve una elevación rápida de la productividad y el problema pasa a ser un círculo vicioso.

Estoy consciente de que el Estado debe velar por mantener el equilibrio macroeconómico en el sentido de evitar el exceso de circulante, la devaluación de la moneda, la inflación, entre muchos más, pero también como se discutió al calor de los Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y la Revolución debe crear resortes que estimulen la necesidad de trabajar y ver el salario como la fuente principal de estimulación material. Esto evitaría y/o limitaría la propensión al delito económico y actuaría como regulador de la disciplina, la exigencia laboral y reduciría el nivel de apatía y desidia, con el cual uno choca con una frecuencia muy alta.

Estimo que con los productores eficientes (de cualquier forma de propiedad), además de precios justos, hay que aplicarles bonificaciones fiscales e intereses bancarios preferenciales (que en la práctica derivan en mayores ingresos); la creación de un mercado mayorista requiere de su apertura lo más pronto posible aunque sea inicialmente parcial; urge revisar las tasas de ganancias o márgenes comerciales de los comercializadores mayoristas y minoristas, en ambas monedas; así como los sistemas de pago para que sean tales y simples (que cada cual sepa cuánto y por qué gana día a día). No me he referido a una revisión de las escalas salariales, creo que tomando medidas que promuevan la elevación del salario real no sería necesario poner más dinero en circulación y todos nos sentiríamos más a gusto y motivados a rendir más.

Sé que este tema es muy complicado, pero es motivación para el debate y la reflexión, y no solo entre los lectores que emitimos nuestros criterios gracias a esta alternativa del órgano oficial de nuestro Partido.

T. Sáenz Coopat

¿Por qué la apatía e indiferencia de no pocos empresarios en perfeccionar los contratos?

Desde hace tiempo es recurrente en muchísimos foros la preocupación por la falta de cultura, cumplimiento o inexistencia del contrato como herramienta jurídica indispensable en el funcionamiento de la economía. Es este el medio indispensable para dejar plasmada la voluntad de las partes que participan en la mayoría de las actividades humanas, de rigurosa y necesaria aplicación en el mundo. Pero, ¿nos hemos preguntado por qué la apatía e indiferencia de la mayoría de los empresarios en perfeccionar estos?

En una reciente Mesa Redonda dedicada a la venta de materiales de la construcción a la población, la Ministra del MINCIN dejaba implícito cómo se incumplían sistemáticamente por las entidades de la industria la entrega de estos a los puntos abiertos para tal fin. La falta de suministros estables y variados de cualquier producto en cualquiera de las tiendas, puntos de venta de cualquier actividad es algo que nos ha acompañado durante muchísimo tiempo, nunca hemos tenido —increíblemente, salvo en los productos normados por la canasta básica—, la certidumbre de que esto ocurra, incluso ni en las tiendas recaudadoras de divisa donde escasean muchísimas veces productos de primera necesidad.

Las preguntas serían: ¿por qué los suministros son deficitarios en nuestros mercados?, ¿por qué la falta de interés de ellos cuando se supone que todos ganarían, la industria, el que comercializa y el cliente final, nosotros, que somos los que accedemos a esos productos y servicios?, pero pagamos los platos rotos.

Los Lineamientos para la Política Económica y Social del país hacen alusión en unos de sus principales preceptos a la importancia de la planificación, pero reconocen por primera vez la función del mercado para el cumplimiento de esos planes, es este, a mi entender, la piedra angular que debemos retomar. No se trata ahora de pasar al otro extremo y declararnos un país con economía de mercado, sino utilizar convenientemente este fenómeno de la economía que, como toda ley tiene segmentos muy positivos y otros negativos.

El derecho de propiedad debe hacerse sentir, no importa que la propiedad de los inmuebles sea estatal o no, sino que, quienes elaboren esos productos y servicios en esas fábricas, talleres o empresas, actúen como sus verdaderos dueños.

I. de J. Hernández Lorenzo

¿Qué respuesta darían?

El plan de construcción y funcionamiento de los consultorios de los médicos de la familia es uno de los procesos más humanistas de la Revolución. A este programa el Estado dedicó gran parte de su presupuesto y el pueblo en general contribuyó voluntariamente a la construcción de dichos consultorios.

Recientemente una médico que trabajó en el consultorio sito en calle 124 esquina a Avenida 37, Marianao, regresó de una misión internacionalista , sintió nostalgia por su consultorio y decidió visitarlo. Al llegar al lugar, o lo que queda del consultorio, sus sentimientos de nostalgia se tornaron en indignación, tristeza, impotencia, incredulidad¼ Lo que allí pudo ver fue algo desolador: al consultorio le habían arrancado puertas y ventanas y se habían robado todos los muebles, incluso los del servicio sanitario; su uso actual es el de escusado público y esto se hace saber por el mal olor y las hojas de las que fueron historias clínicas usadas como papel higiénico regadas por todo el piso. Caminó dos cuadras más y para empeorar su estado anímico se encontró con otro consultorio en similar estado (en Avenida 37 e/ 122 A y 122).

Desafortunadamente para mí, esta médico se encontró conmigo, una vecina del lugar, y después de narrarme lo ocurrido me preguntó: ¿Por qué? Como una simple compañera revolucionaria, le di mi opinión sobre el asunto y le hice saber que frecuentemente experimento los sentimientos que ella sintió ese día y que he tratado de contribuir a la no ocurrencia de este fenómeno infructuosamente, y a la vez me pregunté: ¿qué respuesta darían la FMC, los CDR, el delegado, el presidente del consejo popular, y todas las autoridades de la localidad?

D. Pérez Sol

No debería regir oferta y demanda para el transporte de pasajeros

Por lo que he leído en cartas anteriores y en mis conversaciones con otros perjudicados, el problema de dejar a oferta y demanda el precio de las camionetas privadas que se dedican a transportar pasajeros merece un análisis más profundo.

Hasta ahora nadie me ha podido dar argumentos que convenzan sobre esa medida, que ha logrado irritar al sector de menos ingresos de la población, a los trabajadores, a quienes acuden con frecuencia a hospitales y a estudiantes.

Antes, las tarifas eran topadas de acuerdo con el kilometraje y daban ganancias a los transportistas privados, no esquilmaban a los pasajeros y todos quedábamos satisfechos, aunque como en otras tantas cosas, no había aún correspondencia entre el salario y los precios.

Pero después llegó la liberalización de los precios. Cada chofer cobra a su antojo, según la hora, la demanda, y casi todos subieron el 100 % del valor anterior del pasaje. Lo que costaba cinco pesos, ahora cuesta diez, y así, el alza sigue, hasta pedir más cuando la gente no tiene otro medio a altas horas. Un verdadero abuso. No conozco ningún caso en que hayan bajado siquiera un peso.

En Villa Clara sucede lo mismo. Aunque hay casos excepcionales, como las dos camionetas que cubren el itinerario entre Manicaragua y Güinía, las cuales mantienen el precio inicial en cinco pesos y transportan diariamente a varios estudiantes y trabajadores con tarifas preferenciales, e incluso, gratis, para que puedan llegar a tiempo a sus deberes. Un gesto que todo el pueblo agradece y reconoce.

No sucede así con las que van de Manicaragua a Santa Clara o a Cumanayagua, que subieron a diez, y no son pocas las personas que requieren viajar, pero no pueden pagar tanto por un viaje de ida y vuelta, en un recorrido que es pequeño.

Si uno hace cálculos, se percata rápido de que se pueden fijar topes sin que sean perjudicados los camioneros, aunque lo ideal fuera que el Estado garantizara un transporte público eficiente, estable y a precios asequibles. Al parecer, eso no sucederá en poco tiempo. Por tanto, es necesario que revisen si es pertinente la oferta y la demanda para un servicio tan imprescindible.

Me pregunto, ¿por qué permitirle a alguien expoliar así al pueblo, a un médico que quizás lo atienda en el hospital mañana, o al maestro que puede ser el de su hijo, y gratis como todos los servicios básicos de la Revolución?

La comercialización de carne vacuna

Con el objetivo de brindar otra opinión sobre las propuestas efectuadas por los compañeros que anteriormente escribieron acerca de la comercialización de la carne vacuna, así como el sacrificio y otros elementos que encierran dichos comentarios, escribo esta misiva.

Considero que las necesarias medidas aplicadas contra los bandidos prueban que este tema de hurto y sacrificio es un asunto recurrente. A la menor falla del sistema, de los métodos actuales de "prevención" y penalización de sujetos que inescrupulosamente hurtan, sacrifican y venden carnes de ganado mayor, resurge la problemática del sacrificio ilegal de ganado mayor,

El problema de fondo es otro. ¿Qué tipo de propiedad es aquella en la que usted no es dueño e incluso no puede disponer libremente del bien?

A mi juicio, durante años se ha probado que podrán aplicarse cuantas normas puedan concebirse, podrán implementar miles de planes de prevención, pero el problema no se acabará hasta que se eliminen las causas que lo provocan. El productor debe tener derecho de sacrificar siempre y cuando no afecte la masa ganadera del país. Estoy persuadido que con una política de estimulo vendría aparejado un incremento de la masa ganadera. El control estatal sobre estos sacrificios debe existir sin que se "burocraticen" dichas acciones, la población tiene derecho a adquirir esta preciada carne con las medidas sanitarias que requiere, de forma legal y a precios asequibles. Debemos despojarnos de dogmatismos y esquematismos burocráticos que, al paso del tiempo, más que mejorar han contribuido a la canalización del surgimiento de delitos e indisciplinas sociales y, lo peor, ha traído consigo el decrecimiento de la masa ganadera.

Para los que son economistas, por favor, saquen la cuenta de cuánto ahorraría al país la venta de carne de res en sustitución de otros cárnicos o simplemente una salida al mercado de este en todos los municipios del país. Con precios asequibles en los mercados y al final todos ganarían. Por una parte, el productor tendría ingresos por la venta de las carnes, el Estado por los impuestos sobre las ventas e ingresos personales y el pueblo porque podría adquirir esta carne en los mercados de forma legal y segura y estoy seguro, pero seguro, que la masa ganadera crecería y desaparecerían buena parte de los bandidos.

V. M. Proenza Domínguez

Con los carretilleros… los mercados estatales están cada vez más vacíos

Estábamos muy contentos, porque en los mercados agropecuarios había cierto surtido de algunas viandas, hortalizas y verduras y con más o menos dificultades el pueblo podía adquirir algunas de estas cosas a precios razonables.

A partir de que La Habana se inundó de carretilleros (vendedores de viandas, etc.), que no estoy en contra de que existan y sé que están autorizados por la ley, los mercados comenzaron a estar cada vez más vacíos, no sé si por obra de la casualidad.

Hice un recorrido por Playa y Marianao, buscando viandas y vegetales y excepto en 19 y 42, que en Playa lo llaman "la boutique", en todos los demás lo único que había era boniato con Tetuán y yuca en mal estado, no entiendo cómo es posible que tantos vendedores de carretillas tengan plátano, boniato, calabaza, cebolla, ajo, tomate, malanga, etc., en unos precios excesivos y en los agros estatales o hay mercancía en mal estado o las tarimas están vacías y los dependientes están dormidos del aburrimiento porque no hay nada que vender.

Algo no está funcionando bien.

M. Pous Tapia

Falta de fondos para cambio… pero ¿en una sucursal?

El pasado 14 de diciembre me dirigí a la sucursal eléctrica del Bloque B del Distrito José Martí en Santiago de Cuba a realizar el pago de la factura eléctrica, como todos los meses, ya que el recibo lo dejan en la casa por debajo de la puerta por encontrarnos trabajando.

El día antes mencionado, a las 7:00 a.m. ya me encontraba en dicha sucursal, las cajeras llegaron entre las 7:07 y 7:12 a.m. aproximadamente y como el horario de abrir para atender a la población es a partir de las 8:00 a.m., se pusieron a trabajar en unos documentos, y luego a limpiar con un paño el monitor de la computadora y el área que utilizan como mostrador, la sorpresa fue a la hora de comenzar a cobrar la factura eléctrica cuando tomaron una hoja de papel, le escribieron una nota de tres palabras y la pegaron en el cristal de la ventanilla: "No tenemos cambio".

Yo era el cuarto en la cola, sin contar los casos sociales atendidos, a los que les dábamos paso. Al llegarme el turno le pregunto a la compañera cajera de la ventanilla 2, por qué no tenían menudo, pues toda dependencia debe tener un fondo para cambio, más si se dedica al cobro de facturas y me respondió que era un problema de los jefes, que ella no tenía que ver con ese problema, que si quería mi vuelto que esperara a que alguien de la cola dejara menudo.

Lo curioso del caso es que esto me ha pasado en los últimos cinco meses y no solo a mí sino a todas las personas que delante de mí han pagado en dicha sucursal, a ello le sumo que a escasos 25 metros del lugar hay una Sucursal Bancaria, por lo que me pregunto: ¿Por qué no hay nunca cambio, adónde va a parar el dinero que no se da como cambio, ya que toda caja debe tener un cuadre y me imagino que ellas deben depositar el dinero que dicen las facturas que sería lo establecido, ¿y el dinero que les queda? que imagino no es poco ya que centavos a centavos se llega a pesos y si tenemos en cuenta que sucede con frecuencia para no afirmar que todos los días, ¿a cuánto ascendería en un mes o en los 12 meses? Es una interrogante en la que hay que meditar y a la que la dirección de dicha sucursal debe prestar mucha atención.

L. A. Pérez González

¿Por qué dejamos actuar con esta impunidad?

Mucho se ha expuesto en la prensa radial, televisiva y escrita sobre las continuas violaciones urbanísticas y sanitarias. El cubano con uso de razón que diga que desconoce sobre el tema, estará mintiendo desfachatadamente.

En calle 4 esquina a 35, Consejo Popular Vedado (La Timba) en el municipio de Plaza de la Revolución, se construye un edificio para vivienda, que en cuanto a violaciones con afectación al entorno, enumero:

1. Poseen prácticamente cerrada la calle 35, con la cerca que cierra más allá de la mitad de la vía y con los desechos de materiales de la construcción que se depositan por arrastre en la misma, haciéndola intransitable.

2. Por calle 4, en la vía:

· Derrame de residuos de hormigón que una vez que fraguaron originaron montículos rígidos sobre la capa de rodamiento, en tramo recién pavimentado.

· Depósito de residuos de materiales de la construcción por arrastre desde el interior de la obra por estar estos sin proteger entre vallas.

· Lo que es más grave, mantienen de forma permanente y continua desde que se inician las labores en la obra vertimiento de agua potable desde el interior de la misma que escurre tanto por calle 4 como por 35, manteniéndose, además, este flujo de agua por calle 2 y calle 37. Como consecuencia de este vertimiento, arrastra todo el desecho de los materiales de construcción empleados en la obra y que definitivamente terminan en el sistema del alcantarillado y del drenaje pluvial de Paseo, originando frecuentes obstrucciones en el alcantarillado con las consecuencias negativas en las condiciones higiénico sanitarias del lugar. Destaco que las calles afectadas han sido recién pavimentadas por primera vez desde hace más de 30 años y que ha estado esta zona con focos de mosquitos en medio de la actual campaña que contra el vector Aedes aegypti se lleva desde hace tiempo.

· Al efecto y por propio conocimiento de efecto y causa deberá la entidad del acueducto arreglar en el futuro, como pasó en la llamada zona de desarrollo en Plaza antes del periodo especial, lo que otras dependencias estatales desbarataron irresponsablemente, teniendo que dedicar esfuerzos y recursos no contemplados para estos daños con la correspondiente implicación económica a la cual la entidad violadora estará totalmente ajena.

· Parqueo de vehículos por calle 4 / 35 y 37, que además he observado fregado de los mismos en la calle.

¿Para estos constructores, los vecinos no cuentan?

¿Los responsables de esta obra desconocen los esfuerzos que hace el país en materia de higienización y pavimentación?

¿Cómo estos interpretaron e implementan los Lineamientos del Congreso?, ¿será para ellos solamente consigna?

Debemos construir, pero bien y respetar definitivamente por una vez, las ordenanzas urbanísticas con su entorno ambiental.

R. Durán Orasma

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