Publicadas
el 28 de octubre de 2011
Propiedad y Socialismo: un binomio inseparable
La carta de J. Bernal Camero del 7 de octubre sobre
las panaderías y el arrendamiento ha propiciado otras opiniones,
como la enviada por D’Angelo Hernández publicada el viernes 14. Esto
me motiva a insistir una vez más sobre el tema que considero está en
el fondo de este interesante intercambio: la propiedad y la
construcción socialista.
Quizás muchos pensarán que la forma de organizar la
producción del pan nuestro de cada día se puede decidir muy
sencillamente. Si recurrimos al muy reiterado principio de que el
socialismo es la "propiedad social sobre los medios fundamentales
de producción", seguramente no incluirían entre ellos a las
panaderías. Pero, más que eso, es importante volver a preguntarnos
¿qué es la propiedad social?
Pienso que una muestra de lo poco claro que tenemos
el contenido de la propiedad social socialista, son precisamente los
reiterados robos en nuestras entidades, fenómeno en modo alguno
limitado a las panaderías: si la propiedad social socialista
significa que todos somos dueños, resulta bastante poco comprensible
que un dueño se robe a sí mismo.
No es posible en una carta exponer todas las ideas
que es necesario discutir acerca de la propiedad en la construcción
socialista. Hay una rica experiencia práctica, acumulada en los más
de 90 años transcurridos desde aquel glorioso Octubre ruso. Y una
herencia de reflexión teórica tiene que partir de Marx, Engels y
Lenin, sin ignorar las ideas posteriores de partidarios y enemigos
del socialismo.
No se trata de la defensa a ultranza de la forma
estatal de organización de la propiedad como la hemos conocido hasta
hoy, ni de la tendencia opuesta a encontrar en cooperativas y
trabajo por cuenta propia el paraíso que necesitamos. Tampoco de la
mezcla "controlada" de formas y mecanismos económicos que algunos
proponen.
El contenido socialista de la propiedad no está dado
simplemente por la forma de organización del proceso
económico-productivo; no es solo cómo se organizan las unidades
económicas bajo una u otra forma jurídica. Al mismo tiempo que no
depende exclusivamente de lo que ocurra con los medios
"fundamentales de producción", comúnmente identificados con las
grandes e importantes actividades productivas y de servicios. Este
caso de las panaderías permite ilustrar las complejidades que es
necesario considerar en cuanto a la propiedad, para poder actuar
conscientemente y con eficacia en su necesario perfeccionamiento
socialista.
En momentos tan críticos para nuestro país como los
años 93-95, cuando ese pan que hoy seguimos reclamando con calidad
era casi el único alimento seguro en el día a día del cubano, el
municipio en el que resido —donde era presidente de un Consejo
Popular y por consiguiente delegado de Circunscripción—, fue durante
muchos años ejemplo en la producción de pan. No era un "paraíso",
pero la calidad era superior a la de otros, trabajando con los
mismos insumos; los baches en la producción eran mucho menos
frecuentes y los hechos delictivos prácticamente estaban
erradicados. Estos y otros rasgos caracterizaron el comportamiento
de nuestra UBIA (como se conocía por sus siglas a la empresa del
pan, tan estatal como es hoy), y la llevaron a conquistar y reiterar
la condición de Vanguardia. Nuestros panaderos eran tan cubanos y
trabajadores como otros, no eran "santos" ni tampoco "ladrones"
—como injustamente se generaliza—, no tenían salarios diferentes a
los de otros municipios, ni eran privilegiados en sus condiciones de
trabajo. Por tanto cabría preguntarse: ¿qué identificamos diferente
en el funcionamiento de esta empresa estatal durante estos años, que
mucho tuvo que ver con sus resultados positivos?
Por supuesto que cuando los presidentes de los
Consejos Populares y los delegados de circunscripción nos
relacionábamos con los panaderos en cumplimiento de nuestras
funciones, controlábamos y exigíamos. Y con mucha fuerza, porque
estaban entonces muy frescos los planteamientos del Comandante en
Jefe acerca de lo que quería que fueran los presidentes de Consejos
en Ciudad de La Habana. Pero también compartíamos jornadas de
trabajo con ellos en los "talleres" (como le llaman a la parte donde
se produce el pan en la panadería) y, sin descuidar que
desempeñábamos funciones diferentes en la sociedad, compartíamos los
momentos del proceso productivo, y en buena medida hasta la vida de
los panaderos, con sus interioridades.
También en este municipio tuvimos en esos años un
director de la UBIA que, sin proceder del sector, a los dos meses de
su nombramiento (a lo que muchos nos opusimos pensando en la
"política de cuadros"), ya se conocía por sus nombres y apellidos a
todos los trabajadores de su empresa (ojo: todos, no solo los de su
oficina), y cada día dominaba con mayor profundidad —y se ocupaba—,
de las situaciones personales de ellos, como uno más, sin dejar de
ser el director exigente por los resultados. Por supuesto que
ninguna de las situaciones productivas le era ajena, a pesar de que
ni residía en el municipio. Pero no era el director solo: había un
Sindicato activo, ocupado de los trabajadores, su vida, y de la
marcha y los resultados del proceso productivo, y militantes del
Partido y la UJC que eran los primeros en todo, y con su ejemplo,
desde sus funciones políticas, como trabajadores su labor resultaba
decisiva.
No me he referido a una situación idílica, creada en
la teoría. Algo puedo haber idealizado, pero creo podemos
permitirnos hacerlo cuando nos referimos a historias que vivimos muy
desde adentro, siempre y cuando no deformemos la esencia. Fue una
situación muy real, que resultó posible en momentos muy difíciles
para nuestro país. Una empresa estatal funcionó bien, sin ser
perfecta, en condiciones muy complejas para todos. ¿Por qué?
Merece la pena reflexionar sobre experiencias como
esta. Porque no es la única. Una entidad económica no es solo una
organización productiva o de servicios que responde a determinadas
especificaciones jurídicas, a determinadas normas y mecanismos
económico-administrativos.
Reflexionemos sobre esto para no renunciar a la
empresa estatal, ni olvidarnos de que es necesario cambiar su
situación actual, con otros enfoques, que tenemos que desarrollar a
partir de nuestras realidades actuales. Es importante poder
efectivamente dar cabida en nuestra sociedad a otras formas de
organización de la producción. Pero no "por la libre", ni con
controles que no siempre van a la esencia. Se trata de reproducir
socialismo, que es mucho más que productividad y rentabilidad, y,
sobre todo, es lo único que nos permitirá seguir existiendo como
nación.
J. P. García Brigos
Un seguro inseguro
El pasado día 5 de julio me ocurrió un accidente
conduciendo mi auto Mosckvich cuando regresaba del trabajo. Al día
siguiente fui visitada por el cro. del SEPSA responsabilizado con
elaborar el dictamen de los daños en mi vehículo.
En casi 30 años de asegurada es primera vez que
choco y nunca había solicitado los servicios de dicha empresa.
El día 14 de julio me fue comunicado vía telefónica
por agentes del SEPSA que ya estaba concluido el dictamen final y
que lo pasaban a las oficinas de la ESEN y posteriormente me
informaron que me pagarían la suma de $973,70 CUP.
Inmediatamente realicé una reclamación donde
planteaba algunas dudas sobre la base de cálculo y otras, debo
aclarar que fui muy bien atendida por el Jurídico y la Económica de
la ESEN, los que respondieron mis interrogantes que comparto con
ustedes.
1) Lo que pagamos al seguro no es acumulativo, es
decir, que da igual que ud., lleve pagando el seguro casi 30 años
como es mi caso, a que lleve un mes, el cálculo de la tasa es el
mismo.
2) Con el dinero que yo he ingresado al seguro se
han reparado unos cuantos autos, es sorprendente que se me asigne
$973,70 CUP, que de más está aclarar no alcanza ni para empezar,
teniendo en cuenta los precios actuales.
3) El seguro no posee talleres donde puedan ser
reparados los autos bajo estas condiciones.
4) Para cambiar el auto o autorizar la compra de una
carrocería son tantos los requisitos que realmente es preferible no
adquirirlos porque el auto habría quedado en bastante mal estado,
eso es sin considerar como quedaría el que lo iba manejando.
Durante casi 30 años me sentí segura y protegida
pagando mes a mes la cuota asignada.
¿Creen realmente que con $973,70 MN, pueda reparar
el auto al que hay que poner puertas nuevas y la columna partida?
¿Creen que casos como el mío deben seguir pagando el
seguro para que cuando lo necesiten no sea representativa su ayuda?
No entiendo por qué no hay una política de
bonificación como especie de estímulo y la ESEN mide a todo el mundo
por igual.
Realmente han logrado que me sienta totalmente sola,
desprotegida, y sobre todo INSEGURA DEL SEGURO.
L.T. Fernández Manso
Precios desmesurados de los camiones particulares en
la ruta Las Tunas-Camagüey
Resido en la ciudad de Camagüey, pero por tener gran
parte de mi familia en Puerto Padre, Las Tunas, viajo con frecuencia
hacia allá. Mi inquietud es sobre los precios desmesurados de los
camiones particulares. La ruta Camagüey-Las Tunas, de un precio
inicial de $10,00 subió a $20,00 (100 %), y Las Tunas-Puerto Padre
de $2,60 a $10,00 (284 %). ¿Han subido tanto los impuestos de
transportación como para que los transportistas privados hayan
aumentado tanto el precio? No lo creo.
Tengo entendido que el Estado no interviene en la
tan cacareada "oferta y demanda". Pienso que debe ser así para otras
actividades que no sean de primera necesidad, como por ejemplo, los
paladares, pues se supone que quienes los visitan tienen cierta
solvencia económica, muy diferente a la gran cantidad de personas
que se ven obligadas a utilizar este tipo de transporte. Estoy
seguro de que esta no es una situación local, que debe estar
afectando a muchos en el país. Considero que el Estado sí debe
ponerle coto a estos precios hasta tanto él no sea capaz de ofrecer
alternativas en correspondencia con los salarios actuales, o se
resuelvan las condiciones que están provocando el incremento en el
importe de los pasajes.
Por último, pero por ello no menos importante,
pienso que las autoridades pertinentes deberían exigir con mayor
rigor y hacer cumplir a los transportistas privados las condiciones
mínimas de seguridad y confort que todo transporte de pasajeros
debería ofrecer, y que en su mayoría no ofrecen actualmente.
J. F. Reyes Velázquez
Hay que cambiar de mentalidad… ¿Qué nos quieren
decir?
Hace mucho nos vienen pidiendo que cambiemos de
mentalidad, pero casi nunca nos dicen cómo debe ser el cambio. Esta
imprecisión nos lleva a que cada cual aplique su visión en ese
cambio de mentalidad. Por tanto, quisiera exponerles cuál es mi
visión.
Voy a brindarles un ejemplo que no quisiera que se
tomara como una receta que haya que aplicar como la expreso y sí
tomemos en cuenta la necesidad de pensar diferente, alejándonos de
las recetas capitalistas y acercándonos a soluciones comunistas.
Voy a partir de cómo actúa el sistema capitalista en
la solución de los problemas económicos y sociales en algunas
actividades muy conocidas. Por otra parte, qué hemos hecho nosotros
en ese sentido. Y, por último, cómo, en mi visión, deberíamos actuar
para solucionar los problemas bajo la premisa que señalo en el
párrafo anterior.
¿Cómo actúa el capitalismo en cuanto a la Educación
Superior?
La educación superior en el capitalismo es elitista.
El sistema busca controlar el acceso a la educación superior para
poder asegurar un ejército de trabajadores dedicados a tareas
menores, sin los conocimientos necesarios que lo hagan comprender la
explotación a que es sometido y por sus mecanismos económicos logra
que fundamentalmente solo los de buena posición económica puedan
acceder al conocimiento.
¿Cuál es uno de los principios fundamentales de
nuestro sistema? Lograr que exista la oportunidad y la posibilidad
de todas las personas, sin ningún tipo de discriminación, para que
puedan tener acceso a los conocimientos y a desarrollar todas sus
potencialidades al máximo.
¿Qué sucede con la aplicación de este principio?
Como lo preveía, en el sistema capitalista comienzan a escasear los
trabajadores manuales, se produce un cambio en la pirámide de
salarios, ganando más los que incluso saben menos, creándose un
desestímulo en la educación y en el trabajo.
¿Cuál es mi visión de cómo resolver este problema
cambiando de mentalidad?
Primero, no debemos cambiar la premisa de brindar la
posibilidad de que todas las personas puedan estudiar y llegar hasta
donde su capacidad les dé, por medio de todo el sistema de educación
del país (curso regular, cursos por encuentro, cursos dirigidos,
universalización y todas las variantes que se puedan instaurar).
Solo se deben asegurar los puestos de trabajo para
los profesionales que sean necesarios, y estos puestos los
adquirirían los más integrales. Los que no accedan a puestos de
profesionales, tendrán asegurados puestos de técnico e incluso de
obreros, pero bajo la premisa de que al salario que cobren por el
puesto que ocupen se le agregaría un plus por los conocimientos que
tengan.
Los trabajadores en puestos de profesionales podrían
ser sacados de esos puestos, para categorías inferiores, si no
demuestran sus conocimientos y capacidad.
Los profesionales en puestos de técnico u obreros
podrían acceder a puestos de profesionales que se pondrían a
oposición.
¿Qué se lograría con estas acciones?
Convertiríamos el conocimiento y la capacidad en la
motivación mayor de estudiantes y trabajadores, por encima de la
motivación económica.
Aumentaría el nivel de conocimientos de
profesionales, técnicos y obreros.
Por supuesto que mejoraría todo el sistema con una
solución social y no económica.
No creo ser el primero en hablar de esto. Ya Fidel
lo dijo al principio de la Revolución. Pero nunca se han tomado
medidas para hacer viable esta posibilidad.
Insisto en que no quisiera que esta variante sea una
receta que se deba considerar como perfecta. Los especialistas del
tema pueden encontrar otras variantes. Lo que estoy seguro es que
esta es una visión de cambio de mentalidad que se ajusta a lo que me
gustaría ver aplicar en muchos frentes.
J. Gutiérrez Alonso
Mal trabajo de empresa eléctrica
El 19 de agosto, noté que uno de los cables
eléctricos que alimentan mi vivienda estaba en falso contacto, y se
encontraba enrojecido en el apoyo del techo; llamé al 108, número
que tiene la empresa eléctrica donde se reportan las averías y
planteé lo que me sucedía, aunque permanecía con electricidad en la
vivienda, solo para tratar de prever algún daño que de esto pudiera
derivarse.
El 20 de agosto, aproximadamente a las 11:00 a.m.
llegó el carro para atender mi queja, y a la hora de conectar mi
acometida eléctrica instalaron una fase de 110 voltios al neutro,
provocando que me entraron 220 volt a mi vivienda, dañándome varios
equipos y parte del alumbrado.
Se llamó al despacho, y se informó de los equipos
que me fueron dañados, relacionando el tamaño, la marca y el color
de dichos equipos; un carro de la empresa eléctrica con otra
tripulación y personal de más experiencia con instrumentos de
medición me normalizaron el servicio y le comunicaron al despachador
los equipos dañados. Me dieron algunos números de reportes, en este
caso tres. Me explicaron que una comisión se reuniría a analizar mi
situación, comisión esta presidida por el director municipal de la
empresa. Al pasar varios días y ver que mi caso seguía sin solución,
y yo seguía sin iluminación en la vivienda y con mis equipos
dañados, sin preocuparse nadie de resolver lo más rápido posible la
situación que me fue creada: llegar de mi trabajo y encontrarme día
a día mi vivienda oscura sin recursos para comprar o reparar lo que
con esfuerzos he obtenido con el transcurso de los años.
Aproximadamente tres semanas después empecé a tratar
de localizar al director municipal, siendo imposible localizarlo;
cuando al final me logré comunicar con él, estaba apurado. Considero
que fui maltratado ya que no escuchó mi problema, alegando que no me
podía atender, y atiborrándome con sus problemas internos cuando los
míos al parecer no importaban, por lo que tuvimos algunas palabras,
no poniéndonos de acuerdo en el diálogo.
El 30 de septiembre una inspectora llegó a mi
vivienda y me informó que mi queja no procedía, me entregó una
planilla por la que tenía 10 días hábiles para establecer
reclamación al Director Provincial, reclamación que entregué el 4 de
octubre, y que el Director Provincial tenía 60 días para darme
respuesta, tiempo este que yo estaré sin iluminación y careciendo de
lo que se me dañó.
En un caso de tanta transparencia como este, que por
la equivocación de la técnica de una empresa y el mal trabajo de una
comisión, donde con la autoridad que le da el poder sin analizar
nada, no puedo pensar en otra razón que pudiera dictaminar que esta
queja mía no procedía, aun cuando inspectores y trabajadores
confirman haberse equivocado y reconocen este error.
Hace unos días escuché algo así: "En la justicia no
cabe demora y quien dilate su cumplimiento la vuelve contra sí".
J. A. Román Brunet
Problemas con los servicios del Banco Metropolitano
Quisiera informar sobre situaciones que generan un
mal servicio en las sucursales del Banco Metropolitano. El 18 de
octubre fui a la sucursal 2472 del Banco Metropolitano, cita en
calle 23 entre 4 y 6, Vedado, Plaza de la Revolución, donde tengo
una cuenta de formación de fondos, a partir de mi salario, que vengo
utilizando desde hace ya varios años.
Al presentar una situación de urgencia personal,
necesitaba extraer dinero de mi cuenta bancaria para afrontarla. Sin
embargo, a pesar de llegar allí a las 8:40 a.m. (abre a las 8:30
a.m.), cuando entré me informaron que el banco solo podía hacer
algunas operaciones manuales, pues desde hacía varios días habían
afrontado problemas con el módem y la instancia superior no le había
dado respuesta aún, por lo que no tenían "conexión". Al haber hecho
ya tres extracciones en mi cuenta durante el año, no me quedaba otra
opción que cerrar la misma para poder tener acceso al dinero y
precisamente este tipo de operaciones no se podía hacer debido a la
situación creada.
Para poder hacer la gestión tuve que moverme desde
mi municipio (La Lisa) hasta esa sucursal, pues solo donde había
abierto la cuenta es donde podía realizar la operación, perjudicar
mi jornada laboral (pues en horario nocturno el banco cierra) y aun
así no pude resolver.
Al solicitar hablar con la administradora, me
explicó que había varias sucursales en ese estado y que al parecer
no se había logrado ubicar módems de reserva en ETECSA para
sustituir el dañado y no podía darme un pronóstico de cuándo pudiera
quedar resuelta la situación. Según me informó, de acuerdo con las
medidas establecidas por el Banco Metropolitano no podía hacer
operaciones con mi cuenta y obtener mi dinero en ninguna otra
sucursal, solo en esta y tenía entonces que esperar a que se
resolviera el problema. Me dio el teléfono de la unidad para que
llamara y me informaran. Llamé durante todo el día casi hasta las
5:00 p.m. y no lo habían solucionado y además seguían sin
pronósticos.
El resultado es que no pude acceder a un dinero que
me pertenece y me es necesario para resolver un problema personal,
perdí mi tiempo y mi viaje. Al parecer, en el Banco Metropolitano a
nadie parece inmutarle el hecho de que las personas no puedan tener
acceso a sus cuentas y dinero, pues pase lo que pase, aun en las
situaciones más graves, la institución tiene que tener como premisa
fundamental de su servicio, que los clientes que depositan sus
ahorros y confían en el banco tengan acceso a los mismos cuando les
sea necesario y se les preste un servicio que sea una ayuda, y no
una traba.
Sin embargo, entre un conjunto de medidas y
reglamentos que limitan los derechos de los clientes y les complican
la vida (como los que mencioné aquí), y las demoras en dar
soluciones en tiempo adecuado ante situaciones imprevistas, se crean
situaciones que perjudican a los usuarios y no se toman medidas
extraordinarias para lograr preservar su interés por encima del de
la institución.
En los Lineamientos aprobados se especificaron muy
bien cambios a implementar en la política bancaria, entre muchas
otras cosas, y creo que los mismos deben comenzar a implementarse ya
con la visión de la satisfacción, seguridad y comodidad de los
clientes y no de las instituciones en primera instancia.
A. Castillo Vitlloch
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