Publicadas el 23 de septiembre de 2011

La tierra y los campesinos

El desafío mayor que enfrenta el país es el de incrementar la producción de alimentos. Las transformaciones en los demás sectores de la economía y la sociedad dependen mucho de eso. No solamente porque la importación de alimentos es una sangría insostenible para la economía nacional, sino porque las carencias cotidianas de alimentos entorpecen el normal funcionamiento de nuestras vidas y crean generalizado malestar social. Creo que lo primero que debemos hacer en el proceso de actualización del modelo económico es lograr que la agricultura produzca alimentos suficientes para alimentarnos.

Para lograr eso, en mi modesto criterio, hay que darles la tierra a los campesinos. Pero hay que dárselas de verdad. No puede ser que después de diez años de trabajar para poner en condiciones tierras infestadas de marabú, se enfrente el campesino con la disyuntiva de que el usufructo otorgado puede ser renovado, lo cual quiere decir, evidentemente, que también puede no ser renovado. Además, ¿se irán miles de familias a dedicar sus vidas a una empresa ardua como es la de la agricultura si sus hijos no heredarán los frutos de su esfuerzo? El único requisito que el país debe exigir a los que reciban la tierra es que esta esté debidamente atendida y en producción.

Es necesario, por otra parte, que el dueño de la tierra lo sea del fruto de su trabajo. Aunque el consejo de qué crece mejor en un determinado suelo es útil, no puede ser que se le diga al campesino qué tiene que sembrar y que luego la mayor parte se le requise por un precio inferior al del mercado. El que trabaja la tierra debe ser dueño de decidir qué cultivará, a quién y a qué precio lo venderá. ¿Por qué se le ha de forzar a vender a un intermediario como Acopio que paga mal, tarde, incumple con la recogida de los productos y, según dicen los economistas, es responsable de que más de la mitad de lo que produce nuestra agricultura no llegue a nuestra mesa?

El país necesita reconstruir el campesinado y garantizar su reproducción como sector social y como cultura. La agricultura es obra de sacrificio y eso demanda amor por la tierra y por los animales. Pero ese amor no surge de conferencias edificantes, sino de que los hombres y mujeres del campo sean verdaderos dueños de esa tierra, de esas plantas y de esos animales, para que desde esa posición asuman las serias responsabilidades que tal condición implica.

No se puede idealizar al campesino. La relación de sus intereses particulares con los del resto de la sociedad es tan contradictoria como la de los obreros o la de los funcionarios. Pero he visto al campesino trabajar de sol a sol, sin salarios, sin jefes de brigada, enfermarse de tristeza cuando se le enferma un animal, marchitarse con las plantas cuando la seca arrecia. Sin idealismos estériles, yo quisiera ver nuestros campos libres del marabú que los llena de horizonte a horizonte, bien atendidos por familias dueñas de la tierra y de sus futuros, con árboles maderables que den sombra al ganado y muchas, muchas palmas reales. No es solo por la comida, tan necesaria, es también por la Patria.

M. de J. Velázquez León

Problemas con las bicicletas

Mi carta está relacionada con una problemática que se da hace mucho tiempo en mi pueblo; soy natural de Bayamo, en la provincia de Granma, y como ya es conocido aquí hay mucha gente que tiene la bicicleta como una de las escasas opciones de transportación personal.

Concretamente quiero referirme a la falta, desde hace bastante tiempo, de piezas de repuesto y gomas en la red de tiendas del Estado, sin embargo, muchas personas con permiso o patente para reparar dichos ciclos o en el mercado negro, tienen todo tipo de aditamentos y agregados a precios exorbitantes e inalcanzables para un trabajador común que depende de un salario que gana con mucho sacrificio; el caso de los neumáticos es agobiante pues en el mercado estatal no hay posibilidades de adquirirlos, y cuando aparecen es increíble como unos pocos los compran en grandes cantidades y luego los revenden varias veces por encima del precio real. Ejemplo: una goma para bicicleta 26 todoterreno cuesta hasta 25 cuc, la misma goma en las tiendas de recaudación de divisas cuesta 4 o 5 cuc y no quiero referirme a la calidad, que en muchas ocasiones duran dos o tres meses, o días en el peor de los casos.

Así sucede con todo tipo de piezas para los ciclos, y yo pregunto, dónde adquieren las mismas estos reparadores-vendedores que en todas las épocas del año poseen estas ofertas, ¿quién les regula a estos trabajadores por cuenta propia el precio de estos aditamentos tan necesarios? No creo que eso tenga que ver con la cacareada oferta y demanda, ¿es legal la venta de los mismos o son el producto de un mercachifleo sin controles o el acaparamiento desmedido?

Quisiera saber si el Estado cubano, amén de las dificultades económicas, pudiera asegurar que la venta de estos recursos llegue a una mayor cantidad de personas sin que medien los especuladores que al fin y al cabo están lucrando con el poco dinero que gana un trabajador en nuestro país.

Conozco que el Estado hace esfuerzos por ajustar muchos aspectos de la economía en Cuba y esto también debe ser objeto de una restructuración para que los trabajadores podamos desplazarnos para nuestros centros laborales y también gestionar los avatares diarios de un hogar.

J. L. Maceo Núñez

¿Cuándo resolveremos el problema del pan?

El pan lo hacen: malo, crudo, chiquitico, sin peso, se rompe la panadería, no llega en el día, lo traen con faltante, lo dan doble al otro día, lo traen por la tarde y la mayoría de las personas viene a buscarlo por la mañana y ni hablar de la calidad porque como regla sustraen el aceite, la sal, el azúcar y la harina para hacer negocios con particulares que quieren obtener "plusvalía" a costa del robo al Estado.

Todo eso se puede resolver llevando adelante los Lineamientos acordados en el Sexto Congreso y entregando las panaderías en arrendamiento a los trabajadores; que el Estado les venda los insumos y que produzcan pan de calidad y vamos a ver si se roban ellos mismos.

Acabemos de convencernos de que hoy no hay otra solución, sigue el robo entre administrador y los trabajadores y eso deforma la conciencia del ser humano.

Por eso creo que debemos:

1-. Arrendar las panaderías a los trabajadores, con su reglamentación y si no cumple con lo reglamentado, vas fuera.

2.- Que el Estado les suministre los insumos y ellos paguen el arrendamiento, la luz, el agua y el salario, así veremos que no se pierde el aceite, el azúcar, la sal y la harina, porque ellos mismos no se van a robar.

3.- Si queremos, que se haga experimental en un municipio y veremos que las panaderías no se van a romper como sucede ahora, ni el pan tendrá la pésima calidad que tiene ahora.

4.- Que se ponga por la libre a un precio superior al actual, de acuerdo a las variedades, porque se pueden hacer con las mismas materias primas variadas formas del pan, excelencia que se ha perdido.

J. Rodríguez Vega

Sobre la respuesta a “Rodeo en El Rodeo”

La respuesta de Marlene Pedraza Bécquer, jefa de grupo del Departamento de Protección al Consumidor de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía es muy breve, pero tiene a mi juicio múltiples lecturas:

En primer lugar justifica un viejo refrán castellano: "La soga se rompe siempre por el lado más débil".

La desproporción entre las sanciones aplicadas a los funcionarios administrativos (máximos responsables ante el pueblo y el Estado de todo lo que acontezca en la instalación) y las sanciones aplicadas a los trabajadores que muchas veces laboran sin el adecuado control por parte de los designados para ello es evidente.

En segundo lugar se interpreta que se ha querido aleccionar a los dependientes y justificar a los funcionarios, tal vez por algún tipo de raro compromiso de uno u otro tipo. Eso es lo que yo interpreté y no deseo que me repliquen, porque mi objetivo no es polemizar, sino alertar sobre un problema que va echando raíces: los funcionarios de los eslabones intermedios y de la base hacen y deshacen y a lo sumo solo sufren de un traslado de unidad y la vida sigue igual. Tengo derecho a pensar que en esos casos media soborno u otro ardid para mantener en sus puestos a los responsables irresponsables que pululan por ahí.

Y por lo menos esta empresa contestó.

M. Cárdenas Rojas

Más quejas sobre la distribución de la prensa

Al leer la queja "La prensa que no llega", de M. Mon León el pasado 26 de agosto pensé que al fin tendría solución tanto tiempo de irregularidades en la distribución de la prensa por parte de la oficina de correos de Línea y Paseo (zona 10400), pero qué lejos estaba de la realidad y porqué. Veamos la muestra de poco más de una semana:

Lunes 29 de agosto: no la trajeron.

Martes 30 de agosto: no la trajeron.

Miércoles 31 de agosto: no la trajeron ni llegó nunca , pero ese día distribuyeron los del 29 y el 30.

Jueves 1ro. de septiembre: no la trajeron ni llegó después.

Lunes 5 de septiembre: no la trajeron.

Martes 6 de septiembre: no llegó.

Miércoles 7 de septiembre (5:00 p.m.): no ha llegado.

Como se observará "el cuartico está igualito", no hay respuesta ni solución por parte de los que dirigen la distribución de la prensa en la zona postal de Paseo, ni planteándoselo a los responsables de dicha zona, quejas a otros niveles e incluso a Cartas a la Dirección.

¿Qué hacer? ¿Adónde acudir?

R. González Luis

Enfrentar lo incorrecto en la asistencia médica

El domingo 14 de agosto a las 11:00 p.m. fui con mi hijo al policlínico Capdevila por la siguiente razón: un carpintero dejó encima de la cómoda de su cuarto un frasco que decía por fuera crema facial y lo que realmente contenía era alcohol de madera.

Mi hijo se la aplicó, equivocadamente, en toda la cara, pues coincidentemente, en la casa existe un pomo con iguales características. Lo llevamos a casa de una dermatóloga, vecina nuestra, y ella dictaminó que tenía quemaduras en la piel, sugiriendo el tratamiento con Triamcinolona en crema. No pudo emitir la receta porque llevaba 48 horas de operada de la vista.

Después de esta necesaria introducción les cuento que acudimos al médico de guardia en el policlínico Capdevila para solicitar una receta. La respuesta del doctor fue que solamente tenía tres recetas y que eran para una urgencia, por tanto, no podía entregar la receta que mi hijo necesitaba.

En primera instancia, ¿cómo es posible que un médico de guardia a las 11:00 p.m. solo tenga tres recetas en su poder culminando al siguiente día a las 8:00 a.m.? Además, todo eso fue en el parqueo del policlínico, ni siquiera tuvo la ética de atenderlo dentro de la consulta. Considero que eso es una indisciplina: encontrarse conversando fuera de su puesto de trabajo.

Nuestros principales dirigentes, Fidel, Raúl y Machado Ventura siempre han sido muy claros al decir que se enfrente con valor lo incorrecto.

Considero que con médicos con esas actitudes estamos poniendo en peligro el prestigio de la salud pública de nuestro país y el denodado esfuerzo del personal de la salud, incluido el de ese policlínico donde mi familia y yo siempre hemos recibido una óptima atención. Debemos ser vigilantes contra acciones como estas que conforman el silencioso y dañino "bloqueo interno" que tanto irrita a nuestro pueblo.

Me encuentro indignada y así se lo expresé al médico. Procedo de una familia extremadamente humilde. Tal vez ese médico que nos negó la receta, en el capitalismo no hubiera podido estudiar la carrera de Medicina y en mi conversación con él le dije: "Soy profesora de la educación superior. ¿Le gustaría que tuviera un hijo que fuera mi alumno y tuviera dudas antes del examen y yo le contestara que me dieron una tiza para el día, ya la consumí y que por ese motivo no le puedo aclarar las dudas en la pizarra?" No me contestó absolutamente nada.

Debo significar que se lo comuniqué a la directora del policlínico y me planteó que le hiciera una carta para tomar las medidas con el médico por lo sucedido. Su atención fue paciente y amable. Confío en que se tomen las medidas pertinentes con dicho médico y que además sea informado todo el personal del policlínico. No por el mero hecho de sancionar, sino para educar.

M. A. Morales Hornía

Los ciudadanos y las instituciones

Hace unos días escuchaba en la radio un comentario sobre un hueco dejado en la calle por una institución, donde había caído una señora y se fracturó las piernas o un corte de electricidad por error que dejó a un cliente varios días sin servicio. Así se reflejan casos y más casos de daños a la ciudadanía por instituciones, que luego responden con el clásico harakiri: comisiones y amonestaciones, separaciones y para cerrar se emiten disculpas a los perjudicados, luego de visitarlos y darles a conocer las medidas tomadas que con anterioridad no previeron.

Tomando como ejemplo el primer caso, vale preguntar: ¿Cuánto costó a Cuba el tratamiento médico de la señora?, ¿cómo se afectó su salud, su economía, si es trabajadora y recibió subsidio por enfermedad?, ¿algún familiar tuvo que dejar su trabajo para atenderla?, y así una larga cadena de daños físicos y económicos que nadie paga. Pensemos que el responsable de dejar el hueco en la vía sin señalizar, ha dormido a pierna suelta, quizás hasta sin saber lo sucedido. Pero ¿a dónde acudir para que pague por su negligencia? ¿Existe en nuestras leyes la posibilidad de que un ciudadano demande a una institución o al responsable para que pague no solo al perjudicado, sino a otras instituciones los gastos ocasionados por su causa?

Las instituciones están formadas y dirigidas por hombres o mujeres que son los responsables ante la ley. Cuando estos tengan que responder por los perjuicios que ocasionen, muchas chapucerías y negligencias quedarían resueltas.

E. Fraga

Opinión de un trabajador de la salud

Hace unos días en mi centro de trabajo, el Hospital Universitario Materno-infantil Eusebio Hernández, donde me desempeño como Ginecobstetra, el director leía una carta de nuestro Ministro dirigida a los médicos acerca de un escrito que se publicó en el diario Gramna sobre insatisfacciones de la población en cuanto a los servicios de salud brindados y sobre todo de la conducta de algunos profesionales de la salud, en este caso médicos que por una u otras razones no respetaban el derecho de los pacientes en las consultas médicas, etc., etc., lo cual consideramos es algo que debe eliminarse de nuestra práctica diaria.

Sin embargo, creo que esto se extiende un poco más. El viernes pasado cuando salí del hospital, después de cumplir con mi jornada laboral que ese día era en la unidad quirúrgica y se realizaron un total de 12 intervenciones como parte de un equipo de médicos, pues me dirigí a la terminal del Lido situada cerca de mi centro laboral en el municipio de Marianao, donde tomo el único medio de transporte en el que puedo acudir de mi hogar situado en el municipio de Bauta a unos 24 kilómetros de distancia.

Aunque no es un gran trayecto, el único medio posible es a través de los muy famosos camiones que son de trabajadores por cuenta propia, pues bien casi me agreden físicamente el conductor y el chofer cuando reclamé porque se me quería cobrar la suma de 10 pesos desde el Lido a Bauta. Yo les explique que todos los días viajo por ese medio y el monto es de 5 pesos, lo que en las tarifas de precio no es lo oficial, pero simplemente su respuesta fue que ahora es oferta y demanda y si "le daba la gana" de pedir 10 o 20 pesos me montaba o no regresaba a mi casa.

Qué gran ironía, me decía, a lo mejor el próximo viernes un familiar de esos personajes es operado gratuitamente y con todas las atenciones por mi equipo de trabajo, logros que se pueden tener solamente en una sociedad socialista como la nuestra y ahora cómo es posible que esas personas trabajadores por cuenta propia, que ciertamente abonan al Estado una tarifa, puedan libremente imponer un precio a la población sin un control o un límite adecuado a los salarios del pueblo. Qué trabajador como yo puede destinar en este caso 10 pesos para ir y venir diariamente al trabajo, serían más de 400 pesos solo en transporte.

J. C. Fariñas Carmona

Trámites de jubilación

A diario leemos sobre la necesidad de ahorrar, incluso hoy los sindicatos están envueltos en un proceso de discusión con todos los trabajadores para fomentar la conciencia en torno al ahorro de todo tipo de recursos; sin embargo, tropezamos con dificultades burocráticas y de otra índole que van en contra de este tan importante indicador.

Laboro en la División Occidente de EMPERCAP (Empresa de Perforación y Reparación de Pozos de Petróleo y Gas que radica en el municipio de Santa Cruz del Norte, provincia de Mayabeque y la Dirección General está ubicada en Guásimas, municipio de Cárdenas. Todos los trámites para la jubilación se realizaban en nuestro municipio a solo 10 km de nuestra entidad, ahora le plantearon a nuestro especialista de Capital Humano por INASS que todos estos trámites deben llevarse a cabo en Cárdenas, que está a unos 100 o 110 km de nuestra unidad.

En nuestra área hay un total de 375 trabajadores con sus expedientes laborales en nuestro departamento de RRHH y aproximadamente el 90 % reside dentro de la provincia y la fuerza laboral que se contrata debe ser del municipio.

Yo pregunto: ¿Cuántos viajes habrá que realizar de más de 100 km para presentar el expediente? Si todo sale bien, llevar al hombre a firmar (una firma) o sea 100 km de ida e igual recorrido de regreso, además de tener suerte que la persona que atiende esta actividad esté en su puesto laboral ese día.

¿Cuántos litros de combustible se gastarían en estas gestiones?

El compañero Raúl expresó en una reunión del Consejo de Ministros que en estos momentos el mayor aporte que podemos hacer a la economía es eliminar el derroche, lo cual no significa dejar de prestar servicios, sino hacerlos más eficientes y con más calidad.

Sobran las palabras.

N. Hernández Amores

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