La tierra y los campesinos
El desafío mayor que enfrenta el país es el de
incrementar la producción de alimentos. Las transformaciones en los
demás sectores de la economía y la sociedad dependen mucho de eso.
No solamente porque la importación de alimentos es una sangría
insostenible para la economía nacional, sino porque las carencias
cotidianas de alimentos entorpecen el normal funcionamiento de
nuestras vidas y crean generalizado malestar social. Creo que lo
primero que debemos hacer en el proceso de actualización del modelo
económico es lograr que la agricultura produzca alimentos
suficientes para alimentarnos.
Para lograr eso, en mi modesto criterio, hay que
darles la tierra a los campesinos. Pero hay que dárselas de verdad.
No puede ser que después de diez años de trabajar para poner en
condiciones tierras infestadas de marabú, se enfrente el campesino
con la disyuntiva de que el usufructo otorgado puede ser renovado,
lo cual quiere decir, evidentemente, que también puede no ser
renovado. Además, ¿se irán miles de familias a dedicar sus vidas a
una empresa ardua como es la de la agricultura si sus hijos no
heredarán los frutos de su esfuerzo? El único requisito que el país
debe exigir a los que reciban la tierra es que esta esté debidamente
atendida y en producción.
Es necesario, por otra parte, que el dueño de la
tierra lo sea del fruto de su trabajo. Aunque el consejo de qué
crece mejor en un determinado suelo es útil, no puede ser que se le
diga al campesino qué tiene que sembrar y que luego la mayor parte
se le requise por un precio inferior al del mercado. El que trabaja
la tierra debe ser dueño de decidir qué cultivará, a quién y a qué
precio lo venderá. ¿Por qué se le ha de forzar a vender a un
intermediario como Acopio que paga mal, tarde, incumple con la
recogida de los productos y, según dicen los economistas, es
responsable de que más de la mitad de lo que produce nuestra
agricultura no llegue a nuestra mesa?
El país necesita reconstruir el campesinado y
garantizar su reproducción como sector social y como cultura. La
agricultura es obra de sacrificio y eso demanda amor por la tierra y
por los animales. Pero ese amor no surge de conferencias
edificantes, sino de que los hombres y mujeres del campo sean
verdaderos dueños de esa tierra, de esas plantas y de esos animales,
para que desde esa posición asuman las serias responsabilidades que
tal condición implica.
No se puede idealizar al campesino. La relación de
sus intereses particulares con los del resto de la sociedad es tan
contradictoria como la de los obreros o la de los funcionarios. Pero
he visto al campesino trabajar de sol a sol, sin salarios, sin jefes
de brigada, enfermarse de tristeza cuando se le enferma un animal,
marchitarse con las plantas cuando la seca arrecia. Sin idealismos
estériles, yo quisiera ver nuestros campos libres del marabú que los
llena de horizonte a horizonte, bien atendidos por familias dueñas
de la tierra y de sus futuros, con árboles maderables que den sombra
al ganado y muchas, muchas palmas reales. No es solo por la comida,
tan necesaria, es también por la Patria.
M. de J. Velázquez León
Problemas con las bicicletas
Mi carta está relacionada con una problemática que
se da hace mucho tiempo en mi pueblo; soy natural de Bayamo, en la
provincia de Granma, y como ya es conocido aquí hay mucha gente que
tiene la bicicleta como una de las escasas opciones de
transportación personal.
Concretamente quiero referirme a la falta, desde
hace bastante tiempo, de piezas de repuesto y gomas en la red de
tiendas del Estado, sin embargo, muchas personas con permiso o
patente para reparar dichos ciclos o en el mercado negro, tienen
todo tipo de aditamentos y agregados a precios exorbitantes e
inalcanzables para un trabajador común que depende de un salario que
gana con mucho sacrificio; el caso de los neumáticos es agobiante
pues en el mercado estatal no hay posibilidades de adquirirlos, y
cuando aparecen es increíble como unos pocos los compran en grandes
cantidades y luego los revenden varias veces por encima del precio
real. Ejemplo: una goma para bicicleta 26 todoterreno cuesta hasta
25 cuc, la misma goma en las tiendas de recaudación de divisas
cuesta 4 o 5 cuc y no quiero referirme a la calidad, que en muchas
ocasiones duran dos o tres meses, o días en el peor de los casos.
Así sucede con todo tipo de piezas para los ciclos,
y yo pregunto, dónde adquieren las mismas estos
reparadores-vendedores que en todas las épocas del año poseen estas
ofertas, ¿quién les regula a estos trabajadores por cuenta propia el
precio de estos aditamentos tan necesarios? No creo que eso tenga
que ver con la cacareada oferta y demanda, ¿es legal la venta de los
mismos o son el producto de un mercachifleo sin controles o el
acaparamiento desmedido?
Quisiera saber si el Estado cubano, amén de las
dificultades económicas, pudiera asegurar que la venta de estos
recursos llegue a una mayor cantidad de personas sin que medien los
especuladores que al fin y al cabo están lucrando con el poco dinero
que gana un trabajador en nuestro país.
Conozco que el Estado hace esfuerzos por ajustar
muchos aspectos de la economía en Cuba y esto también debe ser
objeto de una restructuración para que los trabajadores podamos
desplazarnos para nuestros centros laborales y también gestionar los
avatares diarios de un hogar.
J. L. Maceo Núñez
¿Cuándo resolveremos el problema del pan?
El pan lo hacen: malo, crudo, chiquitico, sin peso,
se rompe la panadería, no llega en el día, lo traen con faltante, lo
dan doble al otro día, lo traen por la tarde y la mayoría de las
personas viene a buscarlo por la mañana y ni hablar de la calidad
porque como regla sustraen el aceite, la sal, el azúcar y la harina
para hacer negocios con particulares que quieren obtener "plusvalía"
a costa del robo al Estado.
Todo eso se puede resolver llevando adelante los
Lineamientos acordados en el Sexto Congreso y entregando las
panaderías en arrendamiento a los trabajadores; que el Estado les
venda los insumos y que produzcan pan de calidad y vamos a ver si se
roban ellos mismos.
Acabemos de convencernos de que hoy no hay otra
solución, sigue el robo entre administrador y los trabajadores y eso
deforma la conciencia del ser humano.
Por eso creo que debemos:
1-. Arrendar las panaderías a los trabajadores, con
su reglamentación y si no cumple con lo reglamentado, vas fuera.
2.- Que el Estado les suministre los insumos y ellos
paguen el arrendamiento, la luz, el agua y el salario, así veremos
que no se pierde el aceite, el azúcar, la sal y la harina, porque
ellos mismos no se van a robar.
3.- Si queremos, que se haga experimental en un
municipio y veremos que las panaderías no se van a romper como
sucede ahora, ni el pan tendrá la pésima calidad que tiene ahora.
4.- Que se ponga por la libre a un precio superior
al actual, de acuerdo a las variedades, porque se pueden hacer con
las mismas materias primas variadas formas del pan, excelencia que
se ha perdido.
J. Rodríguez Vega
Sobre la respuesta a “Rodeo en El Rodeo”
La respuesta de Marlene Pedraza Bécquer, jefa de
grupo del Departamento de Protección al Consumidor de la Unión de
Empresas de Comercio y Gastronomía es muy breve, pero tiene a mi
juicio múltiples lecturas:
En primer lugar justifica un viejo refrán
castellano: "La soga se rompe siempre por el lado más débil".
La desproporción entre las sanciones aplicadas a los
funcionarios administrativos (máximos responsables ante el pueblo y
el Estado de todo lo que acontezca en la instalación) y las
sanciones aplicadas a los trabajadores que muchas veces laboran sin
el adecuado control por parte de los designados para ello es
evidente.
En segundo lugar se interpreta que se ha querido
aleccionar a los dependientes y justificar a los funcionarios, tal
vez por algún tipo de raro compromiso de uno u otro tipo. Eso es lo
que yo interpreté y no deseo que me repliquen, porque mi objetivo no
es polemizar, sino alertar sobre un problema que va echando raíces:
los funcionarios de los eslabones intermedios y de la base hacen y
deshacen y a lo sumo solo sufren de un traslado de unidad y la vida
sigue igual. Tengo derecho a pensar que en esos casos media soborno
u otro ardid para mantener en sus puestos a los responsables
irresponsables que pululan por ahí.
Y por lo menos esta empresa contestó.
M. Cárdenas Rojas
Más quejas sobre la distribución de la prensa
Al leer la queja "La prensa que no llega", de M. Mon
León el pasado 26 de agosto pensé que al fin tendría solución tanto
tiempo de irregularidades en la distribución de la prensa por parte
de la oficina de correos de Línea y Paseo (zona 10400), pero qué
lejos estaba de la realidad y porqué. Veamos la muestra de poco más
de una semana:
Lunes 29 de agosto: no la trajeron.
Martes 30 de agosto: no la trajeron.
Miércoles 31 de agosto: no la trajeron ni llegó
nunca , pero ese día distribuyeron los del 29 y el 30.
Jueves 1ro. de septiembre: no la trajeron ni llegó
después.
Lunes 5 de septiembre: no la trajeron.
Martes 6 de septiembre: no llegó.
Miércoles 7 de septiembre (5:00 p.m.): no ha
llegado.
Como se observará "el cuartico está igualito", no
hay respuesta ni solución por parte de los que dirigen la
distribución de la prensa en la zona postal de Paseo, ni
planteándoselo a los responsables de dicha zona, quejas a otros
niveles e incluso a Cartas a la Dirección.
¿Qué hacer? ¿Adónde acudir?
R. González Luis
Enfrentar lo incorrecto en la asistencia médica
El domingo 14 de agosto a las 11:00 p.m. fui con mi
hijo al policlínico Capdevila por la siguiente razón: un carpintero
dejó encima de la cómoda de su cuarto un frasco que decía por fuera
crema facial y lo que realmente contenía era alcohol de madera.
Mi hijo se la aplicó, equivocadamente, en toda la
cara, pues coincidentemente, en la casa existe un pomo con iguales
características. Lo llevamos a casa de una dermatóloga, vecina
nuestra, y ella dictaminó que tenía quemaduras en la piel,
sugiriendo el tratamiento con Triamcinolona en crema. No pudo emitir
la receta porque llevaba 48 horas de operada de la vista.
Después de esta necesaria introducción les cuento
que acudimos al médico de guardia en el policlínico Capdevila para
solicitar una receta. La respuesta del doctor fue que solamente
tenía tres recetas y que eran para una urgencia, por tanto, no podía
entregar la receta que mi hijo necesitaba.
En primera instancia, ¿cómo es posible que un médico
de guardia a las 11:00 p.m. solo tenga tres recetas en su poder
culminando al siguiente día a las 8:00 a.m.? Además, todo eso fue en
el parqueo del policlínico, ni siquiera tuvo la ética de atenderlo
dentro de la consulta. Considero que eso es una indisciplina:
encontrarse conversando fuera de su puesto de trabajo.
Nuestros principales dirigentes, Fidel, Raúl y
Machado Ventura siempre han sido muy claros al decir que se enfrente
con valor lo incorrecto.
Considero que con médicos con esas actitudes estamos
poniendo en peligro el prestigio de la salud pública de nuestro país
y el denodado esfuerzo del personal de la salud, incluido el de ese
policlínico donde mi familia y yo siempre hemos recibido una óptima
atención. Debemos ser vigilantes contra acciones como estas que
conforman el silencioso y dañino "bloqueo interno" que tanto irrita
a nuestro pueblo.
Me encuentro indignada y así se lo expresé al
médico. Procedo de una familia extremadamente humilde. Tal vez ese
médico que nos negó la receta, en el capitalismo no hubiera podido
estudiar la carrera de Medicina y en mi conversación con él le dije:
"Soy profesora de la educación superior. ¿Le gustaría que tuviera un
hijo que fuera mi alumno y tuviera dudas antes del examen y yo le
contestara que me dieron una tiza para el día, ya la consumí y que
por ese motivo no le puedo aclarar las dudas en la pizarra?" No me
contestó absolutamente nada.
Debo significar que se lo comuniqué a la directora
del policlínico y me planteó que le hiciera una carta para tomar las
medidas con el médico por lo sucedido. Su atención fue paciente y
amable. Confío en que se tomen las medidas pertinentes con dicho
médico y que además sea informado todo el personal del policlínico.
No por el mero hecho de sancionar, sino para educar.
M. A. Morales Hornía
Los ciudadanos y las instituciones
Hace unos días escuchaba en la radio un comentario
sobre un hueco dejado en la calle por una institución, donde había
caído una señora y se fracturó las piernas o un corte de
electricidad por error que dejó a un cliente varios días sin
servicio. Así se reflejan casos y más casos de daños a la ciudadanía
por instituciones, que luego responden con el clásico harakiri:
comisiones y amonestaciones, separaciones y para cerrar se emiten
disculpas a los perjudicados, luego de visitarlos y darles a conocer
las medidas tomadas que con anterioridad no previeron.
Tomando como ejemplo el primer caso, vale preguntar:
¿Cuánto costó a Cuba el tratamiento médico de la señora?, ¿cómo se
afectó su salud, su economía, si es trabajadora y recibió subsidio
por enfermedad?, ¿algún familiar tuvo que dejar su trabajo para
atenderla?, y así una larga cadena de daños físicos y económicos que
nadie paga. Pensemos que el responsable de dejar el hueco en la vía
sin señalizar, ha dormido a pierna suelta, quizás hasta sin saber lo
sucedido. Pero ¿a dónde acudir para que pague por su negligencia?
¿Existe en nuestras leyes la posibilidad de que un ciudadano demande
a una institución o al responsable para que pague no solo al
perjudicado, sino a otras instituciones los gastos ocasionados por
su causa?
Las instituciones están formadas y dirigidas por
hombres o mujeres que son los responsables ante la ley. Cuando estos
tengan que responder por los perjuicios que ocasionen, muchas
chapucerías y negligencias quedarían resueltas.
E. Fraga
Opinión de un trabajador de la salud
Hace unos días en mi centro de trabajo, el Hospital
Universitario Materno-infantil Eusebio Hernández, donde me desempeño
como Ginecobstetra, el director leía una carta de nuestro Ministro
dirigida a los médicos acerca de un escrito que se publicó en el
diario Gramna sobre insatisfacciones de la población en cuanto a los
servicios de salud brindados y sobre todo de la conducta de algunos
profesionales de la salud, en este caso médicos que por una u otras
razones no respetaban el derecho de los pacientes en las consultas
médicas, etc., etc., lo cual consideramos es algo que debe
eliminarse de nuestra práctica diaria.
Sin embargo, creo que esto se extiende un poco más.
El viernes pasado cuando salí del hospital, después de cumplir con
mi jornada laboral que ese día era en la unidad quirúrgica y se
realizaron un total de 12 intervenciones como parte de un equipo de
médicos, pues me dirigí a la terminal del Lido situada cerca de mi
centro laboral en el municipio de Marianao, donde tomo el único
medio de transporte en el que puedo acudir de mi hogar situado en el
municipio de Bauta a unos 24 kilómetros de distancia.
Aunque no es un gran trayecto, el único medio
posible es a través de los muy famosos camiones que son de
trabajadores por cuenta propia, pues bien casi me agreden
físicamente el conductor y el chofer cuando reclamé porque se me
quería cobrar la suma de 10 pesos desde el Lido a Bauta. Yo les
explique que todos los días viajo por ese medio y el monto es de 5
pesos, lo que en las tarifas de precio no es lo oficial, pero
simplemente su respuesta fue que ahora es oferta y demanda y si "le
daba la gana" de pedir 10 o 20 pesos me montaba o no regresaba a mi
casa.
Qué gran ironía, me decía, a lo mejor el próximo
viernes un familiar de esos personajes es operado gratuitamente y
con todas las atenciones por mi equipo de trabajo, logros que se
pueden tener solamente en una sociedad socialista como la nuestra y
ahora cómo es posible que esas personas trabajadores por cuenta
propia, que ciertamente abonan al Estado una tarifa, puedan
libremente imponer un precio a la población sin un control o un
límite adecuado a los salarios del pueblo. Qué trabajador como yo
puede destinar en este caso 10 pesos para ir y venir diariamente al
trabajo, serían más de 400 pesos solo en transporte.
J. C. Fariñas Carmona
Trámites de jubilación
A diario leemos sobre la necesidad de ahorrar,
incluso hoy los sindicatos están envueltos en un proceso de
discusión con todos los trabajadores para fomentar la conciencia en
torno al ahorro de todo tipo de recursos; sin embargo, tropezamos
con dificultades burocráticas y de otra índole que van en contra de
este tan importante indicador.
Laboro en la División Occidente de EMPERCAP (Empresa
de Perforación y Reparación de Pozos de Petróleo y Gas que radica en
el municipio de Santa Cruz del Norte, provincia de Mayabeque y la
Dirección General está ubicada en Guásimas, municipio de Cárdenas.
Todos los trámites para la jubilación se realizaban en nuestro
municipio a solo 10 km de nuestra entidad, ahora le plantearon a
nuestro especialista de Capital Humano por INASS que todos estos
trámites deben llevarse a cabo en Cárdenas, que está a unos 100 o
110 km de nuestra unidad.
En nuestra área hay un total de 375 trabajadores con
sus expedientes laborales en nuestro departamento de RRHH y
aproximadamente el 90 % reside dentro de la provincia y la fuerza
laboral que se contrata debe ser del municipio.
Yo pregunto: ¿Cuántos viajes habrá que realizar de
más de 100 km para presentar el expediente? Si todo sale bien,
llevar al hombre a firmar (una firma) o sea 100 km de ida e igual
recorrido de regreso, además de tener suerte que la persona que
atiende esta actividad esté en su puesto laboral ese día.
¿Cuántos litros de combustible se gastarían en estas
gestiones?
El compañero Raúl expresó en una reunión del Consejo
de Ministros que en estos momentos el mayor aporte que podemos hacer
a la economía es eliminar el derroche, lo cual no significa dejar de
prestar servicios, sino hacerlos más eficientes y con más calidad.
Sobran las palabras.
N. Hernández Amores