Publicadas
el 9 de septiembre de 2011
El papel del Sindicato en los momentos actuales
tiene que ser otro
En la actual coyuntura nacional se evidencian
trasformaciones en el modelo económico cubano. Su actualización no
puede ser un milagro que de la noche a la mañana solucione un número
importante de asuntos, se necesita entonces trabajar con orden,
disciplina y exigencia.
En tal sentido le corresponde al movimiento sindical
elevar su protagonismo en el centro de trabajo, la situación nos
obliga a representar, pero de verdad, a los trabajadores ante la
administración.
Al Sindicato le hizo mucho daño dedicar parte de su
labor a la entrega de casas en la playa, cenas en restaurantes,
hoteles, entregamos ropa y calzado, efectos electrodomésticos y
hasta bicicletas con sus accesorios, incluyendo cámaras y gomas.
Es cierto que el momento impone un modo de actuar,
un método de trabajo e incluso hasta un estilo, pero los temas antes
mencionados le quitaron al Sindicato el verdadero papel de
representar al obrero, intelectual, científico, etc.
Si una cosa justifica en las actuales
trasformaciones del modelo económico la verdadera labor sindical es
que los dirigentes y cuadros atiendan, se preocupen y discutan temas
referidos al pago del salario, si el sistema de pago estimula al
colectivo laboral, si existen las materias primas y los instrumentos
de trabajo y de protección para trabajar con eficiencia, si en un
centro de trabajo laboran la cantidad de personas que se necesitan,
es decir, que no haya exceso de plantilla.
No se puede seguir permitiendo que las
administraciones incumplan con sus obligaciones, si esto sucede,
entonces el Sindicato tiene que ser contrapartida, de lo contrario
se pierde credibilidad en esta organización. De ahí la importancia
del convenio colectivo de trabajo y que no sea letra muerta.
Estamos llamados a poner los pies y oídos sobre la
tierra, este será el único modo de representar a los trabajadores.
R. Lloga Sixto
Pérdida de contenes, parterres y aceras
Es penoso cómo en menos de cinco años hemos perdido
contenes, parterres y aceras en cantidades nada despreciables por la
utilización inadecuada y descontrolada de equipos pesados (camiones
y cargadores) y la siembra de árboles inapropiados. Entre las
demoliciones (rompimientos) de acueducto, gas manufacturado y
servicios comunales, estamos perdiendo, a la vista de todos, la
bella urbanización que posee buena parte de la ciudad, sin erradicar
el problema, pues una vez al mes viene el cargador y al otro día
todo está igual.
Por favor, analicemos las palabras de nuestro
Comandante en la Cumbre de Río y de una vez y por todas trabajemos
por embellecer la ciudad.
Para finalizar una duda, ¿será enjuiciada la
Dirección Provincial de Servicios Comunales por los daños al medio
ambiente y al entorno citadino?, ¿será algún día obligada a
devolvernos a manera de indemnización todos los contenes, parterres
y aceras que han destruido por procedimientos inadecuados de
trabajo?
O. Moliner Laguardia
Así no habrá capacidad de respuesta
Estimo que, desgraciadamente, en los registros
centrales de actos de última voluntad y declaratoria de herederos
(institución subordinada al Ministerio de Justicia) se caracterizan
por el burocratismo y la ineficiencia.
Mediante el convenio 11090011070 de fecha 8 de abril
del presente, tramité en el bufete No. 1 de la ciudad de Camagüey
una declaratoria de heredero pagada en notaría el 21 de abril para
su envío a los registros centrales para su inscripción
correspondiente.
El 1ro. de septiembre visité a la notaria del caso y
me planteó que eso demoraba, lo cual es inexplicable: que para
asentar dicho documento y enviar a la notaria el tomo y folio
correspondiente hayan transcurrido más de 4 meses sin recibir los
mismos. Lo simpático de esta situación es que toda la demora de la
institución va en contra de la población, pues la adjudicación del
caudal hereditario hay que realizarla antes del año de presentada la
documentación.
Tengo entendido que desde el mes de abril en esta
provincia no se recibe ninguna inscripción de los registros
centrales. Se puede pensar que los medios de computo de esas
instituciones mayormente se utilizan en funciones ajenas al trabajo.
Me pregunto qué capacidad de respuesta tendrá esta
institución para agilizar los trámites que se avecinan cuando se
pongan en vigor las nuevas medidas anunciadas por el Consejo de
Ministros.
J. Pérez de Prado García
Deterioro de las instalaciones deportivas
Como cubano amante del deporte, formado y educado
por la Revolución, tengo muy gratos recuerdos de los XI Juegos
Panamericanos de La Habana 91, ocasión en la cual me desempeñé como
edecán, pero además, con anterioridad, había aportado algunas horas
voluntarias en la construcción de la Villa Panamericana, un
verdadero logro de la arquitectura cubana.
Visto así, desde mi punto de vista, expresaré con
respeto mi preocupación, compartida por muchos otros compatriotas,
referida al constante e indetenible deterioro de buena parte de las
instalaciones deportivas construidas en el este de la capital, como
el estadio olímpico, el complejo de piscinas, etc., que con tanto
amor se construyeron para este evento. Resulta doloroso ver cómo
hechos de este tipo se repiten y no encontramos solución adecuada a
los mismos. La pasividad, la inercia y el no prever a tiempo las
fases de mantenimiento, se han apoderado de nosotros y nadie se
siente responsable. Se aprecia falta de sentido de pertenencia en la
mayoría de ellas, porque tampoco se han cuidado lo suficiente como
sucede en el complejo de piscinas, por ejemplo, aunque en otras ha
habido constancia y dedicación, como el velódromo, que se ha
preservado mucho.
Estas instalaciones deportivas construidas para los
Juegos, en tiempo récord, con un gran esfuerzo, sacrificio y algunas
dificultades económicas, fueron insuperables y dignas de elogios.
Sin embargo, el tiempo ha transcurrido y este esfuerzo cae en el
vacío al ver el sistemático deterioro de instalaciones que fueron
orgullo de nuestro país y de su pueblo que brindó tantas horas de
trabajo voluntario, junto al contingente de constructores que laboró
sin descanso ante el gran compromiso de hacer unos Juegos austeros,
pero inolvidables.
En los Lineamientos del Sexto Congreso del Partido
referidos a la Política Social, está recogida la preservación de las
conquistas de la Revolución, por lo que se continuarán
perfeccionando, según las posibilidades económicas.
Recordemos que el deporte es precisamente uno de
esos sagrados logros que tanta gloria y prestigio han dado al país,
no solo por las medallas, sino por la propia concepción de la
participación deportiva como un esfuerzo nacional de preservación de
la salud del pueblo, por lo que pienso se hace necesario valorar el
nivel de deterioro de estas y otras instalaciones deportivas, pues
de continuar el mismo, se hará más insostenible su reparación,
debido a la falta visible de un mantenimiento adecuado, que hará más
costosa cualquier inversión.
Sabemos que en las circunstancias actuales no se
pueden recuperar de la noche a la mañana, pero en el orden de la
planificación económica se debería contemplar por lo menos un
programa que fuera reconstruyéndolas poco a poco, y luego el
mantenimiento, como lo dijo Fidel al inaugurarlas, con una pequeña
brigada que las preserve, orientación que no se cumplió por las
autoridades después.
J. Pozo Álvarez
A grandes males, grandes remedios
Cuando yo era pequeño, siempre escuchaba decir a mis
mayores un sabio refrán: "A grandes males, grandes remedios", y hoy
en día veo que los males que asolan a mi país, en su gran mayoría,
son grandes males.
Ya estamos prevenidos por nuestros principales
dirigentes: el Comandante en Jefe y el Presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, que no será el imperialismo ni sus
asalariados internos los que darán al traste con el socialismo en
Cuba. El engendro del aniquilamiento del sistema social, que todos
votamos en nuestra Ley Primera, y al que no estamos dispuestos a
renunciar, está dentro de la Revolución misma en la burocracia
centralista e inmovilista que habla de cambios para las graderías y
frena y entorpece cualquier tipo de reforma que se intente
implantar, acusándola de regreso al capitalismo o utilizando otros
manidos clichés.
No tenemos derecho a esperar pacientemente un cambio
en la mentalidad enquistada de los detractores de las grandes
transformaciones, de las que está urgido nuestro socialismo. Hay que
eliminar las causas que dieron lugar a todos los males que padecemos
actualmente, principalmente al exceso de centralismo en la dirección
del país en todas las esferas de la vida. No se trata ya solamente
de aplicar la fórmula de: "el que no trabaja no come", sino de
llevarla al punto de "el que no trabaje, y no trabaje bien, no
come".
Hay que acabar de llevar a vías de hecho lo
planteado en el VI Congreso del Partido sobre las nuevas formas de
propiedad en la mayor parte de la producción y los servicios. Los
empresarios y los trabajadores tienen que asumir la responsabilidad
de la rentabilidad y la eficiencia y no dejarlas al libre albedrío
de los ministerios y sus inoperantes empresas centralizadas, llenas
de trabas burocráticas y mecanismos incongruentes. Los trabajadores
han de sentirse, verdaderamente, partícipes del destino de su
empresa, y han de ver materializado, en su bienestar y el de su
familia, los buenos rendimientos y resultados de su trabajo, así
como deberán asumir la responsabilidad por el fracaso de su gestión
laboral, con todas sus consecuencias, sin esperar que el Estado, de
forma paternalista, les saque las castañas del fuego.
El Estado socialista ha de ocuparse y preocuparse
por las esferas de significación estratégica, y no ha de desgastarse
en la administración de actividades que no le competen para nada y
solo le restan fuerzas para el cumplimiento de su verdadera razón de
ser, la de fomentar el desarrollo armónico e integral de la nación
en todos los aspectos fundamentales y garantizar la equidad,
brindando a todos igualdad de oportunidades. El nivel del bienestar
individual dependerá del esfuerzo de cada cual y de su aporte a la
sociedad.
Hay que facilitar un verdadero desarrollo comercial
entre todos los productores de bienes y servicios, basados en el
principio de las relaciones monetario mercantiles, mediante
contratos de obligatorio cumplimiento y con amparo jurídico. La
legalidad debe estar presente en toda la actividad comercial y los
gestores deberán responder ante ella por cualquier violación de las
leyes.
Aparejado a todo esto, se hace impostergable la
solución de otros problemas no menos urgentes, que constituyen
serios obstáculos para la implantación de las reformas que deben
acometerse. La eliminación de la libreta de abastecimientos, de la
doble moneda y de todos los subsidios innecesarios, constituye un
imperativo de los nuevos tiempos, para lograr el objetivo ansiado de
traer a nuestra tierra la necesaria prosperidad y construir un
socialismo eficiente, democrático y participativo, sin exclusiones
dogmáticas ni exclusivismos discriminatorios de ninguna índole.
N. Páez del Amo
Contratos en la base productiva
El compañero Raúl Castro, también Machado Ventura y
otros compañeros, han insistido antes, durante y después del
Congreso del Partido en la imperiosa necesidad de recomenzar o
recuperar la utilización del contrato económico como herramienta
principal en la planificación y producción de alimentos en el país,
y liquidar, definitivamente, el vicio de engavetar los contratos.
Pero, independientemente de que aún tal conciencia no se haya
asumido por todos los que debieran, hay un aspecto del asunto que,
según entiendo, no se ha tomado en cuenta y es de suma
trascendencia. Se trata de que el verdadero vicio no reside en que
las empresas acopiadoras estatales contraten o no con las CPA, con
las CCS y demás bases productivas. Ni en que cumplan o no con lo
contratado por dichos acopiadores. Aunque todo esto claro que es
importante.
El verdadero vicio, diría yo, y más que eso, el
pecado original, reside en que si bien el movimiento campesino
garantiza el 70 % o más de los alimentos que se producen en el país;
al productor directo, sea campesino propietario o usufructuario, la
CCS a que está integrado no le hace contrato. Le hace el plan de
producción, le indica lo que debe sembrar y cuándo, y lo que deberá
entregar y cuándo, y a qué precio. Pero no le contrata lo
planificado al productor directo. Y así, cuando está la producción
lograda, no hay obligación legal alguna de recibirla y pagarla, al
precio prefijado y con la calidad estipulada.
Hay más. Cuando alguna CCS-F le hace un contrato al
productor, luego no lo cumple y el productor no puede accionar
legalmente contra la CCS-F porque no tiene personalidad jurídica
para concurrir ante los órganos jurisdiccionales, y porque quien
tiene abogados para que la defiendan es la CCS, que además, sí tiene
personalidad jurídica, y es, por tanto, sujeto de Derecho. El
productor directo no puede ser defendido ante la Sala Económica,
porque los consultores jurídicos no defienden a personas naturales,
esto es a particulares, sino a entidades, a personas jurídicas.
Otro aspecto del problema es que la Sala Económica
del Tribunal es Provincial. Uno se pregunta, cómo logra acudir ante
dicha Sala, situada a 50 o 150 kilómetros de la tierra que hizo
producir, un campesino o usufructuario, contra su CCS-F, que además
de tener abogado está mucho más cerca de la sala de justicia. Si de
hacer cambios útiles se trata, lo primero que habría que pensar es
en modificar las leyes vigentes, hacer salas económicas municipales,
que atiendan esos conflictos contractuales, "a pie de obra o al pie
del surco".
Lo segundo sería modificar la actual ley 95 o Ley de
Cooperativas, de 2 de noviembre del 2002 y su Reglamento de 17 de
mayo del 2005, en el sentido de establecer allí la obligación legal
de que la CCS no solo le planifique la producción al campesino, sino
que también le contrate lo producido, y se fijen precios, calidad,
plazos de entrega, envases, transportación, etc.
Y sobre todo, crear la base legal para darle al
productor directo (propietario o usufructuario) personalidad
juridica que le posibilite acudir ante el Tribunal para demandar a
la CCS que incumplió su obligación con ese productor.
A. Rodríguez Luna
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