Publicadas el 15 de julio de 2011

Las violaciones urbanísticas son muchas más

Trabajé durante diez años en una Dirección Municipal de Arquitectura y Urbanismo de un municipio, hoy se llaman Direcciones Municipales de Planificación Física. En este periodo, tuve un Gobierno Municipal que puso esta actividad en primer lugar y se demolieron más de 200 viviendas ilegales, por estar en zona de inundación de un río o presa, o cerca de torres de alta tensión, por estar hechas con materiales inapropiados, casuchas de madera. Fuimos reconocidos provincialmente por el buen trabajo, pero eso no era ni la 10ma. parte de todas las ilegalidades, nunca pude demoler algo mal hecho por una entidad estatal.

Veo con gran satisfacción que hasta en el Consejo de Ministros se habla de eso con carácter priorizado y me consta que se está actuando hasta con violaciones provocadas por entidades estatales.

Pero cuando se habla de violaciones urbanísticas no se sabe bien de qué se trata. ¿Saben que esos tan populares muros que se utilizan en los frentes de las casas, en la mayoría buenas casas, con dos metros de altura normalmente, es una violación y de las grandes?, ¿o un cierre de portal para ampliación de vivienda, o poner un carpoch, o garaje, o una escalera?, ¿que construir sin respetar la línea de fachada también lo es? O ampliarse en planta baja en un edificio como los de Alamar?, ¿o abrir la puerta de entrada, en ese mismo edificio, en planta baja por el frente distinto a los demás apartamentos? ¿o hacer naves para talleres o garajes con materiales de todo tipo, como ocurre en Alamar o en el Reparto Eléctrico?

La tarea es más grande que nosotros mismos, son innumerables las violaciones, todo ello por varias causas:

1.Falta de una cultura urbanística.

2.Impunidad e irrespeto a las leyes.

3 Dejar hacer o permitir que otros hagan, por el concepto de que tiene que darle solución a su problema. Sobre todo en el tema vivienda.

4.Lo difícil que es para los Tribunales, para los órganos de la Vivienda o de Planificación Física actuar con el apoyo de todo el que sea necesario para realizar una demolición, dígase Policía, ambulancia, constructores para demoler con las herramientas apropiadas. Que yo sepa esta actividad no se contempla en los planes de las empresas, como gasto de combustible, salario, etc. Que conste que al que se le demuele una vivienda no se le deja en la calle, se le pone un transporte para llevar todos sus bienes a su lugar de origen, es una actividad costosa.

Todo esto constituyen miles de violaciones todos los años y me consta que actuar contra ellas es muy difícil.

Entonces lo más que se puede hacer es actuar contra aquellos más fáciles, por ejemplo, cuando se trata de empresas estatales y se les conmina a que con sus propios recursos eliminen la violación, o con violaciones pequeñas, como quitar un cartel, un quiosco, etc.

Y en segundo nivel cuando la violación es un gran problema como la creación de un nuevo asentamiento ilegal y entonces con el apoyo del Gobierno Municipal, ante todo, actuar contra estos, que son la minoría. Al final hay miles de violaciones que no se logran eliminar y eso crea impunidad.

Me alegro de que se traten estos temas en los altos niveles de Dirección pero, para los que no lo saben, es una tarea ardua.

A. Carbonay

Un comentario sobre el derecho a la información

Ojalá y el artículo El derecho a la información de Anneris Ivette Leyva, abra un buen debate sobre el tema.

El exceso de secretismo tiene su origen en las continuas e históricas campañas de desinformación a las que nuestro proyecto se ve sometido, y como a nadie le gustaba verse reflejado en cualquier publicación que tuviera ese fin, por eso cada vez que se aparecía alguien en tu centro laboral o de estudios preguntando o retratando, uno se ponía temeroso pues no sabíamos cómo proceder.

No se puede descartar que funcionarios incompetentes o corruptos, para evitar que se conozca la realidad de sus empresas o establecimientos, pongan trabas u obstáculos.

Ahora, hay un principio que se tiene que observar por encima de lo anterior.

Los organismos del Estado socialista cubano cumplen sus tareas con recursos salidos del trabajo de sus ciudadanos y por tanto es un derecho de los que aportan conocer con el mayor detalle posible qué se hace con el recurso que aportó.

Todos los funcionarios públicos están moralmente obligados los 365 días del año a rendir cuenta ante cualquier ciudadano que reclame y si es periodista lo sabrá hacer mejor.

Todos los organismos del Estado deben tener una pequeña entidad que atienda ese tema y de ahí salen los famosos voceros. Tarea de extrema responsabilidad pues el vocero habla en nombre de su jefe.

Deben tener una página web, no solo para la dirección y teléfonos de sus funcionarios, muchas veces desactualizados, sino para estar brindando constantemente información sobre su actividad.

Revisemos las páginas web de nuestros organismos y creo, que con excepción de la de la Oficina Nacional de Estadísticas, el resto no se actualiza o se hace ocasionalmente. Previsiblemente la conectividad en nuestro país debe aumentar y llegaremos a ese momento con un sistema de páginas web oficiales que darán pena.

El escrutinio público es un arma muy poderosa en nuestro proyecto y no estoy pensando en glassnot ni nada que se le parezca.

No es lo mismo dirigir una empresa, hospital o escuela sabiendo que puede haber 11 millones de personas observándote y que, si no cumples, se te aparecerá la prensa e indagará y eso motivará que tu organismo superior te exija responsabilidad.

Por supuesto que me refiero a una prensa poco dócil con el entrevistado, (nunca he visto a un periodista decirle a un entrevistado "hace seis meses usted dijo esto y ahora me está diciendo esto otro", o "por qué no se cumplió con lo que usted aseguró"), con conocimientos básicos sobre lo que pregunta para que no lo engañen fácilmente y haga preguntas muy parecidas a las que le hiciera un ciudadano. (Siempre que veo un reportaje sobre el trabajo en el campo nunca puedo conocer cuánto gana el que está a pie de surco o cuánto ingresó una familia que recientemente se acogió a nuevas tierras y no creo que haya nada más estimulante que los ingresos que genera esa actividad.)

Por la importancia de este tema creo que se debe legislar o perfeccionar la que exista .

E. González

El cuidado del fondo de viviendas

Vivo en el municipio Diez de Octubre, y cuando camino por sus calles me asombro de la cantidad de viviendas que han sido destinadas a oficinas. Teniendo hoy un fondo de viviendas tan precario y viviendo las familias cubanas en un grado alto de hacinamiento, es incompresible cómo vemos una hermosa casa que de pronto se convierte en una oficina donde hay una recepcionista o secretaria y dos o tres funcionarios, y después comienza la destrucción, quitan la meseta, los sanitarios, los azulejos. Es doloroso ver cómo se destruye una vivienda que tanto necesitan miles de familias y además de que la ubicación de oficinas de atención o centros de trabajo en áreas de vecindad genera múltiples dificultades. Vivo cerca de la Dirección de la Vivienda que era un local de Cubana de Acero y eso ha perturbado la tranquilidad de los vecinos: hay personas pidiendo agua, ocupando los parqueos particulares, pidiendo servicios sanitarios, merodeando por entre las viviendas, sentados en las cercas de las casas aledañas, lo que lógicamente las destruye, ocupando los contenes y entradas de los edificios.

Pienso que es necesario en esta lucha abierta contra el desorden y el burocratismo eliminar estas políticas, si estamos reduciendo personal de oficina y no productivo se supone que deben disminuir las oficinas, si hemos implementado el uso de computadoras y otros adelantos, se necesitan menos personas haciendo funciones burocráticas y pienso que los órganos de gobierno en cada instancia deben proteger el patrimonio de viviendas. Las empresas que necesiten locales o ampliarse deben reconstruir otros locales que sean de empresas ya que hay muchísimos cerrados siendo objeto de robo de sus partes y tienen abandonadas sus áreas verdes, sus jardines, siendo lugares de depredadores nocturnos.

También en todas las estrategias que estamos discutiendo y que están incluidas en los Lineamientos habrá que profundizar en el cuidado de las viviendas, en la exigencia de construcciones que se ajusten al entorno y que su calidad esté de acuerdo con lo establecido en los programas urbanísticos. Dañan el entorno y nuestro acervo cultural, los garajes hechos de cualquier manera, los portales convertidos en vertederos de tarecos, los edificios sin ningún mantenimiento. Probablemente sea necesario que los funcionarios e inspectores de vivienda y otros cuerpos legales, además de preocuparse por el tema de otras ilegalidades, amplíen sus funciones a cuidar la imagen y apariencia de las viviendas y sus entornos.

Hay muchos lugares en proceso de destrucción que pudieran ser asignados a personas sin vivienda y creando brigadas constructivas con esas personas y con créditos y compromisos legales de permanencia en las brigadas hasta que paguen los adeudos, rescat

ar buenos edificios que aún son salvables, pero que todo esté regido por el orden, sin gratuidades. Lo que es adquirido sin esfuerzo no tiene el mismo valor que lo que se construye con sus propias manos.

M. Fleites Rojas

Peligro: ¡un bicitaxi!

Hace ya algunos años que vemos circular por las calles de nuestra Habana un tipo de carro infernal que se abre paso a golpe de pedaleos desesperados. Ya no recuerdo con certeza desde cuándo estamos los habaneros dando traspiés, brincos y carreras para salvarnos del atropello de un bicitaxi. Lo cierto es que desde su aparición este tipo de triciclo se ha multiplicado a la velocidad de la luz, convirtiendo varias zonas urbanas en pistas deportivas.

Casi todos los que transitamos por el centro de la capital hemos asumido en algún momento el rol de atletas; solo que este es un deporte de supervivencia para el transeúnte, algo así como un reality show.

La exigencia del orden para quienes conducen las carnavalescas bicis pareciera no existir. Me atrevería a citar puntos críticos donde el enjambre de estos rústicos taxis se vuelve más agresivo, mostrando total irrespeto por las leyes del tránsito. Por ejemplo: intersección de Águila, Dragones y Zanja o calles Zulueta y Monserrate, zonas próximas a la Manzana de Gómez, en Centro Habana, donde la cebra parece ser para estos ciclistas, un adorno decorativo del pavimento. No importa si es un anciano, un niño o embarazada, los irresponsables conductores del bicitaxi se lanzan sobre cualquiera. Si están muy próximos al peatón, el objetivo es incrementar la marcha para que este corra; ¿frenar? nunca.

En las céntricas calles de la ciudad habanera existen muy pocas esquinas por las que se pueda transitar sin que un bicitaxi se nos venga encima. He sido testigo en varias ocasiones de ofensas, gritos con todo tipo de palabras incluidas, entre caminantes y "bicitaxeros".

Creo que las autoridades debieran poner coto a las indisciplinas de quienes tienen en su poder dichos vehículos. He tenido que vivir en carne propia discusiones con estos conductores y hacer acrobacias para librarme de ser impactado.

Esta situación se vuelve crítica y la lucha por sobrevivir en la vía se torna más compleja. El bicitaxi lejos de extinguirse, lleva una "reproducción" acelerada. Pareciera estar La Habana en eternos carnavales cuando estas carrozas a cualquier hora circulan con la música a volúmenes escandalosos. Supongo —aunque no lo parezca— que existen normas de vialidad para la circulación del temido triciclo.

Ojalá algún día se hagan valer y la palabra de orden que hoy es acelerar se sustituya por respetar.

R. Rodríguez López

La era de los gritos

En este mundo de guerras y desastres naturales, se escucha casi a diario el grito de los hombres.

A diferencia de ese mundo, en nuestro país, el grito de los hombres (y mujeres), no proviene de guerras y desastres naturales, sino de falta de educación elemental para la buena convivencia entre las personas, basada ante todo, en el respeto.

Hoy, muchas personas no hablan, gritan. La comunicación entre amigos en un encuentro para pasar un rato agradable, el trato de padres con sus hijos, la comunicación casual entre vecinos, juegos entre niños, es, en muchas ocasiones, a través de gritos.

A todo esto, súmele el número multiplicado de perros que existen en la calle y que ladran a cualquier hora, más aquellos que sin saberse cuándo van a parar, su dueño no es capaz de hacer algo para dar fin a esos constantes ladridos. Súmele el vecino con la música tan alta como si todo el barrio se lo hubiera pedido; el otro con un altísimo nivel de voz. Sale a la calle y los carros con sus bocinas a más no poder, como si fueran una discoteca ambulante; sube a la guagua y la música alta como lo ha decidido el chofer, te dejan casi sordo cuando por fin llegaste a tu destino, sin contar el malestar de la "apretasón" por no caber uno más.

Si seguimos así, ¿adónde vamos a llegar? Todo esto es muestra de falta de conducta e indisciplina social, y el reflejo de lo que cada institución implicada debió haber hecho y no hizo, y aún no ha hecho.

El pasado jueves 24 de junio, la Mesa Redonda trató el tema del ruido. Algunas cosas se pudieran decir a favor o en contra de lo que se habló. Por ejemplo, me parece absurdo el uso de un sonómetro para medir los decibeles y decidir si se está dentro de los parámetros. Me pregunto: ante una denuncia de ruido ¿se necesita un sonómetro?, ¿es preciso un sonómetro para saber si una música alta molesta?, ¿cómo se puede entender que, después que tanto se viene hablando de este tema, desde hace mucho, aún las multas sean de $5.00 (moneda nacional)?

¿Por qué la dirección de Vivienda no participó en la Mesa Redonda?, mucho también tiene que ver esta institución en el tema del ruido. Diría más, a mi modo de ver, esta es la institución que, a través de su trabajo con la comunidad, sería la encargada de prevenir estos males. Así era antes, inspectores de Vivienda visitaban los edificios con cierta regularidad y chequeaban el cumplimiento del Reglamento para Edificios. Pero esto se olvidó, a tal punto que si usted va a tratar este tema, como me ocurrió hace pocos años atrás en una dirección municipal de Vivienda, la respuesta fue muy escueta, solo hicieron mención a un artículo del Código Penal que requiere de la participación de la PNR. Es decir, ante esa situación, tenía que dirigirme a la PNR. Sin embargo, esa no era mi intención, sino, con el apoyo de Vivienda, a través del Reglamento de Edificios, realizar una reunión con los vecinos para analizar tal situación.

He visto una tendencia a que todo lo tiene que resolver la PNR. Es lógico que, al ocurrir un hecho de indisciplina social, se requiera de su participación, pero no podemos dejar que todo se resuelva por esa vía, de hecho, el problema no se erradicaría; solo trabajando por evitarla es que podremos erradicar estos males y, en eso, a mi modo de ver, desempeña un papel importante Vivienda (respecto al ruido). Me recuerda y relaciono unas palabras mencionadas en la Mesa Redonda cuando decía algo así como que habíamos alcanzado un nivel de conciencia para criticar, pero no para solucionar.

No discrepo con lo que se dijo de que la sociedad no puede sentirse sola, tiene que sentir la presión de la ley, pero agregaría, que esa presión no debe ser en primer lugar las consecuencias de la ejecución de la ley, sino, el trabajo que cada institución debe realizar (con la ley en la mano) para evitar que estos males ocurran.

M. Santana Pérez

Hasta cuándo las trampas...

Cuando usted compra en cualquier establecimiento del Estado, de los de Oferta y demanda o ilegales que también los hay, arroz, frijoles, azúcar, frutas, viandas, hortalizas, vegetales, carne fresca de cualquier tipo, ahumados o pescado, entre otros productos, casi siempre le van a faltar algunas onzas al peso de lo que usted pidió, o en lo que le indica el dependiente que hay en la pesa.

Si no me cree lo que digo, compruébelo por usted mismo. He tenido ocasiones de en un día salir varias veces a comprar y cuando he comprobado en la casa, me han "tumbado" entre 2, 5 u 8 pesos por falta de peso de la mercancía. Imagínese que usted cuenta con dinero y le da por salir solamente 1/3 del mes a comprar, ¿a cuánto se incrementaría el faltante en su bolsillo? A pesar de mis casi 70 años, soy de los que reclamo y discuto, se pongan bravos o no y he ganado mis pleitos, con mi pesita china en la que ninguno de ellos cree, y que vendieron en la "shopping". En ocasiones me han devuelto el dinero y en otras me han aumentado la mercancía. En un gran número de estos establecimientos, la mayoría de los dependientes, son jóvenes, hombres o mujeres, que no pasan de 30 años de edad y ni se perturban, ante esas trampas, aun cuando el que compra, sea un viejo que peina canas.

Existen administradores, segundos, jefes de turno, abastecedores, comités de protección al consumidor y no dudo que hayan militantes del Partido, de la UJC y sindicatos, pero día por día sigue pasando lo mismo y nadie le pone coto al problema y lo peor, siempre que vuelvas al lugar, vas a encontrar a los mismos empleados.

Invito a las autoridades correspondientes a que nos ilustren a todos y especialmente a los que trabajan en estos centros, si todavía está vigente en nuestro Código Penal el artículo 227 que recoge el delito de "Infracción de las normas de protección de los consumidores", que recoge una sanción de privación de libertad de 6 meses a 2 años o multa de 300 a 1 000 cuotas y esclarecer especialmente los incisos: a), c) y ch), todo lo cual sería bueno divulgarlo por cualquier medio posible, para que llegue fundamentalmente a los que no se conforman con el salario que ganan por su trabajo y quieren vivir de los demás.

J. Ch. Ibáñez

La reventa de las entradas al García Lorca

Quiero expresarles mi preocupación y malestar por lo que está ocurriendo en el García Lorca. Soy enfermera jubilada, amante del ballet y quiero transmitirle ese gusto estético a mi nieta, pero resulta ya casi imposible poder disfrutar de esa manifestación artística porque se ha convertido en una odisea poder adquirir entradas para ver una función en ese teatro, aun llegando temprano desde el anuncio de venta de las entradas.

Muchas son las anécdotas que podría narrarles, pero solo describiré una. La última vez que mi esposo intentó, un martes, comprar entradas para el fin de semana siguiente, le informaron que se habían agotado. No obstante, fuimos el sábado con la esperanza de que hubiese alguna localidad vacía en el momento de comenzar la función. Sin embargo, personas inescrupulosas se acercaban a quienes estábamos en la cola y nos ofrecían entradas por 15 cuc cada una.

Es indignante que esto suceda y que además sea del conocimiento del custodio allí presente a quien vimos hablar con el negociante. Por eso llamé a la secretaria del teatro manifestándole lo sucedido y exigiéndole que se lo comunicara a la dirección del centro para que se tomara alguna medida, pero no han respondido nada a mi queja.

Les escribo porque pienso que no solo yo que soy jubilada, sino ningún trabajador puede pagar esos precios para ver una obra de teatro o de ballet, mientras otros lucran y nos privan de uno de los logros mayores de la Revolución cubana: el acceso a la cultura de todos los ciudadanos de este país.

Sin más, con la esperanza de que las autoridades pertinentes pongan fin a esta situación y el agradecimiento por la labor que desarrolla el periódico para poner al descubierto lo mal hecho, se despide de ustedes una cubana indignada.

P. del Toro Oliva

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