Publicadas el 30 de julio de 2010

Demasiado bondadosas las subvenciones

Son muchos los aspectos de nuestra vida social y económica que padecen de graves problemas. Sugerir, opinar o simplemente referirse a cualquiera de esos problemas puede ser complicado y difícil, pero siempre podrá ayudar algo a que los niveles de decisión del país los tengan en cuenta en los tan esperados y reclamados cambios.

Uno de los aspectos internos que lastran económicamente a nuestro país y los ingresos de los trabajadores, además de las deformaciones que ha estado creando, es el exceso de subvenciones a productos y servicios. Tales subvenciones son posibles a partir de los aportes del presupuesto del Estado..., algunas que denominaré sociales, constituyen la esencia digna de nuestra sociedad con las cuales estoy totalmente de acuerdo como la salud pública, la educación, la seguridad social, estas al alcance de todos, además de la ayuda a sectores o personas vulnerables con algún tipo de incapacidad, ancianos y jubilados, madres con hijos enfermos y otros plenamente justificados.

Sin embargo, hay otro grupo de subvenciones que se disfrutan indiscriminadamente y que conforman una lista muy larga que incluye transporte público, telefonía pública y privada, electricidad, agua, gas, comedores obreros, cuota de la bodega (arroz, azúcar, frijoles, etc.), cuota de la carnicería (pollo, pescado, etc.), medicamentos, etc. De manera general tales subvenciones indiscriminadas son fuentes públicas y frecuentes de corrupción, desvíos, enriquecimiento y otros estigmas, pero además crean insatisfacciones diversas de la población en general, sean contribuyentes o no, lo merezcan o no.

La actividad privada no pone precios subvencionados, aunque recibe servicios y productos subvencionados... Sin embargo, los ingresos de los trabajadores estatales descansan primariamente en un salario básico de subsistencia quizás otrora, acorde con ya obsoletos precios subvencionados, por lo cual es muy difícil o está muy limitado para los trabajadores estatales acceder con él, a servicios no subvencionados, sean estatales o privados, aunque imprescindibles a la población como albañilería, plomería, herrería, reparaciones de electrodomésticos, mecánica y otros productos no subvencionados también muy necesarios o imprescindibles como puertas, ventanas, cemento, arena, losas, detergente, aceite, jabón, cárnicos, ropa, calzado y muchos otros.

Por otra parte, el ingreso total monetario legal de los trabajadores estatales, quienes somos la mayoría, no solo es bajo e insuficiente, sino que obtenerlo es muy enredado y en la actualidad está fraccionado en múltiples tipos de ingresos, casi todos con muchas condicionantes y que no llegan a todos los trabajadores, a saber, salario básico, estímulo en CUP, estímulo en CUC, los 15 CUP (o 0.60 CUC) de almuerzo, la bolsa de aseo, la propina, la compra de ropa y otros que constituyen parches al salario... aunque, por supuesto, son bienvenidos por los beneficiados y sus familiares. Estos parches constituyen montos grandes en comparación con el salario, aunque pueden estar sujetos a vaivenes impredecibles según la idea de turno. Por ejemplo, ese ingreso de 15 CUP diarios por el almuerzo se recibe si se va a trabajar, si no se está de vacaciones, si no se recibe dieta y quién sabe qué otro "si": ¿no podría promediarse en el mes, ponerle un poco de matemática y contabilidad y agregarlo simplemente al salario básico? En esencia esta es una muy buena idea que tiende a eliminar una subvención que además no satisface. Las cuentas de esta acción son sencillas: el Estado deja de tener grandes gastos en los almuerzos (compradores, cocineros, personal de control, jefes, transporte, combustible, elaboración, desvíos, etc.) y restituye una parte de lo ahorrado a los trabajadores que lo usarán según su propia decisión y necesidad...

¿Qué sucedería si el Estado elimina esas subvenciones indiscriminadas?, pues que tendríamos que pagar algunas necesidades bien caras. Y entonces, ¿los ingresos de los trabajadores alcanzarían para algo? Por supuesto que alcanzarían menos si se mantienen iguales, pero con las medidas mencionadas el Estado no tendría que usar esa enorme parte del salario que no recibimos los trabajadores estatales para ser usados en tales subvenciones indiscriminadas y una buena parte de ese ahorro permitiría incrementar los propios salarios, mejoraríamos nuestro poder adquisitivo, podríamos pagar mejor los servicios y productos no subvencionados y nos despojaríamos de ese lastre que limita que tengamos ingresos mejores. Quedaría así, además de las subvenciones sociales, la ayuda puntual a las personas necesitadas y no la subvención a productos y servicios necesarios. La eliminación de las subvenciones indiscriminadas incluso estimula el ahorro, pues el derroche cuesta más.

En resumen, haría falta trabajar y mantener el puesto para tener con qué pagar y así de alguna manera nos acercaríamos un poco a la máxima de que "el que no trabaja no come" (con sus justas excepciones sociales) o a aquella otra que reclama que "no me den, déjenme ganarlo" y ambas de hecho se enfocan a nuestra incumplida pauta "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo".

A. Iribarren Alfonso

Tenemos todos que dar el paso adelante con energía

Estoy muy de acuerdo con todo lo planteado por J. P. Granados Tápanes en su carta del último viernes 23 titulada El Estado cubano: de yunque a martillo; excepto donde plantea: "Soy partidario de la creación de la pequeña empresa autofinanciada con capital personal en sectores como el transporte público, el comercio, la gastronomía...".

Yo no estoy de acuerdo en absoluto con la participación de ningún capital personal en ningún tipo de empresa que genere un dueño con varios trabajadores, pues este sería precisamente el origen de un pequeño capitalista con sus nuevos proletarios. Y..."pa’trás, ni para coger impulso".

Como bien dice N. Labrada Fernández en su carta del mismo día titulada ¿Estatal o no Estatal?, "... cuando el pequeño propietario o empresario deje de trabajar y contrate a más de cuatro personas para que trabajen para él, estaremos en presencia de contrariedades, y las deformaciones son más peligrosas, sobre todo con un vecino que estará atento a cualquier posibilidad de revertir nuestro sistema social".

No creo necesario acudir a esta forma pequeño-capitalista para resolver los problemas que estamos discutiendo desde hace ya varios meses en esta magnífica sección del periódico y que ha ocasionado serias y útiles desavenencias entre los autores.

Creo que los servicios personales, de reparación doméstica, de técnicos, artesanos, constructores, debidamente controlados con sus correspondientes patentes, donde no exista un "dueño" que explote el trabajo ajeno, sí serían muy útiles.

En el Granma del pasado viernes 16, en la página 6, se publicó un artículo del periodista Pastor Batista Valdés titulado El control que nunca falla, que inicia con la siguiente pregunta: "¿Por qué quienes administran finanzas y recursos estatales no aplican las mismas recetas que sobre el control de sus ingresos y bienes personales o particulares?".

Después pregunta: "¿Quién, dependiendo de ingresos personales a partir del trabajo honrado, malgasta sus fondos en lo que se le antoja? ¡Nadie! (...) Estoy por conocer al sujeto que, más allá de los límites de la bondad humana, regala lo que tiene al primero que llega, o permite que el hijo sustraiga y revenda lo que hay en casa para el sustento de la familia". Casi al final de su artículo dice: "... lo que está faltando entre directivos, funcionarios y trabajadores: sentido real de pertenencia y suficiente gratitud para asumir que es suyo, nuestro, de todos hasta el último centavo, tornillo, gramo de harina, píldora o gota de combustible".

En mi carta que ustedes tuvieron la amabilidad de publicar en la edición del viernes 2 de abril con el título Una de las cosas más importantes a lograr: que el salario cumpla su importante papel, planteé que el capitalista no necesita ningún mecanismo para generar sentido de pertenencia de su empresa o negocio, porque es el dueño real y lo que vaya en su contra "le duele en su bolsillo"; sin embargo, nosotros no lo hemos logrado en nuestros administradores y trabajadores, porque, entre otras cosas, el salario no siempre cumple su verdadero rol en la solución de sus necesidades esenciales.

Así vemos que muchos trabajadores, de disímiles centros de labor, no se esfuerzan por que su trabajo sea el mejor, les da lo mismo que los usuarios que de ellos dependen salgan o no complacidos, no les duele que sus medios de trabajo se dañen y no tengan con qué realizar sus labores, no cumplen con la disciplina laboral, se ausentan de su puesto de trabajo, no les interesa si lo que de ellos depende se cumple o no con calidad, con ahorro de los portadores energéticos, de agua, y todo esto fundamentalmente gracias a la impunidad, porque a fin de mes no les afecta su salario, que, por demás, es generalmente insuficiente. De esto sobran los ejemplos, todo el pueblo los conoce y han sido mencionados y discutidos en muchas de las cartas de los lectores publicadas en esta sección.

Aunque no debemos echarle la culpa de todos nuestros males al imperialismo, la realidad es, a mi modo de ver, que el bloqueo es la causa primaria de los cambios que ha sufrido nuestra sociedad en los sentimientos de solidaridad y ayuda mutua característicos del cubano, en nuestra cultura y costumbres, en el modo de pensar y de actuar de muchas personas en busca de prebendas, con indolencia, desidia, desorganización y deshonestidad ante sus deberes ciudadanos y laborales.

No obstante, yo estimo que en el pueblo cubano quedan aún muchas personas honestas, revolucionarias, incorruptibles, enérgicas, capaces de tomar las riendas de empresas de cualquier tipo, como gerente, administrador, jefe de departamento, o cualquier clase de labor, gastronómico, dependiente de tienda, trabajador de la Salud, etc. etc., capaces de dirigir en cualquier lugar de este país, tener a su cargo cualquier tipo y cantidad de recursos, y ocupar cualquier puesto de trabajo sin robar, permitir el desvío de recursos ni tolerar faltas de ningún tipo a sus subordinados, así como realizar un excelente trabajo como controladores a todos los niveles, sin caer en componendas ni compadreos con los jefes y trabajadores objeto de sus visitas y controles. Hay que buscar a estos revolucionarios para que sean nuestro relevo.

Como nos ha enseñado y todavía nos sigue enseñando Fidel, y como lo está realizando Raúl en la dirección de nuestro partido, estado y gobierno socialista, tenemos todos que dar el paso adelante con energía en el enfrentamiento a todos estos problemas, en la lucha contra todo lo que pueda poner en peligro el presente y el futuro de nuestra Patria libre y socialista.

V. Pagola Bérger

Malo es no evolucionar en su justa medida

Me dirijo a esta sección, interesado en llamar la atención sobre la problemática de que si malo es no evolucionar, más malo es no hacerlo en su justa medida. Los Consejos de la Administración de cada localidad se reservan el derecho de permitir tanto el tipo de actividad como la cantidad de cuentapropistas en su zona, esto en la mayoría de los casos crea privilegios entre localidades y entre personas. Me referiré a una actividad sensible para nuestro pueblo: la de los servicios gastronómicos.

En casi la totalidad de los municipios en esta actividad no se están haciendo o son limitadas nuevas ofertas de licencias y quienes las tienen no sienten la presión de ser competitivos, se achantan y acomodan, dando de un regular a un mal servicio, disculpándome algunas excepciones. Acostumbrados a que no tenemos opciones y nos vemos obligados a recurrir a ellos, esto no ocurriría si no se limitara el número de personas que ejercieran esta actividad; al principio habría un exceso, pero sobrevivirían como trabajadores por cuenta propia, los que oferten un mejor servicio y menor precio, al final ganaríamos todos, sufrirían menos nuestro bolsillo, estado de ánimo y paladar.

Hoy en mi municipio, el Consejo de la Administración hace ya unos años decidió no permitir la licencia de paladares, pero en la capital de mi provincia sí, resultado, entre las 3:00 p.m. y 6:00 p.m. y después de las 9:00 de la noche es imposible poder salir a comer a un restaurante, pues el servicio ha terminado y en los horarios de servicio es casi un pecado sugerir cualquier variante de receta gastronómica, fuera de la carta; muy al contrario los que viven en la capital de mi provincia, pueden hacerlo, tienen paladares, esta situación es similar para otros tipos de actividades.

Creo que la dirección del país debe dejar muy claro, como un derecho de todo cubano, el que una persona pueda ejercer cualquier actividad de las que estén aprobadas a nivel nacional, así no existirían privilegios entre personas y localidades, nuestro sistema social siempre ha defendido la igualdad de oportunidades para todos, por ello si vamos a realizar cambios, debemos hacerlos bien.

A. Téllez Oliva

¿Importaremos el agua?

Vivo en Fontanar y realmente me duele pasar cada mañana por el acueducto de mi barrio y ver cómo un servicio que pudiera ser tan eficiente y eficaz, como el llenado de pipas para abastecer a otras zonas que no poseen el abasto sistemático, no lo es; cada día lo lamento más.

He visto desde camiones-cisterna o pipas sin las más mínimas condiciones para realizar este servicio, pues desde que empiezan a llenar van botando el agua, hasta choferes que por una mala maniobra de conducción no hacen coincidir la entrada del chorro de agua con la apertura superior y derraman la mitad por fuera de la pipa. También muy a menudo sucede que por descuido los choferes se entretienen y de pronto, se llenó la pipa, vertió decenas de litros por fuera, pero nada, ¡es que la conversación estaba tan interesante...! Así, a diario, observo despilfarrarse tanta agua potable que no puedo creer que solo me incomode a mí. Y me pregunto ¿es lógico que esto suceda?

No estoy en contra de poder abastecer a otros lugares que no gozan del privilegio de nuestro reparto de disponer de agua potable casi las 24 horas del día, pero, ¿no es hora de pensar que esta temporalidad de un tubo para llenar una pipa puede pensarse como una infraestructura fija con todo lo que esto acarrea? Para explicarme mejor me voy a permitir una rápida analogía: ¿cuántos no hemos visto pipas de agua por la ciudad que no tienen el sistema adecuado para que este líquido no se derrame y van vertiéndolo por donde pasan? ¿cuántas pipas de gasolina, petróleo u otro combustible van botando, por mínimo que sea, su carga por las calles? Si vamos a echarle gasolina a un carro, el pistero no se pone a conversar con alguien y se le olvida cuánto es que debe echar, o simplemente repleta el tanque de combustible y lo derrama a borbotones sin que ello merezca mucha importancia. Y así pudiéramos traspolar todos los modus operandi que veo cada mañana en el acueducto de Fontanar (que no creo que sea el único punto de llenado de pipas) y donde la culpa no recae solo en el personal que se ve involucrado en esta tarea, sino también en la manera de concebir este sistema de abasto de pipas. Me parece que debe ser una responsabilidad del Instituto de Recursos Hidráulicos, de Aguas de la Habana y de otras instituciones, crear un método para el mejor funcionamiento de este sistema de llenado de camiones-cisterna o pipas, de poder medir y contabilizar cuánto se está aprovechando o despilfarrando. Me atrevería a pensar desde un medio como los servicentros, pero de agua, donde se pueda indicar según la capacidad de la pipa cuánto es que se va a verter y así se comience por no derramar más de la cuenta, hasta la revisión diaria de las condiciones de impermeabilización de los envases.

Todos conocemos la importancia del agua para nuestra vida, y si se avizoran las próximas guerras por el preciado líquido, creo que antes de las guerras, tendremos en un futuro próximo, que importar agua para poder vivir.

C. Castillo de la Cruz

Carretera de Playa Girón

En el año 1959, después de un recorrido que Fidel hizo por la Ciénaga de Zapata entró al poblado de Covadonga y frente al antiguo cuartel de la guardia rural hizo un discurso en el que dijo que la vía por la que vino sería el primer pedraplén construido por la Revolución, que por esa vía había mucha agua. Unos meses después, por esa misma vía, se construyó un terraplén que une a Playa Girón, a través de San Blas y Covadonga, con el Circuito Sur, a solo unos 45 km de distancia. Ese terraplén que era prácticamente una carretera, pues en su construcción se utilizó un rocoso especial existente en la Ciénaga al que comúnmente se le llama "rosita de maíz", fue utilizado por las fuerzas revolucionarias, especialmente por el batallón 117 y por el propio Comandante en Jefe cuando los combates contra la invasión mercenaria de abril de 1961. Por supuesto que eso provocó su destrucción casi total, pero al poco tiempo fue reconstruido nuevamente. Posteriormente, tres fuertes huracanes: Lily; Michel y por último el Dennys, le hicieron mucho daño por lo que en estos momentos se encuentra prácticamente intransitable.

Esta situación fue objeto de análisis en una de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en la década de los noventa cuando se trataba el tema del turismo. En aquel momento se fundamentó su reconstrucción desde dos aspectos: el económico por ser una vía muy rápida que, como ya se explicó une a Playa Girón con el Circuito Sur y el político-histórico por el uso que tuvo para la derrota de los mercenarios que intentaron invadir el país. En ese trayecto se encuentra además, una buena cantidad de tarjas que recuerdan los lugares en donde cayeron combatientes que ofrendaron sus vidas por aquella victoria y hoy resulta prácticamente imposible hacerles visita con niños de las escuelas dado, el pésimo estado en que se encuentra la vía. Muchos han sido los intentos, muchas han sido las promesas que se han hecho pero la vía va de mal en peor. Otro detalle que puedo aportarles es que antiguamente por esa vía transitaban ómnibus entre Playa Girón, Covadonga y Aguada de Pasajeros; actualmente se mantienen esas rutas pero dan la vuelta por Yaguaramas, o sea, en San Blas, en lugar de continuar recto los 13 kilómetros que separan a Covadonga de ese lugar, hay que ir por Horquita y Yaguaramas para luego entrar aquí con un recorrido de más de 80 kilómetros, el doble de lo que tuvieran que recorrer si esa vía fuera reparada.

F. González López

No hay que exagerar en la poda de árboles

Me anima a escribirles un material que leí hace unos días en el periódico Tribuna, el mismo se titula Persiguiendo lo verde, en este se señalan, entre muchas cosas concernientes con la importancia de los árboles, las debilidades en las podas que lamentablemente son muy severas en ocasiones. Esto es algo que ocurre con mucha frecuencia, precisamente en estos días se repitió este hecho en la cuadra de Lombillo entre Hidalgo y Factor, en Nuevo Vedado, que era una cuadra que refrescaba al caminante, pero ya eso no existe, la poda ha sido tan violenta que hay un árbol que en mi opinión tal vez muera, no eran árboles que destruyen aceras y sé que viene la temporada ciclónica, y que hay que proteger el tendido eléctrico, pero no hay que exagerar, hay que tener en cuenta que un árbol para llegar a su adultez necesita varios años, con los árboles no se debe funcionar como el barbero loco. Es muy triste ver estas severas podas que tan frecuentemente ocurren en toda la ciudad. Alguien debía responder por este trabajo, falta de juicio, de desconocimiento y de amor a las plantas.

Es cierto que tenemos necesidad de reforestar, y que todos debemos apoyar para mantener verde la ciudad. Recuerdo hace tiempo una consigna que nos llamaba al cuidado y a lo bello "Mi casa alegre y bonita" ¿Por qué las autoridades competentes no lanzan la consigna "Mi cuadra verde y bonita"?, para que esos CDR que siempre han estado a la vanguardia aglutinen a sus miembros y se siembren en todas las cuadras de nuestra ciudad árboles con copa y raíces adecuadas. Tenemos un clima muy cálido y verdaderamente necesitamos a ese amigo que nos protege de los rayos ultravioletas del sol, ese amigo que con su verdor protege nuestra vista, ese amigo que nos da sombra, ese amigo que nos da flores y frutos, ese amigo que con su constante oxigenación purifica el medio en que vivimos, ese amigo que por todo lo expresado anteriormente nos puede aportar tanto en la lucha contra la contaminación atmosférica que sufre la Tierra. Amemos a los árboles y tengamos una ciudad más bonita, más agradable y más sana.

M. E. Fustier Téllez

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