Publicadas
el 19 de marzo de 2010
El socialismo hay que defenderlo, pero hay que
defenderlo bien
En las páginas de Cartas a la dirección el periódico
Granma facilita las opiniones de los lectores y del pueblo en
general se ha establecido un debate muy interesante sobre las
soluciones que necesitan las actividades de los servicios y en
especial la gastronomía.
Yo no soy ni economista renombrado, ni gastronómico
pero en muchas opiniones he entendido que se piensa encontrar la
solución al maltrato, la falta de higiene y otros problemas en la
privatización del sector. Coincido en que algo hay que hacer según
como yo lo veo ¿cómo puede tenerse esperanzas de que la propiedad
privada resuelva estos problemas cuando esa esencia del capitalismo
(la propiedad privada) ha sumido a más de mil millones de personas
en el hambre?
Cualquier paso que se haga en este sentido
profundizará las desigualdades sociales en nuestra población, creará
a los nuevos ricos, que aprovechándose de las condiciones de nuestra
economía aplicarán una política de presión inalcanzable para la
mayoría del pueblo. ¿Cómo se podrá defender a los miles de
trabajadores que hoy laboran en este sector, ya que en busca de la
ganancia son inevitables los despidos y desde el punto de vista
social también es bueno acomodar a los parientes?
Mi opinión al respecto es que hay que buscar la
solución en nuevas fórmulas socialistas, cambiar los métodos de
contratación, que los jefes asuman su verdadero papel en defensa de
la propiedad social, que el movimiento obrero del sector actúe y no
siga entretenido con el futuro de la Patria.
Me pregunto, los que plantean que la propiedad
privada es la solución, nunca han estado en un centro gastronómico
del sector del turismo porque allí las cosas son diferentes
simplemente porque se trabaja de forma diferente, porque hay
diferentes sistemas de estimulación porque no hay paternalismo y
porque los factores defienden su actividad.
Apliquemos eso a todo el sector, que también es
socialismo.
Desde mi posición guajira solo me resta decir:
cuidado que el capitalismo puede estimularse desde abajo poco a
poco.
P. López Díaz
Hay que ganar en conciencia y sobre todo en
exigencia
No hay dudas, este pueblo solo tiene un camino,
resistir, luchar, trabajar y vencer, podemos escoger métodos más o
menos eficientes de distribución, podríamos eliminar una serie de
prohibiciones que, como dijera Raúl, más que favorecer entorpecen el
desarrollo, pueden o no mantenerse los intermediarios en el
abastecimiento de los mercados agropecuarios, se podrá incluso
acabar la doble moneda y estabilizar el salario medio en cada puesto
de trabajo, pero si no se aumenta la producción y la productividad,
si no se eliminan considerablemente los cargos y empleos
improductivos, si no se elimina totalmente el burocratismo y cada
cuadro, cada funcionario, cada especialista exige a su nivel por
alcanzar los objetivos propuestos, nuestros mercados continuarán con
serias deficiencias de abastecimiento, el desvío de los recursos
continuará en más o menos intensidad, los precios de los diferentes
productos se alejarán más de las posibilidades de la mayoría de la
población, puesto que todo será directamente proporcional al
dinamismo con que alcancemos mayores producciones, altos niveles de
bienes de consumo, mayor eficiencia en servicios a la población,
insuperable cultura en el trato a la población, en la utilización de
nuestros valores, en la elevación de la productividad y la
preservación de los recursos de nuestro pueblo, puesto que las
propiedades estatales, son las propiedades del pueblo, por eso los
recursos que se desvían, de la naturaleza que sean, afectan al
pueblo, a nuestros trabajadores, a nuestras mujeres, a nuestros
ancianos, cuando no somos respetuosos y profesionales al brindar un
servicio, estamos afectando al pueblo, a nuestros trabajadores, a
nuestras mujeres, a nuestros niños y ancianos, cuando no producimos
lo suficiente, con la calidad requerida, afectamos a nuestro pueblo,
a nuestros trabajadores, a nuestras mujeres, a nuestros ancianos y a
nuestros niños, por eso hay que ganar en conciencia y sobre todo hay
que ganar en exigencia y más aún hay que lograr los objetivos
trazados con la austeridad que corresponde y la eficiencia
requerida, eso estimulará a nuestra población, a nuestros
trabajadores, a nuestras mujeres, a nuestros ancianos y a nuestros
niños, pues ese es el objetivo, ese es el único camino, el
socialismo y sus conquistas
L. Campoalegre Sánchez
Un mandato de nuestra historia
Lenin decía que "El Socialismo se construye
científicamente o no se construye". No se desarrolla
espontáneamente. El Partido debe guiar con sabiduría la
implementación de la estructura económica y del aparato legal que
hagan posible su construcción exitosa. Lenin también delineó
teóricamente las principales directrices a cumplir por el Estado en
ello: Propulsor y controlador firme de los objetivos socialistas en
la primera etapa; luego disolviéndose por lisis en la medida en que
la incrementada participación social y la elevada conciencia
ciudadana vayan haciendo innecesario su papel controlador de los
procesos sociales. El Che y Fidel alertaron oportunamente sobre el
rol del hombre nuevo y de la conciencia como factores determinantes
para el logro del proceso. Sin ambas, la base económica socialista y
un ciudadano con elevada conciencia, no se construye el socialismo
solidario, fraterno, justo y eficiente al que aspiramos.
Lenin postuló también "la práctica como criterio de
la verdad". Independientemente del rol determinante que la constante
agresión económica del imperio ha cumplido en nuestras dificultades
económicas, sería ingenuo negar que algunas cosas no las hemos hecho
como debiéramos. Fidel nos convocó a rectificar nuestros errores y a
"cambiar todo lo que debe ser cambiado". No son consignas huecas.
Son un mandato de nuestra historia, concretado en la acción y el
pensamiento de Fidel y del Che.
Estamos dando pasos correctos en la agricultura y se
lucha sin descanso contra la corrupción, entre otros aspectos bien
pensados. Pero tenemos todavía un problema muy serio con los
servicios, que no podemos achacar al imperialismo y que el pueblo
reclama que acabemos de resolver. No me refiero a incrementar
ofertas, que solo el fruto de nuestro trabajo puede propiciar. Hablo
de la eficiencia en lo que hacemos con lo que tenemos, acerca de lo
cual considero, la mayoría de nuestro pueblo está insatisfecha.
Alguien me enseñó que "si seguimos haciendo de igual forma lo que la
vida ha dicho que no ha dado resultado, obtendremos siempre los
mismos resultados". No es entonces solo seguir llamando al control
de los recursos, a la conciencia de los trabajadores y a la
consagración de los administradores a sus funciones como vamos a
resolver el problema. Eso lo hemos hecho ya muchas veces. Sin dejar
de atender lo subjetivo, lo cual es vital, hay que atender también
los factores objetivos, económicos, que están promoviendo la
deformante "lucha" y la displicencia hacia los derechos de los
usuarios —el pueblo trabajador— por una parte no despreciable de
nuestros centros gastronómicos y de servicios. No incurramos en
idealismo subjetivo al respecto.
En un restaurante extranjero al que roba lo botan a
la primera, al igual que a aquel de quien un cliente manifiesta una
queja de que no le dio buen servicio o lo maltrató. Y el que
administra no deja que roben, para que no lo boten a él, porque
tiene interés económico o porque es el dueño. Le interesa mucho que
haya ganancias, y no perder clientes. Procura que el centro sea
competitivo y prospere. El empleado gastronómico mantiene su
conciencia proletaria, y no se deforma. ¿Alguien ha demostrado que
si los trabajadores de un restaurante socialista y el administrador
adecuadamente seleccionado por la dirección de cuadros, estuviesen
vinculados económicamente a las ganancias del centro, ello
debilitaría su conciencia socialista? Hágase un pilotaje.
¿Permitirían los unos robar a los otros? ¿Qué papel jugarían la
"lucha" y la doble moral en un centro que pudiera ser, a un tiempo,
colectivo moral y unidad con eficiencia económica y calidad en el
servicio? ¿Se niega acaso con ello algún principio rector del
socialismo?
La propiedad puede seguir siendo estatal, o
cooperativa quizás —aspecto a estudiar, pero siempre propiedad
social cuando rebase el patrimonio de una familia—; pero estoy
seguro que no propiciaríamos el robo de recursos cuando todavía, por
causas conocidas, el salario actual suele ser insuficiente para
satisfacer las necesidades del núcleo familiar. El dinero que se
gana fruto del trabajo honrado no deforma, ni nadie va a hacerse un
capitalista explotador por esta vía. Pero cuando el bolsillo aprieta
y puede ganarse un "dinerito extra", la gente se esmera en el
trabajo para obtenerlo. Los militantes y la sección sindical
tendrían allí un campo propicio para su labor. Y la legislación
revolucionaria y los impuestos, también. Pero me da pena que los
turistas que nos visitan salgan maravillados de nuestros logros en
educación, salud y justicia social, pero, como regla, comenten lo
lamentable del trato recibido en la mayoría de los centros estatales
de servicio que funcionan con moneda nacional. No suelen salir
convencidos de la eficiencia de nuestro socialismo. Ver una vez vale
más que cien palabras. Eso, compañeros, también es Batalla de Ideas.
A. Clavijo Portieles
Los revolucionarios confiamos en el hombre
Recibo el periódico Granma y no estoy ajeno al
conjunto de opiniones enviadas por otros lectores. Hoy quiero
ofrecer la mía modestamente, considerando la importancia del tema y
comienzo con un concepto expresado por nuestro Comandante que
puntualiza: "Cuando creyéramos que nuestro trabajo fuera perfecto,
debemos luchar por hacerlo mejor". Éste será siempre, una guía para
la Revolución, sin ceder un espacio a la autocomplacencia. No
podemos desconocer, que han existido y existen factores reales de
carácter externo que gravitan sobre nuestro sistema socialista,
estos unidos a los de carácter objetivo y subjetivo interno, hacen
más difíciles las soluciones necesarias para solventar necesidades
crecientes de nuestra sociedad. Nadie olvide que millones de seres
humanos mueren de hambre y enfermedades curables en el mundo y
ninguno es cubano y eso es Revolución cubana.
Soy de los que piensa que la dirección histórica
siempre nos condujo a la victoria y por eso estamos aquí resistiendo
todavía, estimulados además, porque los pueblos ven en Cuba una
esperanza. Sabemos que nuestra gran obra humana no es perfecta, por
ser humana precisamente, al decir de Fidel. Coincido con varias
opiniones en que para mejorar nuestro modelo económico, no hay por
qué privatizar nada. Los timbiriches fueron intervenidos al
principio de la Revolución porque le hicieron el juego a la
contrarrevolución y al imperio. En el mundo entero no hay una forma
de propiedad mejor que la nuestra, en donde el pueblo es dueño
verdadero de los fundamentales medios de producción y el Estado es
su representante.
Considero que lo planteado por Raúl el 20 de
diciembre del 2009, es la vía que nos conducirá al desarrollo de las
fuerzas productivas y se precisa a mi juicio, romper los esquemas
tradicionales de la agricultura en general, que siempre será la base
alimentaria fundamental de la familia cubana, de aquí básicamente se
nutre la gastronomía, tan señalada en las opiniones de otros
lectores; pero la mía al respecto es, que en ese mismo sector están
presentes los que tienen que resolver el trapicheo, el robo y la
delincuencia. Y pregunto, ¿si privatizamos aquí por lo que ocurre,
qué hacemos entonces en otros sectores donde también hay trapicheo y
robos? Según mi criterio, la causa de las dificultades actuales,
además de los factores externos, están básicamente en los factores
subjetivos internos y se relacionan con:
Nadie puede violar los elementos básicos de la
dirección y mucho menos el referido al control, al cual Lenin
atribuía una enorme importancia en su interrelación dialéctica con
los demás elementos. A mi modo de ver, ha llegado el momento en que
debemos ser más rigurosos en la selección de los cuadros en general,
eliminar las promociones audaces, donde solo se vean cualidades
técnico –laborales y no lo ético–político-moral. Los cargos
pertenecen al pueblo y no son propiedad de nadie. La autoridad se
gana trabajando, siendo eficientes, no viendo de qué lado se vive
mejor, sino de qué lado está el deber, postulado martiano que debe
exigirse de modo firme y sereno, no permitir movimientos de cuadros
de un sector a otro, donde no existe su especialidad; debemos
alcanzar lo que dijo el Che: Cuadro, columna vertebral de la
Revolución.
La crítica y la autocrítica deben alcanzar el nivel
que siempre tuvieron en todas partes. Considero que la justificación
ante lo injustificable, es una forma de mentir. Con frecuencia se
escuchan explicaciones a problemas no resueltos que dejan mucho que
decir e influyen negativamente en la confianza que la gente ha
depositado en su Revolución.
Nadie puede sustituir la dirección colectiva por las
decisiones unipersonales, eso socava nuestra democracia y aumenta
las posibilidades de los errores. Me parece, que debía evaluarse a
cada cuadro, no solo si delega, sino además, cómo practican saber
escuchar y si escucha en las asambleas de trabajadores lo que dicen
estos, acerca de los problemas que aparecen en los procesos de
producción o servicios.
Es hora de que todas las instituciones sin
excepción, desempeñen su papel y acaben de juntar teoría y práctica,
disminuir la distancia entre lo que se dice y se hace; basta de
consignas, ellas si no van acompañadas por una acción, son frases
vacías que no sirven para nada, al decir de Lenin.
Al movimiento sindical que representa a todos los
sectores les digo con toda franqueza, que este estado de cosas
ocurrirá hasta que ellos decidan resolverlo, que la atención al
hombre que tanto se exige, estará en dependencia de la eficiencia en
el trabajo para la producción y los servicios, con disciplina
laboral consciente, para que un día no muy lejano, puedan recordar
al Capitán de la Clase Obrera y le digan a Fidel, Comandante, la
jornada laboral ya es sagrada.
P. Cruz Vento expresó en su opinión, que contamos
con un pueblo patriota y eso es una gran verdad. Estamos en medio de
una Batalla de Ideas, en la que como arma fundamental tenemos la
razón y como motivación, esta gran obra que hemos construido con
sudor, amor, sacrificio y sangre de miles de cubanos que dentro y
fuera de la nación, supieron ofrendar sus vidas por la dignidad de
los revolucionarios de hoy, dirigidos por Fidel y Raúl.
J. R. Basulto Abréu
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