Estamos con intensa sequía, pero botamos mucha agua
Vivo en Marianao desde que nací, me gusta mi barrio
por lo que no puedo quedarme paciente ante lo que está pasando.
Estamos ante una inmensa sequía, pero dondequiera
hay grandes salideros de agua y no se enfrentan para evitar la
pérdida del preciado líquido.
Hace ya algún tiempo en el municipio se ha hecho una
inversión costosa para sustituir la red de distribución del agua a
la población, la idea ha sido buenísima, ahora lo que no es bueno es
la forma en que se ha realizado, me adelanto a asegurar que en estos
momentos se bota mas agua que antes, los invito a darse una vuelta
por el municipio y más en específico en los consejos Pocito Palmar y
Zamora Cocosolo, y verán los salideros por todos lados y lo mas
lindo es que ya se taparon las tuberías con cemento y asfalto como
en la avenida 57. Existen lugares por los que no se puede caminar
sin enfangarse por la cantidad de agua que corre como si fuese un
río.
¿Dónde quedaron los recursos que se asignaron para
garantizar esa inversión? ¿Qué pasó con el control de la calidad del
trabajo?
Así no vamos a avanzar y el agua se agota.
Roy Martínez Pupo
Nuestro problema es de control y disciplina
Me decidí a entrar en la polémica sobre la
eficiencia y la privatización.
Primero: Considero conveniente que sean
"trabajadores por cuenta propia" y si es necesario alquilarles los
locales y los medios de trabajo a barberos, sastres, costureras,
elaboración y venta de alimentos ligeros en establecimientos de 1 o
2 empleados y otros similares. Estaba pelándome en una barbería de
un solo barbero, cuando llegó la administradora y le preguntó:
¿Cuántos trabajos hiciste ayer? ¿Es sostenible toda una estructura
administrativa para "controlar", para "administrar" de esa manera?
Este criterio deja fuera cualquier tipo de gran unidad de servicios.
Segundo: Eficiencia y propiedad no se ven juntas,
¿cuántas quejas han aparecido de ASTRO?, ¿privatizamos el transporte
nacional?
Tercero: Nuestro problema, en mi criterio, es de
control y disciplina. Hace mucho tiempo llegué a la conclusión de
que uno de los problemas fundamentales que tiene el socialismo es
que administramos grandes recursos que no son nuestros y respondemos
de forma muy pobre cuando "metemos la pata". El control popular, y
en particular el control obrero, se viene diluyendo y aceptamos como
buena sátira, porque refleja un problema muy común: "El que me hace
sombra se va"; "el jueves de la semana próxima tenemos una visita
‘sorpresiva’ de Pepín del nivel central". Desgraciadamente, en no
pocas ocasiones, a los que protestan, critican o se "atraviesan",
les dan cordel como en la pesca de la aguja hasta que les clavan
bien el anzuelo y entonces los sacan, cuando no los "mueven" de
inmediato.
Cuarto: La atención a las quejas en muchos casos es
vaga o sorda y ciega, eso bien lo conoce esa sección. Los que tienen
responsabilidad sobre las que deben responder, deben controlar este
aspecto y tomar las medidas que correspondan para evitar la falta de
respeto a nuestro pueblo.
En resumen: si queremos convertir en realidad que
"somos los verdaderos dueños" tenemos que buscar mecanismos reales
de control, en primer lugar por los jefes que cobran por eso, desde
las brigadas hasta los ministros, donde sin extremismos pero con
mano firme cerremos las puertas a la blandenguería, el paternalismo,
el despilfarro, donde la calidad esté realmente en función del
cliente, sin robos, maltratos, lentitudes innecesarias,
burocratismo.
— Revisar las medidas disciplinarias y las sanciones
jurídicas porque hay "indisciplinas" que cuando yo era niño eran
delitos y además de sancionarte en el trabajo, respondías por ellas
ante la justicia.
— Los sistemas de calidad deben certificarse y
controlarse. ¿Por qué el pan sale malo y bueno en la misma panadería
y con los mismos ingredientes? ¿Por qué un café no hay quien se lo
tome y otro es pasable? ¿Por qué la leche fresca, el ron o la
cerveza es "bautizado" en algunos lugares y en otros no?
— Los inspectores populares y eventuales, en mi
criterio, son mejores que los profesionales porque son desconocidos
y es más riesgoso tratar de sobornarlos. Es necesario aplicar
fuertes medidas contra los que intentan sobornar y contra los
sobornados.
— Proteger a los que critican y protestan de medidas
disciplinarias "particulares" a corto y mediano plazo.
— Crear mecanismos de control popular de las quejas
de la población contra el mal servicio, el burocratismo, el
trapicheo en la entrega de recursos y otras debilidades,
indisciplinas y delitos. Utilizar la Ley 91 Reglamento de los
Consejos Populares donde se prevé el control de las organizaciones
enclavadas en el territorio del Consejo.
— Que los controles por el nivel administrativo
correspondiente y otras organizaciones involucradas, sorpresivos y
no "sorpresivos" o avisados, sean rigurosos, pero además tomar
medidas contra los que controlaron y no detectaron, si poco tiempo
después revienta el problema por un anónimo, una auditoría fiscal u
otro mecanismo.
— Publicar las medidas tomadas contra los
infractores, aunque no se personalice el nombre y los apellidos, ya
que muchas veces aquellas cuestiones que aparecen criticadas en
nuestros medios y otras que la población conoce, dan la sensación de
que pasaron por alto
— A los jefes hay que exigirles la permanencia donde
dirigen. Yo trabajaba en una tienda en el capitalismo y el dueño no
calentaba el asiento del buró de su oficina en la segunda planta y
me dijo varias veces que había que cuidar el centavo, que los pesos
se cuidaban solos.
Prefiero el socialismo con nuestros defectos
"curables" con las medidas pertinentes, que el capitalismo que
vivimos en el pasado y el que nos tocaría vivir de revertirse el
sistema.
A. Rapallo Disit
Sobre el control del diésel
Acabo de leer el artículo que sobre el tema del
combustible, publicó recientemente el periódico Granma realizado en
Pinar del Río.
Soy Auditor de la Guía CUPET en mi entidad y por lo
que he podido investigar, hay dos pasos en el control del
combustible que a mi modo de ver andan mal:
El primero: para cambiar el "PIN de Flota" mi
entidad, según se nos informó, debe entregar todas las tarjetas que
posee con saldo "cero" y dejarlas en la Oficina de FINCIMEX por
varios días. Esto implicaría que todo el parque de equipos se
detenga, algo que resulta imposible. El problema es que ya, desde
que surgió este sistema han pasado varios años y con ellos varios
compañeros que han realizado esa tarea. ¿Cómo lograr que "se les
olvide" ese importantísimo "PIN"?
Segundo: Las "pruebas del litro". Cada entidad las
realiza a su manera, sin una disposición estatal que regule cómo
realizarlas y sin una contrapartida oficial para evitar que se trate
de burlar este mecanismo útil para el control y para la
planificación. Se puede dar el caso del que, para la prueba,
habilita su carro con gasolina motor (83 octanos). Evidentemente el
resultado no es el mismo cuando utiliza la regular (91 octanos). De
igual forma "se trastea" el sistema de alimentación y el resultado
se altera. ¿Por qué todo esto? Muy concreto: entre más gaste en esa
prueba, más combustible se le asignará. La contrapartida a esta
acción mentirosa es muy sencilla si se disponen índices de consumo
por sobre los cuales dichos vehículos no pueden recibir combustible
en sus entidades. Es decir, si un auto Lada debe hacer 11,7 km con
un litro de gasolina, si no supera ese valor debe ser reparado. Con
esto el primer preocupado porque su vehículo marche bien sería el
chofer, de lo contrario no camina, y si comete algún fraude sería en
su contra. O sea, dicho de otra manera: la prueba del litro no puede
ser una medida para justificar el gasto, sino para justificar que se
puede utilizar ese vehículo con eficiencia técnica.
Hay muchas más brechas mencionadas en el artículo,
pero estas dos me parecen fáciles de cortar.
J. R. Reynaldo Sánchez
Preguntas sobre los autos estatales
Me motivo a plantear esta interrogante, porque me
parece que es el sentir de muchos cubanos que quisiéramos que
nuestra Revolución siga adelante por muchos años más, pero el camino
que vemos está con mucha yerba que cortar y no somos capaces de
verla, solamente la echamos a un lado y seguimos caminando, práctica
que no debe seguir formando parte de nosotros.
El fin de semana fui a visitar a mi hija en La
Habana, específicamente en Centro Habana, yo vivo en Alamar, e
increíblemente, en mi viaje desde mi casa a la de mi hija vi que la
mayor parte de los automóviles que había en la calle tenían chapas
azules, carmelitas y verdes y quisiera que me respondiesen a algunas
interrogantes:
· ¿Existe alguna regulación que controle que tantos
autos chapas azules estén en la calle indiscriminadamente todos los
días de la semana a cualquier hora del día o la noche, incluyendo en
tiendas, mercados agropecuarios, haciendo gestiones personales con
el combustible del Estado?
· ¿Qué ocurre con los chapas carmelitas?, son autos
que se les dieron en un principio a los directores de empresas para
su uso "laboral y personal", pero me surgen algunas inquietudes, el
combustible que les proporciona su entidad, también lo utilizan para
sus gestiones personales o es que ¿acaso ellos pagan a 1CUC cada
litro que consumen en sus "gestiones particulares"?
También estaba leyendo una información que publicó
el periódico Granma el 31 de marzo donde nuestro Comandante de la
Revolución Ramiro Valdés nos hace un llamado para intensificar el
ahorro de energía en nuestras casas y a realizar más inspecciones, y
se da la cifra de 1 000 fraudes eléctricos en lo que va de año, pero
¿podríamos sumarle a esto el despilfarro que tiene nuestro Estado
con la asignación de combustible para uso personal de sus "choferes"?
Creo que debemos tener la mano un poco dura con
aquellos que se benefician con el combustible que el Estado les
asigna a sus empresas, y este a su vez, debería estar vigilante de
que tales hechos no ocurran pues es un medio para ahorrar el
combustible que tanto necesita la Revolución.
A. M. Toledo
Los factores objetivos y subjetivos
Escribo basándome en los abundantes criterios de
compañeros que (con muy buenas intenciones y con el lógico temor a
perder nuestras conquistas y nuestro socialismo), proponen
soluciones subjetivas, de probada ineficacia en los últimos 20 años,
a los problemas objetivos que enfrenta nuestra economía y nuestro
socialismo. Particularmente distingo el criterio de F. Hernández
González: Nos afectan más las cuestiones subjetivas que las
objetivas, publicado el 9 de abril, en el cual hace referencia
directa al equilibrio de incidencia de estos factores en la
economía.
Primeramente quisiera explicar que los factores
objetivos son los independientes de la conciencia del hombre y los
subjetivos son los inherentes a la misma. Recuerdo a mi profesora
universitaria de Economía Política recalcándonos que en todo momento
los factores objetivos condicionan a los subjetivos, dicho en otras
palabras: "El hombre piensa como vive y no vive como piensa". Esto
se puede entender mejor con el ejemplo práctico de la propia
farmacéutica o dependiente gastronómica que no realiza su trabajo
como es debido, o con el cuadro que no les exige que lo hagan, o con
el inspector que se corrompe y no lo controla; si miramos
superficialmente a estas personas solo veremos los factores
subjetivos inherentes a cada uno de ellos, su falta de moral y
principios, y podemos llevarnos la impresión de que la solución pasa
solo por la exigencia y el control, pero entonces ignoraríamos que
sobre todas estas personas (y sobre todas las que debemos convocar
para exigirles) inciden los mismos factores objetivos que
condicionan su comportamiento (el salario que no alcanza, los altos
precios, la casa que se les puede estar cayendo, los zapatos de los
niños para la escuela, etc.).
En las condiciones actuales todos somos propensos a
caer en estas debilidades o a callar ante las mismas, y los que no
lo hacemos sentimos muchas veces que nadamos contra la corriente y
lo hacemos en efecto porque los factores objetivos favorecen
precisamente lo contrario de lo que nos proponemos e inciden también
sobre nosotros mismos. Esto quizás no sería un problema si esta
situación no se hubiese extendido durante los últimos 20 años, todo
este tiempo las cosas han madurado para mal, los fenómenos negativos
se han vuelto cada vez más mayoritarios, la conciencia de las
personas se ha acostumbrado a albergar ideas contrarias a los
principios del socialismo, el egoísmo se extiende como el marabú y
cada día pierde más fuerza cuanto trabajo político o llamados a la
conciencia se puedan hacer en este sentido. En otras palabras, los
factores objetivos se están imponiendo, para mal de nuestro proceso
social, y solo incidiendo directamente sobre ellos salvaremos
nuestro socialismo.
Solo nuestro Estado puede incidir sobre estos
factores, contando con nuestro apoyo. El Estado debe estimular a las
fuerzas productivas, liberarse de las cargas excesivas que no puede
controlar, eliminar los igualitarismos, entre otras cosas. Ninguna
de estas cosas será posible lograrlas solo a golpe de consignas y
llamados a la conciencia, debemos dinamizar nuestro modelo económico
para salvar nuestro modelo social.
No se trata de hacer concesiones al capitalismo, el
Estado deberá conservar la propiedad sobre los medios fundamentales
de producción (premisa fundamental del socialismo), pero también
deberá darles una oportunidad al sector cooperativo y a la
iniciativa privada en pequeña escala, deberá devolver su papel al
salario reduciendo plantillas (de lo cual pueden desprenderse
aumentos de salario), deberá distribuir mejor las fuerzas
productivas encaminándolas hacia el sector productivo, y solo
después (con el avance conseguido luego de estas medidas) deberá
redistribuir justamente los subsidios (como la libreta) para que los
reciban quienes realmente los requieren. Luego de esto la dualidad
monetaria irá disminuyendo gradualmente, impulsada por el
crecimiento de la economía (es así como se elimina y no por decreto
como creen algunos).
Por último, hablando nuevamente de factores
subjetivos, pido a todos los compañeros que temen a la posibilidad
de estos cambios que apoyen a nuestro Gobierno en esta etapa
decisiva de nuestra historia. Los revolucionarios convencidos
debemos estar todos en la misma trinchera y abandonar todos los
temores y reservas que puedan ser utilizados para dividirnos y
frenar nuestro proceso. La Revolución nos necesita a todos.
A. Orama Munero
Criterios de una lectora
Sigo con atención los criterios que cada viernes
publica la sección Cartas a la dirección. Sobresale en estos
momentos el tema de la privatización de algunos servicios. Comparto
plenamente lo expresado por F. Hernández González (9 de abril) de
que en Bayamo y Manzanillo "no hace falta privatizar, allí hay
calidad, buena oferta, buenos precios, y los que trabajan siguen
siendo cubanos y no cobran en CUC".
Me pregunto ¿para que los servicios que se ofrecen a
la población mejoren tenemos que privatizarlos? ¿Es la gastronomía
lo único que tiene problemas hoy en Cuba?¿Privatizaríamos la salud,
la educación, el transporte, la agricultura, el comercio, entre
otros? Creo que no, y me imagino que algunos compatriotas piensen
igual que yo o sencillamente no compartan ese criterio.
Considero que servicios como la zapatería
(entiéndase como la confección y arreglos de zapatos), la costura,
la peluquería, la lavandería, y otros pueden arrendarse o
cooperativizarse siempre y cuando el Estado les provea a precios
razonables los materiales y productos que necesitan, de lo
contrario, continuamos engordando al mercado negro.
En algunos lugares donde se ofrecen servicios hemos
oído expresiones como: "si el dueño de esto fuera un capitalista
esto no pasaría", "claro, porque como no ganan nada extra, nos
maltratan", con respecto al transporte se oye con frecuencia "ellos
se piensan que son los dueños y por eso actúan así ". Si nos ponemos
a pensar y analizar en muchas ocasiones los problemas subjetivos y
las decisiones e interpretaciones de los que deciden afectan la
calidad de los servicios y disgustan a la población. No siempre
están en los puestos claves las personas idóneas y con capacidad de
dirección. Los que dirigen deben saber y estar conscientes de que se
deben al pueblo, y conocer a fondo las necesidades del pueblo.
Los cubanos y cubanas de estos tiempos no podemos
estar ajenos a lo que ocurre en el mundo y mucho menos de lo que
ocurre en nuestro país. Estos son momentos de cambiar lo que deba
ser cambiado y que cada cual asuma el papel que le corresponde, no
con gargantas y venas inflamadas sino con acciones y hechos.
A. Hernádez Valera
Se requieren, de conjunto, cambios más integrales
y abarcadores
Últimamente el tema de los servicios, y entre ellos
el gastronómico, ha sido el más recurrente en esta Sección —aunque
desgraciadamente no es el único con serios problemas—, y dentro de
él la forma de propiedad a adoptar para lograr su eficiencia y que
satisfaga las necesidades y expectativas de todos los ciudadanos y
visitantes foráneos.
Al respecto, me preocupa la reiterada confusión de
ver a la propiedad cooperativa como privada y la defensa a ultranza
de una propiedad que llamamos estatal, que en ocasiones queda en
manos de personas inescrupulosas y corruptas que nada tienen que ver
con la política del Partido, el Estado, nuestro sistema social y
lucran con los recursos y la dignidad de sus compatriotas y al final
estas personas se sienten dueños pero no responsables de los bienes
y recursos que administran.
Soy de quienes defienden que todas las producciones
y servicios no pueden estar en manos del Estado y que junto con la
propiedad estatal pueden convivir de manera armónica la pequeña
propiedad privada (cuentapropistas) y la cooperativa (las
agropecuarias en todas sus formas lo han demostrado como norma),
para que el aparato estatal pueda dedicar más tiempo, esfuerzos y
recursos a los renglones cardinales y básicos para toda la sociedad.
Aunque no niego la convivencia de todas las formas de propiedad
siempre que prime la eficiencia, que es lo que se requiere.
No obstante, considero que la eficiencia y la
competitividad no son patrimonio de tipo de propiedad alguna, sino
solo de la competencia y pulcritud moral de quienes dirigen y
trabajan. Por otra parte, discrepo con que una simple apertura a
otras formas de propiedad resuelva de golpe y porrazo los problemas
actuales.
Se requieren, de conjunto, cambios más integrales y
abarcadores tales como: papel de los Organismos de la Administración
Central del Estado (OACE), que en ocasiones se convierten en juez y
parte al ser rectores y productores o prestatarios de servicios;
papel más protagónico y coordinador a escala territorial de los
consejos de la administración municipales; revisión integral de
precios y la posibilidad de hacerlos más flexibles en producciones y
servicios locales directos a la población; diseñar las entidades, a
partir de un presupuesto de ingresos y gastos (con precios y tarifas
acordes a los ingresos de la población) y luego diseñar la plantilla
de cargos, para evitar plantillas infladas de directos e indirectos
y precios ajenos a la realidad de los bolsillos del trabajador,
estudiante, jubilado y pensionado; revisión de la actual tasa de
cambio (¿por qué no puede haber más de una y que diferencie a
personas jurídicas y naturales?); establecimiento de mercados
mayoristas para cuentapropistas y cooperativistas —sin
intermediarios— y con ello lograr precios más asequibles para los
consumidores o clientes finales (el pueblo); establecimiento de
tasas impositivas progresivas y que, además, estimulen la
sustitución real de importaciones y la promoción de exportaciones;
creación de un sistema de inspección estatal único, a todos los
niveles, oportuno, severo, justo y moralmente limpio.
Sé que nuestro Gobierno, Estado y Partido no tomarán
medidas apresuradas, que propendan a crear nuevos problemas, pero
los cambios son necesarios y totalmente realizables sin renunciar ni
un ápice a nuestro proyecto social socialista.
T. Sáenz Coopat