Publicadas el 16 de abril de 2010

Estamos con intensa sequía, pero botamos mucha agua

Vivo en Marianao desde que nací, me gusta mi barrio por lo que no puedo quedarme paciente ante lo que está pasando.

Estamos ante una inmensa sequía, pero dondequiera hay grandes salideros de agua y no se enfrentan para evitar la pérdida del preciado líquido.

Hace ya algún tiempo en el municipio se ha hecho una inversión costosa para sustituir la red de distribución del agua a la población, la idea ha sido buenísima, ahora lo que no es bueno es la forma en que se ha realizado, me adelanto a asegurar que en estos momentos se bota mas agua que antes, los invito a darse una vuelta por el municipio y más en específico en los consejos Pocito Palmar y Zamora Cocosolo, y verán los salideros por todos lados y lo mas lindo es que ya se taparon las tuberías con cemento y asfalto como en la avenida 57. Existen lugares por los que no se puede caminar sin enfangarse por la cantidad de agua que corre como si fuese un río.

¿Dónde quedaron los recursos que se asignaron para garantizar esa inversión? ¿Qué pasó con el control de la calidad del trabajo?

Así no vamos a avanzar y el agua se agota.

Roy Martínez Pupo

Nuestro problema es de control y disciplina

Me decidí a entrar en la polémica sobre la eficiencia y la privatización.

Primero: Considero conveniente que sean "trabajadores por cuenta propia" y si es necesario alquilarles los locales y los medios de trabajo a barberos, sastres, costureras, elaboración y venta de alimentos ligeros en establecimientos de 1 o 2 empleados y otros similares. Estaba pelándome en una barbería de un solo barbero, cuando llegó la administradora y le preguntó: ¿Cuántos trabajos hiciste ayer? ¿Es sostenible toda una estructura administrativa para "controlar", para "administrar" de esa manera? Este criterio deja fuera cualquier tipo de gran unidad de servicios.

Segundo: Eficiencia y propiedad no se ven juntas, ¿cuántas quejas han aparecido de ASTRO?, ¿privatizamos el transporte nacional?

Tercero: Nuestro problema, en mi criterio, es de control y disciplina. Hace mucho tiempo llegué a la conclusión de que uno de los problemas fundamentales que tiene el socialismo es que administramos grandes recursos que no son nuestros y respondemos de forma muy pobre cuando "metemos la pata". El control popular, y en particular el control obrero, se viene diluyendo y aceptamos como buena sátira, porque refleja un problema muy común: "El que me hace sombra se va"; "el jueves de la semana próxima tenemos una visita ‘sorpresiva’ de Pepín del nivel central". Desgraciadamente, en no pocas ocasiones, a los que protestan, critican o se "atraviesan", les dan cordel como en la pesca de la aguja hasta que les clavan bien el anzuelo y entonces los sacan, cuando no los "mueven" de inmediato.

Cuarto: La atención a las quejas en muchos casos es vaga o sorda y ciega, eso bien lo conoce esa sección. Los que tienen responsabilidad sobre las que deben responder, deben controlar este aspecto y tomar las medidas que correspondan para evitar la falta de respeto a nuestro pueblo.

En resumen: si queremos convertir en realidad que "somos los verdaderos dueños" tenemos que buscar mecanismos reales de control, en primer lugar por los jefes que cobran por eso, desde las brigadas hasta los ministros, donde sin extremismos pero con mano firme cerremos las puertas a la blandenguería, el paternalismo, el despilfarro, donde la calidad esté realmente en función del cliente, sin robos, maltratos, lentitudes innecesarias, burocratismo.

— Revisar las medidas disciplinarias y las sanciones jurídicas porque hay "indisciplinas" que cuando yo era niño eran delitos y además de sancionarte en el trabajo, respondías por ellas ante la justicia.

— Los sistemas de calidad deben certificarse y controlarse. ¿Por qué el pan sale malo y bueno en la misma panadería y con los mismos ingredientes? ¿Por qué un café no hay quien se lo tome y otro es pasable? ¿Por qué la leche fresca, el ron o la cerveza es "bautizado" en algunos lugares y en otros no?

— Los inspectores populares y eventuales, en mi criterio, son mejores que los profesionales porque son desconocidos y es más riesgoso tratar de sobornarlos. Es necesario aplicar fuertes medidas contra los que intentan sobornar y contra los sobornados.

— Proteger a los que critican y protestan de medidas disciplinarias "particulares" a corto y mediano plazo.

— Crear mecanismos de control popular de las quejas de la población contra el mal servicio, el burocratismo, el trapicheo en la entrega de recursos y otras debilidades, indisciplinas y delitos. Utilizar la Ley 91 Reglamento de los Consejos Populares donde se prevé el control de las organizaciones enclavadas en el territorio del Consejo.

— Que los controles por el nivel administrativo correspondiente y otras organizaciones involucradas, sorpresivos y no "sorpresivos" o avisados, sean rigurosos, pero además tomar medidas contra los que controlaron y no detectaron, si poco tiempo después revienta el problema por un anónimo, una auditoría fiscal u otro mecanismo.

— Publicar las medidas tomadas contra los infractores, aunque no se personalice el nombre y los apellidos, ya que muchas veces aquellas cuestiones que aparecen criticadas en nuestros medios y otras que la población conoce, dan la sensación de que pasaron por alto

— A los jefes hay que exigirles la permanencia donde dirigen. Yo trabajaba en una tienda en el capitalismo y el dueño no calentaba el asiento del buró de su oficina en la segunda planta y me dijo varias veces que había que cuidar el centavo, que los pesos se cuidaban solos.

Prefiero el socialismo con nuestros defectos "curables" con las medidas pertinentes, que el capitalismo que vivimos en el pasado y el que nos tocaría vivir de revertirse el sistema.

A. Rapallo Disit

Sobre el control del diésel

Acabo de leer el artículo que sobre el tema del combustible, publicó recientemente el periódico Granma realizado en Pinar del Río.

Soy Auditor de la Guía CUPET en mi entidad y por lo que he podido investigar, hay dos pasos en el control del combustible que a mi modo de ver andan mal:

El primero: para cambiar el "PIN de Flota" mi entidad, según se nos informó, debe entregar todas las tarjetas que posee con saldo "cero" y dejarlas en la Oficina de FINCIMEX por varios días. Esto implicaría que todo el parque de equipos se detenga, algo que resulta imposible. El problema es que ya, desde que surgió este sistema han pasado varios años y con ellos varios compañeros que han realizado esa tarea. ¿Cómo lograr que "se les olvide" ese importantísimo "PIN"?

Segundo: Las "pruebas del litro". Cada entidad las realiza a su manera, sin una disposición estatal que regule cómo realizarlas y sin una contrapartida oficial para evitar que se trate de burlar este mecanismo útil para el control y para la planificación. Se puede dar el caso del que, para la prueba, habilita su carro con gasolina motor (83 octanos). Evidentemente el resultado no es el mismo cuando utiliza la regular (91 octanos). De igual forma "se trastea" el sistema de alimentación y el resultado se altera. ¿Por qué todo esto? Muy concreto: entre más gaste en esa prueba, más combustible se le asignará. La contrapartida a esta acción mentirosa es muy sencilla si se disponen índices de consumo por sobre los cuales dichos vehículos no pueden recibir combustible en sus entidades. Es decir, si un auto Lada debe hacer 11,7 km con un litro de gasolina, si no supera ese valor debe ser reparado. Con esto el primer preocupado porque su vehículo marche bien sería el chofer, de lo contrario no camina, y si comete algún fraude sería en su contra. O sea, dicho de otra manera: la prueba del litro no puede ser una medida para justificar el gasto, sino para justificar que se puede utilizar ese vehículo con eficiencia técnica.

Hay muchas más brechas mencionadas en el artículo, pero estas dos me parecen fáciles de cortar.

J. R. Reynaldo Sánchez

Preguntas sobre los autos estatales

Me motivo a plantear esta interrogante, porque me parece que es el sentir de muchos cubanos que quisiéramos que nuestra Revolución siga adelante por muchos años más, pero el camino que vemos está con mucha yerba que cortar y no somos capaces de verla, solamente la echamos a un lado y seguimos caminando, práctica que no debe seguir formando parte de nosotros.

El fin de semana fui a visitar a mi hija en La Habana, específicamente en Centro Habana, yo vivo en Alamar, e increíblemente, en mi viaje desde mi casa a la de mi hija vi que la mayor parte de los automóviles que había en la calle tenían chapas azules, carmelitas y verdes y quisiera que me respondiesen a algunas interrogantes:

· ¿Existe alguna regulación que controle que tantos autos chapas azules estén en la calle indiscriminadamente todos los días de la semana a cualquier hora del día o la noche, incluyendo en tiendas, mercados agropecuarios, haciendo gestiones personales con el combustible del Estado?

· ¿Qué ocurre con los chapas carmelitas?, son autos que se les dieron en un principio a los directores de empresas para su uso "laboral y personal", pero me surgen algunas inquietudes, el combustible que les proporciona su entidad, también lo utilizan para sus gestiones personales o es que ¿acaso ellos pagan a 1CUC cada litro que consumen en sus "gestiones particulares"?

También estaba leyendo una información que publicó el periódico Granma el 31 de marzo donde nuestro Comandante de la Revolución Ramiro Valdés nos hace un llamado para intensificar el ahorro de energía en nuestras casas y a realizar más inspecciones, y se da la cifra de 1 000 fraudes eléctricos en lo que va de año, pero ¿podríamos sumarle a esto el despilfarro que tiene nuestro Estado con la asignación de combustible para uso personal de sus "choferes"?

Creo que debemos tener la mano un poco dura con aquellos que se benefician con el combustible que el Estado les asigna a sus empresas, y este a su vez, debería estar vigilante de que tales hechos no ocurran pues es un medio para ahorrar el combustible que tanto necesita la Revolución.

A. M. Toledo

Los factores objetivos y subjetivos

Escribo basándome en los abundantes criterios de compañeros que (con muy buenas intenciones y con el lógico temor a perder nuestras conquistas y nuestro socialismo), proponen soluciones subjetivas, de probada ineficacia en los últimos 20 años, a los problemas objetivos que enfrenta nuestra economía y nuestro socialismo. Particularmente distingo el criterio de F. Hernández González: Nos afectan más las cuestiones subjetivas que las objetivas, publicado el 9 de abril, en el cual hace referencia directa al equilibrio de incidencia de estos factores en la economía.

Primeramente quisiera explicar que los factores objetivos son los independientes de la conciencia del hombre y los subjetivos son los inherentes a la misma. Recuerdo a mi profesora universitaria de Economía Política recalcándonos que en todo momento los factores objetivos condicionan a los subjetivos, dicho en otras palabras: "El hombre piensa como vive y no vive como piensa". Esto se puede entender mejor con el ejemplo práctico de la propia farmacéutica o dependiente gastronómica que no realiza su trabajo como es debido, o con el cuadro que no les exige que lo hagan, o con el inspector que se corrompe y no lo controla; si miramos superficialmente a estas personas solo veremos los factores subjetivos inherentes a cada uno de ellos, su falta de moral y principios, y podemos llevarnos la impresión de que la solución pasa solo por la exigencia y el control, pero entonces ignoraríamos que sobre todas estas personas (y sobre todas las que debemos convocar para exigirles) inciden los mismos factores objetivos que condicionan su comportamiento (el salario que no alcanza, los altos precios, la casa que se les puede estar cayendo, los zapatos de los niños para la escuela, etc.).

En las condiciones actuales todos somos propensos a caer en estas debilidades o a callar ante las mismas, y los que no lo hacemos sentimos muchas veces que nadamos contra la corriente y lo hacemos en efecto porque los factores objetivos favorecen precisamente lo contrario de lo que nos proponemos e inciden también sobre nosotros mismos. Esto quizás no sería un problema si esta situación no se hubiese extendido durante los últimos 20 años, todo este tiempo las cosas han madurado para mal, los fenómenos negativos se han vuelto cada vez más mayoritarios, la conciencia de las personas se ha acostumbrado a albergar ideas contrarias a los principios del socialismo, el egoísmo se extiende como el marabú y cada día pierde más fuerza cuanto trabajo político o llamados a la conciencia se puedan hacer en este sentido. En otras palabras, los factores objetivos se están imponiendo, para mal de nuestro proceso social, y solo incidiendo directamente sobre ellos salvaremos nuestro socialismo.

Solo nuestro Estado puede incidir sobre estos factores, contando con nuestro apoyo. El Estado debe estimular a las fuerzas productivas, liberarse de las cargas excesivas que no puede controlar, eliminar los igualitarismos, entre otras cosas. Ninguna de estas cosas será posible lograrlas solo a golpe de consignas y llamados a la conciencia, debemos dinamizar nuestro modelo económico para salvar nuestro modelo social.

No se trata de hacer concesiones al capitalismo, el Estado deberá conservar la propiedad sobre los medios fundamentales de producción (premisa fundamental del socialismo), pero también deberá darles una oportunidad al sector cooperativo y a la iniciativa privada en pequeña escala, deberá devolver su papel al salario reduciendo plantillas (de lo cual pueden desprenderse aumentos de salario), deberá distribuir mejor las fuerzas productivas encaminándolas hacia el sector productivo, y solo después (con el avance conseguido luego de estas medidas) deberá redistribuir justamente los subsidios (como la libreta) para que los reciban quienes realmente los requieren. Luego de esto la dualidad monetaria irá disminuyendo gradualmente, impulsada por el crecimiento de la economía (es así como se elimina y no por decreto como creen algunos).

Por último, hablando nuevamente de factores subjetivos, pido a todos los compañeros que temen a la posibilidad de estos cambios que apoyen a nuestro Gobierno en esta etapa decisiva de nuestra historia. Los revolucionarios convencidos debemos estar todos en la misma trinchera y abandonar todos los temores y reservas que puedan ser utilizados para dividirnos y frenar nuestro proceso. La Revolución nos necesita a todos.

A. Orama Munero

Criterios de una lectora

Sigo con atención los criterios que cada viernes publica la sección Cartas a la dirección. Sobresale en estos momentos el tema de la privatización de algunos servicios. Comparto plenamente lo expresado por F. Hernández González (9 de abril) de que en Bayamo y Manzanillo "no hace falta privatizar, allí hay calidad, buena oferta, buenos precios, y los que trabajan siguen siendo cubanos y no cobran en CUC".

Me pregunto ¿para que los servicios que se ofrecen a la población mejoren tenemos que privatizarlos? ¿Es la gastronomía lo único que tiene problemas hoy en Cuba?¿Privatizaríamos la salud, la educación, el transporte, la agricultura, el comercio, entre otros? Creo que no, y me imagino que algunos compatriotas piensen igual que yo o sencillamente no compartan ese criterio.

Considero que servicios como la zapatería (entiéndase como la confección y arreglos de zapatos), la costura, la peluquería, la lavandería, y otros pueden arrendarse o cooperativizarse siempre y cuando el Estado les provea a precios razonables los materiales y productos que necesitan, de lo contrario, continuamos engordando al mercado negro.

En algunos lugares donde se ofrecen servicios hemos oído expresiones como: "si el dueño de esto fuera un capitalista esto no pasaría", "claro, porque como no ganan nada extra, nos maltratan", con respecto al transporte se oye con frecuencia "ellos se piensan que son los dueños y por eso actúan así ". Si nos ponemos a pensar y analizar en muchas ocasiones los problemas subjetivos y las decisiones e interpretaciones de los que deciden afectan la calidad de los servicios y disgustan a la población. No siempre están en los puestos claves las personas idóneas y con capacidad de dirección. Los que dirigen deben saber y estar conscientes de que se deben al pueblo, y conocer a fondo las necesidades del pueblo.

Los cubanos y cubanas de estos tiempos no podemos estar ajenos a lo que ocurre en el mundo y mucho menos de lo que ocurre en nuestro país. Estos son momentos de cambiar lo que deba ser cambiado y que cada cual asuma el papel que le corresponde, no con gargantas y venas inflamadas sino con acciones y hechos.

A. Hernádez Valera

Se requieren, de conjunto, cambios más integrales y abarcadores

Últimamente el tema de los servicios, y entre ellos el gastronómico, ha sido el más recurrente en esta Sección —aunque desgraciadamente no es el único con serios problemas—, y dentro de él la forma de propiedad a adoptar para lograr su eficiencia y que satisfaga las necesidades y expectativas de todos los ciudadanos y visitantes foráneos.

Al respecto, me preocupa la reiterada confusión de ver a la propiedad cooperativa como privada y la defensa a ultranza de una propiedad que llamamos estatal, que en ocasiones queda en manos de personas inescrupulosas y corruptas que nada tienen que ver con la política del Partido, el Estado, nuestro sistema social y lucran con los recursos y la dignidad de sus compatriotas y al final estas personas se sienten dueños pero no responsables de los bienes y recursos que administran.

Soy de quienes defienden que todas las producciones y servicios no pueden estar en manos del Estado y que junto con la propiedad estatal pueden convivir de manera armónica la pequeña propiedad privada (cuentapropistas) y la cooperativa (las agropecuarias en todas sus formas lo han demostrado como norma), para que el aparato estatal pueda dedicar más tiempo, esfuerzos y recursos a los renglones cardinales y básicos para toda la sociedad. Aunque no niego la convivencia de todas las formas de propiedad siempre que prime la eficiencia, que es lo que se requiere.

No obstante, considero que la eficiencia y la competitividad no son patrimonio de tipo de propiedad alguna, sino solo de la competencia y pulcritud moral de quienes dirigen y trabajan. Por otra parte, discrepo con que una simple apertura a otras formas de propiedad resuelva de golpe y porrazo los problemas actuales.

Se requieren, de conjunto, cambios más integrales y abarcadores tales como: papel de los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE), que en ocasiones se convierten en juez y parte al ser rectores y productores o prestatarios de servicios; papel más protagónico y coordinador a escala territorial de los consejos de la administración municipales; revisión integral de precios y la posibilidad de hacerlos más flexibles en producciones y servicios locales directos a la población; diseñar las entidades, a partir de un presupuesto de ingresos y gastos (con precios y tarifas acordes a los ingresos de la población) y luego diseñar la plantilla de cargos, para evitar plantillas infladas de directos e indirectos y precios ajenos a la realidad de los bolsillos del trabajador, estudiante, jubilado y pensionado; revisión de la actual tasa de cambio (¿por qué no puede haber más de una y que diferencie a personas jurídicas y naturales?); establecimiento de mercados mayoristas para cuentapropistas y cooperativistas —sin intermediarios— y con ello lograr precios más asequibles para los consumidores o clientes finales (el pueblo); establecimiento de tasas impositivas progresivas y que, además, estimulen la sustitución real de importaciones y la promoción de exportaciones; creación de un sistema de inspección estatal único, a todos los niveles, oportuno, severo, justo y moralmente limpio.

Sé que nuestro Gobierno, Estado y Partido no tomarán medidas apresuradas, que propendan a crear nuevos problemas, pero los cambios son necesarios y totalmente realizables sin renunciar ni un ápice a nuestro proyecto social socialista.

T. Sáenz Coopat

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