Publicadas el 9 de abril de 2010

El igualitarismo frena el desarrollo de las fuerzas productivas

La Revolución convirtió la mayoría de los medios de producción en propiedad social. Cambiar esto sería nuestro peor error.

Me horroriza ver cómo muchos identifican al socialismo con subdesarrollo y carencia de elementales necesidades materiales.

La esencia, a mi juicio, de la diferencia entre el capitalismo y el socialismo no depende solamente del tipo de propiedad. Desde que comienza a descomponerse la comunidad primitiva existe la propiedad privada y miles de años después es que se establece el capitalismo como sistema. La cuestión no es solo el tipo de propiedad por sí misma, sino el hecho de la explotación que se impone cuando al organizar sus relaciones de producción, unos se apropian de parte considerable de las ganancias que han producido otros.

El socialismo no surge para eliminar las aspiraciones y necesidades de mejoras materiales siempre crecientes de los hombres sino para utilizar los adelantos de la ciencia y la técnica y construir una sociedad organizada donde unos no trabajen para que otros nos exploten apropiándose de las ganancias de nuestro trabajo; donde el obrero no sea una mercancía y la competencia y la anarquía ciega del mercado no rija nuestras vidas. Creo que si la holgura material proviene del trabajo honrado sin explotar a nadie, no tiene nada de malo y hay que estimularlo.

Ahora, si partimos de estos principios simplificados: ¿a quién explotarían si hubiesen muchos más zapateros, albañiles, carpinteros, taxistas... la lista puede ser infinita, que trabajando para ellos mismos y sin un privado que los explote, produzcan bienes o servicios? Se les cobraría un impuesto, no tendrían quién les robara ni como robarse nada, porque sería robarse a ellos mismos. No por eso estaríamos volviendo al capitalismo. La cuestión está en no privatizar o permitir trabajo por cuenta propia en los cuales haya dueños y obreros que trabajen y enriquezcan a aquellos.

Pero la única forma de propiedad social que existe no es la propiedad estatal, donde todo es propiedad de todos pero nadie se siente propietario de nada y cada día gana más terreno la improductividad, el robo, la corrupción y el igualitarismo.

¿Por qué no cooperativizar mucho más nuestra economía y después de pagar los impuestos establecidos, repartir las ganancias obtenidas directamente a los trabajadores de acuerdo con el rendimiento de cada uno? ¿No seguiría siendo propiedad social? ¿No aumentarían la producción y los salarios? ¿No se ganaría en sentido de pertenencia porque más objetivamente los medios de producción pertenecerían realmente a los trabajadores? ¿No se lucharía más contra el robo porque los trabajadores se darían cuenta de que el que robe realmente le está robando directamente a ellos?

Y en los renglones que, por cuestiones estratégicas, no conviene el trabajo por cuenta propia o cualquier tipo de propiedad social que no sea estatal, se debería organizar la economía estructuralmente de forma que cada cual reciba un salario lo más cercano posible a lo que realmente se obtuvo como ganancia de su producción, por supuesto, cobrándole un impuesto y de esta manera poder eliminar todos los subsidios y gratuidades, excluyendo a todo aquel que por concepto de seguridad y asistencia social así lo necesite.

Ahora, ¿por qué, después que los que trabajamos para el Estado cobramos un salario y habiendo entregado gran parte de la ganancia de nuestra producción a este, se reparte entre todos por igual? No es justo que todos tengamos en la canasta básica lo mismo, sin importar si trabajas honradamente o no para el Estado o si no trabajas, si produces más o menos, o si te dedicas a vender dólares afuera de una tienda. El igualitarismo frena el desarrollo de las fuerzas productivas.

Recordemos que hace mucho tiempo ya que Marx, criticando el Programa de Gotha, advertía sobre muchos de estos errores en los que hemos caído y aconsejaba: "Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual." "El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica..." "...cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas... la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades! Apliquemos ahora la máxima socialista: ¡De cada cual, según sus capacidades, a cada cual, según su trabajo!

La productividad y la conciencia no vienen con discursos que apelen a lo ideal, hacen falta cambios estructurales. Seamos dialécticos: es la manera en que organicemos nuestra vida económica y material la que en última instancia determina nuestra conciencia social; no niego el papel de la conciencia, porque los medios de producción y las relaciones de producción no se organizan solas, las organizamos los hombres con nuestras ideas.

M. C. Aledo Roller

Nos afectan más las cuestiones subjetivas que las objetivas

Hace pocos días viví una experiencia que me hizo recordar el tema más recurrente durante las últimas semanas en la sección, "la privatización" de algunos servicios, fundamentalmente la gastronomía.

La experiencia referida ocurrió en el Hospital William Soler en la capital. Después de dos consultas satisfactorias, con la adecuada atención de especialistas a mis hijos, incluso con la atención de un ortopédico saliente de guardia, sin consulta previa y que nos dio un trato exquisito, me dirigí a la farmacia de dicha institución. Allí estuve (y junto a mí más de 30 personas) una hora y 45 minutos al sol, porque no dejaban entrar a nadie hacia el local, viendo como una sola dependienta venía hasta la puerta, recogía las recetas, traía el producto, viraba con el pago, regresaba con el vuelto, algo así como una odisea —sin Ulises y nada mitológica—, bien real.

Aquello realmente desentona con el tipo de institución y la calidad del servicio que en ese centro se brinda. Fue entonces que me vino a la mente el debatido tema. Si quisiéramos resolver los problemas de un servicio como este, a algunos se les pudiera ocurrir la misma solución que para la gastronomía y otros que se han manejado en este espacio. Respeto el criterio de todos, pero eso sería como caer en el viejo cuento que todos los cubanos conocemos bien, el de querer tirar el sofá por la ventana, para a la larga seguir teniendo el mismo problema o tal vez mayor.

Privatizar, aunque sea el más insignificante renglón de nuestra economía, conlleva a renunciar al socialismo. Recordemos las enseñanzas del Guerrillero Heroico a inicios de los años 60 del pasado siglo, cuando nuestro socialismo era solo un embrión con muchas ideas y poquísima experiencia. El Che nos decía que al imperialismo ni un tantito se le podía dar, más allá de eso, en sus Apuntes críticos a la economía política dudó del éxito de los koljoses en la antigua URSS, a partir de un elemento aparentemente insignificante pero que constituyó una verdad de Perogrullo: en el koljós la propiedad es privada, individual, por lo tanto eso no es socialismo, es un rezago del capitalismo.

La fórmula no puede estar dirigida al cambio de sistema. La solución está en los hombres. Nuestra Constitución establece que tenemos un Estado de deberes y derechos. La experiencia me lleva a reconocer que todos esgrimimos nuestros derechos, cuando entendemos pertinente o nos calan en lo individual, pero de los deberes distamos mucho, tanto en reconocerlos como en hacer lo que nos corresponde.

¿Por qué entonces en vez de pensar y proponer privatizar servicios, u otra variante que nos conduzca a entregar las armas y banderas del socialismo —que en plebiscito con la participación de todo el pueblo acordamos establecer como irrenunciables—, no nos dedicamos más a exigir que se cumpla lo establecido, a que haya amor al trabajo, organización y disciplina? Es en el hombre, en el capital humano formado durante 50 años, no solo profesionalmente sino como ser social también, en quien debemos pensar.

No sigamos atacando consecuencias, busquemos las causas de los problemas y nos daremos cuenta de que nos afectan más las cuestiones subjetivas que las objetivas. Los problemas mayores siguen estando en la conciencia de los hombres, en su modo de actuar. Si no, comparen el servicio de una cafetería o restaurante en cualquiera de las dos provincias habaneras con las de Bayamo o Manzanillo, allí no hace falta privatizar, allí hay calidad, buen servicio, buena oferta, buenos precios, y allí los que trabajan siguen siendo cubanos y no cobran CUC.

F. Hernández González

Lo esencial es lograr que los cuadros jueguen el papel que les corresponde

He venido leyendo los trabajos de opinión que cada viernes publica el periódico y no puedo sino dar mis modestas opiniones sobre los tópicos más interesantes o que más llaman la atención del ciudadano común.

Considero que hay aspectos que se sobredimensionan sin que dejen de ser ciertos. Tal es el caso de la gastronomía en que a veces impresiona que constituya el ombligo del problema o la percepción de caos o desastre que algunos dan de nuestra economía.

Soy de los que consideran que lo esencial en nuestra sociedad es lograr que los cuadros jueguen el papel que les corresponde para que de verdad sean lo que el Che llamó "columna vertebral de la Revolución".

Hace algún tiempo un compañero me decía que lo fundamental en el cuadro de dirección, el dirigente, es que comprendiera su papel y responsabilidad en el cumplimiento de tres deberes supremos: 1) cumplir el objeto empresarial asignado; 2) educar a los trabajadores que están bajo su mando y dirección; y 3) proteger los medios materiales que están bajo su custodia y administración. Tiene razón.

Sabemos de los esfuerzos del Estado y el Partido por hacer esto realidad respecto al cuadro.

El cuadro incondicional no es el que grita Patria o Muerte, sino el que se dedica en cuerpo y alma al cumplimiento de los propósitos anteriores defendiendo los intereses de su Revolución, junto al pueblo.

Nuestro país puede romper las barreras que retrancan nuestra economía. Para ello hay que desatar las fuerzas productivas, eliminando métodos burocráticos, exigiendo mayor eficiencia y entrega de los cuadros, esclareciendo, siendo mesurados pero firmes, no dejándonos engañar con los cantos de sirenas y por formas aparentes de bondades de sistemas económicos que solamente nos hundirían en el capitalismo salvaje, que es el único que existe.

Solamente del trabajo creador pueden surgir las riquezas que tanto necesita el país para aumentar el bienestar de su pueblo

La historia se ha encargado de aleccionarnos con lo que ocurrió en el extinto campo socialista.

Tenemos que sentirnos orgullosos de nuestra historia, tenemos una obra inmensa que defender y el socialismo que estamos construyendo y queremos construir, ha demostrado sus potencialidades y lo que representa para nuestro pueblo. A él no renunciará la abrumadora mayoría. Esa tal vez es la causa fundamental de porqué cuando sucumbió el socialismo en Europa, nosotros seguimos enarbolando nuestras invictas banderas.

Por último, recordar el escenario en que combatimos. El imperialismo no ceja en sus intentos de hacernos desaparecer junto a nuestra obra, y aunque pensamos como mundo desarrollado, vivimos en un país subdesarrollado. Eso no lo podemos olvidar.

R. R. Vázquez Pérez

El ahorro y la atención al consumidor

Leo asiduamente las opiniones que se expresan en esa sección, y en muchos de los casos coincido con lo expresado por los diferentes remitentes, sobre todo en lo concerniente a que el Estado se libere de la carga que constituye una "gastronomía cada vez más deficiente".

Lo que me motiva a escribirles, se refiere a aspectos completamente diferentes, pero en mi opinión no menos importantes, uno que tiene que ver con el ahorro y otro con la atención al consumidor o cliente, como quiera llamársele.

Resulta ser que es evidente la necesidad del ahorro de agua, que a su vez representa ahorro de energía y por lo tanto ahorro de combustible. Pero la realidad que observo, es que obtener más ganancias en CUC en las TRD, por la venta de llaves de agua, sistemas para cerrar el acceso a los tanques y cisternas e incluso tuberías, hace que sea imposible para un trabajador adquirir estos medios con los que evitar desperdicios y salideros. Por ejemplo, un sistema para cerrar el agua cuando se llena una cisterna o tanque, cuesta alrededor de 15 CUC (375 pesos), hay que trabajar casi un mes solo para resolver esto, y qué decirles de las llaves y tuberías. En la práctica obtienen más ganancias los que fabrican estos medios o las TRD, pero contradictoriamente, se botan millones por el bombeo del agua que se desperdicia. Creo que esto necesita un serio análisis.

El otro tema, es el referente a algunas de nuestras empresas socialistas que se ocupan mas de cómo recaudar CUC, en lo que no estoy en contra, que en prestarle servicio a sus consumidores o clientes nacionales, tal es el caso de CUBATABACO, o como se llame la empresa que comercializa el tabaco nacional.

Resulta ser que Cuba, la primera productora, y del mejor tabaco del mundo, no es capaz de ofrecerle a los cubanos un tabaco de calidad, y además aquí en Matanzas cada vez es más difícil adquirirlo.

El tabaco que se oferta en las bodegas, porque ni tan siquiera se ofertan en las cafeterías, es de muy mala calidad y de un solo tipo, como si dijeran: o lo tomas o lo dejas. Desde finales del año pasado no lo abastecen regularmente, dando origen al negocio ilícito.

Yo pienso que no solo hay que tomar medidas para el mejoramiento de la gastronomía u otros servicios, hay que meterle mano a aquellas empresas en las que sus dirigentes tienen un signo de CUC o USD en la frente y se olvidan del pueblo trabajador, como es el caso de CUBATABACO, que debiera ser la razón de existir de las mismas.

Espero que, por quienes corresponda, se analicen los altos precios (creo que varias veces su costo de producción) de los medios para evitar el despilfarro de agua, y que empresas como CUBATABACO, que existe solo gracias al pueblo trabajador, entienda que este se merece fumar un tabaco de calidad y que regularmente pueda adquirirlo.

J. P. Lleonart Machado

Alternativas

Me llama mucho la atención la reiterativa utilización de términos como "privatización" y "gastronomía", al menos son los más utilizados, en este espacio. Considero oportuno precisar que la gastronomía no es el único eslabón donde, y con muchísima frecuencia, están presentes el lamentable deterioro tanto de la calidad, como del respeto y la garantía de un servicio que esté acorde con la demanda popular. Es común ver en nuestro diario entorno, estos flagelos en todas las manifestaciones de nuestra precaria economía minorista, o bien en la red de recaudación de divisas o en las que operan en moneda nacional. Por tanto se hacen necesarias y extensivas la discrepancia y posibles soluciones para toda la esfera comercial.

La "privatización" que tantos temores y opiniones genera puede o no ser una solución, pero también se debe tener muy en cuenta la utilización de alternativas que un día brindaron una solución y que en muy poco tiempo prácticamente se aniquilaron, bien por leyes y decisiones de aquel entonces o simplemente porque se convirtieron en una variante que ya no era necesaria y no seríamos justos si no admitimos que sufrió ese virus contagioso llamado burocracia, me refiero al otorgamiento de licencias para trabajadores por cuenta propia.

Muy bien que el Estado pueda observar diferentes modalidades que tendrá que asumir, pues es crítica esta situación que aumenta alarmantemente y que origina malestares, y diferentes posibilidades, para que los establecimientos sean o no operados por cooperativas, particulares o que continúen administrados por el Estado, pero ¿por qué y paralelamente no se otorgan licencias como antes, donde tenga un espacio la iniciativa y el talento privado, que no tengan necesariamente que ver con las actuales y tradicionales circunstancias? ¿Acaso anteriormente no convivieron el trabajador por cuenta propia y también el Estado? Ambos servicios pueden ir de manos sin que prime conflicto alguno, existiendo por separado y otorgando al pueblo la posibilidad de escoger cuál le resulta más atractivo, a la vez que la propia demanda y sana competencia elevarán considerablemente el tan preciado y anhelado trofeo, que es la excelencia en el servicio. Será posteriormente el tiempo y la experiencia quien le otorgue crédito a una u otra alternativa.

Discrepando de opiniones anteriores, hago referencia a un comentario donde se precisa llevar un servicio óptimo, (comparable con el que se brinda en el sector del turismo) a estos establecimientos o entidades. Es necesario recordar que muchas de estas instalaciones turísticas, están administradas por empresas con personal y capital privado. Tampoco —y retomando otra opinión— podemos ver el futuro "enriquecimiento" de ciudadanos como algo incompatible con nuestro proyecto social, en cambio este fenómeno sí es perjudicial en bolsillos de inescrupulosos y oportunistas que no pagan impuestos, desvían recursos y no ofrecen una higiene y un servicio digno y respetuoso, convirtiéndolos en una especie de "propietarios"sin gasto alguno, pues todas las críticas, las malversaciones y cuanta fechoría cometen, corren a cuenta del Estado.

La Revolución cubana y su proyecto social, sin tener que "copiar" a nadie, bien pueden emprender un camino que lejos de debilitar, fortalecerá aún más nuestro sistema.

J. González Mejías

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