Publicadas
el 5 de marzo de 2010
Otra alternativa en que pensar
Últimamente he seguido con detenimiento las cartas
enviadas con temas referente a cambios en cuanto al sistema
económico, tales como la privatización de algunos pequeños sectores
de nuestra economía, muy apegados a una de las grandes disyuntivas
que afectan a nuestra sociedad, como el problema de la alimentación,
la libreta de comida, donde la mayoría de los criterios coinciden en
que el Estado no puede hacerse responsable de todas las cosas y que
debería centrar sus esfuerzos hacia las grandes industrias y el
desarrollo inversionista, dirigido a obras que aporten a largo plazo
a la economía del país.
Aunque no soy opuesto a estos criterios pienso debe
analizarse el papel que debe jugar el salario en todas estas
cuestiones, sin descuidar los resultados, rendimientos y
productividad en general, por lo que creo que debemos ante todo
tener determinación y darle mayor fuerza al principio "de cada cual
según su capacidad, a cada cual según su trabajo", algo que no
interfiere y tiene que ver mucho con la institucionalización de
nuestro país y de todas las empresas en general, por lo que pienso
que debemos centrar los esfuerzos en lograr que nuestro pueblo
trabajador, del cual formo parte, se sienta comprometido con la obra
que se construye.
Para lograr que cada trabajador se sienta
comprometido con su labor además de los estímulos morales, debe
dársele el papel que corresponde al salario, ya que esto traerá
consigo el incremento del sentido de pertenencia, el cual se ha
convertido últimamente en un eslógan muy apartado de lo que
realmente necesita el país y los trabajadores, en vez de privatizar;
¿por qué no creamos una empresa socialista de nuevo tipo?,
realizándose pruebas pilotos en diferentes esferas, donde juegue un
importante papel la aplicación de un nuevo método salarial y donde
el pago por resultado surta un efecto verdadero, por lo que la
autonomía que se les quiere atribuir a las pequeñas empresas
privadas, pudiera dársele a una nueva empresa, donde los que la
dirijan tengan autonomía y decisión propia sobre la política
salarial y general de la empresa, sin por supuesto obviar los
aportes que estas deban realizar, por lo que debe de aplicarse un
método diferente a los salarios.
Sabemos que tenemos que ser eficientes, pero ¿cómo
lograr eficiencia si en la actualidad el salario no suple
prácticamente ninguna de las necesidades primarias?, lo que ha
originado la existencia de subsidios como la libreta de
abastecimientos, entre otros.
Tenemos que tener claridad en que la mayoría de los
productos que consumimos son adquiridos en el exterior, por lo que
tienen un gran componente en divisas, lo que altera y deteriora la
economía, teniendo en cuenta que nuestro peso cubano debe tener un
respaldo económico para que mantenga su valor. Debe identificarse lo
que aporta cada trabajador desde su área laboral y formar su salario
en correspondencia con su rendimiento, por lo que en un mismo centro
de trabajo pueden existir dos cargos laborales con las mismas
funciones, sin embargo, necesariamente el salario a devengar no debe
ser el mismo, lográndose así incrementar la competencia laboral,
junto al incremento de la calidad en la labor que se desempeñe,
donde pueda sentirse motivado el trabajador que va a ganar según el
aporte que realice, donde se vean realmente los resultados de su
trabajo.
Otro problema en que pensar es la corrupción, la
cual viene mellando la labor y el sentido de nuestra Revolución. Los
órganos de control juegan un importante papel en coadyuvar y
prevenir, a que impere el control en nuestras organizaciones, pero
esto es un trabajo de todos, lo que no se les puede atribuir
solamente a estos órganos.
Soy del criterio que si realmente se hicieran
pruebas de cómo podría funcionar una de estas empresas donde se
pondría el papel del salario aparejado al desempeño, esto traería
buenos resultados y a su vez se establecerían comparaciones con
otras organizaciones similares, donde se analizaría el resultado de
los indicadores económicos, los factores del comportamiento de las
manifestaciones de indisciplinas y corrupción, lo que sería
indiscutiblemente menor en la empresa donde se logre un compromiso
real por los trabajadores.
Creo que es una idea sobre la cual es importante
reflexionar.
Unamos nuestros esfuerzos y demos todo lo que esté a
nuestro alcance para lograr que cada cual rinda desde su puesto de
trabajo y a su vez se sienta beneficiado monetariamente, donde la
recuperación de la economía nacional se vea también en las casas de
todos los trabajadores y se eliminen o disminuyan considerablemente
las manifestaciones de indisciplinas, corrupción y desvíos que
afectan a todo nuestro pueblo.
P. J. Rodríguez Hernández.
Nuestra Revolución necesita fortalecerse en lo económico
Escribo a esta sección para sumarme al debate en
torno a este tema tan polémico y actual. Para ello planteo dos
preguntas cuyas respuestas, considero, son claves a la hora de
abordar cualquier discusión sobre la propiedad en una economía
socialista. Espero que contribuyan a enriquecer el debate.
Preferiría que las respondiera un especialista en la materia.
1. ¿En el socialismo debe existir la propiedad
social sobre todos, o sobre los principales medios de producción?
2. ¿La propiedad social significa únicamente
propiedad estatal o existen otras formas de propiedad colectiva?
La resistencia al cambio es lógica, pero a veces
puede ser dañina. Apelemos nuevamente al Comandante: "...cambiar
todo lo que debe ser cambiado...". Mientras más lo demoremos peor
será. Nuestra Revolución necesita fortalecerse en lo económico. Y
para lograrlo no basta con el necesario trabajo político-ideológico
profundo, se necesitan herramientas económicas que propicien un
crecimiento de la productividad del trabajo. Los controles y las
regulaciones, por sí solos, no garantizan eficiencia y eficacia.
E. R. Romero.
Algo hay que hacer
Quiero referirme a un tema muy complejo y al que
algún día tendremos que buscarle alguna solución. Me refiero al tema
del trabajo y sus beneficios para el trabajador.
Cuando terminaba mi jornada laboral, pasaba cerca
del Estadio Latinoamericano, justo cuando acababa de concluir un
juego de pelota importante. Era asombroso ver cuántos miles de
jóvenes podían a esa hora de la tarde, prácticamente desde el
mediodía, colmar el estadio. Esto nos demuestra la cantidad tan
grande de personas que viven sin trabajar o sin estudiar en nuestro
país. Si el estadio se llenara con jubilados, personas ya mayores,
etc., fuera perfecto, pero no es así, la mayoría son jóvenes.
Por eso no nos asombramos cuando oímos los
comentarios de que el único país del mundo donde las personas pueden
vivir sin trabajar es en Cuba.
¿De qué viven? No lo sé. Pero me imagino cosas.
Por ejemplo, saco la cuenta de que algún cubano al
que un familiar le envíe mensualmente solo unos 20 dólares, ya gana
más que yo, que soy ingeniero.
Entonces me pregunto: ¿Qué hay que hacer?
Se comentan muchas medidas que son necesarias como
la de quitar los comedores obreros, fuentes de desvío de muchos
recursos. De reducir los cargos administrativos en los centros de
trabajo para incrementar los productivos, medida muy correcta, etc.
Pero estas medidas están dirigidas a los que trabajamos.
Y qué con todas esas personas que no trabajan y que
reciben los mismos beneficios que nuestra sociedad da a todos:
tienen libreta de abastecimiento, para ellos la salud es igual, la
educación.
En fin, alguno se pregunta: ¿Y para qué trabajar?
¿Para qué estudiar y alcanzar un título universitario o graduarse en
una escuela técnica?
Entonces pienso que algo hay que hacer para que
tantas personas no sigan viviendo del trabajo de los que lo hacemos,
y que el que trabaja honradamente sea el que mejor viva y no esas
otras personas.
P. A. Menéndez García
Una alternativa necesaria
Cuando leo escritos en los que se pone de manifiesto
la reticencia de algunos a que se produzcan cambios necesarios en la
práctica de la construcción socialista, me viene a la mente aquella
frase del filósofo y escritor latino Lucio Anneo Séneca que reza:
"No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos; son
difíciles, precisamente porque no nos atrevemos¼
"
Luego, esa manía de anatematizar como "antisocialista"
cualquier intento de perfeccionar el sistema, aludiendo el empleo de
fórmulas capitalistas. ¿Habría acaso que acusar a V. I. Lenin de
antisocialista porque desarrolló la NEP (Nueva Política Económica
por sus siglas en ruso) y publicar su libro Dos pasos adelante y uno
hacia atrás; o acaso debemos tildar de herejes a los dirigentes
chinos y vietnamitas por emprender sus respectivas reformas que
incluyen una buena dosis de medidas sustentadas en la iniciativa
privada? ¡Claro que no! Todas esas decisiones fueron tomadas
sabiamente, con la única intención de salvar y fortalecer la
construcción socialista en esos países y no de regresar al
capitalismo.
No son diferentes las condiciones de la agricultura
a las del comercio minorista y la pequeña industria en lo que a
formas de propiedad se refiere. No se trata, de ninguna manera, ni
de paños tibios o de jugar al capitalismo. El meollo del asunto es,
como dijera el Comandante en Jefe: "cambiar todo lo que deba ser
cambiado", lo que significa, en el momento actual: la instauración
de una sola moneda, la eliminación de gratuidades y subsidios
innecesarios, el empleo correcto de las erogaciones del Estado a la
seguridad social, la eliminación de la alimentación social
subsidiada, la creación de un sistema impositivo sobre los ingresos,
la eliminación de la excesiva centralización estatal que desestimula
la productividad, la implantación de un sistema de pagos por
rendimiento (calidad y cantidad de trabajo), la liberación del
Estado socialista de la carga, ¡sí, la carga!, la impedimenta, el
lastre de la pequeña empresa y el comercio minorista. No se trata de
rechazar la conciencia socialista colectivista, ni dejar de educar a
nuestro pueblo en los sagrados valores patrios, en la necesidad del
internacionalismo proletario y la solidaridad, porque eso
significaría suicidarnos políticamente.
Se trata de combinar armónica e inteligentemente los
estímulos morales y materiales y la iniciativa privada con la
estatal, de forma tal que impulsen el desarrollo productivo del país
bajo la égida del Partido Comunista y el Estado de obreros y
campesinos en interés de la mayoría con el aporte de todos;
parafraseando a nuestros campesinos, "halando todos parejo". El
Estado socialista garantiza igualdad de oportunidades para todos,
pero la distribución comunista todavía está muy distante y no hay ni
base económica, ni nivel de conciencia suficientes que la sustenten.
Se trata de que el ser humano, además de sentirse
reconocido socialmente, pueda ver que el fruto material de su
esfuerzo y su sudor se conviertan en bienestar palpable para él y su
familia.
Se trata que hombres y mujeres, con su trabajo, sean
el principal constructor de su sociedad y no que una parte de ellos,
a despecho del trabajo de la mayoría, se convierta en "pichones" a
la espera que el Estado los sustente, o en "luchadores" a expensas
de los recursos estatales que, en nuestro caso, son los bienes del
pueblo.
Se trata de que se cumpla el principio socialista de
distribución: "De cada cual según su capacidad y a cada cual según
su trabajo" en su forma más cabal y justa.
La superioridad del socialismo sobre el capitalismo
está fuera de cualquier análisis; tengo convicción plena y absoluta
que representa el régimen social más justo sobre la Tierra y la
única esperanza de un mundo mejor para la mayoría de la población
del planeta, pero no estamos haciendo buen uso de la más formidable
arma de la teoría marxista-leninista: la dialéctica marxista. El
mundo de hoy no es el mismo de los años 60 o 70, e incluso de los 80
y tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos si queremos preservar
nuestras conquistas. Con empecinarnos en conceptos y métodos que la
vida misma nos ha demostrado que no funcionan, solo estaremos
allanando el camino que nos llevará directo a los brazos del
capitalismo.
No tengo vocación de profeta, pero la misión sagrada
de nuestra generación, y créanme que no se trata de una consigna
vacía, es la de salvar la Revolución y el Socialismo, no solo para
Cuba, sino para los trabajadores de todo el mundo.
N. Páez del Amo
Mis ideas
Hace un mes exactamente les ofrecí mis opiniones al
calor de la polémica que ocasionó la carta Criterios para disentir
en las que destacados economistas han ofrecido, debatido y aportado
criterios e ideas para la solución de los problemas que nos agobian
en el campo económico, sobre todo en el comercio, los servicios, el
transporte, disposiciones obsoletas y la posible intervención de la
iniciativa privada en las pequeñas actividades que son sin lugar a
dudas un gran peso para el Estado.
No reclamo que no se haya publicado, estoy seguro
que recibieron decenas de ellas y el espacio es limitado, solo deseo
exponerle que mis ideas fundamentales han sido ratificadas en la
mayoría de los criterios expuestos por otros colegas
revolucionarios, lo cual me satisface porque veo que no me
encontraba alejado de la verdad. Por ejemplo, quedé muy satisfecho
al leer lo expuesto por D. González de la Cruz Para salvar nuestro
socialismo y también con Tenemos derecho a soñar con las mejores
soluciones de L. Navarro Díaz, las cuales se asemejan bastante a mis
puntos de vista.
Pero, sin embargo, hay otras aferradas a la "vieja
escuela" llenas de buenas intenciones quizás, pero también de las
mismas consignas que hemos enarbolado durante 51 años para
encontrarnos todavía en el mismo punto de partida, sin solución a
los apremiantes problemas económicos. Y lo más triste es que su
autor está convencido de que "solo así lograremos alzarnos con la
victoria". Esa victoria tan anhelada será muy difícil lograrla, por
esta ni por varias generaciones más, si no le agregamos un poco de
inteligencia tal y como han sugerido verdaderos especialistas
económicos que han expuesto abiertamente sus criterios en las
páginas que nuestro órgano oficial ha puesto democráticamente a
nuestra disposición y la de todo el pueblo.
N. Vázquez González
Reconocimiento
Quisiera ocupar unas breves líneas de la sección
Cartas a la Dirección para comentar sobre un tema muy sensible a la
población.
En ediciones anteriores he leído quejas sobre
algunos servicios médicos, y con pesar comprobado que en esa esfera
tan humana y a la que le ha dedicado tantos recursos la Revolución,
se han observado algunas deficiencias en los últimos años. Por eso
entiendo un deber imprescindible reconocer el trabajo de una
institución, a mi criterio, insigne y cuyo ejemplo debe seguirse.
En reiteradas ocasiones, familiares y yo hemos
tenido que recibir la asistencia del Centro de Cirugía de Mínimo
Acceso, actualmente en los locales del policlínico Luis de la Puente
Uceda.
Desde hace unas semanas me he estado atendiendo
nuevamente allí y hasta tuve que pasar por el salón de operaciones,
lo que me permitió comprobar que se mantiene un servicio esmerado,
de alta calidad científica y organizativa. La seguridad que brindan
al paciente por su profesionalidad, la profundidad y cuidado de sus
exámenes, por los satisfactorios resultados que se obtienen, junto a
un exquisito trato.
El centro es ejemplo, y es a lo que aspiramos todos
los que por algún motivo necesitamos de la asistencia médica. No
aludo solo, como ya dije, al alto nivel científico de los
profesionales que allí laboran, ni al nivel de desarrollo técnico
que puedan ostentar los equipos que tienen, lo que también es
sumamente importante, ni al ambiente de organización y disciplina
que se aprecia, me refiero además a ese otro gran valor que posee el
hospital: la sensibilidad de su equipo humano, desde la dirección,
los médicos, enfermeros y trabajadores en general.
C. Torres Fumero
Los sábados laborables ameritarían un análisis
El tema que voy a tratar, creo que ha sido poco
expuesto por parte de la población, el cual consiste en lo
siguiente:
1. Al habilitarse de nuevo los sábados laborables en
las actividades administrativas, el Estado no dejó definido una
política al respecto, ya que cada organismo central determinaba si
tenía condiciones o no para trabajar el sábado alterno.
2. La falta de esta política ha permitido que la
gran mayoría no trabaje y solo unos pocos lo hagan, sin tener en
cuenta el costo que tiene para el país realizar una actividad
burocrática en cuanto a combustible (transporte propio o no),
energía eléctrica, así como alimentos para los comedores, ya que dos
sábados mensuales significan que hay que producir comida para un mes
en el año con destino a estos comedores.
3. Si a ello sumamos la indisciplina generada con
esta medida de trabajar el sábado en el aparato burocrático de los
ministerios, producto de que una gran mayoría no concurre ese día al
trabajo, sin que haya prácticamente medida administrativa alguna, ya
que este tema no se valora con el rigor que el mismo tiene en
ninguna reunión administrativa o política, porque se habla del tema
pero se deja abierto sin acuerdos y mucho menos con medidas al
respecto.
4. Soy del criterio que el Estado debe establecer
una política al respecto, ya que hablamos de mucho ahorro y sin
embargo se malgastan recursos que hoy el país los tiene bastante
limitados, como son combustible y alimentos en primera instancia,
así como otros.
5. Si estamos trabajando con vista a reducir al
máximo posible aquellos gastos que el país no puede asimilar,
considero justo una reflexión al respecto y que trabajen los sábados
en el aparato administrativo solamente la cantidad de trabajadores
que realmente hagan falta.
L. Hernández
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