Publicadas el 26 de febrero de 2010

Necesidad de cambiar nuestra realidad desde el socialismo

Es estimulante ver cómo desde hace algunas semanas varios lectores han expresado sus criterios, contrapuestos en algunos casos, expresando la necesidad de un cambio en el ordenamiento de algunos servicios, fundamentalmente la gastronomía y en defensa de nuestro modelo social socialista; criterios que, lejos de contraponerse, desde mi punto de vista se complementan.

Sin pretender ocupar una posición de analista, ni queriendo brindar un criterio acabado, quiero sumarme con algunas observaciones relacionadas con esta temática.

Partiré de observar que la teoría marxista-leninista, base de nuestra ideología revolucionaria, plantea como uno de los principios básicos del socialismo la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, cuestión que no establece como única la propiedad estatal absoluta sobre todos los medios de producción, lo que deja abierta la posibilidad de otras formas de propiedad, que de hecho existen y pueden ser aplicadas a otras actividades.

Por otro lado si recordamos el imperio romano de Occidente, uno de los imperios más vastos que recoge la historia, al analizar las causas de su hundimiento, en el plano jurídico se observan: una notable infecundidad técnica, normas de contenido voluntarista, autoritario, falto de creatividad, tendencia solo a la creación de viejas compilaciones, sin intención de crear nuevas soluciones.

Atendiendo al legado histórico de este derecho y al carácter dialéctico materialista de nuestro modelo social, se infiere la necesidad de atemperar nuestro ordenamiento jurídico y social a las condiciones actuales, sin renunciar a nuestras conquistas y a nuestro modelo social.

Considero muy atinadas las apologías sobre la necesidad de liberar al Estado de un lastre económico, que en servicios como la gastronomía, y otros muchos no mencionados, pero de situación similar y que lejos de brindar un aporte económico al Estado o de satisfacer necesidades sociales, se convierten en vías de ingresos fáciles y jugosos para unos pocos.

Es también importante tener en cuenta el criterio de aquellos que, con luz clara, ven en la privatización un retroceso a un modelo social incapaz de resolver los problemas del hombre, por todos es conocida la experiencia vivida con el neoliberalismo.

Con lo expresado parecería que quiero quedar bien con Dios y con el diablo; sin embargo, lo que quiero es sumarme al criterio de los que plantean la necesidad de un cambio en la organización de los servicios y las producciones con ineficiencia manifiesta y por derivación a la liberación del Estado de pérdidas económicas y subsidios injustificados, pero desde la óptica socialista, y cabría preguntarse: ¿Por qué la aplicación de otras formas de propiedad que no necesariamente tiene que ser la privatización conllevaría a un retroceso al capitalismo?¿Hay algo que se parezca más a un capitalista que un individuo que lucre inescrupulosamente con los recursos ajenos sin aportar nada a cambio? Pero teniendo en cuenta que la propiedad cooperativa reconoce la existencia de un patrimonio propio y de hecho personalidad jurídica, ¿no podrían buscarse formas de organización y explotación de los recursos donde el Estado siga siendo el propietario y los usufructuarios tengan que responder por los gastos, pagar los tributos correspondientes y determinar sus ingresos por la eficacia de su servicio?

Estoy hablando de contratos de arrendamiento o licencias de usufructo o como quiera llamárseles, donde queden claramente definidas las responsabilidades de las partes, con la correspondiente autonomía de gestión, con el límite de facultades establecidas y con la observación de la importante protección a esos trabajadores que siguen siendo nuestros.

Para ello contamos con una dirección política que obrará con sapiencia, con un Estado que ha institucionalizado el país, pero que a su vez necesita despojarse de mecanismos y estructuras ineficientes, tanto en la verticalidad de los sectores como en la horizontalidad de los territorios, y asignar la responsabilidad del control a los organismos que, despojados de compromisos participativos y turbios contubernios, velen por lo que genuinamente le pertenece al pueblo y con la facultad para tomar las determinaciones correspondientes en caso de incumplimientos o violaciones; y sobre todas las cosas con el apoyo popular que en cada momento ha dado el respaldo a lo que en beneficio de todos se ha hecho, como expresión de la democracia participativa que defendemos.

Es importante obrar sin improvisaciones, pero hay cambios y decisiones que no pueden esperar para mañana, en definitiva no hay por qué temer ni a los de adentro, ni a los de afuera; será la historia la que nos juzgará por no haber hecho a tiempo lo que cada momento exigía.

E. González Cruz

Trabajando más y mejor es como podemos salvar nuestro socialismo

Soy trabajador de la gastronomía, en el sector del comercio he permanecido por más de 30 años y puedo asegurarle que la inmensa mayoría de los trabajadores gastronómicos no son "delincuentes virtuales"; por esta actividad han pasado y están miles de sacrificados y honestos trabajadores, que a pesar de tener uno de los salarios más bajos y en muchas ocasiones con pésimas condiciones de trabajo, se han mantenido prestándole servicio a nuestro pueblo.

Que ha habido y hay descarriados, es cierto, que ha habido y hay "luchadores" es cierto, pero ¿en qué actividad económica de nuestro país no se "lucha"?, luchan los constructores, los transportistas, los de la industria alimentaria, la industria ligera, los de la cárnica, los del lácteo, los de Cupet, se está "luchando" con los uniformes escolares, lápices, libretas, con repasos y clases particulares, se lucha hasta con las medicinas. ¿Qué hemos hecho los cubanos?, pues ser contempladores pasivos de estas denigrantes prácticas que socavan nuestra moral y dañan nuestra economía.

No estoy de acuerdo con la privatización, hay que buscar alguna solución, pero no es esta, porque privatizar sería que cada unidad gastronómica tenga un dueño, y ¿quién sería ese dueño?, un trabajador Vanguardia Nacional o un ciudadano que haya acumulado dinero tal vez de manera fraudulenta y ahora pueda invertir en una cafetería o en un restaurante.

Quiero hacer un razonamiento para los compañeros que están de acuerdo con la privatización, les pregunto. ¿Tiene nuestro Ministerio de la Agricultura en estos momentos la posibilidad de abastecer a toda la red gastronómica de cárnicos, viandas, hortalizas, granos y especias que necesita la gastronomía? La industria alimentaria ¿tiene la capacidad productiva para abastecer de embutidos, ahumados y otros tantos renglones que demanda la gastronomía?, la industria ligera ¿tiene producción para entregar todos los equipos, medios de trabajo y útiles que demanda la actividad? La respuesta es que no están aptas para esto, ¿o es que estaremos pensando en privatizar todas estas actividades o importar todos esos recursos?

Abastecer plenamente a la gastronomía demanda alcanzar altas producciones con calidad en otros organismos. El país tiene que encontrar soluciones adecuadas, seguro estoy que contamos con personas capacitadas, con conocimientos y experiencia capaces de hacer propuestas dignas. Los trabajadores gastronómicos debemos ser consultados, por eso insto a nuestro sindicato para que convoque a asambleas donde se nos escuche, debemos cambiar, pero no para complacer a alguien o para ser "efectivistas", esto se nos puede convertir en una trampa que al tratar de salir de ella se provoquen desalientos y falta de credibilidad en los pasos de la Revolución.

Considero que el socialismo puede ser eficiente y puede alcanzar niveles altos de satisfacción de las necesidades del pueblo en todos los aspectos de la vida. muchos logros ha tenido nuestro socialismo en estos 50 años y no se ha privatizado nada, no nos engañemos, el capitalismo tiene la varita mágica para explotar a los pueblos y eso lo vemos en el mundo de hoy, pero esa varita no sirve para resolver los problemas de miles de millones que desearían contar con nuestra ineficiente gastronomía. Los gastronómicos tenemos que cambiar con una mejor preparación técnica y profesional, pero esto solo no basta, los que tributan productos, medios y recursos en general a la gastronomía, tienen que alcanzar más producciones y mejor calidad. Trabajando todos más y mejor, salvaremos y haremos un mejor socialismo.

S. Tamayo Arias

Lo necesario es recuperar la institucionalidad

Cuando en el concepto de Revolución el Comandante en Jefe plantea: "Cambiar todo lo debe ser cambiado", estoy convencido de que es para mejorar nuestra sociedad y por consiguiente "nuestro Socialismo".

Por eso comparto en su totalidad lo planteado por los compañeros A. Rondón Velázquez (5/2/10) y D. Oliva Borges Mojica (8/1/10), la solución no será nunca la vía capitalista, sino que está en nuestro propio esfuerzo salir adelante.

¿Cuántos de los que opinamos por diferentes vías nos hemos acercado al pensamiento económico del Che?

¿Cuántos hemos profundizado en el del Comandante en Jefe?

De ambos nunca he leído nada que alabe la propiedad privada, considero que lo más importante en estos momentos es no introducir "caballos de Troya" en la construcción de nuestra sociedad.

Considero que lo necesario es ir de forma inmediata a la recuperación de la institucionalidad de nuestro país, a que cada cual en el lugar que esté responda ante el pueblo por el uso de los recursos que este pone en sus manos para el beneficio de todos, no podemos olvidar ni por un momento que el enemigo está ahí a 90 millas acechándonos constantemente, obstaculizando permanentemente nuestro desarrollo y ansioso por que fallemos para aplastarnos.

No creo que los que así pensamos seamos oportunistas o padezcamos de miopía total, sino que somos oportunos y con una visión de 20-20 a la hora de defender lo que tanta sangre ha costado a nuestro pueblo para poder estar aquí por más de 50 años.

Al capitalismo ni un tantico así.

J. L. Valdés Carrasco

Continuar firme a las ideas socialistas y junto a Fidel

Sigo de cerca las publicaciones en esta sección, en las últimas semanas, en el debate de ideas en torno a la necesidad del cambio y de la posible "privatización" de la gastronomía y otros servicios. Y muchos de los partidarios de la privatización arguyen que los dirigentes y empleados de las actuales unidades gastronómicas actúan llevándose consigo las ganancias y dejando para el pueblo el mal trato y un servicio deficiente, y las pérdidas al Estado.

Y me hago esta pregunta: ¿por qué piensan y actúan así los actuales dirigentes y trabajadores de esas unidades?, ¿es acaso que piensan así por las ideas, valores, ética y moral de los principios socialistas? Seguros estamos de que no, esas manifestaciones pequeño burguesas son el fruto del arraigo en ellos de las ideas y valores que genera la propiedad privada capitalista.

Si en una sociedad como la nuestra, que tiene sus imperfecciones, pero que genera ideas, principios, ética y valores nuevos, mucho más humanos y solidarios que ninguna otra sociedad, se dan esas manifestaciones, ¿qué esperar cuando les propiciemos a esos mismos o a otros, las posibilidades de desarrollar más ampliamente sus apetitos de enriquecimiento y su individualismo más feroz?

Del capitalismo no esperemos nada, seamos mas creadores, busquemos nuevas ideas, procuremos el cambio, pero dentro de los cánones socialistas, perfeccionemos el socialismo, no juguemos a los capitalistas, forjemos nuevos valores socialistas, humanos, solidarios, éticos, y seamos más fuertes con los que pregonan, practican, y baten loas a las viejas ideas capitalistas, que nacieron, surgieron, se desarrollaron y siguen aún chorreando sangre.

La sociedad nuestra tiene que ser capaz de formar y preparar hombres honestos, limpios, revolucionarios, que sean capaces de administrar dignamente los recursos de nuestra sociedad por el bienestar del pueblo y que los que traicionen esos principios, no puedan ocupar esos puestos; se impone la exigencia, el control, la transparencia, la ejemplaridad y la férrea disciplina real de todos, y sobre todo confianza en la actual dirección de la Revolución, y no dar pasos en falso por el apuro o impaciencia en producir cambios que propicien el regreso de una sociedad capitalista.

Al leer otras cartas publicadas, agrego más, los que dicen que creando la propiedad cooperativa, o aceptando la privatización, liberan al Estado de una pesada carga en el sector de los servicios, al parecer no saben o no quieren ver, que los que hoy actúan como perfectos malandrines de espaldas a nuestro pueblo, al Partido, al Estado y a Fidel, cuando tomen en sus riendas esos establecimientos, se distanciarán cada día más de las ideas socialistas y del Socialismo, que es lo que ha dado la dignidad y libertad de que hoy gozan los que viven en este país.

Lo que hace falta es ser exigente con los que administran, que los que traicionan, roben, desfalquen, se burlen del pueblo, maltraten al pueblo, y de la noche a la mañana levanten palacios, compren autos y disfruten de lo lindo a expensas del sudor de millones de trabajadores, sean sancionados y que nunca más en el resto de sus vidas puedan administrar, que desaparezcan los hombres corchos, que las escuelas de administradores con el decálogo de las enseñanzas del Che, en Guanahacabibes, en la Ciénaga de Zapata o en la Sierra Maestra, renazcan para los que se equivoquen de buena fe, o que las prisiones reciban a los que no han aprendido del batallar socialista de todo nuestro pueblo.

¿Qué garantías pueden dar a nuestro pueblo, los que preconizan las fabulosas ideas de privatizar estos servicios, y cómo van a garantizar los actuales jefes, trabajadores e integrantes de esos servicios caracterizados por nuestro pueblo como perfectos capitalistas?, salvando la distancia de muchos de estos centros que se publican en ocasiones en este mismo diario, que son ejemplos de honradez y expresión de un servicio como lo merece nuestro pueblo. La herramienta está en más control, más exigencia, más eficiencia, y sobre todo tener cuadros con vergüenza revolucionaria.

G. Elosegui Fernández

Si no lo hacemos ahora ¿cuándo entonces?

Estoy leyendo desde hace ya varias semanas el tema de los cambios en la gastronomía, y como es de esperar, existen opiniones a favor y otras en contra. Unos opinan que crear negocios particulares es retroceder o abrir una brecha para que se implante el capitalismo en nuestro país.

Soy partidario de que siempre que hay cambios puede haber tropiezos e inseguridad, pero lo importante es cómo reaccionamos ante esto.

Si salimos por las cafeterías abiertas en el país, nos encontramos de todo: falta de higiene, falta de trato amable, mono-oferta en la mayoría de los casos, café frío, refresco caliente, indolencia por parte de los trabajadores del centro, no existencia de menudo para los vueltos, abren tarde y cierran temprano y un sinnúmero de deficiencias tan diversas como los lugares en que se encuentran. También en muchos casos administradores que no conocen la situación de su centro de trabajo, total el día de pago el generoso sistema socialista le paga sus derechos sin cumplir en su totalidad con sus deberes.

Solo tengo 24 años y como menciona L. Pérez Díaz, soy de los cubanos que no conoce el servicio de excelencia pero tampoco he vivido en el capitalismo. A pesar de esto apoyo la idea de los cambios en la gastronomía, si esta es la solución. Pienso que es buen momento para empezar ahora con las transformaciones ¿Por qué?, porque si se comete un error aun contamos con la presencia de la generación histórica que cuenta con la experiencia de 50 años para rectificar, perfeccionar nuestras ideas, criterios y acciones. Esto no es nuevo, fue lo que hizo Martí, juntar a los pinos nuevos con los viejos o lo que es lo mismo unir fuerzas y voluntad juvenil con la experiencia de los viejos y así lograr lo deseado.

Si no lo hacemos ahora ¿cuándo entonces?, ¿cuándo no tengamos a nadie de confianza que nos critique, aconseje, supervise y nos guíe? Así si nos estaríamos arriesgando a cometer errores que serían muy difícil rectificar. Este es el momento para introducir los cambios necesarios porque aún caminamos juntos por las calles la experiencia revolucionaria y la juventud.

A. Cordoví Rosabal

Los cambios sociales y económicos y la juventud cubana

Me inspiro a escribir luego de leer en esta sección la carta del joven A. Bonzón Hernández publicada el 19 de febrero con el título Opinión de un joven socialista, y me gustaría abordar dos temas: Los cambios sociales y económicos y la juventud cubana.

Se ha tratado mucho el tema de los cambios en nuestra estructura económica, y me lleva a pensar que el mayor problema de todos los casos, no es ni siquiera saber cuáles pueden ser las medidas que puedan cambiar el rumbo económico sin renunciar a los principales logros de nuestra Revolución; el secreto está en ¿cómo hacerlo?; ya que no solo se trata de la situación con nuestra gastronomía; pues también se insertan otros como el de la doble moneda, el salario de los trabajadores, el desarrollo de la agricultura, el transporte, entre muchos más que sería realmente imposible enumerarlos.

A pesar de todo, nuestra dirección histórica nos enseñó a que contando con el pueblo; todo es posible. Los cambios hacen falta pero no nos podemos dar el lujo de equivocarnos pues el costo sería invaluable ante un fenómeno tan complejo que ha traído consigo diversidad de opiniones.

De la juventud:

Pienso que hace falta escuchar a los jóvenes y saber cómo pensamos ante determinadas situaciones, lo que conllevará a asombros de muchos que nos tildan de perdidos e inexpertos; los aportes que podamos hacer todos desde nuestra cosmovisión son importantes, teniendo en cuenta que es un complejo proceso por la situación económica que nuestro país vive; servirá para darle un lugar más comprometido en lo social a nuestra organización que hoy vive uno de los ejemplos más bellos al ejercer este derecho (nuestro 9no Congreso Juvenil); recordemos que la UJC no trabaja para sí, pues se convierte en la guía para toda esta parte de la sociedad.

Los jóvenes continuaremos confiando en nuestra dirección con la convicción de no renunciar jamás al socialismo. La historia ha demostrado que los primeros en cerrar filas para enfrentar la injusticia de la humanidad se ha derivado de la juventud, por ello logremos que hoy sea un momento diferente, que nuestra forma de luchar esté concebida en aquellas palabras de Nuestro José Martí: La principal guerra que se nos hace es de ideas, ganémosla a ideas.

Solo hace falta pensar en cuántas tareas ha estado inmersa nuestra organización juvenil, y se verá realmente lo que somos capaces de hacer; lo que empañan algunos con su actuar no se debe convertir en argumento para cuestionarnos a todos por igual.

No le hagamos el juego al enemigo que trata de dividirnos a toda costa, trabajemos con los que a nuestro juicio están perdidos, no permitamos que lo material constituya el centro de atención, creemos valores, no aceptemos nunca que no hay nada por hacer, llevemos la historia a su lugar y lograremos la unión que nos dará fuerza para mantenernos firmes ante los cambios, que no son cuestión de si lo hacemos o no, pues la necesidad impera.

De los jóvenes solo nos falta que continuemos luchando, que no cedamos ante las provocaciones y que sigamos siendo: Alegres, pero profundos....¡Nuestro pueblo lo necesita!.

L. A. Labrada Ramírez

¿Quién debe responder por los horarios?

Tradicionalmente los comercios en todas partes del mundo, comienzan sus servicios muy temprano en el día, eso forma parte del buen servicio al cliente y la ganancia del negocio.

Hasta principios de la década de los 70 gran cantidad de nuestros comercios comenzaban a las 7:00 a.m, y aún hoy tenemos muchos tipos de servicios que comienzan temprano, puntos de leche, panaderías, hospitales, etc.

Los centros que ofertan productos agrícolas, los titulados MAE de Ciudad de La Habana, comenzaron sus horarios a las 7:00 a.m., posteriormente pasaron a las 8:00 a.m. y ya la gran mayoría de ellos abre a las 9:00 a.m. Además de abrir en ese horario, la mayoría de las veces, parte de las tarimas están sin servir y hay que esperar. Después de las 2:00 p.m. mantienen el establecimiento abierto de manera formal, porque muchos de ellos mantienen las tarimas vacías, teniendo productos que ofertar.

Otros tipos de centros comerciales estatales (carnicerías, bodegas, tiendas comerciales) de algunas zonas, afectan cada vez más su horario, con o sin mercancía; el cliente tiene que esperar la comodidad del vendedor o simple y llanamente no compra.

¿Es que el horario del servicio no forma parte de los conceptos que se incluyen en la protección al consumidor? ¿Por qué?

Contrariamente los mercados agropecuarios que responden a cooperativas u otras formas productivas, ya a las 8:00 a.m. están abiertos, con las tarimas montadas y se mantienen ofertando productos hasta bien entrada la tarde.

¿En qué consiste la diferencia, por qué unos pueden y otros no? ¿Por qué en el sector estatal, lejos de resolverse, cada día se agudiza más esta situación?

¿Quién debe responder por ello?

A. de la Barca Portilla

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