Necesidad de cambiar nuestra realidad desde el socialismo
Es estimulante ver cómo desde hace algunas semanas varios
lectores han expresado sus criterios, contrapuestos en algunos
casos, expresando la necesidad de un cambio en el ordenamiento de
algunos servicios, fundamentalmente la gastronomía y en defensa de
nuestro modelo social socialista; criterios que, lejos de
contraponerse, desde mi punto de vista se complementan.
Sin pretender ocupar una posición de analista, ni queriendo
brindar un criterio acabado, quiero sumarme con algunas
observaciones relacionadas con esta temática.
Partiré de observar que la teoría marxista-leninista, base de
nuestra ideología revolucionaria, plantea como uno de los principios
básicos del socialismo la propiedad social sobre los medios
fundamentales de producción, cuestión que no establece como única la
propiedad estatal absoluta sobre todos los medios de producción, lo
que deja abierta la posibilidad de otras formas de propiedad, que de
hecho existen y pueden ser aplicadas a otras actividades.
Por otro lado si recordamos el imperio romano de Occidente, uno
de los imperios más vastos que recoge la historia, al analizar las
causas de su hundimiento, en el plano jurídico se observan: una
notable infecundidad técnica, normas de contenido voluntarista,
autoritario, falto de creatividad, tendencia solo a la creación de
viejas compilaciones, sin intención de crear nuevas soluciones.
Atendiendo al legado histórico de este derecho y al carácter
dialéctico materialista de nuestro modelo social, se infiere la
necesidad de atemperar nuestro ordenamiento jurídico y social a las
condiciones actuales, sin renunciar a nuestras conquistas y a
nuestro modelo social.
Considero muy atinadas las apologías sobre la necesidad de
liberar al Estado de un lastre económico, que en servicios como la
gastronomía, y otros muchos no mencionados, pero de situación
similar y que lejos de brindar un aporte económico al Estado o de
satisfacer necesidades sociales, se convierten en vías de ingresos
fáciles y jugosos para unos pocos.
Es también importante tener en cuenta el criterio de aquellos
que, con luz clara, ven en la privatización un retroceso a un modelo
social incapaz de resolver los problemas del hombre, por todos es
conocida la experiencia vivida con el neoliberalismo.
Con lo expresado parecería que quiero quedar bien con Dios y con
el diablo; sin embargo, lo que quiero es sumarme al criterio de los
que plantean la necesidad de un cambio en la organización de los
servicios y las producciones con ineficiencia manifiesta y por
derivación a la liberación del Estado de pérdidas económicas y
subsidios injustificados, pero desde la óptica socialista, y cabría
preguntarse: ¿Por qué la aplicación de otras formas de propiedad que
no necesariamente tiene que ser la privatización conllevaría a un
retroceso al capitalismo?¿Hay algo que se parezca más a un
capitalista que un individuo que lucre inescrupulosamente con los
recursos ajenos sin aportar nada a cambio? Pero teniendo en cuenta
que la propiedad cooperativa reconoce la existencia de un patrimonio
propio y de hecho personalidad jurídica, ¿no podrían buscarse formas
de organización y explotación de los recursos donde el Estado siga
siendo el propietario y los usufructuarios tengan que responder por
los gastos, pagar los tributos correspondientes y determinar sus
ingresos por la eficacia de su servicio?
Estoy hablando de contratos de arrendamiento o licencias de
usufructo o como quiera llamárseles, donde queden claramente
definidas las responsabilidades de las partes, con la
correspondiente autonomía de gestión, con el límite de facultades
establecidas y con la observación de la importante protección a esos
trabajadores que siguen siendo nuestros.
Para ello contamos con una dirección política que obrará con
sapiencia, con un Estado que ha institucionalizado el país, pero que
a su vez necesita despojarse de mecanismos y estructuras
ineficientes, tanto en la verticalidad de los sectores como en la
horizontalidad de los territorios, y asignar la responsabilidad del
control a los organismos que, despojados de compromisos
participativos y turbios contubernios, velen por lo que genuinamente
le pertenece al pueblo y con la facultad para tomar las
determinaciones correspondientes en caso de incumplimientos o
violaciones; y sobre todas las cosas con el apoyo popular que en
cada momento ha dado el respaldo a lo que en beneficio de todos se
ha hecho, como expresión de la democracia participativa que
defendemos.
Es importante obrar sin improvisaciones, pero hay cambios y
decisiones que no pueden esperar para mañana, en definitiva no hay
por qué temer ni a los de adentro, ni a los de afuera; será la
historia la que nos juzgará por no haber hecho a tiempo lo que cada
momento exigía.
E. González Cruz
Trabajando más y mejor es como podemos salvar nuestro socialismo
Soy trabajador de la gastronomía, en el sector del comercio he
permanecido por más de 30 años y puedo asegurarle que la inmensa
mayoría de los trabajadores gastronómicos no son "delincuentes
virtuales"; por esta actividad han pasado y están miles de
sacrificados y honestos trabajadores, que a pesar de tener uno de
los salarios más bajos y en muchas ocasiones con pésimas condiciones
de trabajo, se han mantenido prestándole servicio a nuestro pueblo.
Que ha habido y hay descarriados, es cierto, que ha habido y hay
"luchadores" es cierto, pero ¿en qué actividad económica de nuestro
país no se "lucha"?, luchan los constructores, los transportistas,
los de la industria alimentaria, la industria ligera, los de la
cárnica, los del lácteo, los de Cupet, se está "luchando" con los
uniformes escolares, lápices, libretas, con repasos y clases
particulares, se lucha hasta con las medicinas. ¿Qué hemos hecho los
cubanos?, pues ser contempladores pasivos de estas denigrantes
prácticas que socavan nuestra moral y dañan nuestra economía.
No estoy de acuerdo con la privatización, hay que buscar alguna
solución, pero no es esta, porque privatizar sería que cada unidad
gastronómica tenga un dueño, y ¿quién sería ese dueño?, un
trabajador Vanguardia Nacional o un ciudadano que haya acumulado
dinero tal vez de manera fraudulenta y ahora pueda invertir en una
cafetería o en un restaurante.
Quiero hacer un razonamiento para los compañeros que están de
acuerdo con la privatización, les pregunto. ¿Tiene nuestro
Ministerio de la Agricultura en estos momentos la posibilidad de
abastecer a toda la red gastronómica de cárnicos, viandas,
hortalizas, granos y especias que necesita la gastronomía? La
industria alimentaria ¿tiene la capacidad productiva para abastecer
de embutidos, ahumados y otros tantos renglones que demanda la
gastronomía?, la industria ligera ¿tiene producción para entregar
todos los equipos, medios de trabajo y útiles que demanda la
actividad? La respuesta es que no están aptas para esto, ¿o es que
estaremos pensando en privatizar todas estas actividades o importar
todos esos recursos?
Abastecer plenamente a la gastronomía demanda alcanzar altas
producciones con calidad en otros organismos. El país tiene que
encontrar soluciones adecuadas, seguro estoy que contamos con
personas capacitadas, con conocimientos y experiencia capaces de
hacer propuestas dignas. Los trabajadores gastronómicos debemos ser
consultados, por eso insto a nuestro sindicato para que convoque a
asambleas donde se nos escuche, debemos cambiar, pero no para
complacer a alguien o para ser "efectivistas", esto se nos puede
convertir en una trampa que al tratar de salir de ella se provoquen
desalientos y falta de credibilidad en los pasos de la Revolución.
Considero que el socialismo puede ser eficiente y puede alcanzar
niveles altos de satisfacción de las necesidades del pueblo en todos
los aspectos de la vida. muchos logros ha tenido nuestro socialismo
en estos 50 años y no se ha privatizado nada, no nos engañemos, el
capitalismo tiene la varita mágica para explotar a los pueblos y eso
lo vemos en el mundo de hoy, pero esa varita no sirve para resolver
los problemas de miles de millones que desearían contar con nuestra
ineficiente gastronomía. Los gastronómicos tenemos que cambiar con
una mejor preparación técnica y profesional, pero esto solo no
basta, los que tributan productos, medios y recursos en general a la
gastronomía, tienen que alcanzar más producciones y mejor calidad.
Trabajando todos más y mejor, salvaremos y haremos un mejor
socialismo.
S. Tamayo Arias
Lo necesario es recuperar la institucionalidad
Cuando en el concepto de Revolución el Comandante en Jefe
plantea: "Cambiar todo lo debe ser cambiado", estoy convencido de
que es para mejorar nuestra sociedad y por consiguiente "nuestro
Socialismo".
Por eso comparto en su totalidad lo planteado por los compañeros
A. Rondón Velázquez (5/2/10) y D. Oliva Borges Mojica (8/1/10), la
solución no será nunca la vía capitalista, sino que está en nuestro
propio esfuerzo salir adelante.
¿Cuántos de los que opinamos por diferentes vías nos hemos
acercado al pensamiento económico del Che?
¿Cuántos hemos profundizado en el del Comandante en Jefe?
De ambos nunca he leído nada que alabe la propiedad privada,
considero que lo más importante en estos momentos es no introducir
"caballos de Troya" en la construcción de nuestra sociedad.
Considero que lo necesario es ir de forma inmediata a la
recuperación de la institucionalidad de nuestro país, a que cada
cual en el lugar que esté responda ante el pueblo por el uso de los
recursos que este pone en sus manos para el beneficio de todos, no
podemos olvidar ni por un momento que el enemigo está ahí a 90
millas acechándonos constantemente, obstaculizando permanentemente
nuestro desarrollo y ansioso por que fallemos para aplastarnos.
No creo que los que así pensamos seamos oportunistas o padezcamos
de miopía total, sino que somos oportunos y con una visión de 20-20
a la hora de defender lo que tanta sangre ha costado a nuestro
pueblo para poder estar aquí por más de 50 años.
Al capitalismo ni un tantico así.
J. L. Valdés Carrasco
Continuar firme a las ideas socialistas y junto a Fidel
Sigo de cerca las publicaciones en esta sección, en las últimas
semanas, en el debate de ideas en torno a la necesidad del cambio y
de la posible "privatización" de la gastronomía y otros servicios. Y
muchos de los partidarios de la privatización arguyen que los
dirigentes y empleados de las actuales unidades gastronómicas actúan
llevándose consigo las ganancias y dejando para el pueblo el mal
trato y un servicio deficiente, y las pérdidas al Estado.
Y me hago esta pregunta: ¿por qué piensan y actúan así los
actuales dirigentes y trabajadores de esas unidades?, ¿es acaso que
piensan así por las ideas, valores, ética y moral de los principios
socialistas? Seguros estamos de que no, esas manifestaciones pequeño
burguesas son el fruto del arraigo en ellos de las ideas y valores
que genera la propiedad privada capitalista.
Si en una sociedad como la nuestra, que tiene sus imperfecciones,
pero que genera ideas, principios, ética y valores nuevos, mucho más
humanos y solidarios que ninguna otra sociedad, se dan esas
manifestaciones, ¿qué esperar cuando les propiciemos a esos mismos o
a otros, las posibilidades de desarrollar más ampliamente sus
apetitos de enriquecimiento y su individualismo más feroz?
Del capitalismo no esperemos nada, seamos mas creadores,
busquemos nuevas ideas, procuremos el cambio, pero dentro de los
cánones socialistas, perfeccionemos el socialismo, no juguemos a los
capitalistas, forjemos nuevos valores socialistas, humanos,
solidarios, éticos, y seamos más fuertes con los que pregonan,
practican, y baten loas a las viejas ideas capitalistas, que
nacieron, surgieron, se desarrollaron y siguen aún chorreando
sangre.
La sociedad nuestra tiene que ser capaz de formar y preparar
hombres honestos, limpios, revolucionarios, que sean capaces de
administrar dignamente los recursos de nuestra sociedad por el
bienestar del pueblo y que los que traicionen esos principios, no
puedan ocupar esos puestos; se impone la exigencia, el control, la
transparencia, la ejemplaridad y la férrea disciplina real de todos,
y sobre todo confianza en la actual dirección de la Revolución, y no
dar pasos en falso por el apuro o impaciencia en producir cambios
que propicien el regreso de una sociedad capitalista.
Al leer otras cartas publicadas, agrego más, los que dicen que
creando la propiedad cooperativa, o aceptando la privatización,
liberan al Estado de una pesada carga en el sector de los servicios,
al parecer no saben o no quieren ver, que los que hoy actúan como
perfectos malandrines de espaldas a nuestro pueblo, al Partido, al
Estado y a Fidel, cuando tomen en sus riendas esos establecimientos,
se distanciarán cada día más de las ideas socialistas y del
Socialismo, que es lo que ha dado la dignidad y libertad de que hoy
gozan los que viven en este país.
Lo que hace falta es ser exigente con los que administran, que
los que traicionan, roben, desfalquen, se burlen del pueblo,
maltraten al pueblo, y de la noche a la mañana levanten palacios,
compren autos y disfruten de lo lindo a expensas del sudor de
millones de trabajadores, sean sancionados y que nunca más en el
resto de sus vidas puedan administrar, que desaparezcan los hombres
corchos, que las escuelas de administradores con el decálogo de las
enseñanzas del Che, en Guanahacabibes, en la Ciénaga de Zapata o en
la Sierra Maestra, renazcan para los que se equivoquen de buena fe,
o que las prisiones reciban a los que no han aprendido del batallar
socialista de todo nuestro pueblo.
¿Qué garantías pueden dar a nuestro pueblo, los que preconizan
las fabulosas ideas de privatizar estos servicios, y cómo van a
garantizar los actuales jefes, trabajadores e integrantes de esos
servicios caracterizados por nuestro pueblo como perfectos
capitalistas?, salvando la distancia de muchos de estos centros que
se publican en ocasiones en este mismo diario, que son ejemplos de
honradez y expresión de un servicio como lo merece nuestro pueblo.
La herramienta está en más control, más exigencia, más eficiencia, y
sobre todo tener cuadros con vergüenza revolucionaria.
G. Elosegui Fernández
Si no lo hacemos ahora ¿cuándo entonces?
Estoy leyendo desde hace ya varias semanas el tema de los cambios
en la gastronomía, y como es de esperar, existen opiniones a favor y
otras en contra. Unos opinan que crear negocios particulares es
retroceder o abrir una brecha para que se implante el capitalismo en
nuestro país.
Soy partidario de que siempre que hay cambios puede haber
tropiezos e inseguridad, pero lo importante es cómo reaccionamos
ante esto.
Si salimos por las cafeterías abiertas en el país, nos
encontramos de todo: falta de higiene, falta de trato amable,
mono-oferta en la mayoría de los casos, café frío, refresco
caliente, indolencia por parte de los trabajadores del centro, no
existencia de menudo para los vueltos, abren tarde y cierran
temprano y un sinnúmero de deficiencias tan diversas como los
lugares en que se encuentran. También en muchos casos
administradores que no conocen la situación de su centro de trabajo,
total el día de pago el generoso sistema socialista le paga sus
derechos sin cumplir en su totalidad con sus deberes.
Solo tengo 24 años y como menciona L. Pérez Díaz, soy de los
cubanos que no conoce el servicio de excelencia pero tampoco he
vivido en el capitalismo. A pesar de esto apoyo la idea de los
cambios en la gastronomía, si esta es la solución. Pienso que es
buen momento para empezar ahora con las transformaciones ¿Por qué?,
porque si se comete un error aun contamos con la presencia de la
generación histórica que cuenta con la experiencia de 50 años para
rectificar, perfeccionar nuestras ideas, criterios y acciones. Esto
no es nuevo, fue lo que hizo Martí, juntar a los pinos nuevos con
los viejos o lo que es lo mismo unir fuerzas y voluntad juvenil con
la experiencia de los viejos y así lograr lo deseado.
Si no lo hacemos ahora ¿cuándo entonces?, ¿cuándo no tengamos a
nadie de confianza que nos critique, aconseje, supervise y nos guíe?
Así si nos estaríamos arriesgando a cometer errores que serían muy
difícil rectificar. Este es el momento para introducir los cambios
necesarios porque aún caminamos juntos por las calles la experiencia
revolucionaria y la juventud.
A. Cordoví Rosabal
Los cambios sociales y económicos y la juventud cubana
Me inspiro a escribir luego de leer en esta sección la carta del
joven A. Bonzón Hernández publicada el 19 de febrero con el título
Opinión de un joven socialista, y me gustaría abordar dos temas: Los
cambios sociales y económicos y la juventud cubana.
Se ha tratado mucho el tema de los cambios en nuestra estructura
económica, y me lleva a pensar que el mayor problema de todos los
casos, no es ni siquiera saber cuáles pueden ser las medidas que
puedan cambiar el rumbo económico sin renunciar a los principales
logros de nuestra Revolución; el secreto está en ¿cómo hacerlo?; ya
que no solo se trata de la situación con nuestra gastronomía; pues
también se insertan otros como el de la doble moneda, el salario de
los trabajadores, el desarrollo de la agricultura, el transporte,
entre muchos más que sería realmente imposible enumerarlos.
A pesar de todo, nuestra dirección histórica nos enseñó a que
contando con el pueblo; todo es posible. Los cambios hacen falta
pero no nos podemos dar el lujo de equivocarnos pues el costo sería
invaluable ante un fenómeno tan complejo que ha traído consigo
diversidad de opiniones.
De la juventud:
Pienso que hace falta escuchar a los jóvenes y saber cómo
pensamos ante determinadas situaciones, lo que conllevará a asombros
de muchos que nos tildan de perdidos e inexpertos; los aportes que
podamos hacer todos desde nuestra cosmovisión son importantes,
teniendo en cuenta que es un complejo proceso por la situación
económica que nuestro país vive; servirá para darle un lugar más
comprometido en lo social a nuestra organización que hoy vive uno de
los ejemplos más bellos al ejercer este derecho (nuestro 9no
Congreso Juvenil); recordemos que la UJC no trabaja para sí, pues se
convierte en la guía para toda esta parte de la sociedad.
Los jóvenes continuaremos confiando en nuestra dirección con la
convicción de no renunciar jamás al socialismo. La historia ha
demostrado que los primeros en cerrar filas para enfrentar la
injusticia de la humanidad se ha derivado de la juventud, por ello
logremos que hoy sea un momento diferente, que nuestra forma de
luchar esté concebida en aquellas palabras de Nuestro José Martí:
La principal guerra que se nos hace es de ideas, ganémosla a ideas.
Solo hace falta pensar en cuántas tareas ha estado inmersa
nuestra organización juvenil, y se verá realmente lo que somos
capaces de hacer; lo que empañan algunos con su actuar no se debe
convertir en argumento para cuestionarnos a todos por igual.
No le hagamos el juego al enemigo que trata de dividirnos a toda
costa, trabajemos con los que a nuestro juicio están perdidos, no
permitamos que lo material constituya el centro de atención, creemos
valores, no aceptemos nunca que no hay nada por hacer, llevemos la
historia a su lugar y lograremos la unión que nos dará fuerza para
mantenernos firmes ante los cambios, que no son cuestión de si lo
hacemos o no, pues la necesidad impera.
De los jóvenes solo nos falta que continuemos luchando, que no
cedamos ante las provocaciones y que sigamos siendo: Alegres, pero
profundos....¡Nuestro pueblo lo necesita!.
L. A. Labrada Ramírez
¿Quién debe responder por los horarios?
Tradicionalmente los comercios en todas partes del mundo,
comienzan sus servicios muy temprano en el día, eso forma parte del
buen servicio al cliente y la ganancia del negocio.
Hasta principios de la década de los 70 gran cantidad de nuestros
comercios comenzaban a las 7:00 a.m, y aún hoy tenemos muchos tipos
de servicios que comienzan temprano, puntos de leche, panaderías,
hospitales, etc.
Los centros que ofertan productos agrícolas, los titulados MAE de
Ciudad de La Habana, comenzaron sus horarios a las 7:00 a.m.,
posteriormente pasaron a las 8:00 a.m. y ya la gran mayoría de ellos
abre a las 9:00 a.m. Además de abrir en ese horario, la mayoría de
las veces, parte de las tarimas están sin servir y hay que esperar.
Después de las 2:00 p.m. mantienen el establecimiento abierto de
manera formal, porque muchos de ellos mantienen las tarimas vacías,
teniendo productos que ofertar.
Otros tipos de centros comerciales estatales (carnicerías,
bodegas, tiendas comerciales) de algunas zonas, afectan cada vez más
su horario, con o sin mercancía; el cliente tiene que esperar la
comodidad del vendedor o simple y llanamente no compra.
¿Es que el horario del servicio no forma parte de los conceptos
que se incluyen en la protección al consumidor? ¿Por qué?
Contrariamente los mercados agropecuarios que responden a
cooperativas u otras formas productivas, ya a las 8:00 a.m. están
abiertos, con las tarimas montadas y se mantienen ofertando
productos hasta bien entrada la tarde.
¿En qué consiste la diferencia, por qué unos pueden y otros no?
¿Por qué en el sector estatal, lejos de resolverse, cada día se
agudiza más esta situación?
¿Quién debe responder por ello?
A. de la Barca Portilla