Publicadas
el 27 de mayo 2011
Lectores y periodistas
Soy asiduo lector de la sección Cartas a la
dirección desde su inicio y en algunas ocasiones he escrito a la
misma. Aunque mis cartas nunca han sido seleccionadas para publicar,
pienso que de alguna forma consideren los planteamientos hechos, me
imagino que no es posible publicar todas las cartas.
En esta ocasión escribo para expresar mis
sentimientos al leer las cartas de los lectores, específicamente,
las publicadas el 20 de mayo del 2011. Son cartas que aportan mucho
a la defensa de las conquistas del socialismo en Cuba, combaten la
burocracia y las respuestas evasivas de algunos funcionarios,
denuncian lo mal hecho, reclaman la posibilidad de generar empleos y
sustituir importaciones, defienden nuestra cultura e identidad
nacional. Y lo más importante, lo hacen de forma directa, concreta,
sin un discurso tedioso y teorizante. Esas cartas llegan al cerebro
y al corazón con los mensajes que envían.
Resulta significativo que la mayoría de los
comentarios y noticias de temas nacionales que se publican a diario
en Cuba están muy lejos de resultar atrayentes y convincentes para
los lectores. Muchos reflejan un espíritu triunfalista de "todo está
bien" y "las metas alcanzadas". Pocos profundizan en las causas de
los problemas y no van a la raíz de los mismos.
Personalmente, prefiero leer las cartas de los
lectores que el resto de los artículos de temas nacionales.
Y me pregunto, ¿qué pasa con nuestros periodistas?
¿Es posible que los lectores sean mejores que ellos a la hora de
reflejar en la prensa la realidad nacional? ¿No viven en Cuba como
el resto de los cubanos? ¿No sufren los mismos problemas? ¿No tienen
las mismas dificultades? ¿Existe alguna "norma" verbal o escrita que
impide a los periodistas publicar artículos con la calidad de las
cartas de los lectores?
Creo que es hora de qué se haga realidad todo lo que
se ha dicho sobre la necesidad de que nuestra prensa cambie y se
ponga a tono con los tiempos, para que los artículos de los
periodistas sean iguales o mejores que las cartas de los lectores.
J. Carreras Pérez-Terán
Si de la Mesa Redonda se trata…
De la conclusión a la que llegó L. Fleites Rivero en
su carta La Mesa Redonda debe ser más atractiva, permítaseme
disentir. La experiencia en "libertad de expresión", que tuvo lugar
en el antiguo campo socialista como Ud. cita con temor, no tiene
absolutamente nada que ver con la situación actual de nuestro país.
La explosión de coprolalia periodística de finales de los años
ochenta en algunos medios cuasi oficialistas de la entonces URSS
amparada por la proclamada "glasnost" de Mijail Gorbachov, en primer
lugar fue orquestada por elementos contrarios al socialismo y en
segundo lugar, fue muy poco o nada rebatida por los medios
gubernamentales, permitiendo a cuanto malintencionado
"oposicionista", desbarrar a su gusto sobre la historia de la URSS,
el PCUS y sus dirigentes históricos, resquebrajando la unidad de los
pueblos soviéticos y sin recibir la merecida y contundente respuesta
a su diatriba, como era menester hacerlo.
La intención de nuestro Presidente al hablar de
diversidad de opinión, de erradicar la falsa unanimidad y de
fomentar la discusión abierta no es, ni mucho menos, para entregarle
al imperialismo la cabeza de la Revolución en bandeja de plata, sino
precisamente para fortalecer nuestros mecanismos democráticos y unir
más a la clase trabajadora en torno a la magna obra de la
construcción socialista. Tampoco se trata de convertir el programa
en un tribunal de la inquisición como comentó Taladrid. Claro, que
nada es fácil en este mundo cuando se trata de cambiar modos de
pensar y los caminos siempre están sembrados de espinas y es
necesario decidirse a desbrozarlos, esgrimiendo la verdad, la razón,
el buen juicio y el criterio certero.
Creo que la Mesa Redonda, en su actual formato, no
cumple ya cabalmente su misión informativa y educativa.
Muchas personas tienen, y yo personalmente he
tenido, desavenencias con cuestiones que se han planteado y no por
eso dejo de apoyar la línea del Partido y sus principios. ¿Qué
elementos al servicio del imperialismo puedan emplear esa tribuna
para difundir su malsanas prédicas anexionistas y entreguistas?
La Mesa Redonda, a mi modo de ver, no debe dejar de
tratar la cruzada imperialista, o de denunciar con todas nuestras
fuerzas la legitimación de la guerra y el crimen, la mentiras de los
grandes medios o todas las atrocidades y felonías de la espuria
política imperial. Nuestra postura siempre será de enfrentamiento a
los desmanes del gran capital y las pretensiones hegemónicas del
imperio, pero debemos prestar también atención a los graves
problemas domésticos, que tenemos nosotros que resolver para
fortalecer nuestra resistencia y para eso, debemos conocerlos a
fondo y opinar sobre ellos, sin miedos ni auto mordazas.
Problemas tenemos de todo tipo y debemos abordarlos.
Invítense a especialistas competentes para debatirlos con la
participación de todos, ejecutores incluidos, para que puedan
argumentar sobre su gestión. Los criterios no deben imponerse. En
nuestro pueblo sobran personas talentosas, inteligentes, honradas y
patriotas capaces de aportar un montón de excelentes ideas.
Utilicemos los recursos humanos que hemos formado durante medio
siglo y no nos creamos jamás poseedores de la verdad absoluta. De la
discusión siempre saldrá la luz¼
N. Páez del Amo.
¿Metas de multas: sí o no?
En la edición No. 109 de fecha 6/5/11, se publicó en
Cartas a la Dirección, la inquietud de un contribuyente quejándose
sobre la imposición de una multa con el título Las multas no deben
ser metas a cumplir y sobre este aspecto me refiero a lo siguiente.
Soy funcionario de la Dirección Municipal de la
Vivienda del Cerro desde 4/3/84 hasta la fecha, donde a raíz de la
puesta en marcha de los decretos 217,171 y 272 pasamos a ser
inspectores generales del sistema de la vivienda. Al transcurrir el
tiempo de vigencia de los mencionados decretos, la Dirección
Provincial de la Vivienda empezó a orientar a los niveles
municipales en especial al Departamento de enfrentamiento impositor
de multas, la exigencia de cuatro multas al mes hasta llegar a seis
mensuales por el impositor de multas. en el Departamento somos 20,
es decir que mensualmente hay que aportar al órgano de dirección
provincial la totalidad de 120 multas mensuales, de incumplir, en el
sistema emulativo de la entidad se pierden puntos y en
correspondencia a la evaluación del desempeño del impositor se le
refleja deficiente, e incluso conlleva medida disciplinaria,
situación esta muy contraproducente e improcedente. No es menos
cierto que nuestro país está lleno de indisciplinas sociales desde
el que escribe en un ómnibus, que cuesta bastante adquirirlo en el
exterior, hasta el que bota la basura fuera de los contenedores
habilitados para estos fines; pero lo que no debe ni deberá
permitirse es que haya metas para aplicar multas, puesto que esto
obliga al impositor a que en algún momento, que no son pocos, las
impongamos injustamente para cumplir con una emulación donde existen
otros parámetros con gran valor para el desarrollo de la entidad,
como es el sector de la vivienda en el país, por tal razón estoy muy
de acuerdo en lo planteado por el lector J. Andrade Fernández, en
que las multas no deben ser metas a cumplir.
I. Bello Lazo
Lucha contra la indiferencia
El 25 de junio del 2010 escribí a Cartas a la
Dirección sobre el abandono en que se encuentran dos edificios y
varias viviendas en la barriada del Náutico, su publicación nos
generó, a muchos vecinos, las expectativas que con ello los
organismos o instituciones responsables, mas que ofrecer una
respuesta escrita, ejecutarían acciones para poner orden a esa
situación.
Esa carta fue publicada bajo el título Lucha contra
la indiferencia el 2 de julio del 2010, pero hasta el día de hoy no
se ha apreciado ninguna reacción al respecto y en su lugar continúa
creciendo el deterioro de estas instalaciones que ofrecen una imagen
desoladora, y a su vez son fuentes para que personas inescrupulosas
las dañen o sustraigan de ellas algunos de sus elementos
constructivos.
Cuando elegí el titulo para esa nota pensé en la
obligación que todos tenemos en luchar contra el mal de la
indiferencia pues, además de convertirse en un síndrome que nos
limita avanzar, es uno de los reflejos más negativos que les podemos
ofrecer a las nuevas generaciones.
A. Cabrera Uranga
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