El pasado viernes leí la opinión del lector O. Pérez
Pérez, titulada "La cadena de impagos en el sistema empresarial", en
el cual abordó uno de los temas económicos de nuestra realidad
empresarial cotidiana, relacionado con la existencia y subsistencia
de las altas y frecuentemente envejecidas y con pocas perspectivas
de solución Cuentas por Cobrar entre nuestras entidades. Como él, no
soy economista pero comparto su preocupación por el problema y se
nos cuestiona la eficacia del cobro de las cuentas envejecidas
incluso condicionando a ello la estimulación.
Comparto además su consideración de que solo se
resolverá a partir de directivas del Banco Central de Cuba y de
organismos centrales, pero se necesita que sean efectivas y que el
sentido de su acción no se corrompa de una u otra forma.
Me explicaré utilizando la primera medida que él
propone, es decir, realizar conciliaciones de las deudas para
accionar sobre ellas.
Las conciliaciones constituyen un concepto y actuar
económico muy utilizado en nuestras relaciones económicas, son
recomendadas y aún exigidas como evidencia de la gestión de cobro
por auditorías y otros niveles de control, pero en muchas ocasiones
se convierten en otro medio de eludir el compromiso de pago,
diluyendo en el tiempo una respuesta que previamente se estableció
inmediata (se establece contractualmente en un término de 30 días
posteriores a la entrega y aceptación de la factura) y que de no
hacerse, sustenta el argumento que alude la entidad deudora para no
pagar, si se hace y llega a un compromiso nuevo, en muchos casos
también se incumple y en otros casos ni siquiera se llega a un
compromiso satisfactorio; en todo caso permite al deudor escalonarse
con esas cifras e ir pagando a otros según sus intereses.
Si alguna vez se pensó que instrumentando esta
relación entre acreedores y deudores se esclarecerían y detallarían
para cada parte los compromisos financieros resultantes de sus
relaciones, como un medio de confirmación y de reacuerdo de la deuda
que facilitaría la gestión de cobro del acreedor y eso reduciría el
nivel de las Cuentas por Cobrar, la realidad afirma todo lo
contrario.
Se obliga prácticamente al acreedor, después de
haber brindado el servicio e incurrido por este concepto en gastos,
incrementar estos en ocasiones por innumerables visitas de gestión
de cobros al centro o domicilio del deudor, de las que pocas
resultan en compromisos reales de pago y solo algunas tienen
resultados efectivos.
Otro elemento agravante es que en esos mismos
contratos se establecen penalidades al deudor en casos de mora, algo
que ni se tiene en cuenta por ambas partes, constituyendo otra burla
violatoria de lo pactado.
Una de las ideas del concepto de Revolución expresa
"¼ es no mentir jamás ni violar
principios éticos¼ ". Un principio ético
es ser consecuente con lo que se pacta, con lo que se acuerde.
Honrar una deuda en el término establecido contractualmente y no
otra cosa, llámese conciliaciones o como se llame, es ser a su vez
consecuente con este concepto, con la Revolución y con Fidel.
El respeto al derecho ajeno es de suma importancia
en cualquier parte del mundo. Forma parte de la educación de una
persona y nación. En nuestro país, cobra una crucial importancia por
tratarse de una revolución socialista que se distingue por la
protección y respeto de los derechos ciudadanos.
Sobre el tema se ha hablado en esta sección, aunque
considero que no lo suficiente.
Me ha inspirado el escribir estas líneas dos cartas
publicadas sobre el tema de la Calle G. La primera, fechada el
viernes 16 de enero, en el que J. de Diego advierte sobre la
"algarabía que forman" los jóvenes que se reúnen en esa avenida,
fundamentalmente, fines de semana y, la segunda, de R. Cabrera, al
parecer, uno de esos jóvenes, quien valientemente defendió la
posición e intención de él y sus amigos.
Se habla de varios hechos en ambas cartas, que
pudieran ser temas para tratarse por separado en cualquier sección,
ya sea de la prensa escrita, radial o televisiva. Pero voy a
centrarme en uno: el derecho de una persona y el respeto de este al
derecho de los demás.
Entiendo la preocupación de Cabrera en su defensa, y
seguro que todos quisiéramos que los parques constituyeran fuentes
de "nuevas y buenas amistades"; sin embargo, no siempre la buena
intención justifica las consecuencias de los actos.
El sonido de una guitarra que —para mí—, la
considero como uno de los instrumentos más nobles, no en todo
momento es bien recibida. Hasta una voz baja y solitaria, a altas
horas de la noche, puede constituir una molestia para aquel que
trata de disfrutar su derecho al descanso.
No se trata de una crítica a estos jóvenes, sino, de
una alerta general ante una situación que ha tomado un auge tal que,
en algunas ocasiones, no solo es insostenible, sino, incontrolable:
la falta de respeto al derecho ajeno. Existen varias formas que lo
constata, pero me refiero en especial a la música alta y los
karaokes. Ello se ha convertido en una práctica general de una buena
parte de nuestros barrios. Ha sido tal, que ya es considerada como
un "derecho" por aquellos que la practican, sobre todo, si se
encuentran dentro de sus viviendas, los que alegan tener todo su
derecho por estar dentro de sus casas.
Me pregunto: ¿Y mi derecho cuál es?, ¿soportar el
disfrute de otro?, ¿puede considerarse eso un derecho?, ¿es justo un
derecho para uno y no para otro? Cuando el ruido o el sonido son
excesivos, ¿no se está invadiendo mi propiedad, mi espacio, mi
derecho?, ¿no se está perturbando mi ambiente?, ¿no se está
contaminando mi medio?
Mi disfrute puede ser la tranquilidad, y nadie tiene
derecho a perturbarlo.
Al cubano siempre le ha gustado "descargar",
divertirse. Ha constituido una característica típica del "buen
cubano".
Sin embargo, no recuerdo años atrás una sola llamada
de atención a un vecino por crear algún tipo de alteración que
molestase a los demás, mucho menos, llegar a la necesidad de llamar
a la policía. Las reglas estaban bien definidas y todos las
respetaban; incluso, en ocasiones, había que contar con un permiso
de la policía para disfrutar de la música de una fiesta después de
las 12 de la noche, solo los sábados.
Hoy, la música alta, que más bien podría llamarse "super
alta" o "de excesiva intensidad", es escuchada cualquier día a
cualquier hora, incluso de madrugada.
Según estudios realizados, el ruido o sonido
excesivos, resultan muy dañinos a la salud y perturban la integridad
física y espiritual de las personas; pueden provocar ansiedad,
alteraciones en la conducta como histeria, neurosis (enfermedad
mental caracterizada por ansiedad, angustia, ira, tristeza,
relacionada con factores conflictivos que provocan sufrimiento
psíquico debido a tensiones emocionales), insomnio, fatiga,
depresión, todo esto provocando estrés.
La vida cotidiana del hombre se desenvuelve en
compañía, en grupo, en colectivo, en sociedad. Esas relaciones de
convivencia social, pueden provocar en un momento determinado algún
conflicto. Por tanto, deben existir mecanismos jurídicos o
administrativos a través de leyes que establezcan deberes que
regulen la conducta de las personas.
Recuerdo que hace muchos años existía un Reglamento
para edificios, incluso, inspectores que regularmente realizaban
visitas a los inmuebles para verificar su cumplimiento. ¿Hoy sigue
existiendo ese Reglamento?, ¿es conocido en la actualidad?, ¿se
verifica su cumplimiento?, ¿quién es responsable de ello? En estos
años muchas cosas han cambiado, incluso, existe una nueva generación
que es probable que desconozca de este Reglamento. Por tanto, pueden
estar ocurriendo dos situaciones al unísono: falta de respeto hacia
los derechos y desconocimiento de cómo prevenir que se violen esos
derechos. Esto, independiente de la educación de cada persona.
La lucha contra las ilegalidades es de todos, pero
"alguien" (institución, organismo, organización, etc.) debe ser
rector en cada batalla.
Disfrutar de un derecho, no implica no respetar el
de los demás¼
M. Santana Pérez
Una cosa inverosímil
El día 26-01-09 en horas tempranas de la mañana me
personé en el centro de revisión técnica automotor de Ciudad de la
Habana (popularmente conocido por SOMATÓN) que funciona en Rancho
Boyeros, con el propósito de reservar turno para inspeccionar varios
vehículos cuya vigencia de la certificación caduca el próximo mes y
como estaba establecido el trámite debía hacerse dentro de la semana
que se pretendiera ejecutar la inspección.
Allí me informaron que las reservaciones estaban
dadas hasta el mes de marzo y las de abril se comenzarían a dar en
el mes de febrero en una fecha aún no determinada, por lo cual
tendría que mantenerme en contacto telefónico. Es decir ya no se
reserva para dentro de la semana de ejecución, sino en un periodo de
más de dos meses sin fecha fija.
La compañera que me atendió, muy amablemente, me
explicó que desde el mes de agosto una de las dos plantas dedicadas
a la inspección está rota y se desconoce hasta cuándo, pues hay
dificultades con el financiamiento.
Lo planteado se me presenta como una cuestión
inverosímil alejado de toda lógica ya que provoca la desorganización
y violaciones de lo dispuesto en los artículos 18 y 19 de la
Resolución 224 del 2001 del MITRANS que establecen la obligatoriedad
de la inspección técnica para todos los tipos de vehículos estatales
entre otros.
Las dos plantas a plena capacidad siempre estaban
saturadas, no siendo pocas las ocasiones en que no se cumplía el
programa semanal. Imaginemos ahora a un 50% de posibilidades
teóricas.
Sobre el cuello de botella formado hasta ahora nadie
se ha pronunciado públicamente algo que provoca un elevado por
ciento de vehículos circulando ilegalmente so pena de tener que
paralizar el escaso parque automotor, apto técnicamente de que se
dispone con la consiguiente afectación a los servicios y la
economía.
Otros males pudieran proliferarse, pues las
autoridades competentes encargadas de hacer cumplir lo dispuesto,
solo se limitan a ejecutarlo y pueden multar al infractor hasta con
100,00 pesos.
¿Por qué razón la Empresa de Administración Vial y
Diagnóstico Automotor del MITRANS a quién está subordinado dicho
centro de revisión técnica no gestiona ante la autoridad competente
una prórroga por determinado periodo de tiempo en correspondencia
con su capacidad de respuesta para la validez de los actuales
certificados y evitaríamos caer en la ilógica ilegalidad?
P. Monterrey Palacios
Aventuras, un espacio que vale la pena rescatar
Hace uno días leí dos opiniones que salieron en
relación con el tema de "Las aventuras", y quisiera dar mi opinión
al respecto. A pesar de que es verdad que se han hecho algunas
propuestas nacionales de interés, también es verdad que se extrañan
las aventuras basadas en libros clásicos como Enrique de Lagardere,
Robin Hood, Memed el Halcón, El Corsario Negro y otras. ¿Por qué
esperar una serie extranjera para conocer a estos héroes? Quién no
recuerda a Rogelio Blaín, Enrique Almirante, Jorge Villazón y Carlos
Gilí en la interpretación de estos personajes. La mayoría de los
jóvenes de hoy no conocen a estos héroes sino por el cine o series
extranjeras.
Se hizo un intento hace tiempo con el Conde de
Montecristo con Jorge Alí como protagónico y fue todo un éxito ver
el nivel de teleaudiencia que alcanzó. En nuestro país existen
actores y directores capaces y con talento para reeditar estos
éxitos. Si antes se pudo con pocos recursos y con grabaciones en
vivo que no admitían equivocación, ahora que estamos más avanzados y
que existe la grabación y edición no es una tarea imposible.
Estas aventuras no solo atrapan a niños y
adolescentes, sino también a otros más entrados en años que nos
gusta volver a encontrarnos con estos personajes. Es hermoso ver a
niños con espadas, arcos y flechas imitando a sus héroes. Cuando
vemos esto, sentimos nostalgia de nuestra infancia y sabemos
entonces que el trabajo que se hizo fue bueno. Ojalá que algún
director se decida y se lance al rodaje y adaptación de alguna de
ellas. Sería algo que agradeceríamos todos.
O. Tamayo Leyva