Publicadas el 21 de noviembre de 2008

La contabilidad, condición necesaria para administrar

De la misma manera que en la guerra hay que estar bien informado, en la economía empresarial rige la misma necesidad. Y en este caso la información se obtiene mediante un sistema que se llama contabilidad.

La contabilidad, que no es otra cosa que un sistema coherente de registro de todas las informaciones emanadas del quehacer de la empresa que tienen que ver con su patrimonio, no tiene sustituto para revelar la real situación de la empresa: qué posee y qué debe; qué valor ha producido en un periodo y cuánto ha costado; qué resultado ha tenido en el periodo, pérdida o ganancia, y en qué magnitud.

Sin contabilidad la empresa "vuela a ciegas" y prácticamente sin instrumentos de dirección y de control. Decide irresponsablemente por "dirigismo" pero sin conocer su verdadero estado ni su potencial y sin poder evaluar las consecuencias de sus decisiones. Más aún, ni siquiera puede saber lo que posee y lo que debe, y por tanto cuál es su valor real. Y mucho menos hacer planes y programas realistas de una acción futura.

Cualquier intento de organizar adecuadamente una empresa para dirigirla y para su autocontrol empieza por lograr una buena contabilización de su actividad. Sin este requisito indispensable, todo intento de controlarla mediante soluciones "parche" o "policíacas", está condenada al fracaso.

La conclusión lógica es que para el conjunto de las empresas del país la solución es casuística, en el sentido de la necesidad inesquivable de atacar a cada una de ellas por separado para dotarla de una contabilidad adecuada y sobre esa base, establecer un método de gestión "descentralizado-centralizado" a través de la aplicación de la técnica del Presupuesto Programa o un instrumento equivalente.

Hoy en día la existencia de programas computarizados de gestión empresarial ayuda enormemente a resolver el problema planteado. En efecto, el programa es en sí un sistema de contabilización que especifica los lugares o posiciones donde debe captarse la información primaria (y fidedigna) necesaria para nutrir al sistema de cuentas que conforma el programa y que además, garantiza la coherencia del registro de las informaciones. Y en Cuba hoy en día (a diferencia de los primeros tiempos en Industrialización del INRA y en el Ministerio de Industrias después) no solamente hay contadores sino que además hay programadores, operadores de computadoras, computadoras y programas de contabilidad. Hay que saber cosechar los frutos de la propia Revolución.

Así, debidamente organizada, la empresa o la unidad productiva estarán en condiciones de liberarse de la esquizofrenia económica sin que por ello el Estado pierda su control.

¿Cómo pueden sintetizarse las recomendaciones planteadas en estas reflexiones? Bueno, ni más ni menos que diciendo que de lo que se trata es de lograr la formación de una nueva cultura económica, necesaria e imprescindible por dos motivos fundamentales.

Durante más de un tercio de siglo se practicó una economía centralmente planificada hasta en sus detalles, sin atención alguna a la contabilidad y a las finanzas y por tanto a la individualidad de las problemáticas económicas de cada empresa. Vivo está aún el recuerdo para algunos, que hace unos 40 años por determinadas razones se prescindió de los contadores y que no hace tanto tiempo, cuando una empresa efectuaba una entrega contemplada en su plan, enviaba una copia de la "factura" directamente al Banco Nacional que se encargaba automáticamente de acreditar dicho monto en la cuenta de la empresa "vendedora", sin averiguar si lo que se había entregado era bueno, malo o regular.

En dos palabras, durante ese tercio de siglo se creó una cultura económica particular, en virtud de la cual el "administrador" de una empresa jamás firmó un cheque, jamás pisó un banco, nunca pidió y justificó un crédito bancario, y nunca se evaluó su trabajo y el de la empresa por los resultados de su balance de activos y pasivos y de ingresos y gastos. Se formó en el mundo de los planes materiales de producción, de abastecimientos y de entregas, en los cuales el signo monetario era insignificante hasta el punto de que no hace más de diez años, el déficit fiscal originado por los subsidios a las empresas alcanzó a ser una tercera parte del presupuesto del Estado. En esa cultura se formaron los cuadros de la economía cubana a los que les tocó enfrentar el periodo especial y sus consecuencias.

Resumiendo, quienes pretenden "administrar" el patrimonio productivo estatal, que pertenece a todos los cubanos, deben exigir y entender la contabilidad de las empresas bajo su mando. Si no están capacitados para ello, no pueden administrar y por tanto no pueden dirigir.

Ch. Romero

Una etapa superior del maltrato: el no trato

En días pasados por cuestiones de trabajo tuve que estar una semana en la Ciudad de La Habana y aproveché para ir de visita a las tiendas (entiéndase las recaudadoras de divisa o shoping) en busca de algunos artículos que necesitaba, para esto visité las siguientes tiendas; Ultra, Trasval de Galiano, La Época, La Elegante, las que están en la Manzana de Gómez en especial una que se entra por Neptuno, las que se encuentran en la calle Obispo, Carlos III, El Trasval de Línea, Galerías Paseo, las que están en los bajos del Focsa (pienso que como muestra puede considerarse una buena cantidad de todas las cadenas), y en todas ellas recibí un NO TRATO.

¿Qué significa eso? Que no te tratan mal pero tampoco te tratan bien, te ignoran, es decir, no te tratan. Cuando llegué a cada una y había dos empleadas o empleados, siempre estaban hablando y no te atendían como debía ser. Era yo el que le solicitaba —previo permiso compañera(o)—, lo que quería ver o que mostraran y luego de una mirada extraña me señalaban con el dedo el artículo y me respondían el precio, y lo peor era cuando pedía verlo, ya salía un gesto de mal carácter.

El colmo fue en La Época, en el área de calzado, cuando 3 empleados se encontraban dentro de un local y les pregunté por un número de zapatos y sentados, sin levantarse, dijeron que ese era el único número, sin ninguna otra gestión de venta. Y aquí sí me dirigí a la responsable del piso, pues quería que fuese a un careo con los empleados.

En La Elegante pregunté por un color de pintura y el empleado que estaba subido en una mesa me dijo: Fíjate que arriba de las latas está el color. Basta con estos ejemplos vividos para demostrar que ya estamos pasando a una etapa superior del maltrato y es el NO TRATO.

Estas actitudes no tienen que ver con el sistema, ni con las carencias, ni con el bloqueo, ni con los huracanes (ya habían pasado), y ¿por qué existen? Lo peor es que los directivos las desconocen o no quieren darse cuenta de lo que significan para el respeto que se merece un pueblo que se distingue por su dignidad, valentía y sacrificio. Porque a estas tiendas la mayoría de los que vamos somos cubanos que con mucho sacrificio acudimos a la búsqueda de artículos que solo allí los podemos adquirir.

¿Qué nombre dar a estas cuestiones que ya las vemos como cotidianas y constituyen un insulto y una falta respeto al pueblo?

C. Borges Peralta

Sin disciplina laboral no hay eficiencia

En nuestro país existen y se emiten continuadamente numerosas regulaciones administrativas, elaboradas en lo fundamental por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para lograr o tratar de lograr resultados productivos necesarios que contribuyan a que la economía del país y de las entidades en particular avancen a metas superiores en cada etapa productiva. Se implantan con el objetivo de incrementar la eficiencia y lograr una mayor productividad.

Realmente ¿tenemos un dominio pleno de todo lo legislado en materia laboral? Puedo afirmar casi categóricamente que no. A veces nos interesa conocerlo cuando se trata de beneficiar o afectar nuestros bolsillos.

Hoy, nuestra sociedad socialista, a mi entender, se encuentra afectada porque una parte de los que laboramos tenemos una productividad o resultados económicos bajos, que no se corresponden con los salarios que recibimos.

Esto se refleja aún más en los aparatos administrativos o burocráticos, tanto a nivel nacional, local como empresarial, donde impera la baja eficiencia económica y productiva y el "girovagueo" abunda notablemente. Los problemas personales se "tiran" contra el fondo de tiempo laboral, en la oficina perdemos cantidad de tiempo en el trabajo "chatarra", que es aquel que nada tiene que ver con lo que realmente se tiene que hacer y por el cual le pagan.

Se generan a veces porque nuestros jefes no tienen un concepto claro de su responsabilidad en la exigencia y aprovechamiento del fondo laboral, y porque en definitiva, la ineficiencia no sale de su peculio. A veces es el mismo jefe el que "girovaguea" y se "pierde" del puesto de trabajo, no da ejemplo, no puede o tiene moral para exigir. No es lo general pero existen.

El país, su dirección principal labora intensamente para lograr mejores resultados económicos cada año y así poder aumentar los recursos económicos y materiales que permitan satisfacer más las crecientes y constantes demandas materiales y espirituales que requerimos, pero si todos no ponemos nuestro grano de arena en esta "cruzada", y echamos pie en tierra y trabajamos con eficiencia, eficacia y productivamente, lamentablemente no vamos a salir de nuestro subdesarrollo; no podemos seguir pensando como los pichones de pajaritos que están en nido: "con la boca abierta pidiendo más comida" y no aportando lo necesario.

L. W. Véliz

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