Publicadas el 18 de julio de 2008

Un comentario sobre teatro

Me parece muy bien que exista una sección como esta en la prensa cubana, en la que los propios lectores ponen voz a la noticia. Me complace este nuevo tipo de interacción y retroalimentación público-periódico, sobre todo cuando hablamos de una prensa mejor y en función del pueblo.

Les escribo para comentar sobre algo que me ha dejado más que complacido, pues podría escribir sobre muchas situaciones y problemas con los que a diario tropezamos los cubanos en nuestro quehacer, pero prefiero poner la nota agradable, que no por eso debe pasar inadvertida sin que quede reflejado. Mi hija ya está próxima a cumplir diez años y desde que nació, tanto ella como yo, somos asiduos espectadores de la programación del Teatro Guiñol Nacional. Con cierta regularidad hemos disfrutado de diversos grupos de teatristas y titiriteros que con enorme entrega y limitaciones materiales conforman sus puestas en escena, dando amplia muestra de cómo se crece el teatro cubano, al ritmo de nuestra sociedad.

El 13 de julio, tuvimos el sumo placer de disfrutar de lo que ambos consideramos la mejor obra que allí, sobre esas tablas, se ha presentado. Se trata de la obra Por los caminos del mundo, del grupo Estudio Buendía, que bajo la dirección artística de Irene Borges y general de Flora Lauten se está representando en estos momentos.

Dicha obra no solo logra el propósito de entretener y enseñar a los niños, sino que permite que ellos sientan la necesidad de indagar más allá de lo que vieron sobre lo que se les quedó en el tintero. La puesta en escena tiene una excelente factura, exenta de grandes lujos pero sin que falte alguna cosa elemental para ambientar la trama que se describe. Toda la utilería se ve que ha sido elaborada artesanalmente pero con un gusto y una calidad artística envidiables. Las actuaciones, conformadas por solo tres jóvenes actores, llegan hasta los más pequeños, para los que ha sido concebida, a pesar de que la sala no estaba llena ni siquiera a un 50 %, pero aun así eso no influyó en la calidad de la puesta.

La obra está muy cargada dramáticamente, pero aun así llega y logra su propósito. Pude ver con satisfacción como ante escenas de máxima alegría sonreían con gusto, y ante otras desgarradoras dejaban asomar tímidamente las lágrimas en sus ojos. Todo esto sin contar que desde que visito este teatro nunca había logrado ver al público pequeño tan unánimemente absorto durante todo el tiempo que dura la obra. Precisamente por ser el público de niños, es difícil mantenerlos al tanto de lo que pasa sobre las tablas por más de una hora; pues esta lo logró.

Luego del intercambio con mi hija, que ha sido el termómetro por el cual hoy les escribo, considero que obras de este tipo no debían pasar inadvertidas, debían tener más publicidad y divulgación. Esto evidencia la salud del Teatro Cubano para niños, el cual tiene fuertes émulos en los artistas que de manera particular ofrecen sus servicios por ofertas más jugosas a corto plazo, lo cual no es, al menos para mí, ni siquiera juzgable, pero que no dejo de reconocer cuanto atenta contra los que cultivan su arte sobre las tablas sin emigrar del todo hacia esta modalidad.

Y. Hidalgo Navarro

Son una necesidad los teléfonos públicos en las escuelas internas

Les escribo motivada por una preocupación, que es en este momento la de muchos padres cuyos hijos comienzan estudios en los preuniversitarios en el campo. Mi hija empieza este año el 10mo. grado en uno de estos centros docentes motivada por el deseo de lograr su título de bachiller y poder acceder a la enseñanza universitaria.

Algo que me confortaba ante la separación, que implica el que tuviera que estar becada, era el hecho de que nos comunicaríamos telefónicamente y así podría estar informada de su estado emocional, sus resultados docentes y sus preocupaciones, algo que resultaría un apoyo y una ayuda para ella ante el estrés que supone el comienzo de una vida totalmente diferente, alejada de su familia y su casa.

Cual no sería mi sorpresa al enterarme por ella misma de que en muchas escuelas en el campo ¡no hay teléfono público!, quizás las personas que estén leyendo esta carta se sorprendan ante mi sorpresa, y valga la redundancia. Pero yo daba por sentado algo que no es. Sin agregar otros comentarios, solo tengo algunas preguntas que hacer, que son las mismas que se hacen los padres de los compañeritos de mi hija que también van a becarse y que quizás sean las mismas que se han hecho los cientos de padres que no han podido tener comunicación a diario con sus hijos becados.

¿Por qué no pueden instalarse teléfonos públicos en los preuniversitarios en el campo o cualquier otro centro docente interno? ¿Por qué solo existen teléfonos instalados para el uso de profesores o para algún tipo de urgencia que presenten los alumnos? ¿Sería tan costosa la ubicación de algunos teléfonos públicos por escuela? ¿No representaría esto un aliciente para los estudiantes, quienes de esta forma podrían comunicarse con su familia? ¿Por qué deben esperar los padres al fin de semana para conocer cómo están sus hijos? ¿Qué puede haber de negativo en el hecho de ubicar algunos teléfonos públicos por escuela?

Respondiendo yo misma la última pregunta y ante la respuesta de que pueden ser rotos los equipos o algo así, pienso que pudieran ser ubicados en locales cerrados en horas de la noche y que el acceso a los mismos podría estar limitado a las horas en que los alumnos no se hallen en actividades docentes o productivas, y para esto cada escuela se ocuparía de regular un horario. Solicito su comprensión a la presente porque este es un tema preocupante que ayudaría mucho a mejorar las condiciones de vida de los alumnos internos, su estado emocional y daría más tranquilidad a su familia, quien, en la casa y diariamente, añora establecer comunicación con esos hijos que envía a un centro docente interno y de los que pasa prácticamente una semana sin tener noticias.

M. de la C. Morales Torres

¿Construcción por esfuerzo propio o con recursos propios?

Me decidí a escribirles para ver si alguien puede darme una respuesta convincente con relación a los derechos y beneficios de los compañeros seleccionados por la Comisión de circunscripción para la construcción de viviendas por esfuerzo propio.

En el año 2007 no se imaginan mi alegría al ser seleccionada por la referida Comisión en la circunscripción 196 de Santiago de Cuba para la ejecución de mi vivienda por esfuerzo propio como una obra nueva, al poseer toda la documentación pues mi licencia es la 1132 del año 1986. Se me orientó que a través de la técnica de la UPIV del Distrito Abel Santamaría se tramitara dicho beneficio. Se me solicitó una defectación de cada uno de los materiales que requería y se realizó la denominada carta límite, que se entregó en el punto de materiales correspondiente.

Al concluir aproximadamente en tres meses los referidos trámites, me informó la técnica que debía esperar pues solo se le estaban asignando materiales a los casos de terminación, pero me aconsejó que fuera realizando por mi cuenta las diferentes acciones constructivas porque, para esos casos, lo que se asignaba era fundamentalmente cemento y el resto lo tenía que buscar porque mi plan era por esfuerzo propio.

Al no estar conforme me dirigí al director del distrito y a otros compañeros que me informaron que recibían poco nivel de recursos y eran muchos los necesitados. A esto refuté que eso no era lo que había aparecido en los múltiples artículos que he leído en diferentes periódicos Trabajadores, Granma, Sierra Maestra, en este último como respuesta a muchas inquietudes de la población en cuanto a la vivienda se esgrime la selección por estas comisiones a nivel de circunscripción, pero además no era lógico que en medio de la férrea lucha contra la corrupción, el delito y las ilegalidades se me orientara que cayera en este tipo de cosas, pues he esperado 22 años para hacer mi vivienda legalmente y el acero y otros recursos necesarios solo se fabrican y comercializan en entidades estatales.

En el transcurso de un año, debido a múltiples gestiones y la visita constante tanto a la dirección de la UPIV del Distrito Abel Santamaría y al punto de materiales, solo he logrado que me entreguen 25 bolsas de cemento pues se entregan autorizos que duran solo 7 días y no tienen respaldo de materiales en el punto de venta.

A pesar de que conozco que en nuestra provincia han existido dificultades, con los áridos pero no con todos los recursos, no puedo entender que se seleccionen atendiendo a rigurosos trámites a un número pequeño de ciudadanos y luego se proceda de esta manera, por lo que yo me pregunto:

¿La construcción de viviendas es por esfuerzo propio o con recursos propios?

¿Qué derechos tienen los compañeros seleccionados por la comisión de circunscripción?

¿Cómo debe realizarse la entrega de los recursos?

¿Quiénes controlan o chequean la marcha de estas construcciones?

¿Se establece un término para cumplir los compromisos con los seleccionados por esta comisión?

A pesar de poseer muchas más interrogantes, someto solo estas a consideración de ustedes para ver si puedo obtener una respuesta que satisfaga mis expectativas.

B. Pécora Rodríguez

Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos 881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177.
 

 

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