Publicadas el
27 de junio de 2008
Algo más de Política de Cuadros
Hace ya varios meses que vengo leyendo las cartas
que son enviadas por nuestra población a esta sección, la que me ha
hecho sentir el apetito voraz por leer cada viernes, les confieso
que no es lo mismo mirar a los toros desde la barrera que entrar al
campo, pero al leer las cartas de R. Barriel S. del 6 de junio y de
D. Hernández B. del 13 de junio, en ambos casos sobre política de
cuadros, sentí la necesidad de cruzar la barrera y entrar al campo,
no con el ánimo de criticar, por lo que doy fe en que estoy de
acuerdo con lo planteado por estos y me siento en la obligación de
hacer algunas preguntas y dar mi punto de vista de las vivencias de
mis casi 16 años de trabajo; cabría entonces preguntar: ¿Qué es
política de cuadros?, seguro que todos los que se dedican a esta
actividad en su quehacer diario están llenos de las más disímiles y
rebuscadas respuestas.
Para mí no son más que un grupo de acciones que
permiten preparar a una o varias personas que ante la sustitución o
liberación de un mando el proceso no se detenga previendo algún
retroceso negativo en cualquiera de una de nuestras organizaciones o
entidades, por lo general, y no quiero ser absoluto, ninguna de
estas personas en las que las organizaciones invierten miles de
pesos y tiempo anualmente y por demás conocedoras de la actividad
ascienden al puesto de dirección; eso sí, si hay algo que crece en
ella es el conocimiento que luego se convierte en un papel más
dentro del currículum vitae.
Atendiendo a todo esto surge la segunda pregunta:
¿Existe política de cuadros?, al menos mi respuesta y con las más
sinceras disculpas para todos aquellos que se dedican a esta
actividad en todos los niveles, podría traer algo de confusión,
primero porque respondería que Sí, basado que en cuanto papel que
usted revise sobre el tema comprobará que está impecable y daría la
noción de que esta funciona, podrá comprobar que existe una lista de
reserva y de segunda reserva para los cargos que llevan estas, que
hay programas de entrenamientos y de preparación, pero todo esto no
pasa de enviar a algunos a un determinado curso y una vez al mes
reunirlos para debatir tal o más cual discurso político o algún otro
tema de cierto interés para la organización orientado desde arriba.
En segundo lugar por lo expuesto anteriormente
respondería que NO, ya que una cosa es con violín y la otra con
guitarra, si existiera política de cuadros, y aclaro que es mi
modesta opinión, no aprobáramos al que nos conviene y no al más
capaz y que verdaderamente está capacitado para asumir la
responsabilidad para la que es propuesto, por lo que se debería
revisar el trabajo de las comisiones de cuadro en los diferentes
niveles, atendiendo a las diferentes nomenclaturas de los cargos
según correspondan, no puede reunirse una comisión como un puro
formalismo, no podemos seguir dándonos el lujo de poner a quien nos
convenga por el simple hecho de que es más conocido que un
trabajador que se ha venido preparando año tras año y sin tener en
cuenta las fundamentaciones hechas por quienes velan por el
cumplimiento de esta política en nuestras organizaciones.
La máxima popular contra toda ley de gravedad de que
los dirigentes se caen para arriba tiene su validez en los
movimientos de cuadros, pues cada vez que por alguna razón los
movemos, estos pasan a ocupar otros cargos que incluso sin haber
tenido el mejor desempeño en el anterior pasan a ocupar cargos de
mayor complejidad. Carlos Lage, en el acto político del 13 de junio
por el natalicio del Che, definía algunas conductas negativas por
las cuales no se podía ser un cuadro, si a estas añadimos el uso de
algún medio puesto a su disposición por familiares mientras los
subordinados tienen que resolver los problemas cotidianos de las
organizaciones por sus propios medios o los que cuando usted
solicita el medio a su disposición este siempre dice que no porque
cuando revisa las tareas del día necesitaría no 8 horas de trabajo,
sino toda una semana; son las razones por las que mantengo mi
criterio de que no existe, no es eficiente ni eficaz la política de
cuadros, salvo alguna excepción como en toda regla, por lo que abogo
en que sea cambiado todo lo que se debe cambiar antes de que sea
tarde. Para terminar cito las palabras de Carlos Lage en el mismo
discurso: "Hagamos valer la moral de la revolución con nuestra
propia conducta".
A. Castellano Labaut
Sobre la corrupción
Un compañero —que por cierto conozco desde que era
niño— asoció las actividades delictivas a las dificultades
materiales y económicas por las que atraviesa nuestro pueblo,
diciendo que si tuviéramos salarios superiores, la situación fuera
otra. Sin desconocer la complejidad del problema quiero exponer
ciertas ideas que deben conducirnos a una reflexión mas profunda
sobre el tema.
Históricamente la corrupción, en todas sus
manifestaciones, ha surgido, se ha propagado y alentado por las
clases adineradas, que apropiándose del trabajo ajeno (primer y más
generalizado acto delictivo), han acumulado riquezas y han adquirido
poder para dominar a las grandes mayorías. Son los ricos quienes
"inventaron" e incentivan el robo y la corrupción, alimentados por
el ocio, la opulencia y la impunidad que le da su supremacía. Los
pobres no han tenido tiempo ni posibilidades para dedicarse, ni para
pensar en eso, y si lo hacen, son fuertemente reprimidos por todo un
sistema social, diseñado para mantener la hegemonía y la moral de
las clases dominantes. Atentar contra la propiedad de los ricos es
como cavar su propia tumba.
La experiencia de los países ex socialistas, que
llegaron a alcanzar un nivel muy elevado de riquezas y satisfacían
necesidades de las grandes masas de la población, también nos
reafirma esta idea. En ellos, la corrupción, la ilegalidad y el
delito, contribuyeron a minar las bases de aquellas sociedades. De
ahí que dentro de los planes imperiales la corrupción se registra
como un arma política. Por otra parte, algunos de los países
capitalistas desarrollados a costa de la explotación de los
subdesarrollados han acumulado inmensas riquezas y logran niveles de
vida elevados, pero no han eliminado la corrupción, todo lo
contrario, han aparecido los grandes ladrones de los "cuellos
blancos".
En Cuba antes de 1959, los humildes tenían un refrán
que aprendí de mis padres y muchas veces lo escuché de otros: pobre
pero honrado. Esa frase contenía la moral de la inmensa mayoría de
la población cubana.
Otro argumento más cercano a nuestra realidad
actual. Pudiéramos preguntarnos: ¿Quiénes cometen delitos en Cuba?
¿Podría asegurarse que son siempre los que tienen más bajos salarios
y peores condiciones de vida? ¿No hay gente que sigue cometiendo
ilegalidades y vive cada vez mejor, haciéndole honor al refrán de
que la avaricia rompe el saco? Subrayo, me refiero, a los que a
costa del engaño, las trampas, el robo, la malversación...
aprovechándose de las necesidades y las debilidades de los demás y
del insuficiente control de las entidades del Estado, acumulan
ilícitamente dinero y recursos que los hacen sentirse invulnerables
y por encima del pueblo. Esos tienen alma y cuerpo de delincuentes y
aspiraciones, quizás más o menos inconscientes, de capitalistas.
Así pues, la base más importante, no la única, de la
lucha para eliminar esas lacras sociales, es la ética y la
educación. Por una parte lograr que todos seamos honrados; y por
otra, que se adquiera la conciencia de que debemos cuidar, preservar
y defender más los recursos del Estado, los de nuestros centros de
trabajo, de donde, en la mayoría de los casos —de una forma u otra—
se alimentan los delincuentes.
Debemos seguir trabajando intensamente todos por
elevar los estadios de satisfacción de las necesidades de nuestro
pueblo, altamente afectados en el periodo especial, y que sin dudas
mejorarán de manera paulatina. No obstante, cualesquiera que sean
los niveles de vida que alcancemos, no podemos olvidar las bases
políticas, ideológicas y ético-morales de nuestra sociedad donde las
riquezas nos pertenecen a todos.
C. Cabal Mirabal
El jefe bueno
Conservo casi todas las cartas publicada, en este
diario, y cuando usted lee una y otra saltan a la vista una tríada
de problemas: salario/productividad/eficiencia, y como común
denominador, falta de exigencia. Es fácil percatarse de que todos
esos problemas, llamemos del entorno laboral, giran alrededor del
administrador, jefe de brigada, pero sobre todo, la responsabilidad
recae en el director. Para dirigir un colectivo, a cualquier
instancia, no se puede ser timorato, es preciso tomar decisiones y
enfrentarse a quien corresponda con la verdad y el deseo supremo de
resolver problemas y ayudar a la sociedad a avanzar, nada de
intereses personales.
Y en este país hay, y son muchos, centros y
directores que trabajan de esa manera y tienen éxito en su gestión,
lo mismo en un instituto de investigación, en un hospital, una
fábrica, un taller y una brigada; lugares donde no hay desvío de
recursos, y quien comete ese error es sancionado, separado del
cargo, es decir se adoptan medidas y severas. Lo mismo ocurre con
unidades de producción agropecuaria, donde reina el trabajo creador,
hay rendimientos productivos, sin globos, con técnicas adecuadas,
pese a la gran escasez de recursos.
Son muchos y muy buenos los ejemplos. ¿Y sabe cuál
es una de las claves de esos buenos resultados? Muy sencillo, la
dirección colegiada. Son directores que tienen muy en cuenta al
Consejo de Dirección en sus decisiones, el sindicato es oído y
consultado, el Partido en el centro de la búsqueda de soluciones, a
nadie se ignora y todos aportan lo mejor de sí para crear armonía y
buenas relaciones. Pero estamos hablando de jefes aglutinadores que,
junto a su consejo de dirección, se vinculan con los trabajadores,
almuerzan lo mismo y junto a los trabajadores, no se corre por
tercera, como decimos los cubanos y son moralmente un ejemplo. Son
respetados igualmente por su carácter, comunicabilidad y buenos
modales y tratan con igual respeto y consideración al profesional y
al encargado de la limpieza.
El ambiente de trabajo creado en esos centros, hace
que la gente sea disciplinada, puntual, eficiente, porque quienen
los dirigen son ejemplo de exigencia, y no prima el aquello de "haz
lo que yo digo y no lo que yo hago".
Cuando hay una dirección transparente, sin
subterfugios, hay subordinados disciplinados y de respeto. La causa
de un problema en un centro de trabajo, cualquiera que sea, búsquela
en el consejo de dirección, ¿se reúne?, ¿es ejemplo? ¿Exige por el
cumplimiento de los acuerdos? ¿Está libre de amiguismo, compadreo?
¿Es profesional en su trabajo? ¿Es justo en sus decisiones?
Y le digo algo más, volviendo a la tríada de que
hablé al principio, el buen jefe tiene también que ver hasta con el
tema salario; existe una escala y el que bien dirige estimula con la
escala máxima a quien más se lo merece, y el mediocre, ese que no
quiere buscarse problemas, a todos los trabajadores les da la misma
evaluación, y al final todos ganan lo mismo, y ese jefe no es justo
y hace que se desacredite el valor del trabajo. Pero sucede que ese
jefe ineficiente, en la inmensa mayoría de los casos, gana lo mismo
que aquel de resultados relevantes. ¿No le parece que es hora de
marcar la diferencia?
H. E. Radamé Izquierdo
Una Radiografía
Verdaderamente esta nueva sección Cartas a la
Dirección debió haber existido desde hace mucho tiempo para que
el pueblo expresara sus inquietudes públicamente. Es como una
especie de mesa redonda de problemas internos no televisada, sino
escrita y popular. ¡Qué falta haría ahora que se actuara con la
exactitud y el rigor necesarios para resolver nuestros problemas!
Voy a apoyarme en tres opiniones publicadas recientemente: "Ojo con
la política de empleo", "No confunda control con la contabilidad" y
"Otra opinión sobre Control y Contabilidad". Realmente son
fenomenales. Las tres las he dado a varios de mis compañeros para
que las lean, a otros se las he leído y las respuestas y
exclamaciones han sido casi literalmente las mismas: ¿Los que
escribieron trabajaban aquí?, "Es una radiografía de mi empresa",
"Así mismo es, pero desde cuándo está eso" y otras que imagino no
hace falta redactar, todos las conocemos. Yo pregunto: ¿Qué falta
para no confundir control y contabilidad, para aplicar una buena
política de empleo y que los puestos de trabajo, sin importar el
cargo, lo ocupen los que verdaderamente conocen el perfil y nos los
que improvisan conocer? El control de la Contabilidad en las
empresas es responsabilidad de todos, porque es la economía del
país.
R. A. González
Las azoteas de la discordia
Leí la carta del ciudadano G. Aguilera Vidal,
aparecida en esa sección el pasado 6 de junio, y me he animado a
escribirles. En dicha carta el compañero manifestaba que en todo el
país están paralizadas las donaciones de azoteas, para la
construcción de viviendas. Sé que es un hecho real, pero el problema
es aún más grave. En mi caso soy propietario de una vivienda de dos
niveles en el municipio de Alquízar, provincia de La Habana. Desde
mayo del 2007 estoy tratando de donarle el segundo nivel a mi hijo y
esto no ha sido posible, debido a un limbo jurídico muy parecido al
denunciado en la carta ya referida. En la dirección municipal de la
vivienda de Alquízar me dicen que el proceso de donación está
paralizado ya que no se sabe quién tiene que tasar la propiedad en
su conjunto y luego las dos propiedades por separado. Los
arquitectos de la comunidad, te dan la misma respuesta que vivienda:
Nosotros tenemos prohibido emitir ese documento y no sabemos quién
debe hacerlo. O sea, en vivienda no lo pueden hacer y los
arquitectos de la comunidad tampoco. En esta odisea llevo un año y
un mes y no veo la luz al final del túnel. Sé que su sección y así
lo entiendo trata problemas que afectan al país en su conjunto y no
situaciones tan puntuales. Si le escribo es porque esta situación
está afectando hoy a muchos cubanos, ciudadanos honrados que no
tenemos la culpa de que algunos no se pongan de acuerdo. Yo me hago
la siguiente pregunta: ¿La ley General de la Vivienda no es clara en
estas situaciones? La respuesta es Sí. Por lo tanto creo que el
Instituto Nacional de la Vivienda y todas sus dependencias
Provinciales y Municipales están para cumplir las leyes.
J. M. Bencomo Estupiñán
La higiene de la ciudad, su costo y la
indisciplina social
La situación en diferentes municipios de la ciudad
de La Habana con la presencia de microvertederos y algunos no tan
micro, tiene un efecto en el estado de ánimo de la población de un
incalculable valor político, que comienza cuando no pocos dicen:
¡Esto no hay quien lo arregle!, o cuando se crea un estado depresivo
de impotencia o desánimo, o cuando tributa a promover el descuido y
el desorden en la higiene del entorno, etc.
Cuando se analiza públicamente la situación de los
microvertederos en la ciudad, generalmente —al tratar sobre las
causas— se carga la fuerza de la pronunciación en la indisciplina
social, que siendo una de las causas, es más una consecuencia. Los
microvertederos se forman a partir de dos situaciones: falta de
contenedores (donde existe este sistema), ausencia de recogida del
otro sistema, o ausencia de sistema de recogida de escombros.
Donde existe el sistema de recogida con contenedores
y no hay contenedor o es en cantidad insuficiente. ¿Dónde se bota la
basura? Cada día son más las personas que reparan sus viviendas y
¿dónde se botan los escombros si no hay un sistema para su recogida?
Además de los daños que la antihigiene y el desorden
provocan en la vida espiritual, se pudieran calcular los daños
materiales en la salud, en la propagación de vectores, en la
tupición de los insuficientes drenajes de la ciudad y lo costosa de
su rehabilitación, en las inundaciones y gastos que acarrean junto a
los daños a la población, las movilizaciones de vehículos y otros
equipos y personal. Me atrevería a decir que los gastos que acarrean
la basura y los escombros no son distantes del monto de la inversión
en los necesarios contenedores y equipos para dar servicio de
recogida de escombros en la capital de todos los cubanos.
Cierto que el país dispone de limitados recursos y
esto constituye un obstáculo ante el sin número de problemas a
resolver. Para los órganos de gobierno en las diferentes instancias
debe ser de preocupación este asunto de la recogida de desechos
sólidos, pero cuando en el discurso público: reportajes,
entrevistas, etc., se le da connotación de causa principal a la
indisciplina social, se pasa a segundo plano lo que es más
importante, y puede conducir a no poner la atención principal a lo
que es fundamental.
Considero que especial atención debe dársele a la
recogida de escombros, pues los escombros constituyen el núcleo de
formación de microvertederos aun donde hay contenedores de basura.
Debiera crearse un servicio de recogida de escombros donde, por
solicitud se brinde servicio —preferiblemente pagado— de recogida de
escombros y otros desechos sólidos y fijar fechas periódicas para la
recogida de dichos desechos, el extinto "plan tareco".
Los ampiroles (contenedores para escombros), por lo
voluminosos que son, pues los que tenemos, de 10 m3, nunca podrán
satisfacer las miles de pequeñas reparaciones.
La acción de los inspectores integrales y del
personal de higiene de la ciudad para enfrentar el comportamiento
indisciplinado debe acompañar a las soluciones materiales, pero
—desde luego— es necesario crear las condiciones materiales
anteriormente señaladas, para sancionar a los que violen las
disposiciones sanitarias.
Desde luego que, en tanto se crean las condiciones
materiales y aún después de creadas, hay que llamar a la conciencia
ciudadana a no dejarse arrastrar por el desorden y la insalubridad,
a conservar limpio nuestro entorno, y en ello las organizaciones,
particularmente los CDR y las instalaciones estatales en su entorno,
juegan un importante papel.
P. Barroso Fernández
Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General
Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. Código
Postal:
10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o al correo
electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos 881 9712 o 881
3333,
extensiones: 143,145, 148, 177. |
|