Publicadas el 17 de junio de 2011

No podemos permitirnos el lujo de repetir errores viejos

Me ha motivado la carta de Cardentey León del pasado 3 de junio ("Mirar adelante también con sentido crítico"). La esencia del verdadero revolucionario es el sentido crítico y, por supuesto, autocrítico, porque la Revolución tiene que ser obra de todos. Pero es, sin dudas, lo más difícil de materializar. Porque no basta el sincero deseo de hacerlo bien, constructivamente. Criticar y autocriticarnos es, por definición, sinónimo de batalla de ideas. Y no hay batalla de ideas victoriosa, sin claridad en los conceptos.

¿Cuántas verdades aprendidas repetimos mecánicamente, sin siquiera profundizar en su formulación original, contradiciendo incluso lo que tanto nos han pedido Fidel, el Che y el propio Raúl, de analizar, profundizar, pensar por nosotros mismos?

Comprender la determinación económica ha resultado complicado desde las primeras llamadas de atención al respecto por Marx y Engels. En su momento fueron debates teóricos. Luego durante la experiencia de Octubre en Rusia, Lenin y destacados bolcheviques tuvieron que enfrentar las complejidades de la práctica cotidiana, en muy difíciles condiciones, y las urgencias de la vida cotidiana comenzaron a marcar el rumbo de los debates y las decisiones. Si algo, entre muchas cosas, debería quedar claro de la obra de estos fundadores, es que en una transformación como la que hemos emprendido los cubanos hace más de 50 años, no es tan simple la explicación de "todo el desarrollo de la sociedad"¼ "desde lo económico".

Relacionado con lo anterior, el tema de la propiedad sale con mucha fuerza en la interesante carta de Cardentey León, como hemos podido apreciar que ocurre en muchas de las cartas publicadas en este importante espacio del Granma, aunque a veces quizás no se note a primera vista. Y no es de extrañar que el tema de la propiedad cobre tanta relevancia, si precisamente partimos de las ideas de Marx y Engels, que lo consideraron siempre en su dimensión de relaciones sociales, no solo económicas o jurídicas. Pudiera resultar paradójico que todo lo concerniente a la propiedad, central para la consolidación del desarrollo socialista, es uno de los temas más maltratados en todas las esferas de la vida cotidiana.

No basta repetir que es condición indispensable que "prevalezca la propiedad colectiva de los medios de producción", u otras afirmaciones que estamos muy acostumbrados a escuchar.

Es muy cierto que resulta difícil entender y explicar que alguien se robe a sí mismo, entre otras cosas.

Pero, ¿hemos reflexionado lo suficiente sobre todas estas afirmaciones y problemas? ¿Hemos reflexionado y profundizado todo lo necesario acerca de cómo entender la propiedad a partir del inicio de un proceso de transformación socialista? ¿Basta con pensar en "un modelo que otorgue a las masas de trabajadores una mayor facultad de control en los diferentes niveles"? ¿Cómo entender la "propiedad colectiva", la "propiedad social", la "propiedad de todo el pueblo", la condición de "verdaderos dueños de los medios de producción", por solo citar algunos de los términos frecuentemente empleados? ¿Qué es ser dueño socialista?

No basta el "sentido común" para encontrar las respuestas. Entre otras cosas, porque ese sentido, quizás por ser tan "común", trae consigo mucho de lo pasado que queremos superar, aunque no nos demos cuenta. Tenemos que diseñar con mucho cuidado y rigor el futuro que deseamos y necesitamos, como se ha venido planteando en torno al VI Congreso del Partido.

Para ello es quizás necesario comenzar por volver una vez más sobre muchas respuestas, y volvernos a formular las preguntas, sin perder el rumbo. Tenemos que construir preguntas y respuestas diferentes. Lo que sí no podemos es permitirnos el lujo de repetir errores viejos...

Sin apresuramientos, ni demoras innecesarias; las urgencias no pueden poner en peligro el futuro, porque la vida, como dice Cardentey en su carta, "nos pasará la factura". Fidel nos ha convocado siempre a pensar, igual que Raúl ha insistido en que errores en los conceptos nos traen errores en la práctica. Profundicemos la autocrítica necesaria, en todos los espacios desarrollados por nuestra Revolución.

J. P. García Brigos

Quienes dirigen tienen que controlar, tienen que fiscalizar

Primero que todo, agradecer que en nuestro diario Granma se publiquen quejas, a veces increíbles, pero generalmente demostración de indolencias, maltratos, descontrol, etc.

Me pregunto ¿hasta cuándo tendremos que seguir cargando con ese lastre que tanto daño hace al prestigio de nuestro Estado y de nuestro Partido?

Les aseguro que es mucho mas irritante el peloteo, la falta de atención, la insensibilidad, que lo que puede uno sentir por las escaseces.

Cuando se va al agromercado, hay que estar vigilante, porque le roban abiertamente, no hay jabas plásticas, pero allí mismo las venden al doble, vegetales que nunca les bajan el precio aunque esté establecido lo contrario, etc., el pan mire a ver donde lo compra ya que hay variaciones en la calidad y el peso. Podría mencionar otras cosas más, que se han convertido en algo cotidiano.

Cuanto quisiera leer críticas de lo cotidiano, de esas situaciones que se presentan comúnmente y que nos afectan.

Hace unos días, por ejemplo, debía llevar a mi esposa a atenderse con el médico, tomé mi vehículo y al llegar al garaje de Línea y Malecón para echar gasolina, estaba cerrado en ese momento (segunda vez que me ocurre a la misma hora), según me dijeron los compañeros muy decentemente, por decisión de ellos. Por suerte otros no estaban cerrados. Podría decirse que es una excepción, pero cuando estos hechos ocurren es porque hay descontrol, nadie que se sienta controlado con rigor actúa así. Y no voy a hacer leña de los trabajadores, el control parte del que dirige y es al que primero se debe criticar y sancionar en caso de dificultades.

Quienes dirigen tienen que controlar, tienen que fiscalizar. De lo contrario no deben, no pueden dirigir.

Al que robe, no hay que ponerle una multa solamente, no puede seguir trabajando en esos sectores de atención al pueblo.

Esta Revolución nos ha dado mucho para que el burócrata, indolente e inmovilista gane terreno en el camino de molestar e irritar a nuestro pueblo.

Confío en mi Partido, pero la práctica es el criterio de la verdad. Resulta difícil, en ocasiones, hacer análisis, demostrar el origen y las causas de determinadas situaciones que ocurren.

Llevamos muchos años de Revolución para que estos hechos que hace unos años prácticamente no existían, sigan dañándonos, sin solucionarse de una vez y por todas.

L. Fernández León

Las tiendas de divisas también ameritan una revisión

Los resultados del VI Congreso del Partido son el inicio del complejo pero posible esfuerzo que planteó el Primer Secretario y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, de rectificar los errores que hemos cometido en los últimos 50 años.

En el aspecto comercial que tiene que ver con los bienes y servicios, el llamado "período especial" nos trajo la anormalidad de crear un mercado en moneda nacional y otro en divisas libremente convertibles para coexistir con otra anormalidad: la distribución normada. La primera, para lograr sus propósitos recaudadores de divisas urgentemente necesitadas, estableció precios elevados para todos los productos, con una carga impositiva de más del 200 %. El otro mercado, por el contrario, mantuvo precios irrisorios que requerían un elevado subsidio. Esto ultimo, unido a las gratuidades innecesarias, se convirtió en una carga insostenible para el Estado cubano, es decir, para el propio pueblo trabajador que es quien paga los subsidios con sus menguados salarios.

No caben dudas de que hay que poner fin al paternalismo y al igualitarismo, dos dañinos fenómenos que aún subsisten. La orientación de no subsidiar productos, sino a personas, es de una justeza inobjetable. No se debe tratar por igual a quienes tienen realidades económicas distintas. El profundo sentido humanista y solidario de nuestro socialismo no dejará a nadie desamparado, tal como ha afirmado el compañero Raúl. Pero la famosa libreta debe, cuanto antes mejor, ser eliminada, así como las gratuidades indebidas que no estamos en condiciones de financiar.

Sin embargo, la situación de las antiguas tiendas de divisas, que emplean hoy el CUC también amerita una revisión. Estas tiendas dan servicio hoy a toda la población. Salvo los productos agrícolas producidos en el país y los artículos alimenticios normados, el resto de los bienes hay que comprarlos en CUC o en su equivalente en CUP.

La política de precios en el mundo está en relación con oferta y demanda y los precios pueden fluctuar; pero la carga impositiva es una decisión gubernamental. Hasta cierto punto se puede aceptar que artículos suntuarios tengan una carga impositiva alta, pero no así los artículos de primera necesidad como los alimentos, la ropa y el calzado. Si en lugar de precios tan altos que rayan en la usura, esos productos se vendieran a precios normales, con los índices de ganancias comerciales habituales, los compradores, o sea, la población, sería beneficiada. Hay una forma de ganar igual o más, vendiendo a precios más baratos. Inclusive si se trata de artículos importados, a mayor compra, mejor precio.

Estoy convencido de que haríamos felices a muchas más personas y no bajaría el nivel de ingresos para el Estado.

Otra cuestión a ver en el mercado de divisas es cierta arbitrariedad en la fijación de los precios. He constatado que ciertos productos, producidos en Cuba, por cierto, en diferentes establecimientos de una misma cadena se venden a precios distintos. Por ejemplo, el yogurt de marca Niña Bonita a 2,05 la unidad en una tienda (La Copa, Playa) y a 2,85 en otra (5ta. y 96, Playa). Parece como si estas corporaciones fueran repúblicas independientes y no estuvieran sujetas a un control del Ministerio de Finanzas y Precios.

En otras ocasiones los precios se elevan de un día para otro y no hay ninguna información pública de la causa de tales aumentos.

Creo que aún no entendemos lo que significa respeto al cliente, que en nuestro caso es respeto al pueblo.

R. Ramón López

Desacuerdo con las medidas relacionadas con la venta de productos en hospitales

Como un acompañante de una persona que lleva más de 20 años atendiéndose en diversos hospitales de nuestra provincia y paciente también a veces, creo que puedo aportar una observación sobre la carta del director provincial de Salud de La Habana desde una perspectiva diferente, la de uno de los usuarios de los hospitales que con tanto esfuerzo de todo nuestro pueblo y el esfuerzo realmente heroico de los trabajadores del sector de la salud brindan asistencia gratuita al pueblo.

Claro, cualquier centro de asistencia al público tiene que tener en cuenta, en primer lugar, los intereses de ese público, y para poder trabajar mejor para ese público, sobre todo en un país socialista, los intereses de los trabajadores (del hospital en este caso).

Marx y Engels hablaron sobre la necesidad como madre de la invención. En los hospitales, los acompañantes y los trabajadores necesitan comprar alimentos. De ahí la "invención" de los vendedores a quienes, muy naturalmente, están dispuestos a comprarles las personas que tienen que estar todo el día en el hospital pero que no son pacientes.

El Director plantea que hace años toma medidas sin conseguir resultados o "el efecto necesario". No se da cuenta de lo esencial de este "problema". Si hay vendedores particulares en los alrededores y hasta dentro de los hospitales es porque los acompañantes y los trabajadores del hospital necesitan comprar alimentos y no hay lugares legales cercanos suficientes donde comprarlos. Con medidas represivas contra los vendedores no se borra la necesidad, y por lo tanto, no consigue resultados.

En estos momentos la Revolución está haciendo un esfuerzo por aprovechar las iniciativas y esfuerzos de trabajadores por cuenta propia. En vez de reunirse con todos los elementos y pedir "una vez más" inútilmente, "la colaboración de todo nuestro pueblo en el combate revolucionario" e imponer más medidas represivas a estas personas que están resolviendo necesidades que Salud Publica no puede resolver, me parece que lo más revolucionario sería buscar locales higiénicos, con inspectores y controles donde se puedan establecer de modo legal en las cercanías de los hospitales, o dentro del propio hospital si tiene locales disponibles.

Hace poco estuve en un hospital y observé fuera de sus instalaciones, muy organizado, un quiosco particular al lado de uno estatal y, entre los dos, se podía comprar casi cualquier cosa que necesita un acompañante, y por supuesto, los trabadores del hospital también compran en esos quioscos. Lógicamente, dentro del hospital no vi a ningún vendedor ambulante. Eso sí que me pareció revolucionario: responder a las necesidades del pueblo trabajador.

Quisiera pedirle al compañero director provincial que leyera los Lineamientos y releyera los discursos del compañero Raúl y creo que podría encontrar estas soluciones tan fáciles, en vez de pedirnos "una vez más" perder nuestro tiempo con discursos viejos, nada revolucionarios. ¿Es que no ve que es una contradicción pedir "más de lo mismo" (aunque admite que no ha dado resultado) y ser revolucionario?

P. Menéndez

Sobre la limpieza e higienización

Por el reparto donde vivo, Sevillano, pasan cinco sistemas diferentes de limpieza o higienización por las calles, es increíble que a pesar de esto, en muchos lugares se observan vertederos, acumulación de basuras, escombros y desechos de todo tipo, hasta materia prima, que ya no recogemos por el CDR. ¿Cómo es posible que pasen cinco sistemas diferentes de limpieza? Cuatro de ellos consumen combustibles:

1. Camión recolector, el convencional, que funciona con el contenedor o tanque, que los operarios arrastran hacia el camión, este lo eleva, lo gira y parte de la basura cae en la calle, esta basura se queda en la calle, su trabajo parece ser solo unir el contenedor al sistema de agarre del camión, no la limpieza de la calle.

2. Camiones del MINAZ, con chapa V, B, de cualquier provincia, me explicaron que se trajeron a La Habana para apoyar la limpieza de la ciudad. Estos camiones vienen con tres o cuatro compañeros con palas que recogen algo de la basura que quede fuera de los tanques, recogen un poquito, el resto la dejan.

3. Carreta tirada por un tractor, que recoge la basura también que ha quedado fuera y restos de podas de árboles o jardines. Recogen también lo más voluminoso, el resto se va quedando.

4. Equipo cargador o pala, de la construcción, este sí es todo un acontecimiento, generalmente es de gran tamaño, que apenas puede girar en la calle, lo envían para recoger escombros en la vía. Es tan grande y pesado que destruye los contenes, aceras y todo lo que encuentra, además de recoger algún escombro, porque no lo puede recoger todo, va dejando un reguero por todos lados. El que se dé una vuelta por el Sevillano, verá que a muchas esquinas les faltan el contén y pedazos de acera.

5. Finalmente pasa el compañero que barre la calle, creo que es el que mejor cumple con su tarea, recoge todo lo que puede de lo que dejaron los demás. Pero cuando son escombros, o se acumulan grandes volúmenes, por supuesto que en su cesto no los puede recoger.

El resultado es muy malo, siempre hay suciedad, mal olor, moscas y mucha basura, restos de escombros y poda de árboles.

Contribuye a esto la indisciplina social: verter escombros donde no es debido, el robo de las ruedas de los contenedores, podar árboles y arbustos de jardín y botar los restos dondequiera. Pero si los encargados de la limpieza lo hicieran con calidad, la gente respeta siempre un poco más cuando está limpio.

Hace algún tiempo, apoyábamos con trabajos voluntarios del CDR, limpiábamos la cuadra, pero el problema ha tomado tal magnitud que ya no es posible solo con el esfuerzo de los vecinos. El delegado también ha intervenido, ha ido a Comunales, pero el problema no hay modo de que se resuelva.

El Estado garantiza los medios, los recursos, creo que es un lujo que pasen todos estos equipos para mantener la limpieza, pero el resultado no se ve. Se gasta en combustible, salarios, equipos, gomas, piezas de esos equipos y el resultado no se ve.

Pienso que debe controlarse el trabajo de todos estos compañeros, desde las oficinas no se puede controlar un trabajo que es en la calle.

Ubicar inspectores que multen también a las personas que arrojen escombros y basura en los lugares indebidos, las multas se están poniendo, en ocasiones indebidamente, me explicaron que lo hacen para cumplir la norma de multas y cobrar así su salario, cada vez son más frecuentes las multas de personas fantasmas que no viven en las direcciones inventadas en los talonarios de multas, y sin embargo, que útil sería que velaran por el cumplimiento de cosas como estas para mejorar nuestra calidad de vida, cuidar nuestra salud y ahorrar al Estado que en definitiva somos nosotros mismos.

O. Álvarez González

Contaminación sonora en Tallapiedra

A fuerza de sincero, debo decir que esta es la primera gestión que realizo para que se conozca públicamente el gran malestar que genera la Termoeléctrica Otto Parellada más conocida por Tallapiedra.

Esta planta, muy importante para toda la población que se beneficia con su servicio, está generando un gran malestar a los vecinos y daños a las viviendas que rodean dicha instalación.

Es de destacar lo insoportable que resulta la permanencia en las viviendas, mucho menos en la calle cuando está emitiendo los ensordecedores ruidos y explosiones que ya son muy habituales a cualquier hora del día, la noche y la semana.

Este servidor se ha asesorado con especialistas de Higiene y Epidemiología y todos coinciden en que es abusivo lo que está pasando y además nadie da una explicación lógica.

No estoy poniendo en duda la importancia que tiene este centro para la economía de la provincia, pero, estoy seguro que la salud de todas las familias que viven alrededor de esta instalación es más importante y merecen poder vivir sin los fortísimos ruidos que hace un buen tiempo conspiran contra ellas.

Por estos días leo varios artículos periodísticos refiriéndose a la música alta en centros turísticos y discotecas que afectan a residentes de los alrededores de estos centros de esparcimiento y que por supuesto también afecta. Entonces: ¿Por qué Tallapiedra se ha erigido con creces en pilar del ruido?, y no estoy hablando de ruido, sino de ruido con mayúsculas.

Sé que este tema puede resultar muy peliagudo y más en estos momentos en que se ha realizado una inversión al parecer costosa en esta instalación.

Por supuesto no estoy proponiendo que se demuela Tallapiedra o que se den casas a todos los vecinos del área, pero una solución debe haber para amortiguar tanto daño. Nosotros no tenemos la culpa de las malas decisiones, principalmente por la construcción de esta, en un área con tantas familias tan cerca de sus predios.

Es de mi conocimiento que estas industrias tan contaminantes y con riesgos de accidentes, no se deben construir cerca de poblaciones para evitar al máximo estos problemas; además existen leyes que reglamentan y disponen esto.

J. A. Díaz Betancourt

Reparar efectos electrodomésticos... solo en CUC

Resido en el Cerro y nunca que he tenido necesidad de reparar un equipo he tenido suerte. Al final, vas al taller "estatal" y hay que pagar en CUC al precio que ellos pidan si quieres resolver.

Hace poco se nos rompió el TV marca Sanyo, lo reportamos al Taller situado en 20 de Mayo y Martha Abreu, vino el mecánico, pero solo de verlo funcionar dijo que era una bocina que había que cambiar, pero que en el taller no había ninguna pieza para reparar nada, solo podían arreglar cosas menores.

Al indagar con ellos (eran dos) para resolver la bocina, me dijo que él podía hablar con "un socio" que seguro la tenía, pero costaba 10 CUC. Así es desde hace años en todos los talleres que he ido, siempre las mismas "soluciones".

Yo me pregunto, después de haber oído y disfrutado de un tan profundo y alentador Congreso del Partido, ¿tendremos que seguir arrastrando esta situación, a todas luces una burla a la Revolución?, o no sería mejor aplicar de una vez las propuestas de los Lineamientos para evitar que estas estafas a costa del Estado sigan ocurriendo.

M. Pérez Pérez

Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos 881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177.
 

 

SubirSubir