¡Vamos a Coppelia!
A propósito de una denuncia publicada el
pasado 18 de abril, en Cartas a la dirección
ALFONSO NACIANCENO y RICARDO LÓPEZ HEVIA (fotos)
alfonso.gng@granma.cip.cu
La céntrica esquina de L y 23 ganó más popularidad desde la
inauguración de la heladería Coppelia, el 4 de junio de 1966.
Frecuentada por cerca de 13 000 personas cada día —cifra que
aumenta en el verano y durante los recesos docentes— es lugar
preferido de la familia cubana no solo por ofrecer una oportunidad
para refrescar, sino porque en sus cuatro décadas de existencia ha
sido confidente de muchos buenos momentos en las vidas de varias
generaciones.
Entonces, ¿contemplaremos apacibles el deterioro de su imagen?
El pasado 18 de abril Granma publicó una misiva, en su
página de Cartas a la dirección, en la que su remitente
denunciaba el desvío de tinas de helados en Coppelia, y otras
irregularidades observadas mientras hacía una cola de casi dos horas.
Una segunda queja recibida en nuestro diario, sentenciaba: "Estos
hechos son insólitos e inconcebibles."
Rescatar
la sonrisa de los dependientes, un asunto esencial.
¿QUÉ OPINAN EN L Y 23?
Cuando alguien del colectivo, o del cuerpo de seguridad integral
cede ante los sobornadores, como ha sucedido, nos desacredita, afirma
Silvio Mesa, director de la heladería desde diciembre del 2007.
Hemos separado del centro a varios custodios y a trabajadores por
incurrir en esas indisciplinas graves. La batalla es diaria, porque
servimos a la población en un establecimiento abierto, con varios
accesos, donde después de las 2:00 p.m. se hace complejo controlar a
los "merolicos" que entran por distintos puntos y poseen su código de
señales para avisarse si la PNR efectúa un operativo.
Una tina de helado (capacidad 2,62 galones), debe dar 50 bolas, y
por ellas el Estado solo recauda 50 pesos, mientras en la "bolsa
negra" la pagan a 100-120 pesos. Es una producción subsidiada, debido
al costo de sus materias primas, y nada justifica que nuestro
personal, una fuerza estable, con un buen salario, estimulación y
propina para repartir entre todos, sea cómplice de esos desvíos,
concluyó Mesa.
Que
cada consumidor reciba la cantidad correspondiente.
Cada punto de venta hoy tiene su jefe, al cual debe acudir quien no
se sienta a gusto con el trato recibido (una mesa ha de rotar en 45
minutos), o si no le satisface la calidad y cantidad del producto. Si
fuera preciso, puede reclamar ante el responsable del turno, la
comercial, o el director del centro, con independencia de que en breve
entren en vigor una zona para la protección al consumidor y libros de
quejas y sugerencias.
Lo esencial para Maritza Seijas, jefa de área, "es rescatar la
sonrisa en cada uno de los dependientes, servir con eficiencia para
salir adelante."
Aunque en la actualidad —acorde con criterios expresados in situ
por personas de distintas edades— el helado Varadero ofertado en L y
23 tiene una calidad aceptable, está en proyecto sustituirlo por uno
superior, el Coppelia Premium.
La
fábrica Coppelia está al concluir su reparación capital.
Según Pablo Abréu, director de la Empresa de Productos Lácteos
Coppelia, adquirirán 30 gabinetes refrigerados horizontales, ello
incrementará de 6 a 8 los sabores que despacharán; introducirán un
sistema centralizado para enfriar el agua, e invirtieron en pozuelos,
copas y cucharas de acero inoxidable (hechos en Cuba) para eliminar
los recipientes plásticos.
La capacidad de almacenaje en las neveras aumentó hasta 5 000
tinas, y si cada día emplean de 1 200 a 1 300, no existen razones para
incumplir el horario laboral, de 9:45 a.m. a 9:15 p.m., cuando ha de
entrar la última rotación de público.
También pintaron el sitio, restituyeron su iluminación, resembraron
sus jardines, y están completando el mobiliario, pasos dados a partir
de la inversión de los CUC que recaudan los quioscos ubicados en la
propia instalación, argumentó Abréu.
UNA REPARACIÓN CAPITAL
La fábrica de helados Coppelia (Capdevila) fue detenida en julio
del 2006 para su reparación capital. Sin concluir las obras, hoy
alcanza como promedio 4 000 galones diarios, y podrá llegar a 10 000.
De
lo humano y lo divino se conversa mientras esperas por un helado.
Durante un recorrido por esa industria, su director, Juan Pedro
Suárez, habló sobre las restauraciones de la refrigeración, la sala de
máquinas, las líneas de amoníaco, agua y vapor, en tanto esperan por
tres congeladoras chinas que garantizarán mejor sabor, textura y
rendimiento del producto. Varios de los nuevos equipos se
autoprograman y reducen el consumo energético.
Además de a L y 23, distribuyen el gustado alimento a otros
establecimientos de la gastronomía citadina, como son El Himalaya
(municipio de Playa), Word (Cerro), Arlequín (Centro Habana),
Zoológico de 26, Las Yagrumas (10 de Octubre) y Calzada y 12.
El tiempo invertido en hacer la cola de Coppelia siempre variará en
dependencia del día de la semana, la hora y la época del año, pero esa
espera no ha de emplearse en lanzar al césped envases de refrescos
vacíos o cualquier desperdicio, rallar las paredes, maltratar los
teléfonos públicos e incurrir en otras indisciplinas sociales
contrarias al espíritu de preservar lo que todos disfrutamos.
Como se aprecia en la información ofrecida, hay voluntad de mejorar
el servicio. Ahora, si cuidamos la instalación y su entorno, nos
sentiremos más felices. |