2-01-2003
Béisbol: año
2002
Un huracán de viento
joven
Selección de
mayores: invicta. Se ganaron torneos en categorías inferiores.
Campeones mundiales juveniles y universitarios. Recuperado el
título en la Copa Intercontinental. Nuevas figuras aseguran el
futuro. Más de 100 debutantes en la XLII Serie
SIGFREDO BARROS
CUANDO MESES atrás se
anunciaba el retiro de cinco de los mejores jugadores que ha tenido
Cuba en las últimas cuatro décadas, muchos se preguntaron: ¿y
ahora qué? Y no pocos dudaron de que sin figuras de la clase
excepcional de Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán,
Germán Mesa y Luis Ulacia nuestro país pudiera mantener su
reconocido poderío en el mundo de las bolas y los strikes.
El
béisbol cubano sigue siendo respetado y admirado en todo el mundo.
Ahora, cuando se impone
un recuento de lo acontecido en estos doce meses del 2002, todos los
cubanos podemos sentirnos orgullosos. Nuestros peloteros ganaron
torneos por doquier —en México y Canadá, en Venezuela, Italia y
La Habana—, sin importarles el nivel de los rivales, en cuanta
categoría convoca la IBAF o la COPABE, enfrentando obstáculos
dentro y fuera del terreno y saliendo airosos en todos los campos.
26 VICTORIAS
CONSECUTIVAS
Comencemos por la
selección principal, el siempre debatido equipo Cuba, esta vez
mucho más controvertido por cuanto se trataba de llenar los vacíos
dejados por un quinteto de ases. Finalizada la temporada beisbolera
cubana —esta vez mucho más larga, con 30 juegos de la Super Liga
adicionados a los 90 de la XLI Serie Nacional—, dirigió sus pasos
hacia un torneo por invitación, la Copa Challenge, en la cual
derrotó, uno tras uno, a todos sus rivales, entre ellos equipos de
ligas independientes norteamericanas, por debajo del nivel exhibido
por los cubanos.
La Copa Challenge fue
algo así como un entrenamiento de cara a un compromiso mucho más
exigente, la Serie de las Américas, con las ciudades mexicanas de
Saltillo y Monterrey como sedes y la clasificación para el torneo
de los Juegos Panamericanos de República Dominicana como meta.
Existía, además, otro incentivo adicional: tomar cumplido desquite
de los tres reveses propinados por una fortísima selección
mexicana de estrellas a dos conjuntos nacionales, Occidentales y
Orientales, en el mes de mayo.
Con el experimentado
mentor Higinio Vélez al frente, la escuadra cubana comenzó a dar
sus primeros pasos en un torneo donde la inmensa mayoría de los
participantes agrupó en sus filas a jugadores profesionales de
mayor o menor nivel, pero todos con oficio suficiente, conocedores
de lo que hay que hacer en un terreno. Mientras, Higinio iba
perfilando una alineación adecuada, probando a todos sus elementos.
Una labor de orfebre que rindió óptimos frutos: se ganó el torneo
en calidad de invicto tras 10 partidos y, en uno de ellos, la
selección mexicana —favorita de muchos especialistas para
llevarse los laureles—, caía derrotada 3 carreras por 2 en el que
fue considerado el partido de mayor nivel técnico del torneo.
Kendry
Morales, representante de una nueva generación que terminó invicta
internacionalmente en el 2002.
Ganar la Serie de las
Américas constituyó aprobar el examen final de una carrera. Pero
faltaba la tesis de grado, el escalón superior. Llegó noviembre y,
con el, la Copa Intercontinental en su decimoquinta versión, una
competencia cuyos lauros nos habían sido esquivos en Barcelona'97 y
Sydney'99, cediendo en ambos casos ante las escuadras de Japón y
Australia en el partido por la discusión del oro.
Y otra vez la nueva
generación demostró cuánto ha heredado de sus antecesores. Ni
Panamá, con tres ex bigleaguers, ni Dominicana, ni el
profesionalísimo Japón, con jugadores extraídos de sus Grandes
Ligas, ni la Sudcorea campeona de los Juegos Asiáticos, pudieron
ante el empuje de Yobal, Cepeda, Kendry, Pestano, Yasser, Casañas,
Paret. Un jugador, Michel Enríquez, el nuevo capitán, se
convirtió en el sexto criollo que gana un título de bateo en
Copas. Otro, Bárbaro Cañizares, fue unánimemente escogido como el
Más Valioso. Un tercero, Yobal Dueñas, escribió su nombre en la
historia de estas competiciones con un batazo estratosférico que
decidió quiénes eran los nuevos campeones.
Del Challenger a la
Copa. 26 victorias consecutivas, algunas peleadas out por out,
jugada por jugada. Conquistadas por jóvenes que —en muchos de los
casos—, nunca habían enfrentado a peloteros rentados, pero que
supieron suplir con entrega lo que les faltaba en experiencia.
DOS MUNDIALES EN UN
DÍA
El domingo 11 de agosto
pasará a la historia como uno de los días más memorables en la
larga historia de este deporte en nuestro país. En dos lugares
distantes entre sí, la norteamericana Canadá y la europea Italia,
los representantes de una pequeña isla del Caribe se alzaron con
los títulos en el XVII Campeonato Mundial Juvenil y en el Primer
Torneo Mundial Universitario.
Disfrute sin igual tuvo
el triunfo en la categoría para jugadores de hasta 18 años. Cuba
no se imponía en un torneo de este nivel desde el efectuado en
Sancti Spíritus, semanas después de los Juegos Olímpicos
Atlanta'96. Aquí —a diferencia de los torneos de mayores, donde
muchos participantes son conocidos—, el principal obstáculo es el
desconocimiento de los rivales, pues de un año a otro ocurre el
lógico pase a un escalón superior, tras cruzar la barrera de los
18 años. A esto hay que sumarle que los juveniles cubanos no
efectuaron tope alguno de confrontación en el exterior, mientras
—por citar un ejemplo—, canadienses y norteamericanos (dos de
los equipos siempre considerados entre los favoritos) jugaron entre
sí varios partidos.
Pero sin reparar en
estos contratiempos, la escuadra cubana salió a ganar partido tras
partido y solo cayó ante los anfitriones del evento por la mínima
en el último inning. Se vio obligada a venir de abajo en múltiples
ocasiones (contra Australia lo hizo tres veces) y en la final
derrotó en un partido peleado desde la voz de ¡play ball! a una
escuadra de Taipei de China que había dejado en la estacada al
poderoso representante de Estados Unidos. Juan Carlos Linares, en su
doble condición de bateador y lanzador, Yulieski Gourriel y Elíu
Torres se ganaron el derecho a integrar el equipo Todos Estrellas
del torneo.
Algo similar ocurrió en
la lid universitaria, un viejo anhelo de la Federación
Internacional de Béisbol (IBAF, siglas en inglés) con el cual se
le brinda una competencia a peloteros menores de 27 años. Cuba
presentó una selección en la cual el pitcheo sobresalió
notablemente, al extremo de ganar seis de los siete encuentros por
la vía de la lechada. Únicamente Taipei de China, en partido de la
fase eliminatoria, pudo marcarles carreras a los primeros campeones
mundiales universitarios. En la final derrotaron con pizarra de 6-0
a la selección nacional de Estados Unidos, la misma que años
atrás enfrentaba a la nuestra y de la cual han salido figuras del
calibre de Jason Giambi y Robin Ventura, activos aún en el béisbol
de las Grandes Ligas. Orelvis Ávila, ganador del encuentro final,
fue seleccionado el Jugador Más Valioso y el slugger Pedro José
Rodríguez resultó el líder impulsador del evento.
LOS INFANTILES
TAMBIÉN APORTARON
Si solo se hubieran
ganado los importantes torneos reseñados, ya el béisbol tenía
sobrados motivos para blasonar de ser el deporte colectivo de
mayores logros en el año. Pero los representantes de las
categorías inferiores, 13-14 y 15-16 también aportaron éxitos muy
importantes por cuanto se trata del relevo de la actual joven
generación de estelares, algo indispensable si no se quieren
afrontar amargas carencias en el futuro, "huecos"
irrellenables en la selección nacional.
El más bisoño de los
conjuntos, el de 13-14, obtuvo una victoria resonante y no esperada,
por cuanto en ese nivel el lanzamiento de curvas está prohibido en
Cuba, en aras de preservar brazos frescos de futuras lesiones. Pero
internacionalmente no es así y, por tanto, los jugadores cubanos
tuvieron que adaptarse a semejante contingencia en cuestión de
días. Y el 15-16 arrasó con toda oposición en la lid, con sede en
Venezuela, pasando por encima de las siete restantes escuadras
competidoras. Sin dudas, razones más que suficientes para avizorar
un futuro promisorio.
EVENTOS
OFICIALES |
CATEG |
EVENTO |
G |
P |
AVE |
LUGAR |
SEDE |
PAÍSES |
9-10 años |
Panamericano |
3 |
2 |
600 |
3ro |
Venezuela |
9 |
11-12
años |
Brille el Sol |
4 |
0 |
1000 |
1ro |
Cuba |
2 |
13-14
años |
Panamericano |
6 |
1 |
857 |
1ro |
Venezuela |
8 |
15-16
años |
Panamericano |
7 |
0 |
1000 |
1ro |
Venezuela |
8 |
Juvenil |
Mundial |
7 |
1 |
875 |
1ro |
Canadá |
11 |
Mayores
|
Rotterdam |
3 |
2 |
600 |
3ro |
Holanda |
5 |
Mayores
|
Mundial
Universitario |
7 |
0 |
1000 |
1ro |
Italia |
9 |
Mayores
|
Copa Challenge |
6 |
0 |
1000 |
1ro |
Canadá |
11 |
Mayores
|
Copa América |
10 |
0 |
1000 |
1ro |
México |
10 |
Mayores
|
Copa
Intercontinental |
10 |
0 |
1000 |
1ro |
Cuba |
11 |
TOTALES
|
|
63 |
6 |
913 |
|
|
|

CUBA NO CREYÓ EN
DIABLOS NI EN DRAGONES
Nadie podrá poner en
tela de juicio que la temporada internacional del 2002 ha sido una
de las más extensas de los últimos tiempos. A todos los
certámenes citados se unieron topes con los equipos profesionales
Diablos Rojos de México y Dragones de Chunichi, de las Grandes
Ligas japonesas. Los aztecas cayeron tres veces ante equipos
provinciales —Pinar del Río, Matanzas e Industriales—, y los
Dragones no pudieron con la pujante selección nacional, ya lista
para enfrentar el reto de recuperar la Copa Intercontinental.
Sin pretender comparar
nuestro béisbol con el de otras latitudes (son muchas las
diferencias de todo tipo), Cuba demostró durante estos doce meses
que es una de las potencias mundiales de este deporte. Respetada y
admirada por todos. Organizadora todos los años de un campeonato
muy fuerte, nuestra Serie Nacional, ya con una historia de 42
temporadas y que en la presente cuenta con más de 100 jugadores
debutantes, símbolos de una renovación necesaria que garantiza el
seguir siendo potencia. Para disfrute, sobre todo, de una afición
que también clasifica entre las mejores del planeta por sus
conocimientos y su caballerosidad. Por ella y para ella el béisbol
tuvo en el año 2002 una actuación sin precedentes. |