31-12-2002
Días finales de la guerra de liberación
De victoria en victoria, hasta Santiago
ROGER RICARDO LUIS
La batalla de Guisa fue
uno de los hechos que demostraron que nada era imposible para el
pequeño ejército que, con solo siete armas, renació del durísimo
revés con que tres días después del desembarco del Granma pagó
su inicial inexperiencia.
Desde Palma Soriano, el
1ERO.
de Enero de 1959, Fidel convoca
al pueblo a la huelga general
revolucionaria a través de Radio
Rebelde. Con el micrófono en la
mano el capitán Jorge Enrique
Mendoza, una de las voces
emblemáticas de la emisora
insurgente.
Con esas palabras
pronunciadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en la Tribuna
Abierta celebrada en ese poblado de la provincia de Granma, el 25 de
noviembre del 2002, bien pudiera resumirse el vertiginoso proceso de
formación y desarrollo del Ejército Rebelde en el fragor del
combate, del paso de la defensiva a la ofensiva y al triunfo sobre
las numerosas y bien pertrechadas fuerzas de la dictadura de
Batista.
Se aproximaba el fin del
año 1958 y era incuestionable el avance de los nuevos mambises: la
invasión hacia occidente de las columnas de Camilo y Che y sus
éxitos en la toma de los pueblos de la entonces provincia de Las
Villas que culminaron con la batalla de Santa Clara. Asimismo, los
combates en todo el oriente, tanto en el llano como en los tres
frentes guerrilleros abiertos.
La batalla de Guisa, tal
como se conoce, desencadenó el principio del fin de las operaciones
contra el ejército de la tiranía, devino símbolo de la
concepción estratégica militar desarrollada por Fidel para
derrotar al enemigo y alcanzar el triunfo definitivo.
Con una fuerza
numéricamente pequeña, el Comandante en Jefe tuvo la audacia de
llevar las acciones combativas principales desde la Sierra Maestra
hasta llegar virtualmente a las inmediaciones de Bayamo, donde las
fuerzas batistianas disponían, específicamente, de unos 3 000
soldados fuertemente armados apoyados por tanques y artillería.
También contaban con potenciales refuerzos, pues tenían miles de
hombres acantonados en las poblaciones cercanas.
Fueron diez días de
combate bajo bombardeos y el fuego de morteros. Las bajas en el
enemigo ascendieron a 200 entre muertos y heridos. Los rebeldes solo
perdieron cinco combatientes. Al adversario le fueron arrebatados
cerca de un centenar de fusiles, siete ametralladoras, 30 000
proyectiles, 14 camiones de transporte, morteros, un tanque,
granadas, víveres, medicinas y otros pertrechos que se incorporaron
de inmediato en el vertiginoso avance rebelde hacia Santiago de
Cuba, objetivo estratégico.
Cercar al enemigo,
hostigarlo sin tregua, batir a los refuerzos que acudieran en su
ayuda, interrumpir las comunicaciones, carreteras y otras vías de
acceso, tomar poblados, fueron tareas esenciales de la idea de
combate planteada por el Comandante en Jefe para las acciones
ofensivas.
Otro factor decisivo que
estuvo en la concepción estratégica de Fidel fue el de la
incorporación popular a la lucha en cada uno de los escenarios
donde el Ejército Rebelde desarrollaba sus acciones liberadoras.
La Operación Santiago
ya estaba en marcha: Guisa, Jiguaní, Baire, Contramaestre, El
Cobre, San Luis, El Cristo, La Maya, Alto Songo, entre otras
localidades, ya eran Territorio Libre. El tramo de Carretera Central
de Bayamo con rumbo a la capital de la entonces provincia de Oriente
estaba en manos rebeldes. Solo quedaban en poder de las fuerzas de
la dictadura la ciudad de Palma Soriano y el poblado de Maffo.
El 22 de diciembre de
1958, en un lugar cercano a Palma Soriano, conocido como El
Tamarindo, se reunió el alto mando revolucionario integrado por el
Comandante en Jefe y los comandantes de los frentes orientales II y
III, Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente, para ultimar el
plan de toma de la citada ciudad que era la retaguardia de Santiago
por la estratégica Carretera Central.
Al día siguiente Palma
amaneció bajo el cerco de fuego de las fuerzas rebeldes. Para el
27, ya era zona liberada, tras heroica batalla casa por casa y en la
cual la población fue el blanco predilecto de los bombardeos y
ametrallamientos de la aviación de la dictadura. Más de 200
soldados del régimen de Batista depusieron las armas
incondicionalmente en esa plaza.
Maffo fue el escenario
de una de las más difíciles y decisivas acciones para completar el
cerco a Santiago de Cuba. Los almacenes en el poblado del Banco de
Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), se convirtieron en
un reducto enemigo al refugiarse allí fuerzas batistianas de
Contramaestre, el central América y del propio lugar, replegadas
bajo el empuje de la ofensiva revolucionaria.
Dichas fuerzas, por
demás bien armadas, aprovecharon la solidez de la construcción del
inmueble donde se encontraban, y prepararon una verdadera fortaleza
con trincheras, casamatas y una línea de sacos de arena que hacían
difícil cualquier intento de tomar esa posición.
Los combates fueron
encarnizados. Las acciones estuvieron bajo el mando directo de
Fidel. El reducto batistiano allí cercado no aceptó parlamentar,
en espera de un supuesto refuerzo que no les llegó por la propia
situación de predominio rebelde en esa zona. La aviación enemiga
lanzó bombas de 250 y 500 libras sobre el caserío, así como una
lluvia de balas calibre 30 y 50. Aun así, el cerco de las fuerzas
revolucionarias no cedió por espacio de 20 días hasta que lograron
la victoria incondicional el 30 de diciembre a las 5:30 de la tarde.
El Ejército Rebelde
estaba ya a las puertas de Santiago de Cuba y a pocas horas de la
victoria total contra la tiranía.
La trascendencia del
avance arrollador de las armas del pueblo se tradujo por su
inobjetable contundencia militar y política, en hecho histórico.
El triunfo popular fue irreversible. La Revolución no quedaría
pospuesta como en el 98 con la intervención yanki y la Patria nueva
nacía en la alborada de aquel Primero de Enero de 1959. |