ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN

28-12-2002

Biotecnología en Cuba

Realidades de un audaz proyecto

ORFILIO PELÁEZ
FOTOS: AHMED VELÁZQUEZ

Una de las direcciones estratégicas del desarrollo cubano, la biotecnología, mantuvo su ritmo ascendente en el 2002 lo cual se evidencia en los resultados integrales que se alcanzan y el mantener exportaciones de productos por varias decenas de millones de dólares.

Muestra del prestigio internacional de esos productos son los 200 registros sanitarios aprobados en 52 naciones y las 500 patentes solicitadas en diferentes países.

El desarrollo de vacunas
 humanas y veterinarias por vía
 recombinante figura entre los
 aportes más notables de la
 biotecnología.

Cuando hace poco más de veinte años se tomó la audaz decisión de impulsar el desarrollo de la biotecnología en Cuba, muchos vieron en aquella empresa una suerte de misión imposible.

Quizás era demasiado arriesgado que un país de pocos recursos y bloqueado incursionara en el complejo arte de aprender a utilizar los seres vivos o elementos de ellos (entiéndase células, tejidos y otras estructuras) en provecho de la economía y el bienestar del hombre.

Tamaña aventura exigía no solo recursos humanos altamente capacitados, sino también de una infraestructura tecnológica de avanzada, equipos multidisciplinarios que trabajaran de manera coherente, conocimientos profundos de los aspectos legales involucrados en la investigación, desarrollo y transferencias de tecnologías, y otros requisitos al alcance solo de un reducido grupo de naciones industrializadas.

Ya por entonces, instituciones como el CNIC y el CENSA habían contribuido de manera fuerte al desarrollo de las investigaciones en ramas afines a la biotecnología y a la formación de un personal científico de primer nivel.

El punto de partida lo marcaría en 1981 la creación de un pequeño grupo multidisciplinario de seis investigadores procedentes de diferentes centros, dirigida en lo fundamental a la salud humana, cuya misión era trabajar en la producción de Interferón Alfa Leucocitario Humano, para el control y tratamiento de enfermedades virales que estaban presente en ese momento en Cuba, como por ejemplo el dengue hemorrágico tipo II y la conjuntivitis hemorrágica aguda.

La práctica demostró la impostergable conveniencia de tener un centro capaz de producir interferón a mayor escala e impulsar el desarrollo de la biología molecular, la ingeniería genética y otras ciencias afines.

Así nació a principios de 1982 el Centro de Investigaciones Biológicas, donde paralelo a esos objetivos de trabajo, se abordaron nuevas temáticas entre ellas las referidas a los anticuerpos monoclonales, desarrollo de sistemas diagnósticos por diferentes vías, y el escalado y purificación de moléculas.

Cuatro años después —el primero de julio de 1986— y en correspondencia con la necesidad de ampliar el horizonte de las investigaciones y aplicar las técnicas más avanzadas en este campo, abrió sus puertas el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), verdadero hito en la ciencia nacional.

Luego vendrían los CIGB de Camagüey y Sancti Spíritus, el Centro de Inmunología Molecular y otras instituciones, que mediante formas superiores de integración y cooperación (los llamados Polos científicos), garantizan la presencia cubana en este mundo de gigantes.

CARTAS CREDENCIALES

Entre los muchos aportes de la biotecnología, figura un conjunto de vacunas humanas y veterinarias de gran impacto económico y social. Se destacan de manera especial la vacuna contra la meningitis tipo B, desarrollada y comercializada por el Instituto Finlay, y la recombinante antihepatitis B, que ha permitido la completa inmunización de toda la población cubana menor de 20 años.

La creación del Centro 
de Ingeniería Genética y
Biotecnología en julio de 
1986 marcó el despegue en 
el desarrollo de esas
disciplinas científicas en Cuba.

Ambos productos han permitido reducir notablemente la prevalencia de esas dos peligrosas enfermedades en el país y salvar incontables vidas, además de aportar crecientes ingresos en divisas por sus exportaciones. Su alto grado de efectividad le han conferido merecido reconocimiento internacional, avalado por la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de aceptar su empleo de manera oficial.

En estado avanzado aparecen los proyectos de vacuna del cólera, leptospira, haemophilus influenzae, cáncer y otras combinadas para prevenir o tratar diferentes patologías. Por cierto, Cuba exhibe hoy uno de los mejores programas de vacunación del mundo, pues todos sus niños están inmunizados contra 13 enfermedades.

Otros resultados en favor de la salud del hombre logrados por la biotecnología, en estrecha alianza con la ingeniería genética y otras ramas de la ciencia, son la producción de anticuerpos monoclonales con fines terapéuticos en diferentes tipos de cáncer y las enfermedades autoinmunes (algunos ya cuentan con su registro médico), nuevas formulaciones de interferón, el factor de crecimiento epidérmico, la estreptoquinasa recombinante para tratar a pacientes con infarto del miocardio, medicamentos, kits diagnósticos y reactivos.

Con respecto a la salud animal uno de los éxitos más importantes lo es sin duda la vacuna recombinante contra la garrapata en el ganado bovino, la cual se ha aplicado hasta ahora a más de 600 000 ejemplares y reporta una drástica reducción en la incidencia de enfermedades hemoparasitarias transmitidas por ese insecto.

Demoninada GAVAC, este resultado fue desarrollado por el CIGB y su uso representa al país un ahorro superior a los 10 millones de dólares anuales, al disminuir las importaciones de los tradicionales garrapaticidas en casi un 90% y de los productos empleados para combatir las patologías mencionadas.

El impacto de la vacuna también es notable desde el punto de vista ambiental porque al decrecer el número de baños garrapaticidas dentro de la masa ganadera, hay menor cantidad de sustancias químicas contaminantes del entorno y la leche.

En el plano de la biotecnología vegetal, el país dispone hoy de una red nacional de biofábricas compuesta por 15 instalaciones, con una capacidad de producción anual de 60 millones de vitroplantas, libres de virus y de mejor calidad genética en caña de azúcar, papa, plátano, piña, café, arroz, cítricos, plantas ornamentales y otros cultivos, en tanto se dispone de avanzados sistemas integrales de diagnóstico de plagas y enfermedades de las plantas y se han logrado nuevos biofertilizantes y biopesticidas, cuyo empleo le confieren a la agricultura cubana un fuerte perfil orgánico y sostenible.

Dos décadas de esfuerzo y creatividad, han demostrado el acierto del camino emprendido en 1981. Hoy el país está en una situación privilegiada para fortalecer el protagonismo de esta ciencia en bien del pueblo, incluido el futuro de su seguridad alimentaria con menos contaminación ambiental.

   

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