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            (17 de abril de 2011)Informe Central presentado por el compañero Raúl 
			Compañeras y compañeros: 
			 Iniciamos esta tarde las sesiones del VI Congreso 
			del Partido Comunista de Cuba en una fecha trascendental de nuestra 
			historia, el 50 aniversario de la proclamación del carácter 
			socialista de la Revolución por parte de su Comandante en Jefe, 
			Fidel Castro Ruz, el 16 de abril de 1961 al despedir a los caídos en 
			los bombardeos a las bases aéreas el día anterior, como preludio de 
			la invasión mercenaria por Playa Girón, organizada y financiada por 
			el gobierno de Estados Unidos, que formaba parte de sus planes para 
			destruir la Revolución y restablecer, con el concierto de la 
			Organización de Estados Americanos (OEA), el dominio sobre Cuba. Fidel decía entonces al pueblo armado y enardecido:
			"Eso es lo que no pueden perdonarnos [...] que hayamos hecho una 
			Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos [...] 
			Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y 
			democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y 
			por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los 
			humildes, estamos dispuestos a dar la vida". Fin de la cita.  La respuesta a ese llamado no se hizo esperar y en 
			el enfrentamiento a la agresión varias horas después, los 
			combatientes del Ejército Rebelde, policías y milicianos derramaron, 
			por vez primera, su sangre en defensa del socialismo y alcanzaron la 
			victoria antes de 72 horas, bajo la conducción del propio compañero 
			Fidel. 
			 La Revista Militar que presenciamos en la mañana de 
			hoy, dedicada a las jóvenes generaciones y particularmente la 
			vibrante marcha del pueblo a continuación, son una prueba elocuente 
			de las fuerzas de que dispone la Revolución para seguir el ejemplo 
			de los heroicos combatientes de Playa Girón. De la misma forma haremos en ocasión del Día 
			Internacional de los Trabajadores, el próximo primero de mayo, a lo 
			largo y ancho del país, para patentizar la unidad de los cubanos en 
			defensa de su independencia y soberanía nacional, conceptos que la 
			historia ha probado que sólo es posible conquistar con el 
			socialismo.  Verdadero y amplio ejercicio democrático  
			 Este Congreso, como órgano supremo de la 
			organización partidista, según se establece en el artículo 20 de sus 
			Estatutos, que reúne hoy a mil delegados en representación de cerca 
			de 800 mil militantes agrupados en más de 61 mil núcleos, en la 
			práctica comenzó el 9 de noviembre del pasado año, cuando fue 
			presentado el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y 
			Social del Partido y la Revolución, cuestión que, como ya se ha 
			indicado, constituye el tema principal del evento, en el cual están 
			cifradas grandes expectativas del pueblo. A partir de entonces se celebraron numerosos 
			seminarios que sirvieron al propósito de esclarecer y profundizar en 
			el contenido de los Lineamientos y de ese modo preparar 
			adecuadamente a los cuadros y funcionarios, que a su vez 
			encabezarían el proceso de discusión con la militancia, las 
			organizaciones de masas y la población en general. Durante tres meses, del primero de diciembre del 
			2010 al 28 de febrero del presente año, se desarrolló el debate, en 
			el cual participaron 8 millones 913 mil 838 personas en más de 163 
			mil reuniones efectuadas en el seno de las diferentes 
			organizaciones, registrándose una cifra superior a tres millones de 
			intervenciones. Cabe aclarar que en el conjunto de participantes se 
			incluyen, sin haberse definido con exactitud, decenas de miles de 
			militantes del Partido y la UJC, que asistieron tanto a las 
			reuniones de sus núcleos o comités de base como a las celebradas en 
			los centros de trabajo o estudio y además en las comunidades donde 
			residen. Es también el caso de quienes no militan y participaron en 
			sus colectivos de trabajo y posteriormente en los respectivos 
			barrios.  La propia Asamblea Nacional del Poder Popular dedicó 
			casi dos jornadas completas en su última sesión ordinaria, el pasado 
			diciembre, a analizar entre los diputados el proyecto de 
			Lineamientos. Este proceso puso de manifiesto la capacidad del 
			Partido para conducir un diálogo serio y transparente con la 
			población sobre cualquier asunto, por sensible que éste fuera, 
			máxime cuando se trata de ir forjando un consenso nacional acerca de 
			los rasgos que deberán caracterizar al Modelo Económico y Social del 
			país.  Al propio tiempo, los resultados del debate, por los 
			datos recopilados, constituyen un formidable instrumento de trabajo, 
			para la dirección del Gobierno y el Partido a todos los niveles, así 
			como una suerte de referéndum popular respecto a la profundidad, 
			alcance y ritmo de los cambios que debemos introducir.  En un verdadero y amplio ejercicio democrático, el 
			pueblo manifestó libremente sus opiniones, esclareció dudas, propuso 
			modificaciones, expresó sus insatisfacciones y discrepancias y 
			también sugirió abordar la solución de otros problemas no contenidos 
			en el documento. Una vez más se pusieron a prueba la confianza y 
			unidad mayoritaria de los cubanos en torno al Partido y la 
			Revolución, unidad que no niega diferencias de opiniones, sino que 
			se fortalece y consolida con ellas. Todos los planteamientos, sin 
			exclusión alguna, fueron incorporados al análisis, lo que permitió 
			enriquecer el proyecto que se somete a la consideración de los 
			delegados al Congreso. No sería infundado expresar que, en su esencia, el 
			Congreso ya se celebró en medio de ese magnífico debate con la 
			población. A los delegados nos quedaría en estas sesiones realizar 
			la discusión final del proyecto y la elección de los órganos 
			superiores de dirección partidista.  La Comisión de Política Económica del VI Congreso 
			del Partido, encargada primero de la elaboración del proyecto de 
			Lineamientos, fue responsabilizada después con la organización del 
			proceso de su debate y trabajó en las cinco direcciones principales 
			siguientes: 1. La reformulación de los Lineamientos teniendo en 
			cuenta las opiniones recogidas. 2. Organización, orientación y control de su 
			instrumentación. 3. La preparación minuciosa de los cuadros y otros 
			participantes para la implementación de algunas de las medidas ya en 
			ejecución en estos momentos. 4. Supervisión sistemática a los organismos y 
			entidades encargados de poner en práctica las decisiones derivadas 
			de los Lineamientos y evaluación de sus resultados. 5. Conducción de la divulgación a la población. 
			 En cumplimiento de lo anterior, se reformuló el 
			proyecto de Lineamientos, el cual fue sometido a análisis, los días 
			19 y 20 de marzo, en sendas sesiones del Buró Político y el Comité 
			Ejecutivo del Consejo de Ministros, con la participación del 
			Secretariado del Comité Central del Partido, los cuadros centro de 
			la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y demás organizaciones de 
			masas y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), resultando aprobado 
			en esa instancia, también en calidad de proyecto, que se distribuyó 
			a ustedes para su examen durante tres días en el seno de cada una de 
			las delegaciones provinciales al Congreso, con la intervención 
			activa de los invitados y que será debatido en las cinco comisiones 
			de este evento partidista para su aprobación. A continuación brindaré algunos datos para ilustrar 
			al pueblo sobre los resultados de la discusión de los Lineamientos, 
			aunque posteriormente se publicará una información detallada. El documento original contenía 291 lineamientos, de 
			los cuales 16 fueron integrados en otros, 94 mantuvieron su 
			redacción, en 181 se modificó su contenido y se incorporaron 36 
			nuevos, resultando un total de 311 en el actual proyecto.  Estos números, en simple aritmética, constatan la 
			calidad de la consulta, donde en mayor o menor medida, algo más de 
			dos tercios de los lineamientos, exactamente el 68 %, fueron 
			reformulados.  Este proceso se rigió por el principio de no hacer 
			depender la validez de una propuesta de la cantidad de opiniones 
			vertidas. Muestra de ello es que varios de los lineamientos fueron 
			modificados o suprimidos, partiendo del planteamiento de una sola 
			persona o un número reducido de ellas.  
			 Asimismo, es necesario explicar que algunos 
			pronunciamientos no se ven reflejados en esta etapa, ya sea porque 
			se requiere profundizar en la temática, al no disponerse de las 
			condiciones requeridas o en otros casos, por entrar en abierta 
			contradicción con la esencia del socialismo, como por ejemplo, 45 
			proposiciones que abogaron por permitir la concentración de la 
			propiedad. Quiero con esto exponer que, aunque como tendencia 
			existió en general comprensión y apoyo al contenido de los 
			lineamientos, no hubo unanimidad ni mucho menos y eso era 
			precisamente lo que necesitábamos, si de verdad pretendíamos una 
			consulta democrática y seria con el pueblo.  Por lo anterior, podemos calificar con total 
			seguridad a los lineamientos como la expresión de la voluntad del 
			pueblo contenida en la política del Partido, el Gobierno y el 
			Estado, de actualizar el Modelo Económico y Social con el objetivo 
			de garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo, así 
			como el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de 
			vida, conjugados con la necesaria formación de valores éticos y 
			políticos de nuestros ciudadanos.  Como era de esperar, en la discusión de los 
			Lineamientos, la mayor cantidad de proposiciones se concentró en el 
			capítulo SEXTO "Política Social" y el capítulo SEGUNDO "Políticas 
			macroeconómicas", sumando ambos el 50.9% del total. Les siguieron, 
			en orden descendente, los capítulos ONCENO "Políticas para las 
			Construcciones, Viviendas y Recursos Hidráulicos", el DÉCIMO 
			"Política para el Transporte" y el capítulo PRIMERO "Modelo de 
			Gestión Económica". En estos cinco capítulos, del total de 12, se 
			agrupa el 75% de las opiniones.  Por otra parte, en 33 lineamientos, el 11% del 
			total, se aglutinó el 67% de las propuestas, siendo los 
			lineamientos: 162, que trata la eliminación de la libreta de 
			abastecimientos, el 61 y 62 sobre la política de precios, el 262 
			acerca de la transportación de pasajeros, el 133 referente a la 
			educación, el 54 relativo a la unificación monetaria y el 143 
			asociado a la calidad de los servicios de salud, los que motivaron 
			una mayor cantidad de proposiciones. En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio 
			para las "terapias de choque" La libreta de abastecimientos y su eliminación fue, 
			sin dudas, el asunto que provocó más intervenciones de los 
			participantes en el debate y es lógico que así fuese; dos 
			generaciones de cubanos han pasado su vida bajo este sistema de 
			racionamiento que, a pesar de su nocivo carácter igualitarista, 
			brindó durante décadas a todos los ciudadanos el acceso a alimentos 
			básicos a precios irrisorios, altamente subsidiados.  Este instrumento de distribución, si bien fue 
			introducido en los años 60 con una vocación igualitaria en momentos 
			de escasez, para proteger a nuestro pueblo de la especulación y el 
			acaparamiento con fines de lucro por parte de unos pocos, se ha 
			venido convirtiendo, con el decursar de los años, en una carga 
			insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo, además 
			de generar ilegalidades diversas en la sociedad.  Como la libreta está diseñada para cubrir a los más 
			de 11 millones de cubanos por igual, no faltan ejemplos absurdos 
			como que el café normado se abastece hasta a los recién nacidos. Lo 
			mismo pasaba con los cigarros hasta septiembre del 2010 que se 
			surtía sin distinguir a fumadores y no fumadores, propiciando el 
			crecimiento de este dañino hábito en la población. En este sensible tema el abanico de opiniones es muy 
			amplio, desde quienes sugieren suprimirla de inmediato hasta 
			aquellos que se oponen enfáticamente a su eliminación y proponen 
			normarlo todo, incluyendo los artículos industriales. Otros opinan 
			que para combatir el acaparamiento y garantizar el acceso de todos a 
			los alimentos básicos, debería, en una primera etapa, mantenerse la 
			cuota normada, aunque los precios dejen de subsidiarse. No pocos 
			recomiendan privar de la libreta a los que no estudien o trabajen, o 
			aconsejan que los ciudadanos con mayor ingreso voluntariamente 
			prescindan de este sistema.  Ciertamente la canasta familiar normada, justificada 
			en circunstancias históricas concretas, al haberse mantenido durante 
			tanto tiempo, contradice en su esencia el principio de la 
			distribución que debe caracterizar al socialismo, o sea, "De cada 
			cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo" y esta 
			situación debe ser superada. Al respecto, considero propicio recordar lo 
			planteado por el compañero Fidel en el Informe Central al Primer 
			Congreso del Partido el 17 de diciembre de 1975, cito: "En la 
			conducción de nuestra economía hemos adolecido indudablemente de 
			errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la realidad de 
			que existen leyes económicas objetivas a las cuales debemos 
			atenernos". Fin de la cita. El problema que enfrentamos no es de concepto, 
			radica en cómo, cuándo y con qué gradualidad lo haremos. La 
			supresión de la libreta no constituye un fin en sí mismo, ni puede 
			verse como una decisión aislada, sino como una de las principales 
			medidas que será imprescindible aplicar para erradicar las profundas 
			distorsiones existentes en el funcionamiento de la economía y la 
			sociedad en su conjunto.  A nadie en su sano juicio en la dirección de este 
			país se le puede ocurrir decretar de golpe la eliminación de ese 
			sistema, sin previamente crear las condiciones para ello, lo que se 
			traduce en realizar otras transformaciones del Modelo Económico en 
			aras de incrementar la eficiencia y la productividad del trabajo, de 
			modo que se puedan garantizar con estabilidad niveles de producción 
			y oferta de los productos y servicios básicos a precios no 
			subsidiados y a la vez accesibles a todos los ciudadanos.  Este asunto, lógicamente, guarda estrecha relación 
			con los precios y la unificación monetaria, los salarios y el 
			fenómeno de la "pirámide invertida", que como se aclaró en el 
			Parlamento el pasado 18 de diciembre, se expresa en la no 
			correspondencia de la retribución salarial con la jerarquía e 
			importancia de la labor desempeñada, problemáticas que se reflejaron 
			en alta proporción en los planteamientos realizados.  En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio 
			para las "terapias de choque" en contra de los más necesitados y que 
			son, tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor 
			firmeza, a diferencia de los paquetes de medidas que se emplean con 
			frecuencia por mandato del Fondo Monetario Internacional y otras 
			organizaciones económicas internacionales en detrimento de los 
			pueblos del Tercer Mundo e incluso, en los últimos tiempos, en las 
			naciones más desarrolladas, donde se reprimen con violencia las 
			manifestaciones populares y estudiantiles.  La Revolución no dejará a ningún cubano desamparado 
			y el sistema de atención social se está reorganizando para asegurar 
			el sostenimiento diferenciado y racional de aquellos que realmente 
			lo requieran. En lugar de subsidiar masivamente productos, como 
			hacemos ahora, se pasará progresivamente al apoyo de personas sin 
			otro sostén. Este principio conserva total vigencia en el 
			reordenamiento de la fuerza laboral, ya en marcha, para reducir las 
			plantillas infladas en el sector estatal, bajo estricta observancia 
			de la idoneidad demostrada, proceso que continuará adelante, sin 
			prisas, pero sin pausa y su ritmo estará determinado por nuestra 
			capacidad de ir creando las condiciones requeridas para su total 
			despliegue. A ello deberá contribuir, entre otros factores, la 
			ampliación y flexibilización del trabajo en el sector no estatal. 
			Esta forma de empleo, a la que se han acogido algo más de 200 mil 
			cubanos de octubre del pasado año a la fecha, duplicándose la 
			cantidad de trabajadores por cuenta propia, constituye una 
			alternativa laboral amparada en la legislación vigente y por tanto, 
			debe contar con el apoyo, respaldo y protección de las autoridades, 
			a todos los niveles, al tiempo que se exija, con el rigor que 
			demanda la ley, el estricto cumplimiento de sus obligaciones, 
			incluyendo las tributarias. El incremento del sector no estatal de la economía, 
			lejos de significar una supuesta privatización de la propiedad 
			social, como afirman algunos teóricos, está llamado a convertirse en 
			un factor facilitador para la construcción del socialismo en Cuba, 
			ya que permitirá al Estado concentrarse en la elevación de la 
			eficiencia de los medios fundamentales de producción, propiedad de 
			todo el pueblo y desprenderse de la administración de actividades no 
			estratégicas para el país. Ello, por otra parte, favorecerá que el Estado 
			continúe asegurando a toda la población por igual y de manera 
			gratuita, los servicios de Salud y Educación, protegerlos de forma 
			adecuada mediante los sistemas de Seguridad y Asistencia Social, 
			promover la cultura física y el deporte en todas sus manifestaciones 
			y defender la identidad y la conservación del patrimonio cultural y 
			la riqueza artística, científica e histórica de la nación. El Estado Socialista tendrá entonces mayores 
			posibilidades de hacer realidad el pensamiento martiano que preside 
			a nuestra Constitución: "Yo quiero que la Ley primera de nuestra 
			República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del 
			hombre". Corresponde al Estado defender la soberanía e 
			independencia nacional, valores que enorgullecen a los cubanos y 
			continuar garantizando el orden público y la seguridad ciudadana que 
			distinguen a Cuba por ser uno de los países más seguros y tranquilos 
			del mundo, sin narcotráfico ni crimen organizado, sin niños o 
			adultos mendigos, sin trabajo infantil, sin cargas de caballería 
			contra los trabajadores, estudiantes u otros sectores de la 
			población, sin ejecuciones extrajudiciales, cárceles clandestinas ni 
			torturas, a pesar de las campañas que sin prueba alguna 
			constantemente se orquestan contra nosotros, ignorando con marcada 
			intención que todas esas realidades son, en primer lugar, derechos 
			humanos fundamentales, a los que ni siquiera se puede aspirar por la 
			mayoría de los habitantes del planeta. Ahora bien, para poder garantizar todas esas 
			conquistas del socialismo sin retroceder en su calidad y alcance, 
			los programas sociales deben caracterizarse por una mayor 
			racionalidad, de manera que con gastos menores se obtengan 
			resultados superiores y sostenibles en el futuro y que además 
			guarden una adecuada correlación con la situación económica general 
			de la nación. Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada 
			definitivamente para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de 
			las fuerzas productivas 
			 Como se aprecia en los Lineamientos, estas ideas 
			tampoco están reñidas con la importancia que otorgamos a la 
			separación precisa del papel que corresponde jugar en la economía a 
			los organismos estatales, por una parte, y a las empresas por la 
			otra, asunto que por décadas se ha visto plagado de confusiones e 
			improvisaciones y que estamos obligados a solucionar a mediano plazo 
			en el marco del perfeccionamiento y fortalecimiento de la 
			institucionalidad. La comprensión plena de estos conceptos nos 
			permitirá avanzar con solidez y sin retrocesos en la paulatina 
			descentralización de facultades, desde el Gobierno Central hacia las 
			administraciones locales y desde los ministerios y otras entidades 
			nacionales en favor de la autonomía creciente de la empresa estatal 
			socialista. El modelo excesivamente centralizado que caracteriza 
			actualmente nuestra economía deberá transitar, con orden y 
			disciplina y con la participación de los trabajadores, hacia un 
			sistema descentralizado, en el que primará la planificación, como 
			rasgo socialista de dirección, pero no ignorará las tendencias 
			presentes en el mercado, lo que contribuirá a la flexibilidad y 
			permanente actualización del plan. La experiencia práctica nos ha enseñado que el 
			exceso de centralización conspira contra el desarrollo de la 
			iniciativa en la sociedad y en toda la cadena productiva, donde los 
			cuadros se acostumbraron a que todo se decidiera "arriba" y en 
			consecuencia, dejaban de sentirse responsabilizados con los 
			resultados de la organización que dirigían. Nuestros empresarios, salvo excepciones, se 
			acomodaron a la tranquilidad y seguridad de la "espera" y 
			desarrollaron alergia por el riesgo que entraña la acción de adoptar 
			decisiones, o lo que es lo mismo: acertar o equivocarse. Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada 
			definitivamente para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de 
			las fuerzas productivas. Es una tarea de importancia estratégica y 
			no es casual que esté recogida, de una u otra manera, en los 24 
			lineamientos del capítulo PRIMERO, "Modelo de Gestión Económica". En esta materia no podemos admitir improvisaciones o 
			apresuramientos. Para descentralizar y cambiar la mentalidad, es 
			requisito obligado elaborar el marco regulatorio que defina con 
			claridad las facultades y funciones de cada eslabón, desde la nación 
			a la base, acompañadas invariablemente por los procedimientos de 
			control contable, financiero y administrativo. Ya se viene avanzando en esta dirección. Desde hace 
			casi dos años se iniciaron los estudios para perfeccionar el 
			funcionamiento, así como la estructura y composición de los órganos 
			de Gobierno en los diferentes niveles de dirección, obteniéndose 
			como resultado la puesta en vigor del Reglamento del Consejo de 
			Ministros, la reorganización del sistema de trabajo con los cuadros 
			del Estado y el Gobierno, la introducción de procedimientos de 
			planificación de las actividades principales, el establecimiento de 
			las bases organizativas para disponer de un sistema de información 
			del Gobierno, efectivo y oportuno, con su infraestructura de 
			infocomunicaciones y la creación, con carácter experimental, bajo 
			una nueva concepción funcional y estructural, de las provincias 
			Mayabeque y Artemisa. Para comenzar a descentralizar facultades, deberá 
			rescatarse por parte de los cuadros estatales y empresariales, el 
			notorio papel que corresponde jugar al contrato en la economía, tal 
			y como se expresa en el lineamiento número 10. Ello también 
			contribuirá a restablecer la disciplina y el orden en los cobros y 
			pagos, asignatura con calificaciones insatisfactorias en buena parte 
			de nuestra economía. Como subproducto no menos importante, el uso 
			adecuado del contrato como herramienta reguladora de las 
			interrelaciones entre los diferentes actores económicos, devendrá un 
			efectivo antídoto contra el extendido hábito del "reunionismo", o lo 
			que es lo mismo, el exceso de reuniones, chequeos y otras 
			actividades colectivas, frecuentemente presididas por un nivel 
			superior y con la asistencia improductiva de numerosos 
			participantes, para hacer cumplir lo que las dos partes de un 
			contrato han firmado como deberes y derechos y que por falta de 
			exigencia nunca han reclamado su cumplimiento ante las instancias 
			que el propio documento contractual estableció. Al respecto cabe destacar las 19 opiniones, en 9 
			provincias, que reclamaron la necesidad de disminuir a lo 
			imprescindible el número de reuniones y su duración. Este tema lo 
			retomaré más adelante, cuando aborde el funcionamiento del Partido. Estamos convencidos de que la tarea que tenemos por 
			delante en este y en los demás asuntos vinculados a la actualización 
			del Modelo Económico, está llena de complejidades e interrelaciones 
			que tocan, en mayor o menor medida, todas las facetas de la sociedad 
			en su conjunto y por ello sabemos que no es una cuestión a resolver 
			en un día, ni siquiera en un año y que demandará por lo menos un 
			quinquenio desplegar su implementación con la armonía e integralidad 
			requeridas y cuando esto se logre, es necesario no detenernos jamás 
			y trabajar en su perfeccionamiento de manera permanente para estar 
			en condiciones de superar los nuevos retos que el desarrollo nos 
			vaya dictando. Se podría afirmar, haciendo un símil, que cada 
			cierto tiempo, en la medida que se modifique el escenario, el país 
			debe confeccionarse un traje a su medida.  No nos hacemos ilusiones de que los Lineamientos y 
			las medidas para la implementación del Modelo Económico, por sí 
			solas constituirán el remedio universal para todos nuestros males. 
			Se requerirá a la par elevar a planos superiores la sensibilidad 
			política, el sentido común, la intransigencia ante las violaciones y 
			la disciplina de todos, en primer lugar de los cuadros de dirección. Lo anterior ha quedado evidenciado fehacientemente 
			en las deficiencias presentadas en la instrumentación, en meses 
			recientes, de algunas medidas puntuales, no complejas ni de gran 
			envergadura, a causa de los obstáculos burocráticos y la falta de 
			previsión de los órganos locales de gobierno, manifestados en la 
			ampliación del trabajo por cuenta propia. No es ocioso reiterar que nuestros cuadros tienen 
			que habituarse a trabajar con los documentos rectores que emiten los 
			órganos facultados y abandonar el irresponsable vicio de 
			engavetarlos. La vida nos ha aleccionado que no basta con promulgar 
			una buena norma jurídica, con independencia de que se trate de una 
			ley o una sencilla resolución. Es preciso además, preparar a los 
			encargados de ejecutarlas, supervisarlos y comprobar el dominio 
			práctico de lo establecido. Recuérdese que no hay peor ley que 
			aquella que no se cumple o no se hace cumplir.  El sistema de escuelas del Partido a nivel de 
			provincia y nación, en paralelo a la obligada reorientación de sus 
			propios programas, jugará un papel protagónico en la preparación y 
			recalificación continua en estas materias de los cuadros 
			partidistas, administrativos y empresariales con el concurso de las 
			instituciones especializadas del sector de la educación y la valiosa 
			contribución de los afiliados a la Asociación Nacional de 
			Economistas y Contadores, tal y como ha quedado demostrado durante 
			el debate de los Lineamientos. Al propio tiempo, con el propósito de jerarquizar 
			apropiadamente la introducción de los cambios requeridos, el Buró 
			Político acordó proponer al Congreso la constitución de una Comisión 
			Permanente del Gobierno para la Implementación y Desarrollo, 
			subordinada al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, 
			la cual, sin menoscabo de las funciones que corresponden a los 
			respectivos Organismos de la Administración Central del Estado, 
			tendrá la responsabilidad de controlar, verificar y coordinar las 
			acciones de todos los involucrados en esta actividad, así como 
			proponer la incorporación de nuevos lineamientos, lo que será 
			imprescindible en el futuro. En este sentido hemos considerado conveniente 
			recordar la orientación que el compañero Fidel incluyó en su Informe 
			Central al Primer Congreso del Partido, hace ya casi 36 años, acerca 
			del Sistema de Dirección de la Economía, que entonces nos 
			proponíamos implantar y que por nuestra falta de sistematicidad, 
			control y exigencia se malogró, cito: "Que los dirigentes del 
			Partido y sobre todo los del Estado hagan cosa propia y asunto de 
			honor su implantación, tomen conciencia de su importancia vital y de 
			la necesidad de luchar con todo su esfuerzo por aplicarlo 
			consecuentemente, siempre bajo la dirección de la Comisión Nacional 
			creada al efecto [...], y concluía: "[...] divulgar ampliamente el 
			sistema, sus principios y sus mecanismos a través de una literatura 
			al alcance de las masas, para que sea un asunto que dominen los 
			trabajadores. El éxito del sistema dependerá en medida decisiva del 
			dominio del mismo que tengan los trabajadores". Fin de la cita. No me cansaré de repetir que en esta Revolución todo 
			está dicho y la mejor muestra de ello son las ideas de Fidel que ha 
			venido publicando el periódico Granma, Órgano Oficial del 
			Partido, a lo largo de estos últimos años. Lo único que puede hacer fracasar a la Revolución 
			y el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo el futuro de la nación, 
			es nuestra incapacidad para superar los errores  
			 Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la 
			misma suerte que los acuerdos de los anteriores, casi todos 
			olvidados sin haberse cumplido. Lo que acordemos en esta y en 
			futuras ocasiones debe constituir una guía para la conducta y la 
			acción de los militantes y dirigentes del Partido y, para garantizar 
			su materialización, refrendarse en los instrumentos jurídicos que 
			corresponda dictar a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 
			Consejo de Estado o el Gobierno, según sean sus facultades 
			legislativas, de acuerdo con la Constitución. Es saludable aclarar, para evitar interpretaciones 
			erróneas, que los acuerdos de los congresos y de otros órganos de 
			dirección partidista no se convierten por sí mismos en leyes, sino 
			que son orientaciones de carácter político y moral, que compete al 
			Gobierno, que es quien administra, regular su aplicación.  Por esta razón, la Comisión Permanente de 
			Implementación y Desarrollo incluirá un Subgrupo Jurídico compuesto 
			por especialistas de alta calificación, el cual coordinará con los 
			organismos correspondientes, en estricto apego a la 
			institucionalidad, las modificaciones requeridas en el plano legal 
			para acompañar la actualización del Modelo Económico y Social, 
			simplificando y armonizando el contenido de cientos de resoluciones 
			ministeriales, acuerdos del Gobierno, decretos-leyes y leyes y 
			consecuentemente proponer, en su debido momento, la introducción de 
			los ajustes pertinentes en la propia Constitución de la República.
			 Sin esperar a tenerlo todo elaborado, se encuentran 
			en fase avanzada las normativas jurídicas asociadas a la compraventa 
			de viviendas y de automóviles, la modificación del Decreto-Ley 259 
			para ampliar los límites de tierra ociosa a entregar en usufructo a 
			aquellos productores agropecuarios con resultados destacados, así 
			como el otorgamiento de créditos a los trabajadores por cuenta 
			propia y a la población en general.  Igualmente, consideramos conveniente proponer al 
			Congreso que el futuro Comité Central incluya, como primer punto, en 
			todos sus plenos, que deberán celebrarse no menos de dos veces al 
			año, un informe del estado de la implementación de los acuerdos 
			adoptados en este evento acerca de la actualización del Modelo 
			Económico y como segundo, el análisis sobre el cumplimiento del plan 
			de la economía, ya sea del primer semestre o del año en cuestión.
			 Asimismo recomendaremos a la Asamblea Nacional del 
			Poder Popular, emplear un proceder semejante en sus sesiones 
			ordinarias, con el propósito de potenciar el protagonismo inherente 
			a su condición de órgano supremo del poder del Estado. Partiendo de la profunda convicción de que nada de 
			lo que hacemos es perfecto y que lo que pareciera serlo hoy, no lo 
			será mañana frente a nuevas circunstancias, los órganos superiores 
			del Partido y del Poder Estatal y Gubernamental deben mantener una 
			sistemática y estrecha vigilancia sobre este proceso y ser capaces 
			de introducir oportunamente los ajustes apropiados para corregir 
			efectos negativos. Se trata, compañeras y compañeros, de estar alertas, 
			poner los pies y los oídos sobre la tierra y cuando surja un 
			problema práctico, en cualquier esfera o lugar, los cuadros en los 
			distintos niveles actúen con prontitud e intencionalidad y no 
			volvamos a dejarle al tiempo su solución, pues por experiencia 
			propia conocemos, que lo único que sucede es que se complica todavía 
			más. Del mismo modo, debemos cultivar y preservar la 
			interrelación incesante con las masas, despojada de todo formalismo, 
			para retroalimentarnos eficazmente de sus preocupaciones e 
			insatisfacciones y que sean precisamente ellas quienes indiquen el 
			ritmo de los cambios que deban introducirse.  La atención a incomprensiones recientes, asociadas a 
			la reorganización de algunos servicios básicos, demuestra que cuando 
			el Partido y el Gobierno, cada uno cumpliendo su rol, con métodos y 
			estilos distintos, actúan con rapidez y armonía atendiendo las 
			preocupaciones de la población y le razonan a ésta con claridad y 
			sencillez, se logra el respaldo a la medida y se fomenta la 
			confianza del pueblo en sus dirigentes.  En la consecución de este empeño la prensa cubana, 
			en sus diferentes formatos, está llamada a jugar un papel decisivo 
			con el esclarecimiento y difusión objetiva, constante y crítica de 
			la marcha de la actualización del Modelo Económico, de modo que con 
			artículos y trabajos sagaces y concretos, en un lenguaje accesible 
			para todos, se vaya fomentando en el país una cultura sobre estos 
			temas. En este frente se requiere también dejar atrás, 
			definitivamente, el hábito del triunfalismo, la estridencia y el 
			formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales 
			escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y 
			estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión 
			pública, lo que supone elevar la profesionalidad y los conocimientos 
			de nuestros periodistas; si bien es cierto que, a pesar de los 
			acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, en 
			la mayoría de las veces ellos no cuentan con el acceso oportuno a la 
			información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas 
			responsabilizados de las temáticas en cuestión. La suma de estos 
			factores explica la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales 
			aburridos, improvisados y superficiales. No menos importante será el aporte que nuestros 
			medios de difusión masiva deben propiciar a favor de la cultura 
			nacional y de la recuperación de valores cívicos en la sociedad. Pasando a otro asunto vital, que guarda una relación 
			muy estrecha con la actualización del Modelo Económico y Social del 
			país y que debe ayudar a su materialización; nos proponemos celebrar 
			una Conferencia Nacional del Partido, para llegar a conclusiones 
			respecto a las modificaciones de sus métodos y estilo de trabajo, 
			con el objetivo de concretar en su actuar, para hoy y siempre, el 
			contenido del artículo 5 de la Constitución de la República donde se 
			establece que la organización partidista es la vanguardia organizada 
			de la nación cubana y fuerza dirigente superior de la sociedad y del 
			Estado. Inicialmente habíamos concebido convocar esta 
			Conferencia para diciembre de 2011, sin embargo, teniendo en cuenta 
			las complicaciones propias del último mes del año y la conveniencia 
			de contar con una prudente reserva de tiempo para puntualizar 
			detalles, proyectamos realizar ese evento a finales de enero de 
			2012. Ya el pasado 18 de diciembre expliqué ante el 
			Parlamento, que debido a las deficiencias presentadas por los 
			órganos administrativos del Gobierno en el cumplimiento de sus 
			funciones, el Partido durante años se vio involucrado en tareas que 
			no le corresponden, limitando y comprometiendo su papel.  Estamos convencidos de que lo único que puede hacer 
			fracasar a la Revolución y el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo 
			el futuro de la nación, es nuestra incapacidad para superar los 
			errores que hemos cometido durante más de 50 años y los nuevos en 
			que pudiéramos incurrir.  Lo primero que debemos hacer para enmendar un error 
			es reconocerlo conscientemente en toda su dimensión y el hecho real 
			es que, a pesar de que desde los primeros años de la Revolución 
			Fidel diferenció con claridad los papeles del Partido y el Estado, 
			no fuimos consecuentes en el cumplimiento de sus instrucciones y nos 
			dejamos llevar por las urgencias y la improvisación.  Qué mejor ejemplo que lo expresado por el líder de 
			la Revolución en fecha tan temprana como el 26 de marzo de 1962, en 
			comparecencia ante la radio y la televisión para explicar al pueblo 
			los métodos y el funcionamiento de las Organizaciones 
			Revolucionarias Integradas (ORI), que antecedieron al Partido, 
			cuando dijo: "[...] el Partido dirige, dirige a través de todo el 
			Partido y dirige a través de la administración pública. Un 
			funcionario tiene que tener autoridad. Un ministro tiene que tener 
			autoridad, un administrador tiene que tener autoridad, discutir todo 
			lo que sea necesario con el Consejo Técnico Asesor (hoy Consejo de 
			Dirección), discutir con las masas obreras, discutir con el núcleo, 
			pero decide el administrador, porque la responsabilidad es suya 
			[...]". Fin de la cita. Esa orientación se impartió hace 49 
			años. Existen conceptos muy bien definidos y que en 
			esencia conservan plena validez para alcanzar el éxito en esta 
			dirección, con independencia del tiempo transcurrido desde que Lenin 
			los formulara, hace ya casi 100 años, los cuales deben ser 
			nuevamente retomados, de acuerdo con las características y 
			experiencia de nuestro país. En 1973, en el marco del proceso preparatorio del 
			Primer Congreso, quedó definido que el Partido dirige y controla a 
			través de vías y métodos que le son propios y que se diferencian de 
			las vías, métodos y recursos de que dispone el Estado para ejercer 
			su autoridad. Las directivas, resoluciones y disposiciones del 
			Partido no poseen directamente carácter jurídico obligatorio para 
			todos los ciudadanos, debiendo ser cumplidas tan solo por sus 
			militantes a conciencia, pues para ello no dispone de ningún aparato 
			de fuerza y coerción. Esta es una diferencia importante del papel y 
			los métodos del Partido y del Estado. El poder del Partido descansa básicamente en su 
			autoridad moral, en la influencia que ejerce sobre las masas y en la 
			confianza que el pueblo deposita en él. La acción del Partido se 
			fundamenta, ante todo, en el convencimiento que emana de sus actos y 
			de la justeza de su línea política.  El poder del Estado parte de su autoridad material, 
			que consiste en la fuerza de las instituciones encargadas de exigir 
			a todos cumplir las normas jurídicas que emite. El daño que provoca la confusión en estos conceptos, 
			se expresa, en primer lugar, en el debilitamiento del trabajo 
			político que debe realizar el Partido, y en segundo lugar, en el 
			deterioro de la autoridad del Estado y el Gobierno, pues los 
			funcionarios dejan de sentirse responsables de sus decisiones. Se trata, compañeras y compañeros, de despojar para 
			siempre al Partido de todas las actividades no propias de su 
			carácter de organización política, en pocas palabras, liberarse de 
			funciones administrativas y dedicarnos cada quien a lo que nos toca.
			 Recomendable limitar, a un máximo de dos períodos 
			consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y 
			estatales fundamentales Muy vinculadas con estas concepciones erróneas están 
			las deficiencias en la política de Cuadros del Partido, la cual 
			también deberá ser objeto de análisis por la citada Conferencia 
			Nacional. No pocas lecciones amargas nos han legado los desaciertos 
			sufridos en este ámbito a causa de la falta de rigor y visión que 
			abrieron brechas a la promoción acelerada de cuadros inexpertos e 
			inmaduros a golpe de simulación y oportunismo, actitudes alimentadas 
			también por el erróneo concepto de que para ocupar un cargo de 
			dirección se exigía, como requisito tácito, militar en el Partido o 
			la Juventud Comunista. Esta práctica hay que abandonarla resueltamente y, 
			salvo para las responsabilidades propias de las organizaciones 
			políticas, la militancia no debe significar una condición vinculante 
			al desempeño de puesto de dirección alguno en el Gobierno o el 
			Estado, sino la preparación para ejercerlos y la disposición de 
			reconocer como suyos la política y el Programa del Partido. Los dirigentes no surgen de escuelas ni del 
			amiguismo favorecedor, se hacen en la base, desempeñando la 
			profesión que estudiaron, en contacto con los trabajadores y deben 
			ascender gradualmente a fuerza del liderazgo que sólo otorga ser 
			ejemplo en el sacrificio y los resultados.  En este sentido, considero que la dirección del 
			Partido, a todos los niveles, debe hacerse una severa autocrítica y 
			adoptar las medidas necesarias para evitar la reaparición de tales 
			tendencias. Ello, a su vez, es aplicable a la insuficiente 
			sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a 
			cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la 
			base del mérito y las condiciones personales. No haber resuelto este último problema en más de 
			medio siglo es una verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras 
			conciencias durante muchos años, porque sencillamente no hemos sido 
			consecuentes con las incontables orientaciones que desde los 
			primeros días del triunfo revolucionario y a lo largo de los años 
			nos impartió el compañero Fidel, porque además la solución de esta 
			desproporción formó parte de los acuerdos adoptados por el 
			trascendental Primer Congreso del Partido y los cuatro que le 
			sucedieron y no aseguramos su cumplimiento. Asuntos como estos, que definen el futuro, jamás 
			deberán volverse a guiar por la espontaneidad, sino por la previsión 
			y la más firme intencionalidad política de preservar y perfeccionar 
			el socialismo en Cuba. A pesar de que no dejamos de hacer varios intentos 
			para promover jóvenes a cargos principales, la vida demostró que no 
			siempre las selecciones fueron acertadas. Hoy afrontamos las 
			consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente 
			preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las 
			nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el 
			Gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo 
			del quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar 
			tan pronto como concluya el Congreso. A esto contribuirá, además, el fortalecimiento del 
			espíritu democrático y el carácter colectivo del funcionamiento de 
			los órganos de dirección del Partido y del poder estatal y 
			gubernamental, al tiempo que se garantice el rejuvenecimiento 
			sistemático en toda la cadena de cargos administrativos y 
			partidistas, desde la base hasta los compañeros que ocupan las 
			principales responsabilidades, sin excluir al actual Presidente de 
			los Consejos de Estado y de Ministros ni al Primer Secretario del 
			Comité Central que resulte electo en este Congreso.  Al respecto, hemos arribado a la conclusión de que 
			resulta recomendable limitar, a un máximo de dos períodos 
			consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y 
			estatales fundamentales. Ello es posible y necesario en las actuales 
			circunstancias, bien distintas a las de las primeras décadas de la 
			Revolución, aún no consolidada y por demás sometida a constantes 
			amenazas y agresiones. El reforzamiento sistemático de nuestra 
			institucionalidad, será a la vez condición y garantía imprescindible 
			para que esta política de renovación de los cuadros jamás ponga en 
			riesgo la continuidad del socialismo en Cuba.  En esta esfera estamos empezando con un primer paso, 
			al reducir sustancialmente la nomenclatura de los cargos de 
			dirección, que correspondía aprobar a las instancias municipales, 
			provinciales y nacionales del Partido y delegar a los dirigentes 
			ministeriales y empresariales facultades para el nombramiento, 
			sustitución y aplicación de medidas disciplinarias a gran parte de 
			los jefes subordinados, asistidos por las respectivas comisiones de 
			cuadros, en las cuales el Partido está representado y opina, pero 
			las preside el dirigente administrativo, que es quien decide. La 
			opinión de la organización partidista es valiosa, pero el factor que 
			determina es el jefe, ya que debemos preservar y potenciar su 
			autoridad, en armonía con el Partido. En cuanto a la vida interna, tema que del mismo modo 
			remitimos al análisis de la Conferencia, pensamos que debemos 
			meditar en los efectos contraproducentes de viejos hábitos que nada 
			tienen que ver con el papel de vanguardia de la organización en la 
			sociedad, entre ellos la superficialidad y formalismo con que se 
			desarrolla el trabajo político-ideológico, la utilización de métodos 
			y términos anticuados que no toman en cuenta el nivel de instrucción 
			de los militantes, la realización de reuniones excesivamente 
			extensas y con frecuencia dentro de la jornada laboral, que debe ser 
			sagrada, en primer lugar para los comunistas; con agendas muchas 
			veces inflexibles indicadas por el organismo superior, sin 
			diferenciar el escenario en que se desarrolla la vida de los 
			militantes, las frecuentes convocatorias a actividades 
			conmemorativas formales, con discursos más formales todavía, y la 
			organización de trabajos voluntarios en los días de descanso sin 
			contenido real ni la debida coordinación, generando gastos y 
			difundiendo el disgusto y la apatía entre nuestros compañeros.  Estos criterios son aplicables también a la 
			emulación, movimiento que con los años fue perdiendo su esencia 
			movilizadora de los colectivos obreros, al transformarse en un 
			mecanismo alternativo de distribución de estímulos morales y 
			materiales, no siempre justificados con resultados concretos y que 
			en no pocas ocasiones generó fraudes en la información. La Conferencia deberá además, considerar las 
			relaciones del Partido con la Unión de Jóvenes Comunistas y las 
			organizaciones de masas para despojarlas de esquematismos y rutinas 
			y que todas rescaten su razón de ser, adecuada a las condiciones 
			actuales.  En síntesis, compañeras y compañeros, la Conferencia 
			Nacional se centrará en potenciar el papel del Partido, como máximo 
			exponente de la defensa de los intereses del pueblo cubano. Para alcanzar esta meta se hace imprescindible 
			cambiar la mentalidad, dejar de lado el formalismo y la fanfarria en 
			las ideas y las acciones, o lo que es lo mismo, desterrar el 
			inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías para llegar a 
			las esencias más profundas de las cosas, como brillantemente 
			demuestran en la obra de teatro "Abracadabra" los niños de la 
			compañía "La Colmenita". Sólo así el Partido Comunista de Cuba podrá estar en 
			condiciones de ser, para todos los tiempos, el digno heredero de la 
			autoridad y la confianza ilimitada del pueblo en la Revolución y en 
			su único Comandante en Jefe, el compañero Fidel Castro Ruz, cuyo 
			aporte moral y liderazgo indiscutible no dependen de cargo alguno y 
			que desde su condición de soldado de las ideas no ha cesado de 
			luchar y contribuir, con sus esclarecedoras reflexiones y otras 
			acciones, a la causa revolucionaria y a la defensa de la Humanidad 
			frente a los peligros que la amenazan. Continuaremos abogando por el Derecho Internacional 
			y respaldamos el principio de igualdad soberana de los Estados y el 
			derecho a la libre determinación de los pueblos A propósito de la situación internacional, 
			dedicaremos algunos minutos a valorar la coyuntura existente en el 
			planeta. La salida de la crisis económica global que afecta a 
			todas las naciones no se vislumbra por su carácter sistémico. Los 
			remedios aplicados por los poderosos se han dirigido a proteger a 
			las instituciones y prácticas que le dieron origen y a descargar el 
			terrible peso de las consecuencias sobre los trabajadores en sus 
			propios territorios y en particular en los países subdesarrollados. 
			La espiral de precios de los alimentos y del petróleo empuja a 
			cientos de millones de personas a la pobreza extrema. Los efectos del cambio climático son ya devastadores 
			y la falta de voluntad política de las naciones industrializadas 
			impide adoptar las acciones urgentes e imprescindibles para prevenir 
			la catástrofe. Vivimos en un mundo convulso en el que se suceden 
			desastres naturales como los terremotos de Haití, Chile y Japón, al 
			tiempo que Estados Unidos libra guerras de conquista en Iraq y 
			Afganistán, que han costado más de un millón de civiles muertos. Movimientos populares en países árabes se rebelan 
			contra gobiernos corruptos y opresores, aliados de los Estados 
			Unidos y la Unión Europea. El lamentable conflicto en Libia, nación 
			sometida a una brutal intervención militar de la OTAN, ha servido 
			otra vez de pretexto a esa organización para exceder sus límites 
			defensivos originales y expandir a escala global las amenazas y 
			acciones bélicas en resguardo de intereses geoestratégicos y el 
			acceso al petróleo. El imperialismo y las fuerzas reaccionarias 
			internas conspiran para desestabilizar otros países, mientras Israel 
			oprime y masacra al pueblo palestino con total impunidad.  Los Estados Unidos y la OTAN incluyen en sus 
			doctrinas el intervencionismo agresivo contra los países del Tercer 
			Mundo para saquear sus recursos, imponen a las Naciones Unidas el 
			doble rasero y utilizan de forma cada vez más concertada los 
			poderosos consorcios mediáticos para ocultar o tergiversar los 
			hechos, según convenga a los centros de poder mundial, en una farsa 
			hipócrita destinada a engañar a la opinión pública. En medio de su compleja situación económica, nuestro 
			país mantiene la cooperación con 101 naciones del Tercer Mundo. En 
			Haití, el personal médico cubano, tras cumplir 12 años de intenso 
			trabajo salvando vidas, enfrenta desde enero del 2010, junto a 
			colaboradores de otros países, las secuelas del sismo y la posterior 
			epidemia de cólera con entrega admirable. A la Revolución Bolivariana y al compañero Hugo 
			Chávez Frías le expresamos la más resuelta solidaridad y compromiso, 
			conscientes de la importancia del proceso que vive el hermano pueblo 
			venezolano para Nuestra América, en el Bicentenario de su 
			independencia.  Igualmente compartimos los anhelos de los 
			movimientos transformadores en varios países latinoamericanos, 
			encabezados por prestigiosos líderes que representan los intereses 
			de las mayorías oprimidas. Proseguiremos contribuyendo a los procesos 
			integracionistas de la Alianza Bolivariana para los pueblos de 
			nuestra América (ALBA), la Unión del Sur (UNASUR) y la Comunidad de 
			Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que prepara la 
			celebración en Caracas de su cumbre inicial en julio del presente 
			año, el hecho institucional de mayor trascendencia en nuestro 
			hemisferio durante el último siglo, pues por vez primera nos 
			agrupamos por nosotros mismos todos los países al sur del Río Bravo. Nos alientan esta América Latina y el Caribe, cada 
			vez más unidos e independientes, cuya solidaridad agradecemos. Continuaremos abogando por el Derecho 
			Internacional y respaldamos el principio de igualdad soberana de los 
			Estados y el derecho a la libre determinación de los pueblos. 
			Rechazamos el uso de la fuerza, la agresión, las guerras de 
			conquista, el despojo de los recursos naturales y la explotación del 
			hombre. Condenamos el terrorismo en todas sus formas, en 
			particular el terrorismo de Estado. Defenderemos la paz y el 
			desarrollo para todos los pueblos y lucharemos por el futuro de la 
			Humanidad. El gobierno norteamericano no ha cambiado su 
			política tradicional dirigida a desacreditar y derrocar a la 
			Revolución, por el contrario, ha continuado el financiamiento de 
			proyectos para promover directamente la subversión, provocar la 
			desestabilización e interferir en nuestros asuntos internos. La 
			actual administración ha decidido algunas medidas positivas, pero 
			sumamente limitadas. El bloqueo económico, comercial y financiero de los 
			Estados Unidos contra Cuba persiste e incluso se intensifica bajo la 
			actual presidencia, en particular en las transacciones bancarias, 
			ignorando la condena casi unánime de la comunidad internacional que 
			se ha venido pronunciando crecientemente por su eliminación durante 
			19 años consecutivos.  Aunque al parecer, como quedó evidenciado en la 
			reciente visita al Palacio de La Moneda en Santiago de Chile, a los 
			gobernantes de Estados Unidos no les agrada remitirse a la historia 
			al tratar el presente y el futuro; es preciso significar que el 
			bloqueo contra Cuba no es una cuestión del pasado, por lo que nos 
			vemos en la obligación de recordar el contenido de un memorando 
			secreto, desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado 
			para los asuntos interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril 
			de 1960, cito: "La mayoría de los cubanos apoyan a Castro [...] 
			No existe una oposición política efectiva [¼ 
			] El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno [al 
			gobierno] es provocar el desengaño y el desaliento mediante la 
			insatisfacción económica y la penuria [¼ 
			] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles 
			para debilitar la vida económica [¼ ] 
			negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los 
			salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, 
			desesperación y el derrocamiento del gobierno". Fin de la cita. Observen la fecha del memorando, 6 de abril de 1960, 
			casi un año exacto antes de la invasión por Playa Girón. El memorando en cuestión no surgió por iniciativa de 
			ese funcionario, sino que se enmarcaba en la política de derrocar a 
			la Revolución, al igual que el "Programa de Acción Encubierta contra 
			el régimen de Castro", aprobado por el presidente Eisenhower el 17 
			de marzo de 1960, 20 días antes que el memorando citado, utilizando 
			todos los medios disponibles, desde la creación de una oposición 
			unificada, la guerra sicológica, acciones clandestinas de 
			inteligencia y la preparación en terceros países de fuerzas 
			paramilitares capaces de invadir a la isla.  Los Estados Unidos estimularon el terrorismo en las 
			ciudades y ese mismo año, antes de Playa Girón, fomentaron la 
			creación de bandas contrarrevolucionarias armadas, abastecidas por 
			aire y mar, que cometieron saqueos y asesinatos de campesinos, 
			obreros y jóvenes alfabetizadores hasta su aniquilación definitiva 
			en 1965. Los cubanos nunca olvidaremos los 3 mil 478 muertos 
			y 2 mil 99 incapacitados que han sido víctimas de la política de 
			terrorismo de Estado. Ha pasado medio siglo de privaciones y sufrimientos 
			para nuestro pueblo, que ha sabido resistir y defender su Revolución 
			y que no está dispuesto a rendirse ni a mancillar la memoria de los 
			caídos, en los últimos 150 años, desde el comienzo de nuestras 
			luchas por la independencia.  El gobierno norteamericano no ha cesado de amparar o 
			proteger a connotados terroristas, mientras prolonga el sufrimiento 
			y la injusta prisión de los Cinco heroicos luchadores 
			antiterroristas cubanos.  Su política hacia Cuba no tiene credibilidad ni 
			sustento moral alguno. Para tratar de justificarla, se esgrimen 
			pretextos increíbles que, al volverse obsoletos, van cambiando según 
			la conveniencia de Washington. Al gobierno de Estados Unidos no debería quedarle 
			ninguna duda de que la Revolución Cubana saldrá fortalecida de este 
			Congreso. Si desean seguir aferrados a su política de hostilidad, 
			bloqueo y subversión, estamos preparados para continuar 
			enfrentándola.  Reiteramos la disposición al diálogo y asumiremos el 
			desafío de sostener una relación normal con Estados Unidos, en la 
			que podamos convivir de manera civilizada con nuestras diferencias, 
			sobre la base del respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos 
			internos.  Al mismo tiempo, mantendremos de manera permanente 
			la prioridad a la defensa, siguiendo las instrucciones del compañero 
			Fidel, en su Informe Central al Primer Congreso cuando manifestó, 
			cito: "Mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado y 
			el pueblo, les prestarán a los servicios de la defensa la máxima 
			atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La 
			historia enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este 
			principio no sobreviven al error". En el escenario actual y previsible, conserva total 
			vigencia la concepción estratégica de la "Guerra de Todo el Pueblo", 
			la cual se enriquece y perfecciona de modo constante. Su sistema de 
			mando y dirección se ha visto fortalecido, incrementando las 
			capacidades para reaccionar ante las diferentes situaciones 
			excepcionales previstas. La envergadura defensiva del país adquirió una 
			dimensión superior, tanto en el plano cualitativo como cuantitativo. 
			Partiendo de los recursos propios disponibles, se elevó el estado 
			técnico y de mantenimiento, así como de conservación del armamento y 
			se prosiguió el esfuerzo en la producción y especialmente la 
			modernización de la técnica militar, teniendo en cuenta sus 
			prohibitivos precios en el mercado mundial. En esta esfera es justo 
			reconocer el aporte de decenas de instituciones, civiles y 
			militares, que demostraron las enormes potencialidades científicas, 
			tecnológicas y productivas que ha creado la Revolución.  El grado de preparación del territorio nacional, 
			como teatro de operaciones militares, se ha acrecentado 
			significativamente, el armamento fundamental se encuentra protegido 
			al igual que una parte importante de las tropas, de los órganos de 
			dirección, así como la población. Se ha establecido la infraestructura de 
			comunicaciones que asegura el funcionamiento estable del mando a los 
			diferentes niveles. Se elevaron las reservas materiales de todo 
			tipo, con mayor escalonamiento y protección. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, o lo que es lo 
			mismo, el pueblo uniformado, deberán continuar su permanente 
			perfeccionamiento y preservar ante la sociedad la autoridad y 
			prestigio conquistados por su disciplina y orden en la defensa del 
			pueblo y el socialismo. La unidad entre la doctrina y el pensamiento 
			revolucionario con relación a la fe y a los creyentes tiene su raíz 
			en los fundamentos mismos de la nación  Abordaremos ahora otro asunto de la actualidad, no 
			menos significativo. El Partido debe estar convencido de que más allá de 
			los requerimientos materiales y aun de los culturales, existe en 
			nuestro pueblo diversidad de conceptos e ideas sobre sus propias 
			necesidades espirituales. Múltiples son los pensamientos en esta temática del 
			Héroe Nacional José Martí, hombre que sintetizaba esa conjunción de 
			espiritualidad y sentimiento revolucionario.  Sobre este tema Fidel se expresaba tempranamente, en 
			1954 desde el presidio, evocando al mártir del Moncada Renato 
			Guitart, cito: "La vida física es efímera, pasa inexorablemente, 
			como han pasado las de tantas y tantas generaciones de hombres, como 
			pasará en breve la de cada uno de nosotros. Esa verdad debiera 
			enseñar a todos los seres humanos que por encima de ellos están los 
			valores inmortales del espíritu.¿Qué sentido tiene aquélla sin 
			éstos? ¿Qué es entonces vivir? ¡Cómo podrán morir los que por 
			comprenderlo así, la sacrifican generosamente al bien y a la 
			justicia!". Estos valores han estado siempre presentes en su 
			pensamiento, y así lo reiteró en 1971 al reunirse con un grupo de 
			sacerdotes católicos en Santiago de Chile: cito: "Yo les digo que 
			hay diez mil veces más coincidencias del cristianismo con el 
			comunismo que las que puede haber con el capitalismo".  A esta idea regresará al dirigirse a los miembros de 
			las iglesias cristianas en Jamaica en 1977; cuando dijo: "Hay que 
			trabajar juntos para que cuando la idea política triunfe, la idea 
			religiosa no esté apartada, no aparezca como enemiga de los cambios. 
			No existen contradicciones entre los propósitos de la religión y los 
			propósitos del socialismo". Fin de la cita. La unidad entre la doctrina y el pensamiento 
			revolucionario con relación a la fe y a los creyentes tiene su raíz 
			en los fundamentos mismos de la nación, que afirmando su carácter 
			laico propugnaba como principio irrenunciable la unión de la 
			espiritualidad con la Patria que nos legara el Padre Félix Varela y 
			los enunciados pedagógicos de José de la Luz y Caballero, quien fue 
			categórico al señalar: "Antes quisiera, no digo yo que se 
			desplomaran las instituciones de los hombres –reyes y emperadores–, 
			los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el 
			sentimiento de justicia, ese sol del mundo moral". En 1991, el IV Congreso del Partido acordó modificar 
			la interpretación de los estatutos que limitaba el ingreso a la 
			organización de los revolucionarios creyentes. La justeza de esta decisión fue confirmada por el 
			papel que desempeñaron los líderes y representantes de las diversas 
			instituciones religiosas en las distintas facetas del quehacer 
			nacional, incluyendo la lucha por el regreso del niño Elián a la 
			Patria, en la que se destacó en especial el Consejo de Iglesias de 
			Cuba. No obstante, se hace necesario continuar eliminando 
			cualquier prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa 
			de nuestra Revolución a todas y a todos los cubanos, creyentes o no, 
			a los que forman parte de las iglesias cristianas, entre las que se 
			incluyen la católica, las ortodoxas rusa y griega, las evangélicas y 
			protestantes; al igual que de las religiones cubanas de origen 
			africano, las comunidades espiritistas, judías, islámica, budista y 
			las asociaciones fraternales, entre otras. Para cada una de ellas la 
			Revolución ha tenido gestos de aprecio y concordia. El inolvidable Cintio Vitier, ese extraordinario 
			poeta y escritor, quien fuera diputado de nuestra Asamblea Nacional, 
			con las fuerzas de la pluma y su ética martiana, cristiana y 
			profundamente revolucionaria, nos legó advertencias para el presente 
			y la posteridad que debemos recordar.  Escribió Cintio: "Lo que está en peligro, lo 
			sabemos, es la nación misma. La nación ya es inseparable de la 
			Revolución que desde el 10 de octubre de 1868 la constituye, y no 
			tiene otra alternativa: o es independiente o deja de ser en 
			absoluto. "Si la Revolución fuera derrotada, caeríamos en el 
			vacío histórico que el enemigo nos desea y nos prepara, que hasta lo 
			más elemental del pueblo olfatea como abismo".  Continúa Cintio: "A la derrota puede llegarse, lo sabemos, por la 
			intervención del bloqueo, el desgaste interno, y las tentaciones 
			impuestas por la nueva situación hegemónica del mundo". Después de afirmar que: "estamos en el momento 
			más difícil de nuestra historia" sentenció: "obligada a 
			batirse con la insensatez del mundo al que fatalmente pertenece, 
			amenazada siempre por las secuelas de oscuras lacras seculares, 
			implacablemente hostilizada por la nación más poderosa del planeta, 
			víctima también de torpezas importadas o autóctonas que nunca en la 
			historia se cometen impunemente, nuestra pequeña isla se aprieta y 
			se dilata, sístole y diástole, como un destello de esperanza para sí 
			y para todos". Fin de la cita. Debemos referirnos al proceso recientemente 
			concluido de excarcelación de presos contrarrevolucionarios, de 
			aquellos que en tiempos difíciles y angustiosos para la Patria han 
			conspirado contra ella al servicio de una potencia extranjera.  Por decisión soberana de nuestro Gobierno fueron 
			liberados, sin haber cumplido totalmente sus sanciones. Pudimos 
			hacerlo de manera directa y atribuirnos el mérito cierto de que lo 
			decidíamos considerando la fortaleza de la Revolución, sin embargo 
			lo efectuamos en el marco de un diálogo de respeto mutuo, lealtad y 
			transparencia con la alta jerarquía de la iglesia católica, que 
			contribuyó con su labor humanitaria a que esta acción concluyera en 
			armonía y cuyos laureles, en todo caso, corresponden a esa 
			institución religiosa. Los representantes de esta Iglesia manifestaron sus 
			puntos de vista, no siempre coincidentes con los nuestros, pero sí 
			constructivos. Esa es al menos nuestra apreciación, luego de largas 
			conversaciones con el Cardenal Jaime Ortega y el Presidente de la 
			Conferencia Episcopal Monseñor Dionisio García.  Con esta acción hemos favorecido la consolidación 
			del más precioso legado de nuestra historia y del proceso 
			revolucionario: la unidad de la nación. Asimismo, debemos recordar la contribución del 
			anterior Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, 
			Miguel Ángel Moratinos, quien brindó facilidades a la labor 
			humanitaria de la iglesia, de manera que aquellos que manifestaron 
			ese deseo o aceptaron la idea, viajaran al exterior en unión de sus 
			familiares. Otros decidieron permanecer en Cuba. Hemos soportado pacientemente las implacables 
			campañas de desprestigio en materia de derechos humanos, concertadas 
			desde Estados Unidos y varios países de la Unión Europea, que nos 
			exigen nada menos que la rendición incondicional y el desmontaje 
			inmediato de nuestro régimen socialista y alientan, orientan y 
			ayudan a los mercenarios internos a desacatar la ley.  Al respecto, es necesario aclarar que lo que nunca 
			haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución, 
			puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del 
			socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer 
			deber de todos los patriotas cubanos. Nos esperan días y años de intenso trabajo y de 
			enorme responsabilidad para preservar y desarrollar, sobre bases 
			firmes y sustentables, el futuro socialista e independiente de la 
			Patria.  Hasta aquí el Informe Central al VI Congreso. Muchas Gracias. |