(17 de abril de 2011)
Informe Central presentado por el compañero Raúl
Compañeras y compañeros:
Iniciamos esta tarde las sesiones del VI Congreso
del Partido Comunista de Cuba en una fecha trascendental de nuestra
historia, el 50 aniversario de la proclamación del carácter
socialista de la Revolución por parte de su Comandante en Jefe,
Fidel Castro Ruz, el 16 de abril de 1961 al despedir a los caídos en
los bombardeos a las bases aéreas el día anterior, como preludio de
la invasión mercenaria por Playa Girón, organizada y financiada por
el gobierno de Estados Unidos, que formaba parte de sus planes para
destruir la Revolución y restablecer, con el concierto de la
Organización de Estados Americanos (OEA), el dominio sobre Cuba.
Fidel decía entonces al pueblo armado y enardecido:
"Eso es lo que no pueden perdonarnos [...] que hayamos hecho una
Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos [...]
Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y
democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y
por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los
humildes, estamos dispuestos a dar la vida". Fin de la cita.
La respuesta a ese llamado no se hizo esperar y en
el enfrentamiento a la agresión varias horas después, los
combatientes del Ejército Rebelde, policías y milicianos derramaron,
por vez primera, su sangre en defensa del socialismo y alcanzaron la
victoria antes de 72 horas, bajo la conducción del propio compañero
Fidel.
La Revista Militar que presenciamos en la mañana de
hoy, dedicada a las jóvenes generaciones y particularmente la
vibrante marcha del pueblo a continuación, son una prueba elocuente
de las fuerzas de que dispone la Revolución para seguir el ejemplo
de los heroicos combatientes de Playa Girón.
De la misma forma haremos en ocasión del Día
Internacional de los Trabajadores, el próximo primero de mayo, a lo
largo y ancho del país, para patentizar la unidad de los cubanos en
defensa de su independencia y soberanía nacional, conceptos que la
historia ha probado que sólo es posible conquistar con el
socialismo.
Verdadero y amplio ejercicio democrático
Este Congreso, como órgano supremo de la
organización partidista, según se establece en el artículo 20 de sus
Estatutos, que reúne hoy a mil delegados en representación de cerca
de 800 mil militantes agrupados en más de 61 mil núcleos, en la
práctica comenzó el 9 de noviembre del pasado año, cuando fue
presentado el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y
Social del Partido y la Revolución, cuestión que, como ya se ha
indicado, constituye el tema principal del evento, en el cual están
cifradas grandes expectativas del pueblo.
A partir de entonces se celebraron numerosos
seminarios que sirvieron al propósito de esclarecer y profundizar en
el contenido de los Lineamientos y de ese modo preparar
adecuadamente a los cuadros y funcionarios, que a su vez
encabezarían el proceso de discusión con la militancia, las
organizaciones de masas y la población en general.
Durante tres meses, del primero de diciembre del
2010 al 28 de febrero del presente año, se desarrolló el debate, en
el cual participaron 8 millones 913 mil 838 personas en más de 163
mil reuniones efectuadas en el seno de las diferentes
organizaciones, registrándose una cifra superior a tres millones de
intervenciones. Cabe aclarar que en el conjunto de participantes se
incluyen, sin haberse definido con exactitud, decenas de miles de
militantes del Partido y la UJC, que asistieron tanto a las
reuniones de sus núcleos o comités de base como a las celebradas en
los centros de trabajo o estudio y además en las comunidades donde
residen. Es también el caso de quienes no militan y participaron en
sus colectivos de trabajo y posteriormente en los respectivos
barrios.
La propia Asamblea Nacional del Poder Popular dedicó
casi dos jornadas completas en su última sesión ordinaria, el pasado
diciembre, a analizar entre los diputados el proyecto de
Lineamientos.
Este proceso puso de manifiesto la capacidad del
Partido para conducir un diálogo serio y transparente con la
población sobre cualquier asunto, por sensible que éste fuera,
máxime cuando se trata de ir forjando un consenso nacional acerca de
los rasgos que deberán caracterizar al Modelo Económico y Social del
país.
Al propio tiempo, los resultados del debate, por los
datos recopilados, constituyen un formidable instrumento de trabajo,
para la dirección del Gobierno y el Partido a todos los niveles, así
como una suerte de referéndum popular respecto a la profundidad,
alcance y ritmo de los cambios que debemos introducir.
En un verdadero y amplio ejercicio democrático, el
pueblo manifestó libremente sus opiniones, esclareció dudas, propuso
modificaciones, expresó sus insatisfacciones y discrepancias y
también sugirió abordar la solución de otros problemas no contenidos
en el documento.
Una vez más se pusieron a prueba la confianza y
unidad mayoritaria de los cubanos en torno al Partido y la
Revolución, unidad que no niega diferencias de opiniones, sino que
se fortalece y consolida con ellas. Todos los planteamientos, sin
exclusión alguna, fueron incorporados al análisis, lo que permitió
enriquecer el proyecto que se somete a la consideración de los
delegados al Congreso.
No sería infundado expresar que, en su esencia, el
Congreso ya se celebró en medio de ese magnífico debate con la
población. A los delegados nos quedaría en estas sesiones realizar
la discusión final del proyecto y la elección de los órganos
superiores de dirección partidista.
La Comisión de Política Económica del VI Congreso
del Partido, encargada primero de la elaboración del proyecto de
Lineamientos, fue responsabilizada después con la organización del
proceso de su debate y trabajó en las cinco direcciones principales
siguientes:
1. La reformulación de los Lineamientos teniendo en
cuenta las opiniones recogidas.
2. Organización, orientación y control de su
instrumentación.
3. La preparación minuciosa de los cuadros y otros
participantes para la implementación de algunas de las medidas ya en
ejecución en estos momentos.
4. Supervisión sistemática a los organismos y
entidades encargados de poner en práctica las decisiones derivadas
de los Lineamientos y evaluación de sus resultados.
5. Conducción de la divulgación a la población.
En cumplimiento de lo anterior, se reformuló el
proyecto de Lineamientos, el cual fue sometido a análisis, los días
19 y 20 de marzo, en sendas sesiones del Buró Político y el Comité
Ejecutivo del Consejo de Ministros, con la participación del
Secretariado del Comité Central del Partido, los cuadros centro de
la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y demás organizaciones de
masas y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), resultando aprobado
en esa instancia, también en calidad de proyecto, que se distribuyó
a ustedes para su examen durante tres días en el seno de cada una de
las delegaciones provinciales al Congreso, con la intervención
activa de los invitados y que será debatido en las cinco comisiones
de este evento partidista para su aprobación.
A continuación brindaré algunos datos para ilustrar
al pueblo sobre los resultados de la discusión de los Lineamientos,
aunque posteriormente se publicará una información detallada.
El documento original contenía 291 lineamientos, de
los cuales 16 fueron integrados en otros, 94 mantuvieron su
redacción, en 181 se modificó su contenido y se incorporaron 36
nuevos, resultando un total de 311 en el actual proyecto.
Estos números, en simple aritmética, constatan la
calidad de la consulta, donde en mayor o menor medida, algo más de
dos tercios de los lineamientos, exactamente el 68 %, fueron
reformulados.
Este proceso se rigió por el principio de no hacer
depender la validez de una propuesta de la cantidad de opiniones
vertidas. Muestra de ello es que varios de los lineamientos fueron
modificados o suprimidos, partiendo del planteamiento de una sola
persona o un número reducido de ellas.
Asimismo, es necesario explicar que algunos
pronunciamientos no se ven reflejados en esta etapa, ya sea porque
se requiere profundizar en la temática, al no disponerse de las
condiciones requeridas o en otros casos, por entrar en abierta
contradicción con la esencia del socialismo, como por ejemplo, 45
proposiciones que abogaron por permitir la concentración de la
propiedad.
Quiero con esto exponer que, aunque como tendencia
existió en general comprensión y apoyo al contenido de los
lineamientos, no hubo unanimidad ni mucho menos y eso era
precisamente lo que necesitábamos, si de verdad pretendíamos una
consulta democrática y seria con el pueblo.
Por lo anterior, podemos calificar con total
seguridad a los lineamientos como la expresión de la voluntad del
pueblo contenida en la política del Partido, el Gobierno y el
Estado, de actualizar el Modelo Económico y Social con el objetivo
de garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo, así
como el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de
vida, conjugados con la necesaria formación de valores éticos y
políticos de nuestros ciudadanos.
Como era de esperar, en la discusión de los
Lineamientos, la mayor cantidad de proposiciones se concentró en el
capítulo SEXTO "Política Social" y el capítulo SEGUNDO "Políticas
macroeconómicas", sumando ambos el 50.9% del total. Les siguieron,
en orden descendente, los capítulos ONCENO "Políticas para las
Construcciones, Viviendas y Recursos Hidráulicos", el DÉCIMO
"Política para el Transporte" y el capítulo PRIMERO "Modelo de
Gestión Económica". En estos cinco capítulos, del total de 12, se
agrupa el 75% de las opiniones.
Por otra parte, en 33 lineamientos, el 11% del
total, se aglutinó el 67% de las propuestas, siendo los
lineamientos: 162, que trata la eliminación de la libreta de
abastecimientos, el 61 y 62 sobre la política de precios, el 262
acerca de la transportación de pasajeros, el 133 referente a la
educación, el 54 relativo a la unificación monetaria y el 143
asociado a la calidad de los servicios de salud, los que motivaron
una mayor cantidad de proposiciones.
En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio
para las "terapias de choque"
La libreta de abastecimientos y su eliminación fue,
sin dudas, el asunto que provocó más intervenciones de los
participantes en el debate y es lógico que así fuese; dos
generaciones de cubanos han pasado su vida bajo este sistema de
racionamiento que, a pesar de su nocivo carácter igualitarista,
brindó durante décadas a todos los ciudadanos el acceso a alimentos
básicos a precios irrisorios, altamente subsidiados.
Este instrumento de distribución, si bien fue
introducido en los años 60 con una vocación igualitaria en momentos
de escasez, para proteger a nuestro pueblo de la especulación y el
acaparamiento con fines de lucro por parte de unos pocos, se ha
venido convirtiendo, con el decursar de los años, en una carga
insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo, además
de generar ilegalidades diversas en la sociedad.
Como la libreta está diseñada para cubrir a los más
de 11 millones de cubanos por igual, no faltan ejemplos absurdos
como que el café normado se abastece hasta a los recién nacidos. Lo
mismo pasaba con los cigarros hasta septiembre del 2010 que se
surtía sin distinguir a fumadores y no fumadores, propiciando el
crecimiento de este dañino hábito en la población.
En este sensible tema el abanico de opiniones es muy
amplio, desde quienes sugieren suprimirla de inmediato hasta
aquellos que se oponen enfáticamente a su eliminación y proponen
normarlo todo, incluyendo los artículos industriales. Otros opinan
que para combatir el acaparamiento y garantizar el acceso de todos a
los alimentos básicos, debería, en una primera etapa, mantenerse la
cuota normada, aunque los precios dejen de subsidiarse. No pocos
recomiendan privar de la libreta a los que no estudien o trabajen, o
aconsejan que los ciudadanos con mayor ingreso voluntariamente
prescindan de este sistema.
Ciertamente la canasta familiar normada, justificada
en circunstancias históricas concretas, al haberse mantenido durante
tanto tiempo, contradice en su esencia el principio de la
distribución que debe caracterizar al socialismo, o sea, "De cada
cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo" y esta
situación debe ser superada.
Al respecto, considero propicio recordar lo
planteado por el compañero Fidel en el Informe Central al Primer
Congreso del Partido el 17 de diciembre de 1975, cito: "En la
conducción de nuestra economía hemos adolecido indudablemente de
errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la realidad de
que existen leyes económicas objetivas a las cuales debemos
atenernos". Fin de la cita.
El problema que enfrentamos no es de concepto,
radica en cómo, cuándo y con qué gradualidad lo haremos. La
supresión de la libreta no constituye un fin en sí mismo, ni puede
verse como una decisión aislada, sino como una de las principales
medidas que será imprescindible aplicar para erradicar las profundas
distorsiones existentes en el funcionamiento de la economía y la
sociedad en su conjunto.
A nadie en su sano juicio en la dirección de este
país se le puede ocurrir decretar de golpe la eliminación de ese
sistema, sin previamente crear las condiciones para ello, lo que se
traduce en realizar otras transformaciones del Modelo Económico en
aras de incrementar la eficiencia y la productividad del trabajo, de
modo que se puedan garantizar con estabilidad niveles de producción
y oferta de los productos y servicios básicos a precios no
subsidiados y a la vez accesibles a todos los ciudadanos.
Este asunto, lógicamente, guarda estrecha relación
con los precios y la unificación monetaria, los salarios y el
fenómeno de la "pirámide invertida", que como se aclaró en el
Parlamento el pasado 18 de diciembre, se expresa en la no
correspondencia de la retribución salarial con la jerarquía e
importancia de la labor desempeñada, problemáticas que se reflejaron
en alta proporción en los planteamientos realizados.
En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio
para las "terapias de choque" en contra de los más necesitados y que
son, tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor
firmeza, a diferencia de los paquetes de medidas que se emplean con
frecuencia por mandato del Fondo Monetario Internacional y otras
organizaciones económicas internacionales en detrimento de los
pueblos del Tercer Mundo e incluso, en los últimos tiempos, en las
naciones más desarrolladas, donde se reprimen con violencia las
manifestaciones populares y estudiantiles.
La Revolución no dejará a ningún cubano desamparado
y el sistema de atención social se está reorganizando para asegurar
el sostenimiento diferenciado y racional de aquellos que realmente
lo requieran. En lugar de subsidiar masivamente productos, como
hacemos ahora, se pasará progresivamente al apoyo de personas sin
otro sostén.
Este principio conserva total vigencia en el
reordenamiento de la fuerza laboral, ya en marcha, para reducir las
plantillas infladas en el sector estatal, bajo estricta observancia
de la idoneidad demostrada, proceso que continuará adelante, sin
prisas, pero sin pausa y su ritmo estará determinado por nuestra
capacidad de ir creando las condiciones requeridas para su total
despliegue.
A ello deberá contribuir, entre otros factores, la
ampliación y flexibilización del trabajo en el sector no estatal.
Esta forma de empleo, a la que se han acogido algo más de 200 mil
cubanos de octubre del pasado año a la fecha, duplicándose la
cantidad de trabajadores por cuenta propia, constituye una
alternativa laboral amparada en la legislación vigente y por tanto,
debe contar con el apoyo, respaldo y protección de las autoridades,
a todos los niveles, al tiempo que se exija, con el rigor que
demanda la ley, el estricto cumplimiento de sus obligaciones,
incluyendo las tributarias.
El incremento del sector no estatal de la economía,
lejos de significar una supuesta privatización de la propiedad
social, como afirman algunos teóricos, está llamado a convertirse en
un factor facilitador para la construcción del socialismo en Cuba,
ya que permitirá al Estado concentrarse en la elevación de la
eficiencia de los medios fundamentales de producción, propiedad de
todo el pueblo y desprenderse de la administración de actividades no
estratégicas para el país.
Ello, por otra parte, favorecerá que el Estado
continúe asegurando a toda la población por igual y de manera
gratuita, los servicios de Salud y Educación, protegerlos de forma
adecuada mediante los sistemas de Seguridad y Asistencia Social,
promover la cultura física y el deporte en todas sus manifestaciones
y defender la identidad y la conservación del patrimonio cultural y
la riqueza artística, científica e histórica de la nación.
El Estado Socialista tendrá entonces mayores
posibilidades de hacer realidad el pensamiento martiano que preside
a nuestra Constitución: "Yo quiero que la Ley primera de nuestra
República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del
hombre".
Corresponde al Estado defender la soberanía e
independencia nacional, valores que enorgullecen a los cubanos y
continuar garantizando el orden público y la seguridad ciudadana que
distinguen a Cuba por ser uno de los países más seguros y tranquilos
del mundo, sin narcotráfico ni crimen organizado, sin niños o
adultos mendigos, sin trabajo infantil, sin cargas de caballería
contra los trabajadores, estudiantes u otros sectores de la
población, sin ejecuciones extrajudiciales, cárceles clandestinas ni
torturas, a pesar de las campañas que sin prueba alguna
constantemente se orquestan contra nosotros, ignorando con marcada
intención que todas esas realidades son, en primer lugar, derechos
humanos fundamentales, a los que ni siquiera se puede aspirar por la
mayoría de los habitantes del planeta.
Ahora bien, para poder garantizar todas esas
conquistas del socialismo sin retroceder en su calidad y alcance,
los programas sociales deben caracterizarse por una mayor
racionalidad, de manera que con gastos menores se obtengan
resultados superiores y sostenibles en el futuro y que además
guarden una adecuada correlación con la situación económica general
de la nación.
Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada
definitivamente para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de
las fuerzas productivas
Como se aprecia en los Lineamientos, estas ideas
tampoco están reñidas con la importancia que otorgamos a la
separación precisa del papel que corresponde jugar en la economía a
los organismos estatales, por una parte, y a las empresas por la
otra, asunto que por décadas se ha visto plagado de confusiones e
improvisaciones y que estamos obligados a solucionar a mediano plazo
en el marco del perfeccionamiento y fortalecimiento de la
institucionalidad.
La comprensión plena de estos conceptos nos
permitirá avanzar con solidez y sin retrocesos en la paulatina
descentralización de facultades, desde el Gobierno Central hacia las
administraciones locales y desde los ministerios y otras entidades
nacionales en favor de la autonomía creciente de la empresa estatal
socialista.
El modelo excesivamente centralizado que caracteriza
actualmente nuestra economía deberá transitar, con orden y
disciplina y con la participación de los trabajadores, hacia un
sistema descentralizado, en el que primará la planificación, como
rasgo socialista de dirección, pero no ignorará las tendencias
presentes en el mercado, lo que contribuirá a la flexibilidad y
permanente actualización del plan.
La experiencia práctica nos ha enseñado que el
exceso de centralización conspira contra el desarrollo de la
iniciativa en la sociedad y en toda la cadena productiva, donde los
cuadros se acostumbraron a que todo se decidiera "arriba" y en
consecuencia, dejaban de sentirse responsabilizados con los
resultados de la organización que dirigían.
Nuestros empresarios, salvo excepciones, se
acomodaron a la tranquilidad y seguridad de la "espera" y
desarrollaron alergia por el riesgo que entraña la acción de adoptar
decisiones, o lo que es lo mismo: acertar o equivocarse.
Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada
definitivamente para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de
las fuerzas productivas. Es una tarea de importancia estratégica y
no es casual que esté recogida, de una u otra manera, en los 24
lineamientos del capítulo PRIMERO, "Modelo de Gestión Económica".
En esta materia no podemos admitir improvisaciones o
apresuramientos. Para descentralizar y cambiar la mentalidad, es
requisito obligado elaborar el marco regulatorio que defina con
claridad las facultades y funciones de cada eslabón, desde la nación
a la base, acompañadas invariablemente por los procedimientos de
control contable, financiero y administrativo.
Ya se viene avanzando en esta dirección. Desde hace
casi dos años se iniciaron los estudios para perfeccionar el
funcionamiento, así como la estructura y composición de los órganos
de Gobierno en los diferentes niveles de dirección, obteniéndose
como resultado la puesta en vigor del Reglamento del Consejo de
Ministros, la reorganización del sistema de trabajo con los cuadros
del Estado y el Gobierno, la introducción de procedimientos de
planificación de las actividades principales, el establecimiento de
las bases organizativas para disponer de un sistema de información
del Gobierno, efectivo y oportuno, con su infraestructura de
infocomunicaciones y la creación, con carácter experimental, bajo
una nueva concepción funcional y estructural, de las provincias
Mayabeque y Artemisa.
Para comenzar a descentralizar facultades, deberá
rescatarse por parte de los cuadros estatales y empresariales, el
notorio papel que corresponde jugar al contrato en la economía, tal
y como se expresa en el lineamiento número 10. Ello también
contribuirá a restablecer la disciplina y el orden en los cobros y
pagos, asignatura con calificaciones insatisfactorias en buena parte
de nuestra economía.
Como subproducto no menos importante, el uso
adecuado del contrato como herramienta reguladora de las
interrelaciones entre los diferentes actores económicos, devendrá un
efectivo antídoto contra el extendido hábito del "reunionismo", o lo
que es lo mismo, el exceso de reuniones, chequeos y otras
actividades colectivas, frecuentemente presididas por un nivel
superior y con la asistencia improductiva de numerosos
participantes, para hacer cumplir lo que las dos partes de un
contrato han firmado como deberes y derechos y que por falta de
exigencia nunca han reclamado su cumplimiento ante las instancias
que el propio documento contractual estableció.
Al respecto cabe destacar las 19 opiniones, en 9
provincias, que reclamaron la necesidad de disminuir a lo
imprescindible el número de reuniones y su duración. Este tema lo
retomaré más adelante, cuando aborde el funcionamiento del Partido.
Estamos convencidos de que la tarea que tenemos por
delante en este y en los demás asuntos vinculados a la actualización
del Modelo Económico, está llena de complejidades e interrelaciones
que tocan, en mayor o menor medida, todas las facetas de la sociedad
en su conjunto y por ello sabemos que no es una cuestión a resolver
en un día, ni siquiera en un año y que demandará por lo menos un
quinquenio desplegar su implementación con la armonía e integralidad
requeridas y cuando esto se logre, es necesario no detenernos jamás
y trabajar en su perfeccionamiento de manera permanente para estar
en condiciones de superar los nuevos retos que el desarrollo nos
vaya dictando.
Se podría afirmar, haciendo un símil, que cada
cierto tiempo, en la medida que se modifique el escenario, el país
debe confeccionarse un traje a su medida.
No nos hacemos ilusiones de que los Lineamientos y
las medidas para la implementación del Modelo Económico, por sí
solas constituirán el remedio universal para todos nuestros males.
Se requerirá a la par elevar a planos superiores la sensibilidad
política, el sentido común, la intransigencia ante las violaciones y
la disciplina de todos, en primer lugar de los cuadros de dirección.
Lo anterior ha quedado evidenciado fehacientemente
en las deficiencias presentadas en la instrumentación, en meses
recientes, de algunas medidas puntuales, no complejas ni de gran
envergadura, a causa de los obstáculos burocráticos y la falta de
previsión de los órganos locales de gobierno, manifestados en la
ampliación del trabajo por cuenta propia.
No es ocioso reiterar que nuestros cuadros tienen
que habituarse a trabajar con los documentos rectores que emiten los
órganos facultados y abandonar el irresponsable vicio de
engavetarlos. La vida nos ha aleccionado que no basta con promulgar
una buena norma jurídica, con independencia de que se trate de una
ley o una sencilla resolución. Es preciso además, preparar a los
encargados de ejecutarlas, supervisarlos y comprobar el dominio
práctico de lo establecido. Recuérdese que no hay peor ley que
aquella que no se cumple o no se hace cumplir.
El sistema de escuelas del Partido a nivel de
provincia y nación, en paralelo a la obligada reorientación de sus
propios programas, jugará un papel protagónico en la preparación y
recalificación continua en estas materias de los cuadros
partidistas, administrativos y empresariales con el concurso de las
instituciones especializadas del sector de la educación y la valiosa
contribución de los afiliados a la Asociación Nacional de
Economistas y Contadores, tal y como ha quedado demostrado durante
el debate de los Lineamientos.
Al propio tiempo, con el propósito de jerarquizar
apropiadamente la introducción de los cambios requeridos, el Buró
Político acordó proponer al Congreso la constitución de una Comisión
Permanente del Gobierno para la Implementación y Desarrollo,
subordinada al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros,
la cual, sin menoscabo de las funciones que corresponden a los
respectivos Organismos de la Administración Central del Estado,
tendrá la responsabilidad de controlar, verificar y coordinar las
acciones de todos los involucrados en esta actividad, así como
proponer la incorporación de nuevos lineamientos, lo que será
imprescindible en el futuro.
En este sentido hemos considerado conveniente
recordar la orientación que el compañero Fidel incluyó en su Informe
Central al Primer Congreso del Partido, hace ya casi 36 años, acerca
del Sistema de Dirección de la Economía, que entonces nos
proponíamos implantar y que por nuestra falta de sistematicidad,
control y exigencia se malogró, cito: "Que los dirigentes del
Partido y sobre todo los del Estado hagan cosa propia y asunto de
honor su implantación, tomen conciencia de su importancia vital y de
la necesidad de luchar con todo su esfuerzo por aplicarlo
consecuentemente, siempre bajo la dirección de la Comisión Nacional
creada al efecto [...], y concluía: "[...] divulgar ampliamente el
sistema, sus principios y sus mecanismos a través de una literatura
al alcance de las masas, para que sea un asunto que dominen los
trabajadores. El éxito del sistema dependerá en medida decisiva del
dominio del mismo que tengan los trabajadores". Fin de la cita.
No me cansaré de repetir que en esta Revolución todo
está dicho y la mejor muestra de ello son las ideas de Fidel que ha
venido publicando el periódico Granma, Órgano Oficial del
Partido, a lo largo de estos últimos años.
Lo único que puede hacer fracasar a la Revolución
y el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo el futuro de la nación,
es nuestra incapacidad para superar los errores
Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la
misma suerte que los acuerdos de los anteriores, casi todos
olvidados sin haberse cumplido. Lo que acordemos en esta y en
futuras ocasiones debe constituir una guía para la conducta y la
acción de los militantes y dirigentes del Partido y, para garantizar
su materialización, refrendarse en los instrumentos jurídicos que
corresponda dictar a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el
Consejo de Estado o el Gobierno, según sean sus facultades
legislativas, de acuerdo con la Constitución.
Es saludable aclarar, para evitar interpretaciones
erróneas, que los acuerdos de los congresos y de otros órganos de
dirección partidista no se convierten por sí mismos en leyes, sino
que son orientaciones de carácter político y moral, que compete al
Gobierno, que es quien administra, regular su aplicación.
Por esta razón, la Comisión Permanente de
Implementación y Desarrollo incluirá un Subgrupo Jurídico compuesto
por especialistas de alta calificación, el cual coordinará con los
organismos correspondientes, en estricto apego a la
institucionalidad, las modificaciones requeridas en el plano legal
para acompañar la actualización del Modelo Económico y Social,
simplificando y armonizando el contenido de cientos de resoluciones
ministeriales, acuerdos del Gobierno, decretos-leyes y leyes y
consecuentemente proponer, en su debido momento, la introducción de
los ajustes pertinentes en la propia Constitución de la República.
Sin esperar a tenerlo todo elaborado, se encuentran
en fase avanzada las normativas jurídicas asociadas a la compraventa
de viviendas y de automóviles, la modificación del Decreto-Ley 259
para ampliar los límites de tierra ociosa a entregar en usufructo a
aquellos productores agropecuarios con resultados destacados, así
como el otorgamiento de créditos a los trabajadores por cuenta
propia y a la población en general.
Igualmente, consideramos conveniente proponer al
Congreso que el futuro Comité Central incluya, como primer punto, en
todos sus plenos, que deberán celebrarse no menos de dos veces al
año, un informe del estado de la implementación de los acuerdos
adoptados en este evento acerca de la actualización del Modelo
Económico y como segundo, el análisis sobre el cumplimiento del plan
de la economía, ya sea del primer semestre o del año en cuestión.
Asimismo recomendaremos a la Asamblea Nacional del
Poder Popular, emplear un proceder semejante en sus sesiones
ordinarias, con el propósito de potenciar el protagonismo inherente
a su condición de órgano supremo del poder del Estado.
Partiendo de la profunda convicción de que nada de
lo que hacemos es perfecto y que lo que pareciera serlo hoy, no lo
será mañana frente a nuevas circunstancias, los órganos superiores
del Partido y del Poder Estatal y Gubernamental deben mantener una
sistemática y estrecha vigilancia sobre este proceso y ser capaces
de introducir oportunamente los ajustes apropiados para corregir
efectos negativos.
Se trata, compañeras y compañeros, de estar alertas,
poner los pies y los oídos sobre la tierra y cuando surja un
problema práctico, en cualquier esfera o lugar, los cuadros en los
distintos niveles actúen con prontitud e intencionalidad y no
volvamos a dejarle al tiempo su solución, pues por experiencia
propia conocemos, que lo único que sucede es que se complica todavía
más.
Del mismo modo, debemos cultivar y preservar la
interrelación incesante con las masas, despojada de todo formalismo,
para retroalimentarnos eficazmente de sus preocupaciones e
insatisfacciones y que sean precisamente ellas quienes indiquen el
ritmo de los cambios que deban introducirse.
La atención a incomprensiones recientes, asociadas a
la reorganización de algunos servicios básicos, demuestra que cuando
el Partido y el Gobierno, cada uno cumpliendo su rol, con métodos y
estilos distintos, actúan con rapidez y armonía atendiendo las
preocupaciones de la población y le razonan a ésta con claridad y
sencillez, se logra el respaldo a la medida y se fomenta la
confianza del pueblo en sus dirigentes.
En la consecución de este empeño la prensa cubana,
en sus diferentes formatos, está llamada a jugar un papel decisivo
con el esclarecimiento y difusión objetiva, constante y crítica de
la marcha de la actualización del Modelo Económico, de modo que con
artículos y trabajos sagaces y concretos, en un lenguaje accesible
para todos, se vaya fomentando en el país una cultura sobre estos
temas.
En este frente se requiere también dejar atrás,
definitivamente, el hábito del triunfalismo, la estridencia y el
formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales
escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y
estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión
pública, lo que supone elevar la profesionalidad y los conocimientos
de nuestros periodistas; si bien es cierto que, a pesar de los
acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, en
la mayoría de las veces ellos no cuentan con el acceso oportuno a la
información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas
responsabilizados de las temáticas en cuestión. La suma de estos
factores explica la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales
aburridos, improvisados y superficiales.
No menos importante será el aporte que nuestros
medios de difusión masiva deben propiciar a favor de la cultura
nacional y de la recuperación de valores cívicos en la sociedad.
Pasando a otro asunto vital, que guarda una relación
muy estrecha con la actualización del Modelo Económico y Social del
país y que debe ayudar a su materialización; nos proponemos celebrar
una Conferencia Nacional del Partido, para llegar a conclusiones
respecto a las modificaciones de sus métodos y estilo de trabajo,
con el objetivo de concretar en su actuar, para hoy y siempre, el
contenido del artículo 5 de la Constitución de la República donde se
establece que la organización partidista es la vanguardia organizada
de la nación cubana y fuerza dirigente superior de la sociedad y del
Estado.
Inicialmente habíamos concebido convocar esta
Conferencia para diciembre de 2011, sin embargo, teniendo en cuenta
las complicaciones propias del último mes del año y la conveniencia
de contar con una prudente reserva de tiempo para puntualizar
detalles, proyectamos realizar ese evento a finales de enero de
2012.
Ya el pasado 18 de diciembre expliqué ante el
Parlamento, que debido a las deficiencias presentadas por los
órganos administrativos del Gobierno en el cumplimiento de sus
funciones, el Partido durante años se vio involucrado en tareas que
no le corresponden, limitando y comprometiendo su papel.
Estamos convencidos de que lo único que puede hacer
fracasar a la Revolución y el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo
el futuro de la nación, es nuestra incapacidad para superar los
errores que hemos cometido durante más de 50 años y los nuevos en
que pudiéramos incurrir.
Lo primero que debemos hacer para enmendar un error
es reconocerlo conscientemente en toda su dimensión y el hecho real
es que, a pesar de que desde los primeros años de la Revolución
Fidel diferenció con claridad los papeles del Partido y el Estado,
no fuimos consecuentes en el cumplimiento de sus instrucciones y nos
dejamos llevar por las urgencias y la improvisación.
Qué mejor ejemplo que lo expresado por el líder de
la Revolución en fecha tan temprana como el 26 de marzo de 1962, en
comparecencia ante la radio y la televisión para explicar al pueblo
los métodos y el funcionamiento de las Organizaciones
Revolucionarias Integradas (ORI), que antecedieron al Partido,
cuando dijo:
"[...] el Partido dirige, dirige a través de todo el
Partido y dirige a través de la administración pública. Un
funcionario tiene que tener autoridad. Un ministro tiene que tener
autoridad, un administrador tiene que tener autoridad, discutir todo
lo que sea necesario con el Consejo Técnico Asesor (hoy Consejo de
Dirección), discutir con las masas obreras, discutir con el núcleo,
pero decide el administrador, porque la responsabilidad es suya
[...]". Fin de la cita. Esa orientación se impartió hace 49
años.
Existen conceptos muy bien definidos y que en
esencia conservan plena validez para alcanzar el éxito en esta
dirección, con independencia del tiempo transcurrido desde que Lenin
los formulara, hace ya casi 100 años, los cuales deben ser
nuevamente retomados, de acuerdo con las características y
experiencia de nuestro país.
En 1973, en el marco del proceso preparatorio del
Primer Congreso, quedó definido que el Partido dirige y controla a
través de vías y métodos que le son propios y que se diferencian de
las vías, métodos y recursos de que dispone el Estado para ejercer
su autoridad. Las directivas, resoluciones y disposiciones del
Partido no poseen directamente carácter jurídico obligatorio para
todos los ciudadanos, debiendo ser cumplidas tan solo por sus
militantes a conciencia, pues para ello no dispone de ningún aparato
de fuerza y coerción. Esta es una diferencia importante del papel y
los métodos del Partido y del Estado.
El poder del Partido descansa básicamente en su
autoridad moral, en la influencia que ejerce sobre las masas y en la
confianza que el pueblo deposita en él. La acción del Partido se
fundamenta, ante todo, en el convencimiento que emana de sus actos y
de la justeza de su línea política.
El poder del Estado parte de su autoridad material,
que consiste en la fuerza de las instituciones encargadas de exigir
a todos cumplir las normas jurídicas que emite.
El daño que provoca la confusión en estos conceptos,
se expresa, en primer lugar, en el debilitamiento del trabajo
político que debe realizar el Partido, y en segundo lugar, en el
deterioro de la autoridad del Estado y el Gobierno, pues los
funcionarios dejan de sentirse responsables de sus decisiones.
Se trata, compañeras y compañeros, de despojar para
siempre al Partido de todas las actividades no propias de su
carácter de organización política, en pocas palabras, liberarse de
funciones administrativas y dedicarnos cada quien a lo que nos toca.
Recomendable limitar, a un máximo de dos períodos
consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y
estatales fundamentales
Muy vinculadas con estas concepciones erróneas están
las deficiencias en la política de Cuadros del Partido, la cual
también deberá ser objeto de análisis por la citada Conferencia
Nacional. No pocas lecciones amargas nos han legado los desaciertos
sufridos en este ámbito a causa de la falta de rigor y visión que
abrieron brechas a la promoción acelerada de cuadros inexpertos e
inmaduros a golpe de simulación y oportunismo, actitudes alimentadas
también por el erróneo concepto de que para ocupar un cargo de
dirección se exigía, como requisito tácito, militar en el Partido o
la Juventud Comunista.
Esta práctica hay que abandonarla resueltamente y,
salvo para las responsabilidades propias de las organizaciones
políticas, la militancia no debe significar una condición vinculante
al desempeño de puesto de dirección alguno en el Gobierno o el
Estado, sino la preparación para ejercerlos y la disposición de
reconocer como suyos la política y el Programa del Partido.
Los dirigentes no surgen de escuelas ni del
amiguismo favorecedor, se hacen en la base, desempeñando la
profesión que estudiaron, en contacto con los trabajadores y deben
ascender gradualmente a fuerza del liderazgo que sólo otorga ser
ejemplo en el sacrificio y los resultados.
En este sentido, considero que la dirección del
Partido, a todos los niveles, debe hacerse una severa autocrítica y
adoptar las medidas necesarias para evitar la reaparición de tales
tendencias. Ello, a su vez, es aplicable a la insuficiente
sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a
cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la
base del mérito y las condiciones personales.
No haber resuelto este último problema en más de
medio siglo es una verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras
conciencias durante muchos años, porque sencillamente no hemos sido
consecuentes con las incontables orientaciones que desde los
primeros días del triunfo revolucionario y a lo largo de los años
nos impartió el compañero Fidel, porque además la solución de esta
desproporción formó parte de los acuerdos adoptados por el
trascendental Primer Congreso del Partido y los cuatro que le
sucedieron y no aseguramos su cumplimiento.
Asuntos como estos, que definen el futuro, jamás
deberán volverse a guiar por la espontaneidad, sino por la previsión
y la más firme intencionalidad política de preservar y perfeccionar
el socialismo en Cuba.
A pesar de que no dejamos de hacer varios intentos
para promover jóvenes a cargos principales, la vida demostró que no
siempre las selecciones fueron acertadas. Hoy afrontamos las
consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente
preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las
nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el
Gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo
del quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar
tan pronto como concluya el Congreso.
A esto contribuirá, además, el fortalecimiento del
espíritu democrático y el carácter colectivo del funcionamiento de
los órganos de dirección del Partido y del poder estatal y
gubernamental, al tiempo que se garantice el rejuvenecimiento
sistemático en toda la cadena de cargos administrativos y
partidistas, desde la base hasta los compañeros que ocupan las
principales responsabilidades, sin excluir al actual Presidente de
los Consejos de Estado y de Ministros ni al Primer Secretario del
Comité Central que resulte electo en este Congreso.
Al respecto, hemos arribado a la conclusión de que
resulta recomendable limitar, a un máximo de dos períodos
consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y
estatales fundamentales. Ello es posible y necesario en las actuales
circunstancias, bien distintas a las de las primeras décadas de la
Revolución, aún no consolidada y por demás sometida a constantes
amenazas y agresiones.
El reforzamiento sistemático de nuestra
institucionalidad, será a la vez condición y garantía imprescindible
para que esta política de renovación de los cuadros jamás ponga en
riesgo la continuidad del socialismo en Cuba.
En esta esfera estamos empezando con un primer paso,
al reducir sustancialmente la nomenclatura de los cargos de
dirección, que correspondía aprobar a las instancias municipales,
provinciales y nacionales del Partido y delegar a los dirigentes
ministeriales y empresariales facultades para el nombramiento,
sustitución y aplicación de medidas disciplinarias a gran parte de
los jefes subordinados, asistidos por las respectivas comisiones de
cuadros, en las cuales el Partido está representado y opina, pero
las preside el dirigente administrativo, que es quien decide. La
opinión de la organización partidista es valiosa, pero el factor que
determina es el jefe, ya que debemos preservar y potenciar su
autoridad, en armonía con el Partido.
En cuanto a la vida interna, tema que del mismo modo
remitimos al análisis de la Conferencia, pensamos que debemos
meditar en los efectos contraproducentes de viejos hábitos que nada
tienen que ver con el papel de vanguardia de la organización en la
sociedad, entre ellos la superficialidad y formalismo con que se
desarrolla el trabajo político-ideológico, la utilización de métodos
y términos anticuados que no toman en cuenta el nivel de instrucción
de los militantes, la realización de reuniones excesivamente
extensas y con frecuencia dentro de la jornada laboral, que debe ser
sagrada, en primer lugar para los comunistas; con agendas muchas
veces inflexibles indicadas por el organismo superior, sin
diferenciar el escenario en que se desarrolla la vida de los
militantes, las frecuentes convocatorias a actividades
conmemorativas formales, con discursos más formales todavía, y la
organización de trabajos voluntarios en los días de descanso sin
contenido real ni la debida coordinación, generando gastos y
difundiendo el disgusto y la apatía entre nuestros compañeros.
Estos criterios son aplicables también a la
emulación, movimiento que con los años fue perdiendo su esencia
movilizadora de los colectivos obreros, al transformarse en un
mecanismo alternativo de distribución de estímulos morales y
materiales, no siempre justificados con resultados concretos y que
en no pocas ocasiones generó fraudes en la información.
La Conferencia deberá además, considerar las
relaciones del Partido con la Unión de Jóvenes Comunistas y las
organizaciones de masas para despojarlas de esquematismos y rutinas
y que todas rescaten su razón de ser, adecuada a las condiciones
actuales.
En síntesis, compañeras y compañeros, la Conferencia
Nacional se centrará en potenciar el papel del Partido, como máximo
exponente de la defensa de los intereses del pueblo cubano.
Para alcanzar esta meta se hace imprescindible
cambiar la mentalidad, dejar de lado el formalismo y la fanfarria en
las ideas y las acciones, o lo que es lo mismo, desterrar el
inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías para llegar a
las esencias más profundas de las cosas, como brillantemente
demuestran en la obra de teatro "Abracadabra" los niños de la
compañía "La Colmenita".
Sólo así el Partido Comunista de Cuba podrá estar en
condiciones de ser, para todos los tiempos, el digno heredero de la
autoridad y la confianza ilimitada del pueblo en la Revolución y en
su único Comandante en Jefe, el compañero Fidel Castro Ruz, cuyo
aporte moral y liderazgo indiscutible no dependen de cargo alguno y
que desde su condición de soldado de las ideas no ha cesado de
luchar y contribuir, con sus esclarecedoras reflexiones y otras
acciones, a la causa revolucionaria y a la defensa de la Humanidad
frente a los peligros que la amenazan.
Continuaremos abogando por el Derecho Internacional
y respaldamos el principio de igualdad soberana de los Estados y el
derecho a la libre determinación de los pueblos
A propósito de la situación internacional,
dedicaremos algunos minutos a valorar la coyuntura existente en el
planeta.
La salida de la crisis económica global que afecta a
todas las naciones no se vislumbra por su carácter sistémico. Los
remedios aplicados por los poderosos se han dirigido a proteger a
las instituciones y prácticas que le dieron origen y a descargar el
terrible peso de las consecuencias sobre los trabajadores en sus
propios territorios y en particular en los países subdesarrollados.
La espiral de precios de los alimentos y del petróleo empuja a
cientos de millones de personas a la pobreza extrema.
Los efectos del cambio climático son ya devastadores
y la falta de voluntad política de las naciones industrializadas
impide adoptar las acciones urgentes e imprescindibles para prevenir
la catástrofe.
Vivimos en un mundo convulso en el que se suceden
desastres naturales como los terremotos de Haití, Chile y Japón, al
tiempo que Estados Unidos libra guerras de conquista en Iraq y
Afganistán, que han costado más de un millón de civiles muertos.
Movimientos populares en países árabes se rebelan
contra gobiernos corruptos y opresores, aliados de los Estados
Unidos y la Unión Europea. El lamentable conflicto en Libia, nación
sometida a una brutal intervención militar de la OTAN, ha servido
otra vez de pretexto a esa organización para exceder sus límites
defensivos originales y expandir a escala global las amenazas y
acciones bélicas en resguardo de intereses geoestratégicos y el
acceso al petróleo. El imperialismo y las fuerzas reaccionarias
internas conspiran para desestabilizar otros países, mientras Israel
oprime y masacra al pueblo palestino con total impunidad.
Los Estados Unidos y la OTAN incluyen en sus
doctrinas el intervencionismo agresivo contra los países del Tercer
Mundo para saquear sus recursos, imponen a las Naciones Unidas el
doble rasero y utilizan de forma cada vez más concertada los
poderosos consorcios mediáticos para ocultar o tergiversar los
hechos, según convenga a los centros de poder mundial, en una farsa
hipócrita destinada a engañar a la opinión pública.
En medio de su compleja situación económica, nuestro
país mantiene la cooperación con 101 naciones del Tercer Mundo. En
Haití, el personal médico cubano, tras cumplir 12 años de intenso
trabajo salvando vidas, enfrenta desde enero del 2010, junto a
colaboradores de otros países, las secuelas del sismo y la posterior
epidemia de cólera con entrega admirable.
A la Revolución Bolivariana y al compañero Hugo
Chávez Frías le expresamos la más resuelta solidaridad y compromiso,
conscientes de la importancia del proceso que vive el hermano pueblo
venezolano para Nuestra América, en el Bicentenario de su
independencia.
Igualmente compartimos los anhelos de los
movimientos transformadores en varios países latinoamericanos,
encabezados por prestigiosos líderes que representan los intereses
de las mayorías oprimidas.
Proseguiremos contribuyendo a los procesos
integracionistas de la Alianza Bolivariana para los pueblos de
nuestra América (ALBA), la Unión del Sur (UNASUR) y la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que prepara la
celebración en Caracas de su cumbre inicial en julio del presente
año, el hecho institucional de mayor trascendencia en nuestro
hemisferio durante el último siglo, pues por vez primera nos
agrupamos por nosotros mismos todos los países al sur del Río Bravo.
Nos alientan esta América Latina y el Caribe, cada
vez más unidos e independientes, cuya solidaridad agradecemos.
Continuaremos abogando por el Derecho
Internacional y respaldamos el principio de igualdad soberana de los
Estados y el derecho a la libre determinación de los pueblos.
Rechazamos el uso de la fuerza, la agresión, las guerras de
conquista, el despojo de los recursos naturales y la explotación del
hombre.
Condenamos el terrorismo en todas sus formas, en
particular el terrorismo de Estado. Defenderemos la paz y el
desarrollo para todos los pueblos y lucharemos por el futuro de la
Humanidad.
El gobierno norteamericano no ha cambiado su
política tradicional dirigida a desacreditar y derrocar a la
Revolución, por el contrario, ha continuado el financiamiento de
proyectos para promover directamente la subversión, provocar la
desestabilización e interferir en nuestros asuntos internos. La
actual administración ha decidido algunas medidas positivas, pero
sumamente limitadas.
El bloqueo económico, comercial y financiero de los
Estados Unidos contra Cuba persiste e incluso se intensifica bajo la
actual presidencia, en particular en las transacciones bancarias,
ignorando la condena casi unánime de la comunidad internacional que
se ha venido pronunciando crecientemente por su eliminación durante
19 años consecutivos.
Aunque al parecer, como quedó evidenciado en la
reciente visita al Palacio de La Moneda en Santiago de Chile, a los
gobernantes de Estados Unidos no les agrada remitirse a la historia
al tratar el presente y el futuro; es preciso significar que el
bloqueo contra Cuba no es una cuestión del pasado, por lo que nos
vemos en la obligación de recordar el contenido de un memorando
secreto, desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado
para los asuntos interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril
de 1960, cito: "La mayoría de los cubanos apoyan a Castro [...]
No existe una oposición política efectiva [¼
] El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno [al
gobierno] es provocar el desengaño y el desaliento mediante la
insatisfacción económica y la penuria [¼
] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles
para debilitar la vida económica [¼ ]
negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los
salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre,
desesperación y el derrocamiento del gobierno". Fin de la cita.
Observen la fecha del memorando, 6 de abril de 1960,
casi un año exacto antes de la invasión por Playa Girón.
El memorando en cuestión no surgió por iniciativa de
ese funcionario, sino que se enmarcaba en la política de derrocar a
la Revolución, al igual que el "Programa de Acción Encubierta contra
el régimen de Castro", aprobado por el presidente Eisenhower el 17
de marzo de 1960, 20 días antes que el memorando citado, utilizando
todos los medios disponibles, desde la creación de una oposición
unificada, la guerra sicológica, acciones clandestinas de
inteligencia y la preparación en terceros países de fuerzas
paramilitares capaces de invadir a la isla.
Los Estados Unidos estimularon el terrorismo en las
ciudades y ese mismo año, antes de Playa Girón, fomentaron la
creación de bandas contrarrevolucionarias armadas, abastecidas por
aire y mar, que cometieron saqueos y asesinatos de campesinos,
obreros y jóvenes alfabetizadores hasta su aniquilación definitiva
en 1965.
Los cubanos nunca olvidaremos los 3 mil 478 muertos
y 2 mil 99 incapacitados que han sido víctimas de la política de
terrorismo de Estado.
Ha pasado medio siglo de privaciones y sufrimientos
para nuestro pueblo, que ha sabido resistir y defender su Revolución
y que no está dispuesto a rendirse ni a mancillar la memoria de los
caídos, en los últimos 150 años, desde el comienzo de nuestras
luchas por la independencia.
El gobierno norteamericano no ha cesado de amparar o
proteger a connotados terroristas, mientras prolonga el sufrimiento
y la injusta prisión de los Cinco heroicos luchadores
antiterroristas cubanos.
Su política hacia Cuba no tiene credibilidad ni
sustento moral alguno. Para tratar de justificarla, se esgrimen
pretextos increíbles que, al volverse obsoletos, van cambiando según
la conveniencia de Washington.
Al gobierno de Estados Unidos no debería quedarle
ninguna duda de que la Revolución Cubana saldrá fortalecida de este
Congreso. Si desean seguir aferrados a su política de hostilidad,
bloqueo y subversión, estamos preparados para continuar
enfrentándola.
Reiteramos la disposición al diálogo y asumiremos el
desafío de sostener una relación normal con Estados Unidos, en la
que podamos convivir de manera civilizada con nuestras diferencias,
sobre la base del respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos
internos.
Al mismo tiempo, mantendremos de manera permanente
la prioridad a la defensa, siguiendo las instrucciones del compañero
Fidel, en su Informe Central al Primer Congreso cuando manifestó,
cito: "Mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado y
el pueblo, les prestarán a los servicios de la defensa la máxima
atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La
historia enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este
principio no sobreviven al error".
En el escenario actual y previsible, conserva total
vigencia la concepción estratégica de la "Guerra de Todo el Pueblo",
la cual se enriquece y perfecciona de modo constante. Su sistema de
mando y dirección se ha visto fortalecido, incrementando las
capacidades para reaccionar ante las diferentes situaciones
excepcionales previstas.
La envergadura defensiva del país adquirió una
dimensión superior, tanto en el plano cualitativo como cuantitativo.
Partiendo de los recursos propios disponibles, se elevó el estado
técnico y de mantenimiento, así como de conservación del armamento y
se prosiguió el esfuerzo en la producción y especialmente la
modernización de la técnica militar, teniendo en cuenta sus
prohibitivos precios en el mercado mundial. En esta esfera es justo
reconocer el aporte de decenas de instituciones, civiles y
militares, que demostraron las enormes potencialidades científicas,
tecnológicas y productivas que ha creado la Revolución.
El grado de preparación del territorio nacional,
como teatro de operaciones militares, se ha acrecentado
significativamente, el armamento fundamental se encuentra protegido
al igual que una parte importante de las tropas, de los órganos de
dirección, así como la población.
Se ha establecido la infraestructura de
comunicaciones que asegura el funcionamiento estable del mando a los
diferentes niveles. Se elevaron las reservas materiales de todo
tipo, con mayor escalonamiento y protección.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, o lo que es lo
mismo, el pueblo uniformado, deberán continuar su permanente
perfeccionamiento y preservar ante la sociedad la autoridad y
prestigio conquistados por su disciplina y orden en la defensa del
pueblo y el socialismo.
La unidad entre la doctrina y el pensamiento
revolucionario con relación a la fe y a los creyentes tiene su raíz
en los fundamentos mismos de la nación
Abordaremos ahora otro asunto de la actualidad, no
menos significativo.
El Partido debe estar convencido de que más allá de
los requerimientos materiales y aun de los culturales, existe en
nuestro pueblo diversidad de conceptos e ideas sobre sus propias
necesidades espirituales.
Múltiples son los pensamientos en esta temática del
Héroe Nacional José Martí, hombre que sintetizaba esa conjunción de
espiritualidad y sentimiento revolucionario.
Sobre este tema Fidel se expresaba tempranamente, en
1954 desde el presidio, evocando al mártir del Moncada Renato
Guitart, cito: "La vida física es efímera, pasa inexorablemente,
como han pasado las de tantas y tantas generaciones de hombres, como
pasará en breve la de cada uno de nosotros. Esa verdad debiera
enseñar a todos los seres humanos que por encima de ellos están los
valores inmortales del espíritu.¿Qué sentido tiene aquélla sin
éstos? ¿Qué es entonces vivir? ¡Cómo podrán morir los que por
comprenderlo así, la sacrifican generosamente al bien y a la
justicia!".
Estos valores han estado siempre presentes en su
pensamiento, y así lo reiteró en 1971 al reunirse con un grupo de
sacerdotes católicos en Santiago de Chile: cito: "Yo les digo que
hay diez mil veces más coincidencias del cristianismo con el
comunismo que las que puede haber con el capitalismo".
A esta idea regresará al dirigirse a los miembros de
las iglesias cristianas en Jamaica en 1977; cuando dijo: "Hay que
trabajar juntos para que cuando la idea política triunfe, la idea
religiosa no esté apartada, no aparezca como enemiga de los cambios.
No existen contradicciones entre los propósitos de la religión y los
propósitos del socialismo". Fin de la cita.
La unidad entre la doctrina y el pensamiento
revolucionario con relación a la fe y a los creyentes tiene su raíz
en los fundamentos mismos de la nación, que afirmando su carácter
laico propugnaba como principio irrenunciable la unión de la
espiritualidad con la Patria que nos legara el Padre Félix Varela y
los enunciados pedagógicos de José de la Luz y Caballero, quien fue
categórico al señalar: "Antes quisiera, no digo yo que se
desplomaran las instituciones de los hombres –reyes y emperadores–,
los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el
sentimiento de justicia, ese sol del mundo moral".
En 1991, el IV Congreso del Partido acordó modificar
la interpretación de los estatutos que limitaba el ingreso a la
organización de los revolucionarios creyentes.
La justeza de esta decisión fue confirmada por el
papel que desempeñaron los líderes y representantes de las diversas
instituciones religiosas en las distintas facetas del quehacer
nacional, incluyendo la lucha por el regreso del niño Elián a la
Patria, en la que se destacó en especial el Consejo de Iglesias de
Cuba.
No obstante, se hace necesario continuar eliminando
cualquier prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa
de nuestra Revolución a todas y a todos los cubanos, creyentes o no,
a los que forman parte de las iglesias cristianas, entre las que se
incluyen la católica, las ortodoxas rusa y griega, las evangélicas y
protestantes; al igual que de las religiones cubanas de origen
africano, las comunidades espiritistas, judías, islámica, budista y
las asociaciones fraternales, entre otras. Para cada una de ellas la
Revolución ha tenido gestos de aprecio y concordia.
El inolvidable Cintio Vitier, ese extraordinario
poeta y escritor, quien fuera diputado de nuestra Asamblea Nacional,
con las fuerzas de la pluma y su ética martiana, cristiana y
profundamente revolucionaria, nos legó advertencias para el presente
y la posteridad que debemos recordar.
Escribió Cintio: "Lo que está en peligro, lo
sabemos, es la nación misma. La nación ya es inseparable de la
Revolución que desde el 10 de octubre de 1868 la constituye, y no
tiene otra alternativa: o es independiente o deja de ser en
absoluto.
"Si la Revolución fuera derrotada, caeríamos en el
vacío histórico que el enemigo nos desea y nos prepara, que hasta lo
más elemental del pueblo olfatea como abismo".
Continúa Cintio:
"A la derrota puede llegarse, lo sabemos, por la
intervención del bloqueo, el desgaste interno, y las tentaciones
impuestas por la nueva situación hegemónica del mundo".
Después de afirmar que: "estamos en el momento
más difícil de nuestra historia" sentenció: "obligada a
batirse con la insensatez del mundo al que fatalmente pertenece,
amenazada siempre por las secuelas de oscuras lacras seculares,
implacablemente hostilizada por la nación más poderosa del planeta,
víctima también de torpezas importadas o autóctonas que nunca en la
historia se cometen impunemente, nuestra pequeña isla se aprieta y
se dilata, sístole y diástole, como un destello de esperanza para sí
y para todos". Fin de la cita.
Debemos referirnos al proceso recientemente
concluido de excarcelación de presos contrarrevolucionarios, de
aquellos que en tiempos difíciles y angustiosos para la Patria han
conspirado contra ella al servicio de una potencia extranjera.
Por decisión soberana de nuestro Gobierno fueron
liberados, sin haber cumplido totalmente sus sanciones. Pudimos
hacerlo de manera directa y atribuirnos el mérito cierto de que lo
decidíamos considerando la fortaleza de la Revolución, sin embargo
lo efectuamos en el marco de un diálogo de respeto mutuo, lealtad y
transparencia con la alta jerarquía de la iglesia católica, que
contribuyó con su labor humanitaria a que esta acción concluyera en
armonía y cuyos laureles, en todo caso, corresponden a esa
institución religiosa.
Los representantes de esta Iglesia manifestaron sus
puntos de vista, no siempre coincidentes con los nuestros, pero sí
constructivos. Esa es al menos nuestra apreciación, luego de largas
conversaciones con el Cardenal Jaime Ortega y el Presidente de la
Conferencia Episcopal Monseñor Dionisio García.
Con esta acción hemos favorecido la consolidación
del más precioso legado de nuestra historia y del proceso
revolucionario: la unidad de la nación.
Asimismo, debemos recordar la contribución del
anterior Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España,
Miguel Ángel Moratinos, quien brindó facilidades a la labor
humanitaria de la iglesia, de manera que aquellos que manifestaron
ese deseo o aceptaron la idea, viajaran al exterior en unión de sus
familiares. Otros decidieron permanecer en Cuba.
Hemos soportado pacientemente las implacables
campañas de desprestigio en materia de derechos humanos, concertadas
desde Estados Unidos y varios países de la Unión Europea, que nos
exigen nada menos que la rendición incondicional y el desmontaje
inmediato de nuestro régimen socialista y alientan, orientan y
ayudan a los mercenarios internos a desacatar la ley.
Al respecto, es necesario aclarar que lo que nunca
haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución,
puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del
socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer
deber de todos los patriotas cubanos.
Nos esperan días y años de intenso trabajo y de
enorme responsabilidad para preservar y desarrollar, sobre bases
firmes y sustentables, el futuro socialista e independiente de la
Patria.
Hasta aquí el Informe Central al VI Congreso.
Muchas Gracias. |