(21 de abril de 2011)

La Revolución nació para dar luz y vida

YAIMA PUIG MENESES

Qué porfía la de nuestra historia, la de nuestro pueblo, la de nuestros grandes hombres¼ Qué fuerza la de tantas manos unidas y la de tantas gargantas entonando a viva voz las notas de La Internacional en la histórica sesión de clausura del recién finalizado Sexto Congreso del Partido, donde, al igual que en Girón, el pueblo todo volvió a erigirse protagonista de estos tiempos.

Así es nuestra Cuba, así somos los cubanos, dueños de una Revolución que nació para dar luz y vida, para volverse eternamente inmensa también en cada párrafo del discurso de Raúl, que respondió a la mayoría de las inquietudes de la población, porque precisamente fue escrito para ella.

Cada palabra tiene sus fundamentos en las casi 800 000 opiniones emitidas desde que cinco meses atrás, se iniciara en toda la Isla la discusión del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. A los incrédulos no les ha quedado más remedio que aceptar lo que tantas veces nos dijo Raúl en este periodo: "En este proceso quien decide es el pueblo".

Y justamente sucedió de esa manera, llevándose a cabo "un proceso de profundo carácter democrático y transparente, cuyo protagonismo indiscutible lo asumió el pueblo bajo la dirección del Partido". Un proceso en el cual todas las opiniones se tuvieron en cuenta, en el que fueron a enriquecer nuestra cotidianidad, a mejorarla, a perfeccionarla¼ en ello ha estado pues, el mayor éxito de este ya histórico Sexto Congreso.

Por eso, la palabra convencer estuvo desterrada en los debates. Y así pueden comprobarlo quienes sigan la transmisión que realiza la televisión cubana de los momentos más importantes del debate en comisiones realizado en este recién finalizado Congreso. Cada una de las ideas expresadas allí, devino incuestionable muestra de apoyo a la Revolución, lo cual, como señalara Raúl en el discurso de clausura, "constituye para nosotros motivo de satisfacción y lo más importante, una responsabilidad y compromisos superiores para lograr, con el concurso de todos, la actualización del modelo económico a fin de garantizar el carácter irreversible del Socialismo en Cuba".

Un Socialismo que debemos a la incondicionalidad y sacrificio de muchos y que estamos llamados a preservar las más jóvenes generaciones. Jóvenes sencillos, tímidos o carismáticos, que al igual que otros miles de cubanos nos emocionamos hasta el límite de lo imposible este 19 de abril en el Palacio de Convenciones al ver llegar a Fidel y Raúl a la sesión de clausura del Sexto Congreso. Juntos, y como siempre, guías y luces de la Revolución.

El Sexto Congreso marcó con singular precisión el presente y el futuro de nuestra Patria, y nos dejó, además, la certeza de sentir a Fidel más cerca, más vivo que nunca pues, como acertadamente expresara Raúl en el discurso de clausura, "Fidel es Fidel, y no precisa de cargo alguno para ocupar, por siempre, un lugar cimero en la historia, en el presente y el futuro de la nación cubana".

Quizás hubiéramos deseado expresarle muchas más cosas, pero no fue necesario. El Comandante Julio Camacho Aguilera —a quien correspondió el grandísimo honor de presentar a Raúl como primer Secretario del Partido Comunista de Cuba—, le dijo por nosotros lo que en ese momento muchos sentimos: ¡Fidel, qué alegría tenerte aquí! Aunque nunca has dejado de estar, como estarás siempre en el corazón de todos los cubanos.

Con la certeza de la enorme responsabilidad que tenemos por delante y orgullosos de la confianza que la Revolución ha depositado desde siempre en nuestro pueblo, cada cubano despidió el martes 19 de abril del 2011.

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