Qué
porfía la de nuestra historia, la de nuestro pueblo, la de nuestros
grandes hombres¼ Qué fuerza la de tantas
manos unidas y la de tantas gargantas entonando a viva voz las notas
de La Internacional en la histórica sesión de clausura del recién
finalizado Sexto Congreso del Partido, donde, al igual que en Girón,
el pueblo todo volvió a erigirse protagonista de estos tiempos.
Así es nuestra Cuba, así somos los cubanos, dueños
de una Revolución que nació para dar luz y vida, para volverse
eternamente inmensa también en cada párrafo del discurso de Raúl,
que respondió a la mayoría de las inquietudes de la población,
porque precisamente fue escrito para ella.
Cada palabra tiene sus fundamentos en las casi 800
000 opiniones emitidas desde que cinco meses atrás, se iniciara en
toda la Isla la discusión del Proyecto de Lineamientos de la
Política Económica y Social del Partido y la Revolución. A los
incrédulos no les ha quedado más remedio que aceptar lo que tantas
veces nos dijo Raúl en este periodo: "En este proceso quien decide
es el pueblo".
Y justamente sucedió de esa manera, llevándose a
cabo "un proceso de profundo carácter democrático y transparente,
cuyo protagonismo indiscutible lo asumió el pueblo bajo la dirección
del Partido". Un proceso en el cual todas las opiniones se tuvieron
en cuenta, en el que fueron a enriquecer nuestra cotidianidad, a
mejorarla, a perfeccionarla¼ en ello ha
estado pues, el mayor éxito de este ya histórico Sexto Congreso.
Por eso, la palabra convencer estuvo desterrada en
los debates. Y así pueden comprobarlo quienes sigan la transmisión
que realiza la televisión cubana de los momentos más importantes del
debate en comisiones realizado en este recién finalizado Congreso.
Cada una de las ideas expresadas allí, devino incuestionable muestra
de apoyo a la Revolución, lo cual, como señalara Raúl en el discurso
de clausura, "constituye para nosotros motivo de satisfacción y lo
más importante, una responsabilidad y compromisos superiores para
lograr, con el concurso de todos, la actualización del modelo
económico a fin de garantizar el carácter irreversible del
Socialismo en Cuba".
Un Socialismo que debemos a la incondicionalidad y
sacrificio de muchos y que estamos llamados a preservar las más
jóvenes generaciones. Jóvenes sencillos, tímidos o carismáticos, que
al igual que otros miles de cubanos nos emocionamos hasta el límite
de lo imposible este 19 de abril en el Palacio de Convenciones al
ver llegar a Fidel y Raúl a la sesión de clausura del Sexto
Congreso. Juntos, y como siempre, guías y luces de la Revolución.
El Sexto Congreso marcó con singular precisión el
presente y el futuro de nuestra Patria, y nos dejó, además, la
certeza de sentir a Fidel más cerca, más vivo que nunca pues, como
acertadamente expresara Raúl en el discurso de clausura, "Fidel es
Fidel, y no precisa de cargo alguno para ocupar, por siempre, un
lugar cimero en la historia, en el presente y el futuro de la nación
cubana".
Quizás hubiéramos deseado expresarle muchas más
cosas, pero no fue necesario. El Comandante Julio Camacho Aguilera
—a quien correspondió el grandísimo honor de presentar a Raúl como
primer Secretario del Partido Comunista de Cuba—, le dijo por
nosotros lo que en ese momento muchos sentimos: ¡Fidel, qué alegría
tenerte aquí! Aunque nunca has dejado de estar, como estarás siempre
en el corazón de todos los cubanos.
Con la certeza de la enorme responsabilidad que
tenemos por delante y orgullosos de la confianza que la Revolución
ha depositado desde siempre en nuestro pueblo, cada cubano despidió
el martes 19 de abril del 2011.