General de Brigada (r) Harold Ferrer Martínez Siempre tuvimos una gran fe en la dirección de Fidel La entrevista con el General de Brigada (r) Harold Ferrer Martínez no me resultó fácil, pero no fue por nada especial, sino porque me encontré un ser humano tan sencillo, que es hasta humilde a la hora de conversar. Conocer parte de su vida me costó mucho trabajo. Le fui sacando el relato poco a poco, como el corcho de una botella de vino que se niega a salir y es necesario realizarlo con cuidado para lograr el objetivo LUIS BÁEZ —.¿De qué parte de Oriente es usted? —.Nací el veinticinco de julio de 1938 en San José del antiguo término de El Cobre, perteneciente al actual municipio de Guamá, de la provincia de Santiago de Cuba. Mi padre era pequeño agricultor y mi madre ama de casa. Somos ocho hermanos: cuatro mujeres y cuatro varones.
En San José realicé mi enseñanza primaria. Desde muchacho me gustaron los estudios. Ponía gran atención a las clases. Daba una pierna por lograr una carrera. Por los resultados docentes fui elegido para formar parte de la Delegación Oriental de Estudiantes a un evento en La Habana. Las condiciones de la época no me permitieron pasar de sexto grado. Posteriormente nos mudamos para Sonador, perteneciente al mismo municipio de Guamá dedicándome a ayudar a mis padres en la crianza de ganado y el cultivo de la tierra. Papá compró una finca de treinta y ocho caballerías, fundamentalmente era arrendatario. Estaba cerca de Chivirico. Teníamos aproximadamente quinientas cabezas de ganado. También había sembrado café. El viejo era una persona extremadamente honesta al igual que mi madre. Al incorporarnos a la guerra mi padre y tres de sus hijos, mamá tuvo que darle el frente a los problemas. El ejército destruyó nuestra casa y se apoderó del ganado. Ella pasó mucho trabajo para criar al resto de mis hermanos. —.¿En qué momento se alzó? —.Desde que se produjo el asalto al cuartel Moncada nos había llamado poderosamente la atención la figura de Fidel. Al ocurrir el desembarco del Granma por Las Coloradas, el 2 de diciembre de 1956, comencé a gestionar para incorporarme a las fuerzas guerrilleras en la Sierra Maestra. Cada día nuestra admiración por Fidel fue en aumento. Hicimos gestiones para alzarnos pero no lo logramos. A mediados de septiembre de 1957 Fidel hizo un recorrido por la Sierra Maestra y llegó hasta Sonador. El primero que hizo contacto con él fue mi hermano Arnoldo. El mismo día nos alzamos mi padre y yo. Días más tarde lo hizo mi hermano Omar. —.¿Cómo fue el encuentro con Fidel? —.Al principio se negó a incorporarnos. Le dijo a papá que éramos muy jóvenes, que la vida en las montañas era muy difícil y que cuando el ejército se enterara de que estábamos alzados iba a desbaratar nuestras propiedades. El viejo y nosotros nos mantuvimos firmes. Finalmente, nos aceptó. Con anterioridad, en unión de mis hermanos antes mencionados y de papá, participé en algunas actividades del Movimiento 26 de Julio. —.Ya en la Sierra Maestra, ¿dónde fue ubicado? —.Como soldado en el pelotón de la Comandancia. Pertenecía a la Columna 1 dirigida por nuestro Comandante en Jefe. Durante unos meses pertenecí al grupo de guerrilleros que acompañaba a Fidel en sus diversos recorridos por la Sierra Maestra. Era muy exigente. Existía una severa disciplina. Se comía poco, caminábamos mucho, dormíamos mal. Estábamos en condiciones difíciles. Los hombres que los ejecutábamos teníamos un grado de conciencia alto, claridad de por qué luchábamos y más que nada, una gran fe en la dirección de Fidel. Tuve el honor de estar cerca de Fidel. En definitiva, era un campesino sin mucha preparación y siempre me trató con afecto y consideración. —.¿Permaneció todo el tiempo en la Comandancia? —.No. El 5 de marzo de 1958 formé parte del grupo de combatientes que integraron la Columna 3 del comandante Juan Almeida, que fue la encargada de abrir el Tercer Frente Oriental "Mario Muñoz Monroy". Operé en diferentes zonas e intervine en varios combates. —.¿Dónde terminó la guerra? —.En la Columna del Comandante Guillermo García. La última acción en la que participé fue en la toma del cuartel y la ciudad de Palma Soriano. Al concluir la guerra, fui ascendido a capitán por nuestro Comandante en Jefe. —.¿A qué se dedicó los primeros meses de 1959? —.A raíz del triunfo, Fidel inició rápidamente un trabajo encaminado a elevar la capacidad defensiva de nuestras tropas. En abril de 1959 Fidel se reunió en Managua con un grupo de oficiales y nos manifestó la necesidad de partir hacia Minas del Frío con un numeroso contingente de combatientes del Ejército Rebelde, con vistas a formar unidades mejor preparadas y entrenadas para cualquier contingencia que pudiera ocurrir. La preparación de aquellas columnas fue intensa, por los lomeríos de la Sierra Maestra. Once veces escalaron el Pico Turquino, tras marchas tremendamente agotadoras. En medio de un gran cansancio, aquellos hombres se preparaban para enfrentarse al futuro. Antes de finalizar el entrenamiento, Fidel me designó jefe de la Columna 1 Especial de combate José Martí, de reciente creación. También formó una Columna de Artillería y puso al frente a Leopoldo Cintra Frías (Polo). —.¿Dónde radicaba su Columna? —. Radiqué en varios lugares. Prácticamente vivíamos acuartelados. Todas las semanas Fidel nos visitaba. Era un contacto permanente. Se preocupaba por las necesidades de los combatientes, el estado de la técnica y el armamento. Siempre insistía en la importancia de estar preparados para una posible agresión, elemento que nos enseñó a no descartar nunca. Al mismo tiempo, comenzaron a crearse las primeras unidades de milicias, como una tarea vital para el fortalecimiento de la capacidad combativa de nuestro pueblo. —. Antes de Girón, ¿qué misiones le dieron? —.En el mes de julio de 1960 el Comandante en Jefe me habló de la necesidad de elevar el entrenamiento del personal, teniendo en cuenta la posibilidad real de una agresión por parte de los Estados Unidos. Para cumplir eso me ordenó trasladarme para la Base Granma en el municipio de Mariel y realizar en ese lugar ejercicios de diferentes tipos, tácticas, de tiro, infantería, de artillería y otros. En esos momentos la columna estaba recibiendo armamento y técnica nueva. En ese sitio también recibían entrenamiento en Baterías Antiaéreas de Cuatro Bocas los llamados jóvenes rebeldes que después combatieron con gran heroísmo en Girón. En la capital se formaban cada día nuevas unidades de milicias y miles de mujeres y hombres recibían entrenamiento. Fidel seguía todo eso muy de cerca. —. En la Base Granma, ¿hasta cuándo permaneció? —.Hasta el dos de septiembre de 1960 en que Fidel me ordenó trasladarme de inmediato para la antigua Habana Militar Academia que se encontraba ubicada en el reparto Siboney. Eso respondía a la situación internacional que se estaba viviendo en esos días. Nuestra misión consistía en actuar en cualquier dirección de la Ciudad que fuese necesario, además con los oficiales y soldados, más preparados darles clases a las unidades de milicias que se estaban formando. En ese lugar nos mantuvimos todo el tiempo en disposición combativa. En el mes de octubre retornamos para Cojímar.
Fidel nos visitaba con mucha regularidad. Se preocupaba y estaba atento al más mínimo detalle de la organización y disposición combativa de la columna. A principio del mes de noviembre, una noche alrededor de las 22:00 horas me llamó el Comandante en Jefe. —.¿Con qué intención? —.Después de hacerme varias preguntas me comunicó que me esperaba con la columna a las dos de la madrugada en un punto determinado de la carretera central en la provincia de Matanzas. A la hora señalada estábamos en el sitio previsto.
En ese lugar ya se encontraba Fidel acompañado de un práctico de la zona y otros compañeros. —.¿Qué le planteó? —.Atacar esa noche algunos campamentos de bandidos que existían en la zona. Así lo hicimos. Capturamos un buen número de alzados. La mayoría por instrucciones del Comandante en Jefe fueron liberados con el compromiso de regresar a sus casas. Posteriormente Fidel ordenó organizar una operación que consistía en peinar una franja de terreno entre dos caminos, que tenía aproximadamente 10 kilómetros de ancho para lo cual me subordinó unidades de la milicia. Me instruyó que cada hombre, además de su arma, debía cargar machete para poderse abrir paso en los lugares de difícil acceso sin romper la formación. Los Jefes llevarían banderas para las señales. Desde un helicóptero se ayudaría en la orientación del avance. En la nave iba Fidel. La operación resultó un éxito. En aquellos años Fidel prácticamente no dormía. Se mantenía moviéndose constantemente de un lado para otro. Previendo lo que podría ocurrir. He sido siempre del criterio que ninguna de las agresiones económicas, políticas y militares que hemos sufrido han representado sorpresa alguna para Fidel. El 16 de abril de 1961 participamos en el entierro de las víctimas del bombardeo mercenario. En esos momentos estábamos radicados en Cojímar. Alrededor de las dos de la madrugada Fidel me llamó por teléfono. —.¿Qué le dijo? —.Me preguntó diversas cuestiones sobre la tropa y me comunicó que era muy probable que en las próximas horas tuviéramos que entrar en acción. Aunque no me reveló nada, quedé convencido de que algo grande estaba por ocurrir. —.¿Cómo conoció la noticia del desembarco? —. Me lo comunicó la compañera Celia Sánchez. Ella me informó que se había producido un desembarco mercenario por Playa Girón. En las primeras horas de la mañana Fidel ordenó nuestra partida en dirección a Jovellanos, en la provincia de Matanzas. El desplazamiento de la columna se realizó rápido y bien organizado. —.Ya en Jovellanos, ¿qué ocurrió? —.Llegamos en horas de la tarde. El Comandante en Jefe nos explicó lo que estaba ocurriendo y nos precisó que partiendo de la Laguna del Tesoro, atacámos Playa Larga en cooperación con los tanques del entonces teniente Néstor López Cuba, bajo el apoyo de la artillería. Aniquilar el enemigo en esta región, tomar los emplazamientos mercenarios y continuar el avance en la dirección Punta Perdiz-Girón y, en cooperación con las fuerzas que atacaban desde otras direcciones, culminar con el aniquilamiento de los restos de las fuerzas desembarcadas. Para ello se me había agregado una compañía de bazuqueros. Fidel nos comunicó que, por las características del terreno, por la ubicación del enemigo y tener que realizar las acciones bajo condiciones del combate nocturno, la misión que teníamos era muy compleja y difícil; pero que estuviéramos seguros de que sería recogida en las páginas de la historia. Concluimos el esclarecimiento de las misiones del Comandante en Jefe alrededor de las 16:20 horas e iniciamos el desplazamiento 25 minutos más tarde. A estas alturas se presentó un incidente bastante desagradable para mí, en lo personal. —.¿Qué pasó? —.Sucedió que mientras recibía las instrucciones del compañero Fidel, había delegado en un oficial la tarea de dislocar la columna en una región cercana a la Carretera Central, pues a mí no me había dado tiempo. Resultó que parte de las fuerzas, en medio de la confusión reinante, continuó con otra caravana hacia el este. Tras realizar múltiples esfuerzos por localizar el personal extraviado, me vi en la obligación de comunicarle lo que ocurría a Fidel. —.¿Qué respondió? —.Iniciar el desplazamiento hacia la Laguna del Tesoro, que él se encargaría de localizar el resto de la columna y enviármelo a la región de las acciones combativas. Ya en la Laguna del Tesoro, Fidel nos precisó nuevamente la misión, al compañero Flavio Bravo, entonces Jefe de Operaciones del recién creado Estado Mayor General, a López Cuba y a mí. En horas tempranas de la noche del diecisiete comenzamos el avance hacia Playa Larga. —.¿Conocía el terreno? —.Del terreno solo conocíamos que era una carretera recta y que a diez metros, a ambos lados de la misma, se extendía la ciénaga, por lo cual las unidades no podían desplegarse para el combate. Eso nos obligaba a avanzar en fila india por ambos lados de aquella vía. Impartimos la orden de avanzar sin hacer fuego, pues de hacer lo contrario, podíamos caer bajo la metralla de nuestros propios proyectiles. A medida que avanzábamos, el fuego del enemigo era mucho más intenso y, como es lógico, comenzó a aumentar considerablemente el número de nuestras bajas. Los invasores se defendían con un sistema de fuego bien organizado y que tenía a su favor las características topográficas del lugar, que por ser una carretera recta en medio de la ciénaga, le permitía concentrar todos sus medios: artillería, tanques, medios antitanques, ametralladoras y fusilería sobre un pequeño sector que era nuestro avance obligado. Además, el combate se libraba bajo condiciones nocturnas, acciones que para cualquier ejército moderno no son fáciles y requieren de preparación y entrenamiento especiales. En tales condiciones el mando de las tropas se hacía sumamente difícil porque, aparte de no contar con medios de comunicación de ningún tipo, las condiciones en que avanzábamos nos impedían localizar a los distintos jefes cuando necesitábamos impartirles alguna nueva orden. Durante varias horas nos abrimos camino entre el nutrido fuego del enemigo, que prácticamente no dejaba un sitio en el espacio que no estuviera cubierto por un proyectil trazador. No obstante esas dificultades, el heroísmo y la determinación de nuestros combatientes estuvieron presentes en todo instante y su única preocupación consistía en tomar Playa Larga, aniquilar las fuerzas mercenarias y cumplir la misión que les había asignado el Comandante en Jefe. —. Ante esa situación, ¿qué decisión tomó? —.Partiendo de la necesidad de llegar en el menor tiempo posible a Playa Larga, después de considerar lo dificultoso que se hacía el mando, decidí continuar el avance de forma más rápida con un grupo pequeño de hombres en un serio desafío al volumen de fuego del enemigo y en reto obligatorio a la muerte. Al amanecer del día 18 arribábamos a Playa Larga en medio de una confusión tremenda, pues llegamos a mezclarnos en la oscuridad de la noche con las fuerzas mercenarias que aún no habían abandonado sus posiciones. Con nuestra llegada los mercenarios iniciaron su retirada. En las primeras horas de la mañana, Playa Larga ya se encontraba en manos de la Revolución. —.¿Le dieron nuevas órdenes? —.Ahora mi preocupación no era Playa Larga, sino continuar hacia Girón. Para eso me era imprescindible reagrupar al resto de las fuerzas de la columna. Me di a la tarea de lograrlo en el menor tiempo posible. Cuando prácticamente lo había resuelto me llegó la orden de pasar a la reserva ya que en la dirección de Girón se iban a introducir tropas frescas acabadas de llegar a la zona de operaciones. Se me orientó reabastecernos y estar preparados para cumplir nuevas misiones. —. ¿Ha pasado escuelas militares? —. Sí. Los cursos Básico de Oficiales, Superior de Guerra, Académico Superior y Cursillo de Actualización en Cuba y en la antigua Unión Soviética. También soy graduado de Licenciatura en Ciencias Sociales. —.¿En qué época estuvo en Angola? —. En el periodo de 1977-79. Estuve de Jefe del Regimiento de las Tropas Cubanas en el Sur y en el Este de Angola. Intervine en la Lucha Contra Bandidos. Haber participado en la guerra en Angola fue un elemento de extraordinaria importancia para redondear mi formación militar. Angola resultó el curso más importante de todos los que pasé. —. ¿Qué no se le ha olvidado? —. Hay un hecho que nunca se me ha olvidado. A finales de 1957, en los momentos en que se recrudecía la lucha en la Sierra Maestra, después de una larga caminata, llegamos al firme de una montaña y Fidel se puso a conversar con algunos de los que lo acompañábamos. Muchos de nosotros pensábamos que cuando triunfáramos, con el armamento ocupado a la tiranía, nos convertiríamos en un ejército que nadie intentaría agredir. En esa ocasión Fidel nos explicó que la lucha sería dura, pero que obtendríamos la victoria; sin embargo, dijo que lo más difícil sería lo que vendría después del triunfo, cuando tuviéramos que enfrentarnos a un enemigo mucho más poderoso que no se resignaría a aceptar la Revolución, por lo cual sería un enemigo irreconciliable. Se estaba refiriendo a los Estados Unidos. Siempre recuerdo esas palabras con que nos alertaba ya sobre el futuro. |
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