Querido Fidel:

Lo imagino frente al televisor regocijado, como todos los cubanos, por esta revista militar y esta marcha majestuosas. Cuántos recuerdos, cuántos pensamientos, cuántos acontecimientos, cuántos compañeros que ya no están físicamente... habrán pasado delante suyo integrados a la caballería mambisa, al yate Granma y los 3 mil niños que lo rodeaban, a las agrupaciones de infantería y de medios de combate, armadas con equipamiento modernizado por nuestra industria nacional, y al pueblo noble y extraordinario que desfiló ataviado con los colores de la bandera de la estrella solitaria al grito unánime de ¡Viva Fidel!!!

Como millones de cubanos y quién sabe cuántos millones de amigos en el mundo, ansiábamos verlo en estos días, ayer... y tanto, que muchos, al marchar frente a la tribuna en la Plaza, lo buscaban con la mirada y no pocos se preguntaban ¿dónde está?... Sin embargo, a la par, en lo más interno y en franca contradicción con lo anterior, deseábamos que hiciera caso a los médicos, que fuera disciplinado y que no arriesgara lo avanzado hasta hoy, aunque aquel anhelo de todos quedara pospuesto. "Mejor que no esté, que se cuide... para que pueda estar pronto en su lugar... ", dijeron muchos a mi alrededor, yo entre ellos.

No importa que para alguna prensa extranjera "la noticia" no sea la impresionante demostración de esta hermosa mañana sabatina, ni las justas y hermosas valoraciones que de Ud. se hicieron en el coloquio, idea brillante e inestimable de la Fundación Guayasamín que nunca llegaremos a agradecer lo suficiente, y que sus titulares de estos días giren en torno a "los festejos sin su presencia", por encima del ejemplo y la inspiración que Ud. representa no para "60 oscuros rincones del planeta" sino para más de un centenar de luminosos rincones del Tercer Mundo e, incluso, para millones de ciudadanos del Primero... Estos meses lo han evidenciado fehacientemente.