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Coloquio Internacional
Memoria y Futuro: Cuba y Fidel Abrazo del alma Plenitud de Guayasamín en el
Museo Nacional de Bellas Artes
PEDRO DE LA HOZ
El Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas
Artes inauguró ayer una muy completa exposición de obras del maestro
ecuatoriano. Fue este uno de los momentos culminantes de los eventos que
la Fundación Guayasamín convocó en La Habana para conmemorar el octogésimo
aniversario del líder de la Revolución cubana. Pablo Guayasamín, presidente de esa institución y portavoz
de la familia del pintor en el acto, expresó: "Traemos la voz de 13 millones
de ecuatorianos y de cientos de millones de latinoamericanos que le decimos
a Fidel: feliz cumpleaños". Luego de evocar cómo el 29 de noviembre del 2002, Fidel
viajó a Quito para cumplir un compromiso nacido del corazón: estando en vida
el artista le había prometido asistir a la inauguración de la Capilla del
Hombre, esa magna obra que resume, según palabras del propio Guayasamín,
"toda la tragedia que hemos tenido a través de nuestra vida y de nuestra
historia en América Latina".
Pablo precisó cómo cuatro años más tarde devolvemos esa
visita con la presencia en la capital cubana de cuatro generaciones
descendientes de Guayasamín, y con una extraordinaria muestra del magnífico
legado del artista. Apreciaron la exposición, entre los primeros, el premier de
San Vicente y las Granadinas, doctor Ralph E. Gonsalves; el General de
Cuerpo de Ejército Le Van Dung, miembro del Secretariado del Comité Central
del Partido Comunista de Viet Nam y jefe de la Dirección Política del
Ejército de la hermana nación; el ministro de Defensa de Angola, Cundi
Paihama; y Abel Prieto, miembro del Buró Político y ministro de Cultura de
Cuba. La originalidad de un artista que supo fundir una expresión
de vanguardia con una irreductible vocación social, salta a la vista en la
muestra. Antes de que esa iconografía telúrica y cósmica a la vez
identificara el sello peculiar de Guayasamín, hubo un niño que antes de los
ocho años, sorprendió a sus maestros y condiscípulos con caricaturas. En 1932 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Quito.
Obtiene el diploma de escultor y pintor en 1941. Un año después expuso por
primera vez en una galería de la capital ecuatoriana, con cuadros que
originaron un gran revuelo, puesto que contradecía los códigos oficiales de
la academia. Ya se iba prefigurando una interpretación autóctona del
expresionismo. De su obra, él mismo dejó dicho: "Mi pintura es para herir,
para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el
hombre hace en contra del hombre [¼ ] Pintar es
una forma de oración al mismo tiempo que de grito. Es casi una actitud
fisiológica, y la más alta consecuencia del amor y de la soledad. [¼
] Soy consciente de que venimos de una cultura milenaria, alrededor de la
cual se formó una civilización que alcanzó momentos de gran esplendor. [¼
] Pese a todo, no hemos perdido la fe en el hombre, en su capacidad de
alzarse y construir, porque el arte cubre la vida. Es una forma de amar". |