Vámonos

ardiente profeta de la aurora,

por recónditos senderos inalámbricos

a liberar el verde caimán que tanto amas.
 

Vámonos,

derrotando afrentas con la frente

plena de martianas estrellas insurrectas,

juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte.
 

Cuando suene el primer disparo y se despierte

en virginal asombro la manigua entera,

allí, a tu lado, serenos combatientes,

nos tendrás.
 

Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos

reforma agraria, justicia, pan, libertad,

allí, a tu lado, con idénticos acentos,

nos tendrás.
 

Y cuando llegue el final de la jornada

la sanitaria operación contra el tirano,

allí, a tu lado, aguardando la postrer batalla,

nos tendrás.
 

El día que la fiera se lama el flanco herido

donde el dardo nacionalizador le dé,

allí, a tu lado, con el corazón altivo,

nos tendrás.
 

No pienses que puedan menguar nuestra entereza

las decoradas pulgas armadas de regalos;

pedimos un fusil, sus balas y una peña.

Nada más.
 

Y si en nuestro camino se interpone el hierro,

pedimos un sudario de cubanas lágrimas

para que se cubran los guerrilleros huesos

en el tránsito a la historia americana.

Nada más.
 

Che Guevara

Canto a Fidel

México, 1956.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 





 

El propio Frank País había dado al jefe de la Revolución, la clave para anunciar la salida del Granma: enviar a Arturo Duque de Estrada a su hogar en San Fermín 358, en Santiago de Cuba, un telegrama cuyo texto anunciaba: OBRA PEDIDA AGOTADA. Frank solo le diría a Duque de Estrada “Vas a recibir un aviso de Fidel”. Lo acordado entre Fidel y Frank era que cinco días después comenzaba el alzamiento en la indómita ciudad.

 

No hay otra salida que la Revolución (1)

"Si salgo, llego; si llego, entro; si entro, triunfo" (2)

Comienza la hora de partir hacia Cuba (3)

Hacia Tuxpan (4)

Una empresa donde difícilmente se pueda regresar (5)

A toda máquina, rumbo a Cuba (6)

Desde una cáscara de nuez (8)

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