Oliver Stone: una piedra contra la historia oficial

Acerca de las presentaciones especiales que tendrán lugar en el 35 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano

Pedro de la Hoz

Honesto e inconforme, rara avis en el seno de una industria en la que cultura y entretenimiento parecen polos irreconciliables, el norteamericano Oliver Stone ha puesto por delante su prestigio como realizador de exitosas producciones para desarrollar una carrera de documentalista que en los últimos años ha alcanzado una enorme repercusión.

Es conocido por qué el autor de Pelotón, JFK y Salvador, filmes en los que trató dentro de las convenciones dramatúrgicas de la ficción la guerra de Vietnam, el magnicidio de Dallas y la injerencia norteamericana en Centroamérica, se decidió a testimoniar, en la primera década de este siglo, la dimensión de personalidades insumisas y contra hegemónicas como Fidel Castro y Hugo Chávez, con lo que se granjeó la antipatía de los sectores más reaccionarios de su país.

"No siempre lo que nos cuentan es lo que verdaderamente sucede", comentó al introducir en la Muestra de Venecia su filme sobre Chávez y los cambios que se han venido operando en América Latina.

En esa línea desmitificadora se inscribe la serie documental estrenada en el 2012 La historia no contada de Estados Unidos, producida, dirigida y narrada por Stone, que tendrá una presentación especial en el 35 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Oliver Stone.

Estructurada en diez capítulos de una hora de duración, recorre con mirada penetrante los avatares de la política exterior de EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial hasta las intervenciones en Afganistán e Iraq bajo el pretexto de la lucha global contra el terrorismo.

"Es el proyecto más ambicioso de todos los que he acometido hasta ahora", confesó el cineasta, que comenzó a trabajar en la investigación y el guion en el 2008 junto al historiador Peter J. Kuznick y apeló al concurso del escritor británico Matt Graham para completar la narración.

Aunque su estreno por la televisión tuvo lugar en noviembre del 2012 en Showtime, hubo proyecciones previas de los primeros capítulos en festivales de cine independiente en EE.UU. Coincidiendo con la premier, la editorial Simon & Schuster publicó un libro de más de 700 páginas con el mismo título.

Inicialmente la serie y el libro se iban a llamar La historia secreta de Estados Unidos. Pero Kuznick convenció a Stone de que lo apropiado era definir que se trataba de "una historia no contada".

Lo explicó del siguiente modo: "No quisimos que la gente asociara nuestro relato a cosas que deliberadamente fueron ocultadas en virtud de una conspiración. Todos los hechos que contamos están a la vista; solo que han sido interpretados de una manera incorrecta de acuerdo con los intereses del poder".

Este tampoco ha sido el primer esfuerzo por poner boca arriba la historia de EE.UU. y sacudirla del triunfalismo enajenante que acompaña al sueño americano.

Historiadores como Howard Zinn, William Appleman Williams, Lloyd Gardner y David McCulloch escribieron ensayos reveladores acerca de la misma etapa que cubre la serie; pero el cine, y el lugar que ocupa en la actualidad el género en la pantalla doméstica, amplía las potencialidades de confrontar estas ideas con amplios sectores del público norteamericano, principal destinatario del material.

Abundantes imágenes de archivo, procedentes de noticieros y documentales, fragmentos de películas de ficción, mapas y otros elementos infográficos —no se insertan entrevistas ni opiniones de expertos, como es usual en otros filmes, únicamente algunas citas de personajes reales puestas en la voz de actores—, confluyen en un hilo dramático que aborda sucesivamente el de-senlace de la Segunda Guerra Mundial (cap. 1); las actuaciones de Franklin D. Roosevelt, Harry S. Truman y Henry Wallace (cap. 2); el inicio del terror atómico (cap. 3); el comienzo de la Guerra Fría(cap. 4); los años 50 con Eisenhower y las políticas hacia el Tercer Mundo (cap. 5); la ascensión y caída de Kennedy (cap. 6); Johnson, Nixon y la agresión a Vietnam (cap. 7); Reagan, Gorbachov, la geopolítica y la entronización de la más rancia derecha (cap. 8); Bush padre, Clinton, el triunfalismo y el nuevo orden mundial (cap. 9) y Bush hijo, Obama y la era del terror (cap. 10).

Stone describió en una entrevista qué lo animó a producir y realizar La historia no contada... :

"En el 2008 ya tenía 17 películas en mi haber y me cuestionaba qué había sido de mí en los ocho años que llevábamos con George W. Bush en la Casa Blanca, los cuales eran una pesadilla, una verdadera pesadilla para quien como yo llevaba la carga de ser veterano de Vietnam, y me repetía todos los días en qué nos habíamos equivocado, qué no habíamos sabido ver. Y pensé que tendríamos que hacer algo más por nuestros hijos.

"No hice el filme pensando en el éxito, tampoco para mi satisfacción personal. Traté de hallar respuestas acerca de por qué en mis años de vida, desde 1946 hasta acá, este país que amo, que siempre vimos como un gran país, se había convertido en un monstruo, en un vampiro a los ojos del mundo".

En cuanto a su elección por el género documental, en otra oportunidad expresó: "Los documentales nos refrescan. Vas a las fuentes, haces trabajo de campo, te exige investigar. Recibes una transfusión, porque es algo diferente a la vida en el estudio de filmar, donde prevalece la manufactura y terminas por hacer cosas que solo cobran sentido en la medida que seas capaz de conquistar con esa manufactura a las audiencias. No es que eso esté mal, pero no es suficiente ni llegas a cuestionarte las verdades básicas de la vida.

"Por demás, muchos de los filmes que hoy se hacen rinden culto a la violencia, una enfermedad que corroe la cultura norteamericana. No digo que se deje de mostrar la violencia, porque el mundo es violento, pero si lo haces debe ser con autenticidad".

Al estrenarse La historia no contada..., hubo intentos de descalificar la obra de Stone. El Hudson Institute, que cobija a tanques pensantes vinculados al Tea Party, luego de hacer todo lo posible para que ninguna televisora programara la serie, acusó al director de reciclar el pensamiento stalinista.

En el San Francisco Chronicle, un crítico escribió que "esperaba una mirada fresca, una historia bizarra y solo encontré las ideas revisionistas de Stone".

Sin embargo la revista Variety, que usualmente promueve las novedades de Hollywood, admitió que "Stone ilustra sus temas con mucho rigor", mientras el New York Magazine sentenció: "La ambición y la personalidad de Stone hacen que la mayoría de los documentales de TV parezcan tímidos".

En la publicación alternativa Counterpunch, el profesor Michael D. Yates fue más lejos: "La serie de Oliver Stone en Showtime, es el programa más radical que he visto en mi vida en la televisión estadounidense. Escenas reveladoras, discursos espantosos de nuestros presidentes, una narración espléndida de Stone, todo compone una serie convincente".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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