Cita mayor para un público amante

XXXV Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano del 5 al 15 de
diciembre del 2013

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT

Treinta y cinco años después, el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano sigue renovándose para ser el mismo que una vez salió a la palestra con la intención de convertirse en la gran cita continental que hoy es.

Los que recuerdan aquellas primeras ediciones pueden dar fe de cómo con cada encuentro anual el Festival fue creciendo, y con él la calidad de los filmes participantes en el certamen, que es como decir la consolidación artística de la cinematografía latinoamericana, hoy día aplaudida por un público inteligente y premiada en los más importantes festivales internacionales.

Tres décadas y media durante las cuales las innovaciones tecnológicas vinculadas con el audiovisual transformaron gustos y modos de ver.

Ahora, para muchos en el mundo, lo importante es visionar, en el soporte que sea, e ir al cine, una opción más entre muchas.

Pero el cine como cine sigue siendo una opción mágica social y el Festival habanero lo demuestra con la afluencia masiva del público a salas que están lejos de resultar perfectas. Un espectador por lo general de afinada puntería en lo que al cine latinoamericano respecta, y que desde los primeros días se las arregla para saber dónde puede ver lo mejor y qué película no debe perderse de ninguna manera.

Si bien es cierto que la amplia muestra internacional se presenta como un plato imposible de dejar a un lado, no son pocos los espectadores que gustan erigirse como árbitros de cada uno de los filmes latinoamericanos en competencia, en especial los largometrajes, películas sólidas en su diversidad artística, que pasan por una selección previa, y que nada tienen que ver con esa producción masiva internacional empeñada en convertir el gusto en un basural de reiteraciones comerciales.

Este año, a juzgar por los 21 filmes que finalmente quedaron en la contienda, puede afirmarse que la lucha mayor por los premios Corales será entre Argentina y México, cada uno con cuatro películas.

Un pronóstico, el anterior, basado no en filmes vistos —para lo cual habrá que esperar por el Festival— sino en premios y repercusiones críticas que preceden a varias de esas cintas.

Veremos las mexicanas, Heli, de Amat Escalante, ganadora del Premio del Jurado en el Festival Cannes, y Club sándwich, que le valió a Fernando Eimbcke la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, certamen donde la venezolana Pelo malo, de Mariana Rondón, se alzó con la Concha de Oro.

De Argentina hay dos que puntean igualmente entre las favoritas, La Paz, de Santiago Loza, y Wakolda, de una no por joven, vieja conocida, Lucía Puenzo.

El talento del ya probado Sebastián Lelio hará que no pocos salgan a buscar su filme Gloria, en tanto Brasil, traerá dos que prometen, Memorias cruzadas, de Lúcia Murat, y Edén, de Bruno Safadi.

Cuba estará representada en largometrajes en competencia por Boccaccerías habaneras, de Arturo Sotto, y Jirafas, de Enrique Álvarez, las cuales, por supuesto, el espectador tratará de ver, sin que por el momento podamos darle referencias.

Ese también es uno de los encantos del Festival, salir a buscar en medio de una marea de filmes, y encontrarse con maravillas no siempre avisadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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