30 Aniversario Misión Militar Cubana en Angola

Recuerdos de un combatiente

Lo que aprendí en Angola

ANETT RÍOS JÁUREGUI

Monzón abre un mapa de Angola y busca puntos como Luena, Kuito, Menongue. El plano tiene pequeñas marcas de tinta azul: pueblos, ciudades, recorridos que ahora son difíciles de organizar geográficamente con exactitud. Ese vasto pedazo de África le cambió la vida hace dos décadas. "Monzón era cómo me llamaban los compañeros", aclara. Pero su nombre completo es Jesús Cabrera Monzón, nacido en Alquízar 58 años atrás, y mecánico de profesión.

En 1975, cuando comenzó la agresión de Sudáfrica contra Angola, Jesús pasó a la reserva (estuvo movilizado durante 18 meses en una unidad militar). Tuvo que esperar más de una década para ser llamado a la misión internacionalista. El 15 de julio de 1986, en plena madrugada, tocaron a su puerta. "Me dijeron que se recurría a mi esfuerzo para cumplir misión en Angola, cosa que siempre estuve dispuesto a aceptar". El entrenamiento fue breve pero intenso, y el 19 de julio aterrizó Jesús, literalmente, en la ciudad de Luanda. Días después viajó hasta Luena, en el corazón del país, pero su verdadero bautismo bélico ocurrió en Menongue, al sur.

"En Luena tuve mi primera experiencia de combate. El aeropuerto donde trabajaba fue atacado por morteros. Un día después de mi llegada a la ciudad desperté en la noche rodeado por la violencia de esa embestida. Me golpeé la cabeza tratando de llegar al refugio. No veía en la oscuridad, tuve que arrastrarme a tientas para encontrar la entrada. Pero ya en Menongue las cosas fueron diferentes. Allí había acciones combativas y el hostigamiento enemigo era incesante".

En Menongue comenzó a trabajar como técnico de blindados en una de las tres compañías del grupo táctico combativo 72. "Eran unidades de respuesta rápida. Ya había ocurrido lo de Cuito Cuanavale, Sudáfrica se había introducido por esa zona y nuestra misión era trasladar logística hasta allí".

Y aquí comienza la historia más importante del valor y el servicio de Jesús. Una historia que nunca será contada en primera persona, porque el relato conmovedor de su experiencia en varias caravanas durante la guerra angolana, resalta la heroicidad de sus compañeros, nunca su propia participación.

La caravana de Kuito Bie a Menongue recorrió 320 kilómetros entre el 11 y el 28 de agosto de 1987, período en el que hubo seis combates, nueve muertos y una veintena de heridos; también estuvieron los recorridos de Menongue-Bimbe, Menongue-Chitembo, Misombo-Quatil Longa. Jesús hace el recuento de los combates, del acoso enemigo con morteros, los tanques caídos en campos minados, los compañeros muertos, mutilados o heridos. "¡Monzón, métete al blindado!, así me gritaba el jefe cuando la acción se ponía demasiado fuerte", relata. "Siempre se procuraba proteger a los mecánicos y a los técnicos, porque de ellos dependía la movilidad de la caravana si había problemas. Había que protegerse uno mismo, a los compañeros y luchar contra el miedo, porque el miedo en medio de la guerra existe y hay que combatirlo día a día".

De entre sus papeles saca un recorte de prensa. Su amigo Máximo Espinosa Sosa, nacido en Guisa, provincia de Granma, es el protagonista de un artículo que conserva cuidadosamente. "Máximo viajó de Angola a Cuba para participar como delegado al IV Congreso de la Juventud. Era un muchacho heroico, extraordinario. En el recorrido de Kuito Bie a Menongue —para mí lo más fuerte vivido allá— se montó, sin pensarlo dos veces, en un tanque de gasolina que había quedado a la deriva. Murió luego en nuestro campamento en Misombo. Levantó una piedra y abajo encontró una mina fatal".

El recuerdo del muchacho es tan poderoso que todavía lo conmueve profundamente. "Esto es lo que aprendes en la guerra, lo que yo aprendí en Angola, lo que me hizo un hombre diferente: los seres humanos son lo más grande que hay. Aprendes a creer en la gente, comprendes su justo valor, confías y llegas a querer a personas que apenas conoces. Es una experiencia que te aparta de la superficialidad y te hace mejor".

Con orgullo, Jesús conserva varias condecoraciones: la de Combatiente Internacionalista de Primera Clase; la Distinción a los Heroicos Defensores de Cuito Cuanavale (Medalla del Valor); dos medallas del Servicio Distinguido, entre otros honores. Pero, insiste, lo más importante que trajo de la misión en Angola (donde permaneció hasta 1988) fue una nueva visión de la vida. "Comprendí tres cosas: que la paciencia, el amor y la consistencia son los tres elementos fundamentales para vivir".

Actualmente trabaja como jefe de tiro deportivo y recreativo del municipio de Alquízar, en la provincia de La Habana. Se considera un hombre joven. "Hago ejercicios, me gusta la música, bailo como un adolescente. Tengo un entretenimiento muy particular: la electrónica. Me gusta ayudar. Arreglarles cosas a la gente y no cobrar. Lo disfruto todo. A veces salgo al parque y simplemente me siento a observar un árbol, su belleza. La vida está llena de cosas hermosas. No tengo hijos, pero estoy unido hace 23 años con María Eugenia, mi esposa, y ella es mi hija, mi madre, mi amiga, mi compañera, mi todo. Ojalá pueda vivir toda una vida a su lado".

   

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