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               30
              Aniversario Misión Militar Cubana en Angola 
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            Nace la Operación Carlota 
            Se acude al llamado
            de un pueblo que combate por ser libre. El comandante Guevara:
            antecedente para no olvidar. Por voluntad propia cada
            internacionalista partirá a dar la pelea. Prueba de altos quilates
            para la capacidad combativa y movilizativa de las Fuerzas Armadas
            cubanas 
            MARÍA JULIA MAYORAL 
            ma.julia@granma.cip.cu 
             La victoria del pueblo
            angolano en su lucha de liberación nacional corría grave peligro.
            Aunque los acuerdos de Alvor (1) suscritos el 15 de enero de 1975,
            establecían al 11 de noviembre de ese año como la fecha oficial
            para la proclamación de la independencia, el proceso de
            descolonización pretendía ser abortado desde su origen. 
            Se fue plasmando una
            criminal conjura encabezada por Estados Unidos. 
             Desde el primer momento la población y las Fuerzas Armadas angolanas mostraron su admiración por los cubanos. 
            Sectores de poder en la
            metrópoli portuguesa empeñados en no perder su más rica posesión
            colonial en el continente negro, el régimen zairense de Mobutu,
            Sudáfrica, otros gobiernos de África y algunas potencias
            occidentales, tejían la componenda que dirigía Henry Kissinger
            desde la Cancillería de Washington y que la CIA ponía en
            práctica. 
            Fruto de Alvor, el
            gobierno provisional cuatripartito que debía operar durante la
            transición, nunca llegó a funcionar. El Ejército de la metrópoli
            en Angola, en vez de velar por la estabilidad, cual era su deber,
            dejaba que los grupos fantoches internos (2), y las potencias
            extranjeras arremetieran contra el Movimiento Popular para la
            Liberación de Angola (MPLA), la única fuerza legítima,
            combatiente por la verdadera independencia, la unidad y la
            prosperidad de su pueblo. 
             Altruismo sin par el de los internacionalistas cubanos durante los casi 16 años de misión en Angola. 
            Así el MPLA, en la
            figura de su líder Agosthino Neto, se ve en la necesidad de
            solicitar nuevamente la ayuda solidaria de Cuba. 
            HITOS INICIALES 
            El apoyo de nuestro
            país a los movimientos revolucionarios de África negra, que
            vivían momentos de creciente auge, había comenzado desde 1965,
            cuando el Che Guevara avizoró "la necesidad de brindar su aporte
            solidario e impedir la recolonización de Zaire y contribuir a la
            lucha armada de los pueblos de las colonias portuguesas, como punto
            de partida para el gran y definitivo combate: la liberación del
            pueblo sudafricano del yugo ignominioso del apartheid y la
            independencia de Namibia ocupada también por los racistas blancos
            de Pretoria" (3). 
            Dentro de África las
            luchas por la emancipación tomaban vigor en los países recién
            independizados y sobre todo en aquellos sometidos aún al dominio
            colonial. El Comandante Guevara lo supo apreciar en un extenso
            recorrido por numerosas naciones de ese continente. 
            Su idea inicial fue
            apoyar ese apogeo revolucionario en Zaire, donde los rebeldes, pese
            al asesinato de su líder Patricio Lumumba por orden de los antiguos
            colonialistas belgas, continuaban la resistencia armada para
            derrocar al gobierno neocolonial de Tshombe-Mobutu y los mercenarios
            blancos reclutados y pagados por Estados Unidos. 
            A inicios de 1965, el
            Che también sostuvo en el Congo Brazzaville entrevistas con la
            dirección del MPLA. "De este encuentro histórico surgiría otro
            compromiso, a solicitud de los patriotas angolanos: la ayuda al
            movimiento guerrillero contra el colonialismo portugués" (4). 
            Ambas contribuciones
            solidarias fueron aprobadas por el Partido Comunista de Cuba. De ese
            modo llegó el Che a tierras africanas en compañía de más de un
            centenar de internacionalistas. Constituían la llamada Columna Uno,
            dispuesta a entrenar y pelear junto a los lumumbistas. 
            Durante los meses de
            permanencia en Zaire, libraron más de cincuenta acciones combativas
            en condiciones de extrema adversidad sin ser vencidos por el
            enemigo; pero la ausencia de un movimiento patriótico vertebrado
            con el cual colaborar los llevó a interrumpir la misión. 
            Entrenada con similar
            rigor, una segunda columna marchó al Congo Brazzaville. 
            Esta columna que adoptó
            "el nombre de Batallón Patricio Lumumba tenía múltiples misiones.
            Era, en primer lugar, reserva de la columna del Ché, a cuya fuerza
            se uniría en caso necesario y en el momento oportuno. 
            "Tenía
            además la tarea de prestar ayuda al gobierno progresista del Congo,
            amenazado de agresión por el régimen de Leopoldville (hoy
            Kinshasa)... No menos importante era la misión de participar con un
            grupo de asesores combatientes en el Segundo Frente guerrillero del
            MPLA en Cabinda y entrenar columnas de combatientes angolanos,
            equiparlos y ayudarlos a emprender la ruta hacia el interior de
            Angola, hacia el Primer Frente al norte de Luanda. De esta múltiple
            misión eran responsables los compañeros Risquet y Kindelán". 
            Un grupo de seis
            oficiales y soldados del Batallón entrenó a los guerrileros
            angolanos en la provincia de Cabinda y combatió junto a ellos.
            Mientras, otros miembros del Batallón, ubicados en sus campamentos
            en el Congo Brazzaville, organizaron, prepararon y armaron tres
            columnas del MPLA: la Camilo Cienfuegos (entre abril y julio de
            1966), el escuadrón Kamy (agosto—diciembre de 1966) y la Ferraz
            Bomboko (1967). El entonces capitán Rafael Moracén, quien había
            sido un hombre clave en las acciones militares en Cabinda, estaba
            también al mando de los instructores que entrenaron las tres
            columnas. 
            Esta colaboración
            directa se brindó durante los años 1965—67, mientras la
            dirección del MPLA y el Batallón Lumumba permanecieron en el Congo
            Brazzaville. 
            A partir de entonces y
            hasta 1974 la solidaridad cubana con los revolucionarios angolanos
            se manifestó en el respaldo a su lucha patriótica en importantes
            escenarios internacionales como las Naciones Unidas y el Movimiento
            de Países No Alineados, así como en el entrenamiento de hombres y
            la concesión de bolsa de estudios universitarios, en nuestro país. 
            CONTINUIDAD Y NUEVA
            ETAPA 
            En la nueva etapa de
            lucha que se inicia en 1975, cuando los Acuerdos de Alvor son
            descaradamente violados por el FNLA y la UNITA, dirigidos,
            financiados, entrenados y armados por la CIA, Sudáfrica y Zaire, el
            MPLA solicita con urgencia la colaboración militar de Cuba. 
            El primer comandante
            Díaz Argüelles, entonces jefe de la Décima Dirección del MINFAR,
            es quien asume la tarea. 
            Luego de su primer
            contacto con el MPLA en Luanda entre el 3 y el 8 de agosto de 1975,
            el 21 de ese propio mes está de regreso en Angola para radicarse en
            Luanda al frente de la Misión Militar cubana, como respuesta de
            nuestro país a las peticiones de los revolucionarios angolanos. 
            El MPLA había planteado
            a través de Díaz Argüelles la necesidad de aproximadamente 100
            instructores para contribuir a la preparación de unidades de las
            FAPLA (Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola). 
            El plan sugerido por
            Cuba contemplaba organizar, preparar y armar unas 50 unidades de las
            FAPLA (batallones de infantería y baterías de artillería), en
            cuatro escuelas militares que se crearían: los Centros de
            Instrucción Revolucionaria (CIR) de Dalatando, al este de Luanda;
            Cabinda, en el norte del país; Saurimo, en la región nordeste, y
            el ubicado en el sur de Benguela. 
            En informe al primer
            viceministro de las FAR (Abelardo Colomé Ibarra), Díaz Argüelles
            relató en agosto de 1975: "El camarada Neto aceptó muy emocionado
            la proposición nuestra. Estaba conmovido. Me pidió que le dijera a
            Fidel que aceptaba todo" (5). 
            Nuestro país había
            decidido ofrecer al MPLA casi cinco veces más instructores que los
            pedidos . "Si ibamos a mandar a nuestros hombres teníamos que
            enviar los suficientes para cumplir la misión y defenderse, porque
            un grupo demasiado pequeño habría sido arrasado", testimonió
            Jorge Risquet (6). 
            Tres buques se encargan
            de transportar a la mayoría de los instructores y sus jefes; los
            otros hacen el viaje por avión. Suman 480 hombres, y junto a ellos
            arriban a suelo angolano, entre el 5 y el 11 de octubre de 1975, 12
            000 fusiles checos R—52, piezas de mortero, antiaéreas y cañones
            antitanques, así como uniformes, alimentos y demás
            avituallamiento, para dotar en los CIR a las unidades de las FAPLA. 
            Ubicadas en lugares
            clave desde el punto de vista geográfico, las cuatro escuelas
            entraron en funcionamiento a mediados de octubre de 1975 con
            oficiales cubanos al frente; los comandantes Romárico Sotomayor
            García y Eustaquio Nodarse Bonet, el primer comandante Ulises
            Estrada Reyes, y el cuarto centro, con más instructores y reforzado
            en armas, dado el aislamiento de Cabinda con respecto al resto del
            territorio de Angola, estaba bajo la conducción del comandante
            Ramón Espinosa Martín. 
            CRECEN LOS PELIGROS 
            A la llegada de los
            instructores cubanos, el panorama político—militar en Angola se
            hacía cada vez más complejo. Existía el gobernador portugués con
            un Ejército que, regresando a la metrópoli, era cada vez menor.
            Dicha tropa no cuidaba las fronteras, cual era su deber, unidades
            zairenses penetraban por el Norte y avanzaban en silencio sin que la
            autoridad portuguesa impidiera la violación. 
            Aunque el MPLA mantenía
            bajo su control 11 de las 16 provincias gracias a las acciones de
            las FAPLA, desde el mes de agosto instructores sudafricanos
            entrenaban a efectivos del FNLA y la UNITA, dentro del propio
            territorio angolano. 
            La injerencia de
            Sudáfrica también venía en aumento. "Primero, enviaron un
            destacamento a Calueque y a Ruacaná —15 kilómetros en el
            interior de Angola— con el pretexto de cuidar las instalaciones
            del complejo hidroeléctrico del río Cunene que proporcionaba
            energía a Namibia". 
            Esto suscitó una débil
            protesta diplomática del gobierno portugués, pero nada más... Por
            último el 14 de octubre penetró la Columna Zulú, sin que el
            gobernador moviera un dedo. La guarnición portuguesa en Moçamedes
            (una compañía de paracaidistas y una nave marítima) abandonó la
            posición, conminada por los invasores sudafricanos. Luanda es cada
            vez más amenazada tanto por el Norte
            como por el Sur. Queda bien clara la confabulación de las potencias
            imperialistas para impedir la independencia. En esa agresión, "Estados
            Unidos marchaba delante, flanqueado por Zaire y Sudáfrica.
            Inglaterra y Francia formaron en la retaguardia. Esta era la
            coalición que se creaba en el verano de 1975 detrás de la UNITA y
            el FNLA" (7). 
            Entre los días 2 y 3 de
            noviembre, en Catengue, instructores militares cubanos y sus alumnos
            angolanos del CIR ubicado en el sur de Benguela, intentan detener el
            avance de la columna blindada sudafricana, la cual desde el 14 de
            octubre avanzaba desde Namibia hacia el Norte angolano en dirección
            a Luanda. Es esa la primera resistencia organizada que encuentran
            los invasores, quienes a pesar de sufrir sensibles bajas pueden
            franquear la posición y continúan avanzando hacia el Norte debido
            a su superioridad en hombres y medios. Sangre cubana y angolana se
            derramaban juntas por primera vez. 
            OPERACIÓN CARLOTA 
            Para los cubanos,
            formados en una profunda vocación internacionalista, había un solo
            camino: no dejar solo al pueblo angolano en esa hora crucial. 
            Con Fidel y Raúl al
            frente, la Dirección del país tomó la decisión de enviar las
            primeras tropas regulares de nuestro país a combatir en Angola para
            enfrentar a los agresores sudafricanos. 
            El día 5 el Comandante
            en Jefe se reunió con los primeros voluntarios. Les habló "sobre
            todo de la invasión sudafricana. Dijo que algunos de los
            instructores cubanos habían muerto, que la situación era difícil,
            que debíamos detener a los sudafricanos antes de que llegaran a
            Luanda y que muchos de nosotros no regresaríamos. Dijo que le era
            muy duro decir eso y no acompañarnos", relató el oficial René
            Hernández Gattorno, uno de los dispuestos a participar en la
            misión internacionalista (8). 
            Cualquiera de los
            hombres seleccionados podía decir que no; la decisión personal,
            con absoluta libertad, determinaba quien partía o no hacia el campo
            de batalla. Empezaba así la Operación Carlota, que duraría 15
            años y medio, hasta el 25 de mayo de 1991, cuando los últimos 500
            internacionalistas cubanos en África regresaron a la Patria, tras
            demostrar con creces el espíritu solidario de nuestro pueblo, y la
            capacidad de un pequeño país para movilizar numerosos medios y
            fuerzas militares. 
            Con el objetivo de tomar
            Luanda, los atacantes del Norte habían intentado en dos
            oportunidades romper la defensa de las FAPLA en Quifangondo, situado
            a 22 kilómetros de la capital. 
            En ambas ocasiones (23
            de octubre y 6 de noviembre) los agresores habían sido rechazados
            por combatientes de las FAPLA y unos 40 instructores cubanos y sus
            alumnos angolanos del CIR de Dalatando. 
            Para el tercer y último
            asalto, el 10 de noviembre, los agresores preparan una agrupación
            poderosa y heterogénea: a las huestes regulares del FNLA y los
            mercenarios portugueses se sumaron al menos dos batallones de
            infantería y varios blindados del ejército regular de Zaire, un
            general y 25 oficiales del régimen del apartheid bien equipados con
            cañones pesados, traídos por avión desde Sudáfrica y varios
            oficiales paramilitares de la CIA. También disponían de un avión
            de los racistas para explorar las posiciones de las FAPLA. 
            Los defensores de
            Quifangondo también se reforzaron. A los participantes de los
            anteriores combates antes mencionados, se sumaron 200 soldados de
            infantería katangueses y dos baterías de artillería de Cuba: una
            de morteros 120 mm y una batería de cohetes reactivos BM21 llegados
            al puerto de Luanda el mismo día 7. El armamento soviético en el
            barco La Plata procedente de Punta Negra y los artilleros por avión
            en vuelo Habana—Brazzaville—Luanda. 
            La primera compañía
            del Batallón de Tropas Especiales arribó a Luanda el 9 de
            noviembre. Al día siguiente ya estaba dislocada en Cacuaco, como
            reserva de las fuerzas angolano—cubanas desplegadas en
            Quifangondo. 
            Bien temprano en la
            mañana del 10 de noviembre comienza el combate. Los atacantes
            reciben una aplastante derrota. 
            Los medios blindados de
            los agresores son puestos fuera de combate y su infantería, bajo el
            fuego de los BM21, sufre numerosas bajas. Esto les provoca un
            verdadero pánico y determinó su comportamiento en los meses
            posteriores, caracterizado por la retirada, la destrucción de
            puentes para dificultar la persecución y el saqueo de viviendas con
            el fin de llevarse valiosos artículos hacia Zaire. 
            Luanda estaba salvada.
            Pasado un minuto de las 12 de la noche del día 10, el presidente
            Neto proclamó en un mitin multitudinario, el nacimiento de la
            República Popular de Angola. 
            Acto seguido, ese mismo
            día 11, bajo las órdenes de Díaz Argüelles la unidad de Tropas
            Especiales marcha rumbo al Sur para establecer una línea de
            resistencia a los invasores. 
            Días antes, el 8 de
            noviembre, había comenzado la batalla de Cabinda que se prolonga
            hasta el día 12. 
            El enemigo agrupa un
            regimiento reforzado del ejército regular de Zaire, más hasta tres
            batallones del llamado Frente de Liberación del Enclave de Cabinda
            (FLEC), otra organización fantoche y una compañía de mercenarios
            blancos. Poseían blindados AML—90, una batería de morteros,
            obuses y numerosas baterías de artillería de diverso tipo. 
            Pese a la superioridad
            del número de hombres y armas de los invasores que ataca el enclave
            desde tres direcciones, después de cruentos combates durante cuatro
            días, un crecido número de atacantes es aniquilado y dispersado el
            grueso de ellos, y el resto se retiró desmoralizado a Zaire, sin
            dejar de cometer atrocidades contra la población civil indefensa. 
            A mediados de noviembre
            (13 y 14), la columna sudafricana es detenida en las márgenes del
            río Queve. Unidades de las FAPLA, instructores cubanos y sus
            alumnos del CIR de Benguela, junto a las primeras compañías del
            batallón de Tropas Especiales son los protagonistas de la hazaña.
            Vuelan los puentes sobre el Queve y establecen la línea defensiva
            Porto Amboim—Gabela—Quibala, la cual jamás fue superada por el
            enemigo. 
            Bajo la dirección del
            oficial René Hernández Gattorno, jefe de una de las compañías
            del Batallón de Tropas Especiales, tendrá lugar días más tarde
            otro hecho que marcó pautas: el combate de Ebo del 23 de noviembre,
            al sur de la mencionada línea defensiva. La acción culminó con
            una sangrienta derrota para los sudafricanos, quienes al perder
            entre 80 y 90 hombres y numerosos equipos blindados, quedaron tan
            desmoralizados que detuvieron su ofensiva durante varias jornadas. 
            El apoyo desde Cuba
            seguía en ascenso. El 13 de noviembre había llegado a Angola el
            comandante Leopoldo Cintra Frías, para ponerse al frente de un
            regimiento de artillería que desembarcaría en Angola entre el 27
            de ese mes y el 1ro. de diciembre. Tras la incorporación de esas
            nuevas unidades la situación empezará a cambiar a favor de las
            fuerzas revolucionarias. 
            A finales de noviembre
            está también junto al MPLA el comandante Abelardo Colomé Ibarra
            para hacerse cargo de la Misión Militar Cubana. Él, Cintra Frías
            y Díaz Argüelles conformarán la jefatura cubana de la guerra
            contra Sudáfrica, sus aliados y fantoches. 
            Siguiendo nuestras
            tradiciones de lucha, estarán en los lugares de mayor peligro, al
            frente de los hombres; no es casual entonces que el 10 de diciembre
            de 1975, el comandante Díaz Argüelles perdiera la vida al ser
            alcanzado por una mina antitanque mientras exploraba un camino en el
            Frente Sur. 
            Desde las primeras
            semanas de noviembre, las tropas invasoras que avanzaban desde el
            Norte habían sido derrotadas en Quifangondo. Luego sucedería algo
            similar en el Sur, tras las acciones en las cercanías del rio Queve
            y el combate de Ebo. A partir de ahí avanzará la ofensiva contra
            las tropas sudafricanas. 
            Para fines de marzo de
            1976 las últimas unidades invasoras abandonan el suelo angolano. En
            ese lapso de aproximadamente cinco meses, arriban de manera
            incesante a Angola miles de internacionalistas cubanos, fuertemente
            armados, hasta alcanzar la cifra de 36 000 efectivos. 
            El 27 de marzo de 1976
            el último destacamento de los racistas sudafricanos cruzó el río
            Cunene y se internó en la Namibia ocupada por el apartheid. Desde
            el Océano Atlántico hasta la frontera con Namibia, y de Cabinda a
            Cunene, la República Popular de Angola estaba libre de los
            invasores y sus fantoches. Todo parecía indicar que la guerra
            había llegado a su fin, y que después de un determinado plazo para
            que las FAPLA pudieran asumir la defensa del inmenso territorio, ya
            no haría falta mantener la ayuda altruista de los
            internacionalistas cubanos. 
            1 Acuerdos de Alvor:
            negociaciones sostenidas durante seis días, en enero de 1975, entre
            el Gobierno de Portugal, en calidad de metrópoli, el Movimiento
            Popular para la Liberación de Angola (MPLA), el único que
            verdaderamente luchaba por la independencia y un futuro mejor para
            su pueblo, y las organizaciones fantoches del Frente Nacional de
            Liberación de Angola (FNLA) y Unión Nacional para la Integración
            Total de Angola (UNITA), con el fin de organizar el proceso de
            descolonización de esa nación africana. Dichos acuerdos tomaron el
            nombre del balneario turístico donde se realizaron las
            conversaciones. Establecieron la constitución de un gobierno
            transitorio integrado por representantes de las cuatro partes, para
            el 31 de enero de 1975; así como la convocatoria a una Asamblea
            Constituyente el 30 de abril y la posterior celebración de comicios
            para elegir los poderes Ejecutivo y Legislativo. También fijaron al
            11 de noviembre de 1975 como la fecha para proclamar la
            independencia de Angola. 
            2 El FNLA tenía muy
            antiguos vínculos con la CIA. Su jefe Holden Roberto fue reclutado
            por la Agencia desde la primera mitad de la década de 1960. La
            UNITA se vinculó a los colonialistas portugueses años antes de la
            independencia. En 1975, después de la caída del régimen fascista
            en Portugal, estrechó sus relaciones con el régimen del Apartheid
            en Sudáfrica. Ambas organizaciones fantoches defendían intereses
            tribales. Recibieron, indistintamente, dinero, armamento y
            entrenamiento por parte de la CIA y Sudáfrica. Durante la guerra,
            el gobierno de EE.UU. colocará a una de sus principales figuras, el
            canciller Henry Kissinger, a dirigir personalmente las acciones de
            la CIA en apoyo al FNLA y a la UNITA. La Casa Blanca pretendía con
            la derrota del MPLA resarcirse, en alguna medida, de la bochornosa
            derrota que había sufrido en Vietnam. 
            3 Castro Ruz, Raúl. "Discurso
            en ocasión del Vigésimo Aniversario de la creación de las
            Columnas Uno y Dos, celebrado el 7 de noviembre de 1985", en Jorge
            Risquet,  El Segundo Frente del Che en el Congo. Casa Editora Abril.
            La Habana, 2000, p. 12. 
            4Ibid., p.11. 
            5 Gleijeses, Piero. 
            Misiones en conflicto.  La Habana, Washington y África.
            1959-1976.
            Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2002, p. 297. (1ra edición) 
            6 Ibid. 2da edición,
            2004, pp.403-404. 
            7 Ibid. 1ra edición,
            2002, p. 338. 
            8 Ibid. 1ra edición,
            2002, pp. 354-355.
              
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