La Humanidad tiene ansias de justicia

Un símbolo junto a su abuelo

ALEXIS ROJAS AGUILERA

Foto: AMAURIS BETANCOURTHOLGUÍN.— Minutos antes de iniciar el desfile, una pequeña con la mayor seriedad del mundo, dijo a su abuelo: Yo si voy a desfilar. Pasaré frente a la tribuna, Y quiero que me vean. Voy a gritar ¡Viva el Primero de Mayo! Y agitaré mi banderita.

Sonriente, el abuelo comentó: Fue la primera en levantarse en casa. No hubo manera de convencerla para dejarla. Pero me alegra que así sea, porque de cuna le viene.

Entonces cargó sobre sus hombros de obrero, a la niña llena de luz. Y se unieron al torrente humano que formaban los trabajadores y familiares de su sindicato, feliz, satisfecho de celebrar junto a otros 220 000 holguineros en la plaza Mayor General Calixto García, el Día Internacional de los Trabajadores.

Fue una escena hermosa entre miles presenciadas en una mañana iniciada más temprano que lo habitual, todavía cuando el sol resultaba una promesa esperada. Escenas muy parecidas a otras registradas a lo largo y ancho de la provincia por más de 800 000 compatriotas en unos 50 escenarios llenos de igual simbolismo.

Apenas el reloj marcó las 7:45, tras las notas del Himno Nacional, Juvenal Mariño, secretario general de la CTC en el territorio, denunció la actitud cómplice del gobierno de Estados Unidos ante la presencia en ese país del terrorista Luis Posada Carriles y demandó se haga justicia para el pueblo cubano, con el enjuiciamiento también de otro connotado terrorista, Orlando Bosch, quien se pasea libremente por las calles de Miami.

Y también reclamó justicia para los Cinco Héroes injustamente prisioneros en cárceles del imperio por luchar contra el terrorismo.

Entonces el mar avizorado a lo largo de decenas de cuadras por las avenidas de Los Libertadores, Jorge Dimitrov, XX Aniversario y otras arterias principales, avanzó hacia la plaza para proclamar al mundo el respaldo absoluto a la Revolución, Fidel y las conquistas logradas, denunciar el terrorismo, reafirmar que el ALBA es la alternativa solidaria de los pueblos frente a la hipocresía del ALCA y enviar un mensaje de paz.

Desde ese momento y por casi dos horas y media, ese mar caluroso, entusiasta, enérgico, lleno de colorido y entusiasmo, formado por todos y armados de ideas para el bien de todos, cruzó vibrante frente al sitio donde reposan los restos del Mayor General de la Estrella en la frente herida, que seguro —si posible fuera— se estremeció de orgullo. Y seguro también, dedicó una sonrisa al paso de la pequeña que simbolizó, ante mis ojos, el futuro diáfano de la Revolución.

   

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