Consultas  Médicas

WILSON (ENFERMEDAD DE)

En los propósitos siempre renovados de promoción de salud, que son sustento y raíz de esta sección, el tema ganó mi interés cuando asistía a un congreso médico y escuché la siguiente afirmación de uno de los conferencistas: la enfermedad de Wilson es una afección de difícil diagnóstico si no se piensa en ella.

Como es lógico suponer, incorporarla a nuestro acervo cultural es una forma de tenerla presente.

La investigadora Felicia Pomar Montalvo, licenciada en Bioquímica, forma parte del grupo científico de gastroenterólogos, pediatras y neurólogos que integran, con sede en el Instituto de Gastroenterología del MINSAP, el Centro de Referencia del país para el diagnóstico, tratamiento y evolución de la enfermedad de Wilson. En esta ocasión, ella se erige en portavoz de ese colectivo.

La enfermedad de Wilson es una alteración genética del metabolismo del cobre, caracterizada por un fallo en la eliminación de ese oligoelemento (elemento químico que se encuentra en nuestro organismo en pequeñísimas cantidades) contenido en nuestra dieta y que, como las vitaminas, es esencial para la vida. El cobre se acumula entonces en el hígado y posteriormente en otros tejidos (del cerebro, la córnea), donde ejerce una acción nociva.

Entre los alimentos más ricos en cobre se encuentran las vísceras (como el hígado), los frutos secos, los mariscos, la carne de caballo, el chocolate y la soya.

Normalmente el cobre sobrante de nuestro organismo se elimina por la vía biliar.

Aunque Kinier Wilson reportó la afección por primera vez en 1912, no fue hasta mediados del pasado siglo XX cuando este trastorno se relaciona con la disminución en sangre del cobre y la ceruloplasmina (proteína transportadora del cobre), luego que se evaluara en estos pacientes una alta concentración de ese elemento químico en el tejido hepático y también elevada excreción urinaria de este oligoelemento.

Ya en 1998, a través de estudios moleculares, se describe el gen responsable del padecimiento que, según reporte de la Asociación para el Estudio de la Enfermedad de Wilson de Estados Unidos, tiene una prevalencia de uno por cada 30 000 personas, aunque investigadores de otros países reportan uno por 100 000. Al parecer, las diferencias entre los distintos estudios se deben al gran número de mutaciones que sufre el gen.

En Cuba desde 1987 hasta la fecha se han diagnosticado alrededor de mil enfermos en todo el país.

—Profesora Pomar, ¿cómo se trasmite esta enfermedad?

—La enfermedad se hereda cuando ambos padres son portadores del gen que la origina, aunque no hayan desarrollado el padecimiento.

—De acuerdo con su experiencia, ¿a qué edad como promedio se inician los síntomas de esta dolencia?

—Pueden aparecer a cualquier edad, aunque habitualmente comienzan en la adolescencia y también alrededor de la tercera década de la vida, sin que tenga predilección por algún sexo o raza.

—¿Cuáles son sus signos y síntomas y en qué órganos repercuten más comúnmente las alteraciones que origina el Wilson?

—Los pacientes pueden experimentar enfermedad hepática (malestar general, fatiga, pérdida progresiva del apetito), y, asimismo, perturbaciones psiquiátricas (cambios depresivos, comportamientos neuróticos, agresivos) y neurológicos (trastornos de movimiento como temblor, incoordinación motora y pérdida del control motor).

—¿Cuál es su presentación más común en nuestro medio?

—De acuerdo con la experiencia cubana es la forma hepática. La mayoría de los pacientes refieren varios episodios de ictericia o de hepatitis no relacionados con virus. Debe sospecharse también su presencia en todo paciente joven que presente un trastorno del movimiento de origen incierto, un deterioro cognitivo o un cuadro psiquiátrico con ausencia de signos o síntomas sensitivos y alteración de las pruebas de función hepática.

—¿Cuáles son los factores de riego de este padecimiento?

—La historia de algún familiar que haya padecido la enfermedad.

—¿Ciertamente ofrece dificultades para su diagnóstico?

—Sí, y de ahí su denominación de "gran simulador", porque puede llevarnos a conclusiones diagnósticas erróneas. Simula episodios de hepatitis, o de íctero (color amarillo de la piel), con alteraciones de la transaminasa, asociados o no con afecciones neuropsiquiátricas, como trastornos del movimiento y de la marcha, de la conducta.

—¿Qué exámenes se emplean para confirmar su presencia?

—En primer lugar se realizan las pruebas bioquímicas establecidas para el diagnóstico de la enfermedad de Wilson. Los pacientes deben ser también interconsultados por un oftalmólogo, a fin de determinar si existe acumulación o no de cobre en la córnea (conocido por los especialistas como anillo de Kayser-Fleischer), característico de la enfermedad.

—¿Tiene tratamiento específico?

—Sí, y es potencialmente controlable mediante la administración de medicamentos que contribuyan a la eliminación del cobre acumulado en exceso, evitando así el efecto tóxico que produce en el organismo. El tratamiento de estos pacientes es de por vida. Ahora bien, la clave de la terapéutica radica en establecer el diagnóstico definitivo oportunamente.

—¿Los enfermos deben mantener algún régimen dietético especial?

—Sí, fundamentalmente una dieta restringida de los alimentos más ricos en cobre.

—¿Avizora la ciencia algún tratamiento curativo para la enfermedad de Wilson?

—Los vertiginosos avances que se vienen produciendo en la genética molecular abren esperanzas de un tratamiento curativo quizás en un futuro no muy lejano.