Consultas  Médicas

 

Perretas: Una manifestación de enojo

JOSÉ A. DE LA OSA
delaosa@granma.cip.cu

Las perretas, "berrinches" o pataletas, frecuentes en la niñez, son una manifestación de enojo, casi siempre ante una frustración, que se presentan generalmente en los primeros cuatro años de vida, afirma la doctora María Elena Llorián Aúcar, jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Pediátrico Universitario Pedro Borrás, en La Habana, y presidenta de la Comisión de Ética Médica de ese centro asistencial.

Foto: Ismael BatistaProfesora María Elena Llorián Aúcar.

Y precisa seguidamente: son considerados "trastornos monosintomáticos", llamados así porque constituyen afecciones en las cuales se presenta generalmente un síntoma único, o un grupo de síntomas notorios, que no son parte de una enfermedad clasificable de manera más específica. Está ligada al desarrollo (aparece en una etapa y desaparece en otra), su pronóstico es benigno (tienden a de-saparecer espontáneamente), y las técnicas de tratamiento son posibles de utilizar en la atención primaria.

La doctora Llorián Aúcar es especialista de primer grado en Psiquiatría Infantil, Máster en Atención Integral al Niño y Profesora Auxiliar.

—¿Cuáles son sus características fundamentales para merecer el calificativo de perretas?

—Como característica fundamental podríamos decir que tienen el antecedente de que siempre son precedidas por una frustración, algo que el niño desea y no logra. Además, son fáciles de identificar aunque no en todas las edades se manifiestan de igual forma. Los niños más pequeños lloran, gritan, patalean y retuercen el cuerpo. Los mayores, además, golpean objetos, se golpean con ellos e incluso golpean a otras personas.

—¿Son en general transitorias?

—Sí, siempre lo son.

—¿En qué edades como promedio constituirían un comportamiento natural durante la infancia?

—Es un comportamiento normal hasta los cuatro años de edad. Sin embargo, que sea normal a esta edad no implica que el niño deba lograr lo que pide a través de la perreta.

—¿Se desencadenan también en respuesta al cansancio, a deseos o necesidades insatisfechas?

—Sí, por supuesto. También aparecen cuando interrumpen una actividad que realizan con mucho interés, cuando se les trata con agresividad, para llamar la atención, cuando ocurren cambios en la rutina diaria.

—¿En alguna etapa podrían calificarse como un trastorno?

—Sí, si persisten las perretas luego de los cuatro años de edad.

—¿Se presentan por igual tanto en las niñas como en los niños?

—Sí, no tienen "preferencia" por el sexo.

—Cuando nuestro hijo tenga una perreta, ¿qué actitud considera debemos adoptar? ¿Hay alguna es-trategia para el control o minimización al menos de la duración e intensidad de la pataleta?

—Como estrategia debemos ignorarlo. Cuando es presa de una perreta se le debe restar importancia.

—¿En qué momento y ante qué manifestaciones principales considera que los padres deben solicitar atención del pediatra o del médico de familia? ¿Hay algún límite establecido, digamos, entre lo "normal" y "anormal" en ese comportamiento?

—Cuando las perretas aparecen frecuentemente, o se convierten en una forma de "lograr lo que el niño desea", es oportuno que se visite al médico de familia para recibir orientación de cómo manejar estas situaciones que siempre son un comportamiento no deseado.

—¿Cuáles suelen ser los "tratamientos" de elección?

—Como te expresé, ignorarlo, restarle importancia. Es momento oportuno para incorporarle al niño el significado del no. El adulto debe mantenerse tranquilo, evitar controlar al niño durante la crisis, pues corre el riesgo de perder la calma. Es muy importante entender que jamás el niño puede obtener lo que desea por medio de la perreta.

—¿Es posible hablar de prevención en el tema que nos ocupa?

—Sí, por supuesto, y es lo más importante: darles a nuestros hijos modelos adecuados de comportamiento. Mantenernos firmes y serenos ante las contrariedades. Darles solución a los conflictos de la vida cotidiana de manera sosegada, pacífica y respetuosa. No olvidar que los padres son el mejor modelo a imitar por el niño.

—¿Quedaría algo esencial por señalar?

—Los padres deben observar día a día el comportamiento de sus hijos y corregirlos respetando sus derechos con una actitud de amor. Quisiera reiterar que es fundamental no tratar de razonar con el niño cuando sea presa del acceso de ira, para evitar aportar un ejemplo negativo. No responda con ira ni ceda a sus deseos.