CRISIS DE PÁNICO
Las crisis de angustia, de miedo o pánico, aparecen en los trastornos de ansiedad, y los pacientes que las sufren presentan como denominador común "una sensación de temor o miedo frente a una amenaza desconocida".
La profesora Clara Lucía Abreu de la Torre, jefa del Servicio de Psiquiatría del CIREN, investiga en los últimos años los trastornos Neuropsiquiátricos, aquellos que se relacionan con la memoria, el pensamiento, la atención, el lenguaje, la escritura, la concentración, entre otras funciones psíquicas superiores. Es miembro del ejecutivo de la Sección de Neuropsicofarmacología de la Sociedad Cubana de Psiquiatría.
En las crisis de angustia, refiere la doctora Abreu, el paciente siente repentinamente un miedo intenso o un malestar insoportable, con sensación de peligro inminente por espacio aproximadamente de diez minutos.
—¿Podría describir cuál es el cuadro típico de estas crisis?
—Se caracteriza por palpitaciones o sacudidas del corazón, sudoraciones, temblores, sensación de ahogo o falta de aliento, opresión en el pecho, náuseas o malestares abdominales, inestabilidad, mareos o desmayo. En ocasiones se siente un nudo en la garganta, calambres o adormecimiento, sensación de extrañeza, como si el paciente estuviera soñando o en otro lugar. También miedo a morir o a volverse loco. Todo ello sin que exista relación directa con otra enfermedad.
—¿Alguna otra manifestación que acompañe a estas crisis?
—A menudo de agorafobia, ese miedo a encontrarse en lugares o situaciones donde puede resultar difícil escapar, lo que trae como consecuencia un retraimiento social y, por ende, el abandono de la escuela o el trabajo.
—¿Con qué periodicidad y ante qué sucesos de la vida cotidiana suelen presentarse?
—La frecuencia y gravedad de las crisis son muy variables: desde una por semana hasta más de una por día. Los eventos vitales se manifiestan de forma individual, pero las dificultades más comunes que se generan se vinculan con las relaciones interpersonales: con la pareja, padres, hermanos y jefes o superiores en la escuela o el trabajo, y dificultades de índole doméstica.
—¿Como se inician regularmente las crisis?
—Aparecen abruptamente, comenzando por el miedo a algo desconocido, para volverse cada vez más complejo y llegar a convertirse en temor a padecer otra crisis.
—¿Es una enfermedad en sí misma o un síntoma de alguna afección?
—Como se señaló, puede formar parte de alguno de los trastornos de ansiedad —fobia social, o estrés agudo, por ejemplo— o ser una entidad en sí misma, llamada trastorno de angustia o desorden de pánico, que hasta hace algunos años era conocida como neurosis de angustia.
—¿Suelen aparecer asociadas con otras enfermedades?
—Hay, diría, una peligrosa asociación de las crisis de angustia con los intentos suicidas, el trastorno depresivo mayor y los de ansiedad. Por diversas causas, estas crisis las hemos visto asociadas también a la epilepsia y en toxicomanías.
—¿Se conocen las causas que las originan?
—Se desconocen aún, aunque se invocan diversas teorías que intentan explicar sin resultados concluyentes el desencadenamiento de estas crisis. Recientes investigaciones afirman la existencia de agentes productores de pánico inducidos desde áreas del cerebro.
—¿En qué momento es posible afirmar que nos encontramos ante una persona con este trastorno?
—Cuando presenta el cuadro clínico típico que describimos, y una vez que se hayan descartado alteraciones orgánicas que pueden ser generadoras de ansiedad, como los trastornos endocrinos, tóxicos, enfermedades pulmonares obstructivas y tumores cerebrales.
—¿Los pacientes presentan entre sí algún rasgo distintivo, digamos, de personalidad?
—No existe un rasgo distintivo en estos pacientes, aunque pueden observarse características de personalidad comunes. Entre ellas, marcada tendencia a sobrestimar y exagerar los síntomas somáticos (físicos) provocados por la ansiedad.
—¿Estos trastornos de pánico se generan en personas de cualquier latitud, sexo, y de todas las edades?
—Se presentan en personas de cualquier parte del mundo, tienen una prevalencia que oscila entre un 1 y un 2 por ciento y la edad de comienzo es entre los 20 y los 50 años. En cuanto al sexo, es más frecuente en mujeres.
—¿Tienen tratamiento específico?
—El tratamiento, que dura alrededor de un año, es integral, con medicamentos antipánicos y una estrategia de psicoterapia dirigida fundamentalmente a suprimir la ansiedad anticipatoria: el miedo a sufrir otras crisis. El médico de familia debe decidir la conducta a seguir. Ahora bien, el control de las crisis, su seguimiento aun después de desaparecidas, debe ser realizado por un especialista en Psiquiatría.
—¿Existen métodos de prevención o control?
—En ellos desempeña un importante papel la familia, especialmente los padres, con la atención a los problemas afectivos de sus hijos.
—¿Alguna recomendación en especial para quienes sufran crisis de pánico, y también para sus familiares?
—Que se entienda que estas personas sufren una enfermedad y están ciertamente desesperadas. Como en estas crisis se presentan palpitaciones o sacudidas del corazón, debe descartarse, en primer lugar, la existencia de una afección cardiovascular. (2001)