Deshidratación por EDA
JOSÉ A. DE LA OSA
Transitando por los meses de nuestro más crudo verano, periodo durante el cual suele producirse un alza de las enfermedades diarreicas agudas (EDA), no debemos pasar por alto que este aparente inofensivo trastorno puede comportar riesgos para la propia vida —sobre todo en niños pequeños y ancianos— como consecuencia de la más común y temida de sus complicaciones: la deshidratación.
Profesora
Vivian Mena Miranda.
De acuerdo con estadísticas internacionales, como resultado de afecciones diarreicas en menores de cinco años, cada minuto se producen unas 10 defunciones en países subdesarrollados y algunos desarrollados, por lo que a todas luces constituye uno de los problemas más serios a que deben enfrentarse los servicios de salud.
De la mano de la Máster en Ciencias Vivian Mena Miranda, especialista de segundo grado en Pediatría y Terapia Intensiva y Emergencia, quien es la responsable del Grupo de Trabajo para el Control y Manejo de las EDA del Ministerio de Salud Pública, pasaremos revista a las afecciones diarreicas para informar sobre los bien establecidos procederes que se emplean para evitar complicaciones y riesgos innecesarios para la vida.
––¿Podría exponer el concepto de deshidratación por enfermedades diarreicas?
––Es la pérdida de agua y electrolitos (sustancias que regulan funciones del organismo) a través del tubo digestivo.
––¿Qué causas son las que dan origen a las EDA?
––Las infecciosas. En el verano las bacterias y los parásitos ocupan los primeros lugares. Los virus pueden aparecer también, aunque con menor frecuencia. Sin embargo, no debemos pasar por alto las de causa no infecciosa relacionada con la preparación, concentración y dilución de los alimentos.
––¿Y en cuanto a las vías de transmisión?
––La más frecuente es la fecal-oral, es decir, alimentos o agua contaminados con heces.
––¿Podría señalar cómo se clasifican las enfermedades diarreicas?
––De acuerdo con su duración, y pueden ser agudas (las que se padecen menos de 14 días); persistentes, más de 14; y las crónicas, cuando se prolongan por más de 30 días.
––¿Todas ellas pueden conducir a la deshidratación?
––Sí, aunque las que con mayor frecuencia llevan a la deshidratación son las que se producen de forma líquida, sobre todo si se acompañan de un número elevado de deposiciones al día, asociadas a fiebre y vómitos.
––Precisemos, doctora Mena, ¿cuántos vómitos y diarreas serían "permisibles" antes de adoptar medidas terapéuticas?
––No existen recomendaciones exactas para número y frecuencia de deposiciones y vómitos. Lo importante es conocer los síntomas de alerta del agravamiento de la enfermedad: aumento del número de vómitos, asociado al rechazo de ingerir alimentos; las orinas se hacen más oscuras y frecuentes y aparece el decaimiento con marcada toma del estado general.
––¿La deshidratación es la única amenaza en esta enfermedad?
––No, también la desnutrición y la sepsis. Por eso es importante no dejar de alimentar al paciente durante los episodios diarreicos.
––¿Qué signos y síntomas indican que ha comenzado un proceso de deshidratación?
––La sequedad de la piel y las mucosas, sobre todo la lengua seca, y en los niños pequeños el llanto sin lágrimas.
—Tomar líquidos sabemos que es esencial en casos de deshidratación. Ahora bien, ¿qué líquidos son los indicados?
––En primer lugar las sales de rehidratación oral, de las que deben administrarse al paciente una o dos onzas por cada diarrea líquida, sin pasar de un litro en 24 horas. Estas sales evitan la deshidratación, aunque es importante saber que no curan la diarrea. También se pueden ingerir jugos naturales y mantener la lactancia materna o la leche habitual que toma el paciente.
––¿Qué complicaciones pueden aparecer de no establecerse un tratamiento oportuno y adecuado?
––La falta de agua y electrolitos afecta las diferentes funciones del organismo e impide también una oxigenación adecuada, por lo que puede dar lugar incluso al fallecimiento del paciente.
––¿Es posible la prevención de esta enfermedad?
––Naturalmente. Para ello es imprescindible el mantenimiento más estricto de la higiene personal, de los alimentos y de la comunidad.