Nuevas diosas en el Maracaná
Miguel Hernández, enviado
especial de Granma
En recompensa, la "torcida" recibió el premio de la fabulosa Marta, considerada la mejor jugadora del mundo, y sus amigas: una contundente victoria sobre el campeón olímpico Estados Unidos —tradicional azote de las anfitrionas—, de 5-0, y con la ceremonia de la medalla de oro las miles de almas entonaron el himno nacional. Por la apariencia, esta "selecao" parece tener las jugadoras de origen más humilde de toda la gran delegación. Quizá algunas empezaron en las favelas aunque hoy como Marta (21 años,1.54 y casi 61 kg) jueguen hoy en Europa pero después del maravilloso show este equipo de ensueño, que en seis victorias anotó 33 goles y no permitió, muchos le piden que vuelva a casa. Si en nuestra Isla fueron vistas estas mujeres por la pequeña pantalla, tal vez a la distancia hayan contribuido con un empujoncito a levantar también la pasión entre más muchachas por esta disciplina, aún una asignatura pendiente no obstante los incipientes torneos nacionales y el próximo debut internacional. El fútbol femenino se disputó por primera vez en los Juegos Panamericanos de 1999 en Winnipeg (Canadá), pero a partir de ayer ha subido el listón con lo vivido en el Maracaná, un templo del fútbol construido en 1950 para la Copa del Mundo, en el corazón del barrio del mismo nombre, bautizado "Mario Filho", que vivió la tragedia con la célebre final con Uruguay del 16 de julio transformada en legendaria derrota del fútbol brasileño que llevó al suicidio a varios fanáticos. Pero casi justo 57 años después una muchedumbre canta y baila dentro y fuera del inmueble, y de buenas a primeras el tránsito se ha detenido en las inmediaciones por la avalancha que lleva banderas, caras pintadas, sombreros y camisetas auriverdes. Aquí juegan a domicilio los famosos clubes Flamingo, Botafogo y Fluminense y por supuesto la selección nacional. Aquí, ahora, sobre este césped, se imaginan las figuras de Pelé, Garrincha, Vavá, Gerson, Didí, Rivelino, Zico, Rosario, de un lado hacia otro con sus regates y fascinantes goles en el más grande recinto balompédico sólo por debajo del inglés Wembley. En el metro de la ciudad fotos de jugadores los muestran preocupándose por el estadio "se cuida lo que se ama" dice el afiche. Lástima que las nuevas estrellas apenas conocen de su estadio, una reliquia de este pueblo. Dice el refrán popular que no ha estado en Río quien no haya visitado el Cristo redentor. Y el Maracaná, añadir. |
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