13 de julio de 2007, actualizado 10:00 a.m. hora local

Mireya vivirá en cada esgrimista cubano

Falleció la ganadora de la primera medalla de oro de Cuba en Juegos Panamericanos

OSCAR SÁNCHEZ

EsgrimaFogosa, jaranera, cubana hasta la medula, así es Mireya Rodríguez, de quien no podríamos nunca hablar en pasado, pues aunque ya no esté, la historia que escribió en el deporte revolucionario cubano la catapultó para la eternidad.

Consternados hemos recibido aquí la noticia de su muerte en La Habana. Justamente en esta tierra brasileña ella marcó un hito al destrozar los pronósticos precompetencia y alzarse con la medalla de oro en la modalidad de florete, con lo cual le dio a Cuba el primer título áureo del deporte revolucionario en Juegos Panamericanos.

Fue en Sao Paulo, en 1963, hace 44 años, cuando solo argentinas y estadounidenses eran las favoritas precontiendas, pero llegó la delgada muchacha habanera para "aguarles la fiesta".

Mireya, ganadora de una de las cuatro preseas doradas, de aquella delegación cubana, fue también protagonista de la epopeya de Sao Paulo, cuando se le había impedido a la comitiva de la mayor de las Antillas aterrizar en el aeropuerto de esa ciudad, situación que generó la enérgica respuesta de arribar a cualquier precio.

Mireya también practicó el tiro deportivo, y en su aval competitivo incluyó la corona centroamericana y del Caribe en los Juegos de Kingston, Jamaica, en 1962. También consiguió llegar hasta la final del florete en los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964.

Fue profesora de varias generaciones de esgrimistas. Este redactor, que abrazó ese deporte, tuvo el privilegió de beber del magisterio de esta singular deportista cubana.

Sus éxitos en los primeros años de la década del 60 del siglo pasado, fueron precursores de la calidad de nivel mundial que ha alcanzado la esgrima cubana.

 

Equipo de Ediciones Digitales de Granma
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