5 de julio de 2007 El linaje de nuestras glorias Nuestros 16 invitados especiales a Río de Janeiro han conquistado casi cien medallas en los Juegos Panamericanos. Solo seis países exhiben más de las 53 doradas ganadas por ellos ENRIQUE MONTESINOS
Se trata de las 16 glorias del deporte cubano invitadas especialmente como integrantes de la numerosa delegación nacional, en la continuación de la política trazada por nuestro Comandante en Jefe como reconocimiento a quienes en lides pretéritas tantas satisfacciones brindaron a nuestro pueblo con sus victorias.
Muchos atesoran el inmenso disfrute de haberse convertido en campeones olímpicos, o han sido espectaculares monarcas de todo el planeta, algunos en más de una ocasión, por mencionar solo los títulos de mayor jerarquía en el universo deportivo. Como se trata del entorno de los Juegos Panamericanos, ofrecemos un dato impactante: ostentan nada menos que 95 medallas conquistadas en estas citas cuatrienales, divididas en 53 de oro, 29 de plata y 13 de bronce. Solo diez países —exceptuando a Cuba— han obtenido una superior cosecha histórica de metales de todos los colores, desde la primera edición en Buenos Aires 1951 hasta la última en Santo Domingo 2003. Más todavía. Apenas seis, bien grandes, por cierto —Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, México y Venezuela—, pueden exhibir más de 53 premios de oro en sus vitrinas de todos los tiempos.
Y ascienden a 42 los países integrantes de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA). Entre nuestras glorias tenemos luminarias de toda la etapa del deporte en Revolución como derecho del pueblo. Desde el inicialista Pedro Chávez, atracción de los diamantes por sus batazos en los años 60-70, donde tambi én brillaron velocistas de la talla de Miguelina Cobián y Pablo Montes, hasta el preciso gimnasta Erick López, hoy día el deportista que más medallas ha ganado en la historia de los Juegos (22), las últimas en la anterior edición del 2003. Vienen a la memoria los fenomenales KO salidos del potente puño de Teófilo Stevenson en los setenta, como el estilismo entre las cuerdas del también doble monarca continental Mario Kindelán. Y las tripletas en 400, 800 y 4x400 metros de la excelsa Ana Fidelia, quien no tiene a nadie delante de ella en el palmarés del atletismo femenino, como tampoco ninguna otra tenista de mesa supera en total de premios a Madeleine de Armas, dada su constancia en los podios de premiaciones durante cuatro ediciones. Como magnífico aportador a la obtención de cuatro de los cetros beisboleros tendremos al camarero Antonio Pacheco, otro bateador de altos kilates, sin olvidar que Regla Torres, con dos cetros en el deporte de la malla alta, es nada menos que la mejor voleibolista del siglo XX. No faltará el legendario escopetero Roberto Castrillo, distinguido por su seguridad en el tiro al platillo, ni el recuerdo de las potentes paletadas de Juan Aballí en las canoas biplaza, como tampoco la fortaleza de la judoca Daima Beltrán sobre el tatami o la técnica de Filiberto Azcuy en los colchones de la lucha estilo libre. William Vargas, triple monarca en dos ocasiones, será el representante de los levantadores de pesas, dueños absolutos de la supremacía histórica continental, y tambi én estará presente en la memoria la belleza de movimientos de Yordania Corrales, tercera más ganadora de medallas entre las especialistas de la gimnasia rítmica. Honor a quienes honor merecen. |
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