El Fuego Panamericano
Los primeros Juegos Panamericanos se realizaron en Buenos Aires, Argentina, en 1951. En esta ocasión, el Fuego fue encendido en la Acrópolis, en Grecia, como en los Juegos Olímpicos. La creación del Fuego Panamericano sólo tendría lugar cuatro años después, en México. Ya en los II Juegos Panamericanos México 1955, el Fuego fue encendido en la Sierra de la Estrella, un local dónde los aztecas realizaban ceremonias religiosas. Desde allí, atletas condujeron la Antorcha a través del país, por ciudades y sitios históricos, hasta el Estadio Olímpico. En 1959, tres mil boyscouts llevaron el Fuego de México hasta Chicago, en los Estados Unidos, sede de los Juegos de aquel año. En 1963 fue la vez de Brasil, cuando São Paulo abrigó los IV Juegos Panamericanos. El esquema fue un poco modificado, con el Fuego siendo encendido por indios Carajás, en Brasília, como en un antiguo ritual de la tribu. Cuatro años después, el Fuego sería captado nuevamente en la ceremonia azteca, en Sierra de la Estrella, partiendo desde allí para Winnipeg, en Canadá. En 1991, hubo un cambio el lugar del encendido del Fuego Panamericano, que pasó a ser realizado en Teotihuacan. La región tuvo gran importancia para la civilización azteca. Sitio histórico sagrado hasta los días actuales, Teotihuacan era un lugar para rituales de adoración al Sol, visto como una especie de entidad divina por los nativos. Según su mitología, para que el Sol continuase a brillar y esparcir la vida, era necesario que se mantuviera su energía almacenada, lo que era realizado con el sacrificio de guerreros enemigos, aprisionados, cuya fuerza espiritual alimentaría al astro rey. Como había rituales de fuego en esta tradición, Teotihuacan se convirtió en la nueva sede de la ceremonia del Encendido del Fuego Panamericano. 3-6-2007 |
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