GUADALAJARA.―
Otra vez emergió su sonrisa, dorada en la batalla de los Sergios.
Quiénes lo conocen sabrán que se trata del pesista Sergio Álvarez
ganador con biatlón de 267 kg (119-148) sobre su tocayo colombiano
Rada 266 (120-147), y quien tocó la gloria panamericana por tercera
ocasión.
El primero de sus objetivos vencidos, alzarse con la
corona, el segundo en el horizonte del tiempo, fijado en París
dentro de 15 días será más escabroso: sumar otra medalla a su bolsa
mundialista (2-2-4).
"Fue una competencia sumamente fuerte, siempre supe
que la disputa se centraría con los dos colombianos, no me preocupé
por el kilogramo de desventaja en el arranque pues estaba bien
seguro de mis potencialidades en el envión", sentenció Skippy, como
se le conoce a Álvarez, por el hecho de haber practicado gimnástica
desde los cinco años hasta los 13, antes de comenzar a fajarse con
los hierros.
Este enroque, como él mismo confiesa ha sido sumamente
favorable, pues en 18 años sobre la plataforma nunca ha sufrido
lesión severa. Por eso confieso que no me preocupé demasiado cuando
renunció al tercer movimiento de envión por una pequeña molestia en
la muñeca:
"Esta
es mi medalla más preciada, la primera por lo que significó y mi
juventud, pero ahora se sufre mucho más para mantener constancia y
poder hacer el peso corporal. Ahora mi mente está puesta en la
clasificación olímpica, sumar los resultados de París a los de
Antalya en el 2010 y quedar entre los primeros cinco países para
inscribir a seis pesistas.
El oro de hoy (el 799 de Cuba en Juegos
Panamericanos) se lo dedico a mi hijo pequeño, mi esposa, el pueblo
matancero y todos aquellos que durante este tiempo me han ayudado a
alcanzar estos resultados, sentenció este canguro de la palanqueta,
con 32 años, pero una forma fenomenal para levantar kilogramos.